Semana HGO: La épica del humanismo (Alejandro M Viturtia)

Como os comentábamos en el post anterior, en ZN hemos querido dedicar esta semana a la memoria de un guionista singular: Héctor Germán Oesterheld.

Y, para empezar, nos hemos decantado por el artículo escrito por Alejandro Martínez Viturtia, actual Editor Marvel de Panini Comics. Lo hemos decidido así en parte porque la iniciativa tuvo mucho que ver con él y en parte porque Alejandro es una persona a la que comúnmente se la asocia con el cómic de superhéroes, verdadero eje vertebrador alrededor del cual gira esta página.

Así, como editor cuya querencia por el cómic del gusto de los visitantes de esta página está más que probada, Alejandro nos pareció la persona idónea para presentar ante nuestros lectores la figura de Héctor Germán Oesterheld, su guionista de historietas preferido. Desde aquí queremos agradecerle la dedicación y sinceridad que ha puesto en su escrito.

Esta misma noche, para seguir poniéndoos en situación, tendremos un artículo algo más académico en el que podréis saber de la biografía de este genial guionista.

Hay tantos autores por reivindicar… La historia de los tebeos está llena de grandes artistas que exploraron sus límites creativos y crearon obras maestras que hoy día están ocultas en la niebla editorial. Eso sí, de entre todos estos olvidados, tengo muy claro que el que más destaca es Héctor Germán Oesterheld. A primera vista no lo parece ya que es conocido por ser el guionista de Sgt.Kirk, Ernie Pike, Mort Cinder o El Eternauta. Pero es que Oesterheld es más, mucho más.

En primer lugar, Oesterheld amaba el cómic. Sí, parece de perogrullo pero no lo es. Para él el cómic, aparte de su medio de vida, era un medio potentísimo, eficaz, maravilloso y, en definitiva, un arte mayor. De esta manera se convirtió en un gran defensor del cómic adelantándose un par de décadas a su época. Siempre defendió lo que él llamaba “buenas historietas” y para desarrollar sus ideas creó la Editorial Frontera a finales de los cincuenta. Y no fue simplemente una editorial más. No. En ella se desarrollaron como artistas dibujantes de la talla de Alberto Breccia, Hugo Pratt, Carlos Roume o Solano López que, entre otros, pusieron en marcha la editorial y en poco tiempo, figuras emergentes como José Muñoz, Leopoldo Durañona o Rubén Sosa dieron sus primeros pasos allí. Por si esto fuera poco, se experimentó continuamente en formatos, contenidos y grafismo hasta llegar a las series Hora Cero Extra y Frontera Extra que por formato y filosofía se adelantaron en muchos años a las revistas de cómics francesas e italianas de los años sesenta. Sólo por esto, Oesterheld ya se habría ganado un puesto en la historia.

Pero es que aunque quitáramos las cuatro obras emblemáticas mencionadas, Oesterheld también tendría un puesto de honor como guionista. Trabajador infatigable y tremendamente prolífico, realizó una cantidad de guiones y personajes ingente (tanta fue su producción que los expertos en su obra bromean sobre que de cuando en cuando descubren una obra suya desconocida, lo que les lleva a pensar que la elaboración de su bibliografía completa es casi imposible). En esa producción tocó todos los géneros; oeste, bélico, humor, histórico, costumbrista, aventuras, ciencia-ficción, etc. Pero todas sus historias, por diferentes que fueran en planteamiento y personajes, tenían dos puntos en común. El primero, su uso del castellano. Un uso precioso y que a menudo roza la poesía en prosa y que ya en su tiempo fue admirado por escritores e intelectuales. Y el segundo, el profundo humanismo que destilan sus historias. Oesterheld creía en el hombre. Pese a la corrupción, a las injusticias y al desánimo que a menudo nos produce vivir en sociedad, se nos presentan personajes que con su idealismo y honradez, si bien no cambian nada, o casi nada, sí sirven de ejemplo y dan esperanza para el futuro. Estas dos características hacen de sus historias y sus personajes, algo único. Por menores que sean, sus relatos siempre tienen un toque especial que en la mayoría de los casos ha sobrevivido al paso del tiempo sin mayores problemas.

Tenemos que reivindicar obras como Nahuel Barros con Roume, Ticonderoga Flint, quizá el mejor trabajo de Hugo Pratt en toda su carrera, Sherlock Time, el primer trabajo personal de Alberto Breccia, Cuentos de la Ciudad Grande, una preciosa descripción costumbrista de Buenos Aires, Watami, que retrata como ninguna obra la cruda y violenta vida de los indios de Norteamérica, Cayena, un fabuloso retrato de la sociedad urbana vista por un excriminal… Y no pararíamos. La obra de Oesterheld es inmensa, casi inabarcable, repleta de múltiples matices e inolvidables personajes. Es, de hecho, la obra del guionista más grande en lengua hispana.

La gran tragedia fue que su tremendo humanismo se viera truncado (el suyo y el de sus cuatro hijas) por la negra locura de la dictadura Argentina. Pero, aunque suene a tópico, Oesterheld puso tanto de sí mismo en su obra, que de alguna manera ya través de ella, estará siempre con nosotros.

Alejandro M. Viturtia