Lo peor de Vázquez

7
1933
 


Edición España: Ediciones Glénat
Guión: Manuel Vázquez
Dibujos: Manuel Vázquez
Portada: Manuel Vázquez
Precio: 24 € (Tomo en tapa dura)

 

Para quienes crecimos leyendo las revistas de la difunta editorial Bruguera, el nombre de Manuel Vázquez se asocia a la afortunada lectura de las aventuras de Anacleto, Feliciano, la abuelita Paz, Angelito (Gugú), las hermanas Gilda y un largo etcétera de tebeos cortos que poblaron durante varias décadas las distintas cabeceras de la empresa del gato negro. De esos tiempos, solamente Francisco Ibáñez ha mantenido el nivel de popularidad, cambiando por álbumes la aparición en revistas de diversa periodicidad y concentrándose exclusivamente en Mortadelo y Filemón. Sin embargo, aunque el creador de Rompetechos, Sacarino o Pepe Gotera y Otilio suele ser aquél cuyo nombre aparece primero cuando se rebusca en la memoria “brugueriana”, suele reconocerse a Vázquez como el auténtico genio de una generación de artistas tristemente pretérita. Lo que Ibáñez obtenía siendo un currante del lápiz, Vázquez lo tenía como talento natural, y así lo atestiguan estudiosos y colegas de esos tiempos. Un ejemplo de sus notables capacidades puede encontrarse en este tomo que Glénat ha sacado, aprovechando la salida de la película El gran Vázquez, donde Santiago Segura asume la tarea de impersonar a uno de los autores más fascinantes que ha dado España.

Manuel Vázquez vivió la vida a grandes tragos y más que pasar por ella, la disfrutó todo cuanto pudo, dejando episodios que bien hubieran podido contarse en una novela de pícaros. Su proverbial y durísima cara apareció reflejada en los tebeos por él mismo (a través de los míticos Cuentos del tío Vázquez) y por su colega Ibáñez (a través del moroso que residía en el ático de Rue Trece del Percebe). Historias como la del hotel y las barras de hielo, la del funeral de su padre, la de las páginas donde solamente estaban dibujadas las esquinas, la de su habilidad para pegar sablazos… esbozan la imagen de un viva la virgen que también tuvo el valor de plantar cara a un empresariado que, en sus propias palabras, se quedaba con los originales, se quedaba con los derechos de autor y se quedaba con la hermana de cualquiera si estaba de buen catar (demoledora alocución con la que dejó sin palabras a todo un Jesús Hermida, según cuentan las crónicas). Vázquez toreó al derecho y al revés a la más poderosa entidad de un sector que no tendía precisamente a respetar a los autores, como demostrarían los procesos judiciales que llevaron a autores como Ibáñez, Mora o Gago a pelear por el reconocimiento legal de la pertenencia de sus creaciones. Con Lo peor de Vázquez, Glénat no solamente recupera los trabajos que don Manuel realizara para ellos durante los últimos años de su vida, sino que también homenajea la memoria de una persona que se hizo personaje y que, sin ser héroe ni villano, puso el dedo en la llaga y no tuvo demasiados pelos en la lengua.

Quien se aproxime a este grueso volumen deberá dejar de lado buena parte de sus recuerdos de infancia (si los tiene) y asumir que va a conocer a un Vázquez ligeramente distinto. El trazo es el mismo de siempre o casi, ya que también se recuperan buena parte de las historias que hizo bajo el pseudónimo Sappo, el cual empleó al entender que el clásico By Vázquez estaba demasiado vinculado al tebeo infantil y juvenil. El guión, por el contrario, aborda temas que en las revistas de Bruguera hubieran sido impensables, porque en ellos el caballero destila todo su carácter de persona políticamente incorrectísima. Antologías como Mujeres o diosas o Gente peligrosa o Sábado sabadete abordan sin ningún tipo de complejos cuestiones en las que el autor pone –y exagera- su visión de la vida: el sexo, la picaresca, las relaciones con el fisco… Vázquez se retrata a sí mismo como un personaje dedicado a vivir sin dar golpe y a disfrutar de todos los placeres que pueda brindarle la existencia. A veces pierde y a veces gana, pero siempre riéndose de sí mismo y, todo hay que decirlo, un poco de los lectores y un mucho de los editores, porque recicla sus propias ideas (como en las historias “protagonizadas” por el Inspector Yes) y reconoce abiertamente sus carencias (como la ocasión en la que cambia un caballo por un elefante, indicando que estos últimos se le dan mejor). Como decían no pocos de cuantos le conocieron, las cosas de Vázquez.

Lo peor de Vázquez recopila casi seiscientas páginas de inventos inverosímiles, evasión de impuestos, ligoteo a lo garrulo, sablazos varios, engaños aún más variados y bastante sexo, con momentos en los que el autor no hace ascos al más basto humor escatológico. Todo ello, unido a las ediciones que se están haciendo de sus trabajos en Bruguera, permite que las nuevas generaciones se acerquen a un autor cuyo talento pudo llevarle mucho más lejos de lo que llegó, pero cuya querencia por la buena vida dejó mucho más cerca de lo que merecía. Las antiguas podrán sorprenderse ante este “nuevo” Vázquez que, pese a todo, sigue manteniendo el sabor de antaño que, burradas aparte, hará que muchos lectores esbocen una sonrisa nostálgica al identificar lugares comunes como el desierto, las aguas infestadas de tiburones o las artimañas para escapar de los lectores.

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Spirit
1 noviembre, 2010 12:31

Saludos a todos;
 
Creo que los admiradores de Vázquez estamos de enhorabuena. No sólo Glènat edita el volumen objeto de la reseña, que bajo mi punto de vista es imprescindible aunque le falte el tomo VAMONOS AL BINGO y algunas cosillas más, como las historias publicadas en el papus y similar, si no que además EDICIONES B ha lanzado un tomo cartoné con LOS CUENTOS DEL TÍO VÁZQUEZ más clasicos, y el otro día ví un libro al estilo DE CUANDO LOS CÓMICS SE LLAMABAN TEBEOS enterito a él dedicado, que por razones de tiempo no pude retener bien, pero que estaba lleno de historias e ilustraciones clásicas de este genio. Por si ello fuera poco, el coleccionable RBA reedita monográficos dedicados a sus personajes, como LA FAMILIA CEBOLLETA, ANACLETO, GU GU o LAS HERMANAS GILDA.
 
En definitiva; una buena ocasión para conocer a uno de nuestros autores más geniales, cuyas historias deslumbraban (sobre todo, cuando él quería) respecto al resto de la editorial Bruguera (creo que tan sólo Ibáñez le pudo hacer sombra, y no sólo a base de trabajo, pues la verdad es que hay que quitarse el sombrero ante el Ibánez de los 60-70, si bien gracias a, eso, su dedicacón y trabajo le superó en muchos aspectos, especialmente comerciales y de sobrevivencia), pues eso, decía, una buena ocasión para descubrir a uno de los mejores y más carimáticos historietistas que ha dado el país.
 
Quiero más!

Tachuela
Lector
1 noviembre, 2010 20:42

Al tomo de Glenat le falta mucho, pero porque no se han planteado una edición maravillosa, sino simplemente recopilar/reeditar todo lo que ya tenían en catálogo. Que no me quejo, me alegro de que lo hayan hecho. Pero claro, es lógico que falten cosas.
 
En otros sitios se han quejado de la «moda Vázquez»… y me alegro de aquí no. Más bien es una lástima que la cosa quede aquí. ¿Glenat intentará seguir publicando más cosillas? ¿Ediciones B reeditará…? Mejor me ahorro terminar esta segunda pregunta, no quiero perder el tiempo 😉
 
Este tomo me parece una gozada. Por fin Vázquez se libra de la censura y puede ser él mismo, tal cual es en la vida real. Aquí va del humor más teatral y elegante (a mí me recuerda a Poncela en algunos momento en el sentido del humor), al más soez, violento y descarado. Crea la serie de humor en la que el protagonista no hace absolutamente nada (El inspector Yes me parece lo más ingenioso que he leído nunca). Es capaz de desarrollarse a sí mismo como personaje, un cómic realmente autobiográfico (dentro de sus límites) donde también salen muchas personas del mundillo.
 
Creo que este tomo se va a convertir en ese tipo de cómics que cuando la gente los lee piensa «¿por qué no conocía esto?». La calidad de Vázquez y su fama son dos cosas totalmente opuestas, que es algo incomprensible.
 
>>>como la ocasión en la que cambia un caballo por un elefante, indicando que estos últimos se le dan mejor>>>
 
¿De verdad crees que no sabía dibujar caballos? Si se hubiese puesto 5 minutos a practicar seguro que le hubiesen salido. Yo me lo tomo como un chiste absurdo genial.

Victorysaver
Victorysaver
2 noviembre, 2010 2:02

Fijaos si se llego a reir de si mismo que el tio realizó un comic «para adultos» protagonizado por Anacleto y las hermanas Gilda XD
Un crack este Vazquez

Tachuela
Lector
3 noviembre, 2010 16:10

Sin el «don», por favor 😛
 
>>>De hecho, cuentan las crónicas que sus ocurrencias (como la de hacer una tira a base de fotocopias ¡qué hubiera hecho de conocer el Fotochou!) le llevaban a veces más tiempo que sentarse a dibujar (tenía fama de ser endiabladamente rápido) pero eran “las cosas de Vázquez”.>>>
 
Lo de la fotocopiadora es una anécdota impresionante. De hecho, tengo entendido (¡creo! Eso me han dicho que pone en su Jueves Luxury Edition) que Paco Alcázar dibuja sus Silvio Josés recortando y pegando caras con photoshop.
 
Y qué irónico que la Bruguera que no quería apoyar la idea de la fotocopiadora de Vázquez fuese la que obligase a los dibujantes del Capitán Trueno y el Corsario de Hierro a que recortaran y pegaran las cabezas de sus dibujos de historietas anteriores…
 
>>>¿De veras se ha quejado alguien de la “moda Vázquez”?>>>
 
En los comentarios de la cárcel de papel, para que resulte más sorprendente.

Ocioso
Ocioso
Lector
4 noviembre, 2010 12:53

Luis Javier Capote Pérez ha comentado: bendita la oportunidad de una película que -ay- ha durado muy poco en las carteleras
 
Internet la hará eterna.
Oyes, que os compreis la biografía By Vazquez de Antonio Guiral. Ameno, riguroso, didactico y muuuy divertido, como todo lo que escribe este señor.