Cuando acabé la reseña de Moonlight Mile (eh! tu, si, tu, el que miras la pantalla, sé que aún no lo has comprado, a qué esperas??!!!!) me preparé para el siguiente post. Y mirando mi mueble donde guardo la mayoría de mangas, no me decidía por ninguno. Y no porque no me gustasen, sino porque los veía bastante largos. Y por suerte no escogí ninguno de ellos, ya que a los pocos días de subir la reseña de MM me petó el PC, y he estado dos semanas reconstruyéndolo. Eso es otra historia, pero que sirva como disculpa a los que esperaban otra reseña (¿realmente hay alguien esperando? XD) y para el resto de integrantes de ZN. En cambio me fijé en 2 cómics que estaban juntos, y que eran del mismo autor. Y decidí hacer un post doble, un dos por uno, un especial Jiro Taniguchi, autor bastante conocido por estos lares que ha tenido la suerte que sus obras han traspasado ese “muro” que aparentemente separa los mundos del manga y del resto de cómics, y que aquí queremos destruir. Sin mas dilación, os dejo con la reseña de estas dos obras, cada uno de un solo volumen, con una suerte un poco dispar:
K – de Shiro Tosaki y Jiro Taniguchi
K es el nombre de un experto alpinista con una fama muy extendida al que llaman para situaciones extremas. Normalmente es para rescatar a alguien que se ha quedado colgado, o le obligan a subir por temas turbios, o ayudar a toda una expedición. Este manga se centra en la ascensión a 5 de los ochomiles, a saber el K2, el Pumori, el Everest, el Makalu y el Kailas. Básicamente se centra en esto, un poco como los mangas deportivos, que se dedican a narrar los partidos de fútbol o básquet. Y esto puede ser bueno si te gusta el montañismo o te puede saber a poco si para ti subir montañas es como jugar con elementos químicos en un laboratorio. Desgraciadamente no hay mucho más donde agarrarse (nótese el símil con el vocabulario de los alpinistas). La relación con su mujer se limita a la preocupación que pasa ella por si su marido no vuelve. Los motivos por los que sube a todas estas montañas limitan y acartonan un poco todas las historias. Sólo la relacionada con la búsqueda de algo que ha quedado colgado al estrellarse un avión en lo alto de una de estos ochomiles proporciona un toque algo distinto. La veneración de la gente hacia K, su fama, sus artimañas para subir, algunas de ellas bastante sorprendentes, la lucha contra los elementos y contra uno mismo y una extraña relación de los dioses con las montañas (un tema que llega hacerse un poco pesado para los que pisamos cemento todo el año) también hacen que la narración se resienta y nos embargue una sensación de repetición. Cierto es que hay momentos de emoción, pero no compensan o no nos hacen olvidar las carencias.
Tampoco vamos a decir que no valga la pena echarle un vistazo o incluso comprarlo, ni mucho menos. Si os gusta la escalada es perfecto porque veréis como se las apaña para sobreponerse a las adversidades, alguna de ellas bastante espectacular aprovechando uno de los cuatro elementos de la naturaleza. El dibujo es muy bonito, aunque el protagonista se parezca peligrosamente a otro manga dibujado por Taniguchi y publicado en España hace muchísimos años por Planeta, Hotel Harbor View, de hecho su primer manga editado en castellano y de las primeras incursiones de Planeta en el cómic japonés. Las vistas son excepcionales, y aunque se ha criticado este manga un poco como “de encargo”, el dibujante pasa con nota el examen. La edición de Otakuland es bastante correcta, excepto por unas planchas donde el rotulado parece que se haya “mojado”, quería escanear un ejemplo pero no se distingue bien. Aunque no sea su mejor historia, se tiene que agradecer a la editorial haberse arriesgado en publicar este tomo, además en un formato distinto al habitual (es más alto que el resto de mangas), por ser muy minoritaria, ya que sólo la disfrutarán al máximo los aficionados al montañismo. El resto podemos leer unas historias correctas, algo repetitivas en su concepción pero que funcionan lo suficiente como para que acabemos la lectura del tomo (editado en formato oriental, por cierto). Puede comprarse como completista del autor o simplemente para leer algo distinto a lo habitual ya no en manga sino en el cómic en general. Una lectura entretenida pero no fundamental que se lleva un 6,5.
Crónicas del Viento – de Kan Furuyama y Jiro Taniguchi
A mediados del siglo XV, los emperadores de Japón habían perdido poder real. Todo el territorio estaba inmerso en una guerra civil que enfrentaba señores de provincias, grupos guerrilleros y demás. Con los años, los señores convirtieron esas provincias en reinos separados. Pero un siglo después apareció un hombre que lideró una reunificación de casi todo Japón. Al ser asesinado éste, un fiel seguidor suyo, Tokugawa, consiguió el dominio total del territorio, y fue el principio de la era Edo. 250 años después, barcos americanos llegaron a las costas japonesas, contra lo que el ejército japonés no tenía nada que hacer. Viendo que la independencia de Japón se venia abajo, dos clanes dentro del reinado de Tokugawa atacaron a los extranjeros, siendo vencidos y castigados por el propio Shogun Tokugawa. Eso hizo que sus propios clanes se rebelaran contra él. Entre 1867 y el año siguiente, el Shogun Tokugawa de turno renunció a su cargo, devolviéndole el poder al emperador. Esto no gustó nada a sus propios seguidores, y se desató una guerra civil, que ganaron los imperialistas(fieles al emperador). Al ver que iban a matar a su señor Tokugawa, su jefe de las fuerzas armadas prefirió rendir a su señor y evitar su muerte y la de muchísimos inocentes de la ciudad. Empezó la era Meiji.
La historia empieza en 1649, en medio de la era Edo. Las crónicas secretas Yagyu, unos escritos fundamentales para el destino del país y que han ido pasando de generación en generación de la familia Yagyu, instructores en la espada, vigilantes y espías de la estirpe de los Tokugawa, han sido robadas por un agente del emperador retirado Gominoo. La historia se centra en Jubei Yagyu, uno de los más expertos espadachines al servicio del Shogun. Se le encarga la recuperación de las crónicas. Gominoo escapa de Kyoto hacia las montañas, dejando a su fiel Yashamaro el enfrentarse a los Yagyu y particularmente a Jubei. A partir de este punto (y de hecho, antes también), un complicado entramado de espías, estrategias, rumores, mensajeros, y muchas luchas a muerte conducirán el relato al enfrentamiento final entre los dos antagonistas. Siendo sinceros, si dejamos de lado la abundante y complicada trama de señores, vasallos, encuentros de desamor, y toda la parafernalia típica de este tipo de relatos situados en esas épocas feudales japonesas, la historia se simplifica a un Jubei vs Yashamaro. Además, un primer contacto sangriento queda justo en medio del tomo, viéndose claramente que el resto de la narración será la preparación, mas o menos enrevesada, del conflicto final entre los dos expertos espadachines. Quién gane el combate se quedará las Crónicas, aunque de hecho cuando el gobernante que salga de esta guerra civil lea lo que pone el documento escrito directamente por el primer Tokugawa, se entenderán muchas cosas. Y una de ellas coincidirá con el último ideal de Jubei, cansado ya de matar.
Bien, nos encontramos delante de un manga de corte histórico. Adelanto que no es fácil enterarse qué pasaba en esas épocas feudales en Japón. Como mínimo a mi me cuesta bastante relacionar algunos términos, y eso que hace años que los oigo y estoy acostumbrado a algunos nombres “difíciles”. Pero para eso tenemos el texto introductorio al manga, que nos pone en situación. El primer párrafo de esta reseña es un resumen de ese texto. La verdad es que he tenido que leérmelo varias veces, escudriñando cada frase para entender por donde iban los tiros. Esto parece un escollo para la comprensión de la historia, y yo me desanimé un poco, ya que pedía mucha atención en su lectura y tenía prisa para hacer la reseña doble. Pero cuando empieza la historia en imágenes, todo se simplifica bastante. Aunque haya momentos en que detalle cosas que vistas desde fuera son un poco irrelevantes a la narración, los autores en los textos que escribieron al hacer esta obra en 1992 ya aclaran que va dirigida a gente que sepa bastante de la historia de Japón. Una vez leída, recomiendo que si hay alguna cosa que no os cuadra u os despista de la narración principal (por ejemplo, cuando Jubei sigue por error a una hija de Gominoo que hace de señuelo, se explica quién es, pero realmente no tiene incidencia en la narración principal), lo dejéis apartado, y si en pocas páginas vuelve a aparecer su nombre volved atrás y dedicadle unos minutos. Si no vuelve a aparecer, como el ejemplo de arriba, podéis olvidarlo por completo. Actuando así y siguiendo la narración “desde lejos” (quiero decir que leáis en “abstracto”, sin liaros en unas páginas sin salir de ahí), la lectura se disfruta y mucho. De hecho, tanto guión como dibujo son sublimes. Si os gustan las películas de samuráis, con todo ese código del honor tan propio de los films de Kurosawa, con esas luchas sangrientas tanto en pequeño grupo o en masa, esas vestiduras (el manga nos traslada por completo a esa época, y los detalles son abundantes), los dojos, las escuelas de espada, la sensación de que la vida puede irse en cualquier momento, los conflictos entre grandes grupos de hombres, os encantará esta historia. Además, el pensamiento que te queda al finalizar el cómic es que al fin y al cabo, esto pasó en los años anteriores a 1900, donde Japón hizo un cambio drástico (y no digamos a partir de la II Guerra Mundial, que se deja entrever en la última viñeta, aunque esto no suponga spoiler, tranquilos).Y si no sabéis nada sobre el tema, os puede gustar también. Siguiendo el texto introductorio y estando atentos a la narración, lo podéis disfrutar igualmente. Lo que sí disfrutaremos propios y extraños es del magnífico dibujo. Es claro, ameno, detallista y dinámico. Es más, usa las tramas de forma excepcional, hasta el punto en que en algunas escenas de lucha tienes la sensación de que el fondo de la acción (normalmente árboles) van a una distancia distinta a las figuras del primer plano. Y el resto es sencillamente fenomenal: espadas, expresiones, castillos, templos, vegetación,… el propio Taniguchi confiesa en el texto final que le costó mucho hacer todo eso, y contra más se documentaba más le costaba ya que quería hacerlo perfecto. A fe mía que lo consiguió. Y lo que también consiguió son un par de momentos memorables (aunque no se puedan delimitar en unas viñetas concretas): en cierto momento de la lectura me sorprendí a mí mismo tarareando la música de la película de anime La Princesa Mononoke, de Hayao Miyazaki y el estudio Ghibli. Sus escenas de guerra entre humanos, bestias y espíritus en pleno bosque casan a la perfección con las escenas de lucha en el bosque profundo en este “Crónicas”. Reconocer el “tipo” de montañas japonesas, sobretodo sus laderas llenas de árboles y acordarme de mi preciada película de Miyazaki fue una experiencia bestial. De las que colman de satisfacción. Otro momento mágico es contemplando las luchas entre grupos grandes de hombres, nos acordamos de esas pinturas japonesas de guerra con mucha gente luchando a la vez(desgraciadamente no encuentro ninguna por Internet).
(no he podido arreglar el fallo de esta foto, aunque el efecto de los «árboles de fondo» se nota perfectamente, la foto es un poco grande porque quería enseñar bien este efecto)
La edición de Otakuland es muy buena, destacando la claridad de las escenas y un buen rotulado y traducción. No sé si es por la temática similar, pero me ha recordado fuertemente la buenísima edición que hizo Glénat de “Raika”, que por desgracia no se pudo finalizar por problemas graves en la editorial japonesa. Destacar también los dos textos de apoyo al principio y al final (sus habituales Aclaraciones de Traducción) y los textos que escribieron el guionista y dibujante en su día. No le puedo poner ninguna pega. En cuanto a la historia en sí, recomiendo su lectura aunque al principio uno se pierda un poco, y la sorpresa final desvelando el contenido de las Crónicas de Yagyu cerraran el círculo, dándonos a entender bastantes cosas, comprendiendo un poco más la historia reciente (de hace un siglo ya) de este lejano archipiélago que estuvo anclado en el pasado hasta hace tan poco. Un 8 bien merecido.