No es casualidad que la primera etapa de este clásico de la prensa norteamericana sea conocida como «el Flash Gordon de Alex Raymond». Con su elegante trazo y esmerada composición, este extraordinario dibujante norteamericano convertiría a Flash Gordon en en un cómic de referencia, tanto para los lectores como para muchos profesionales de la historieta. En este primer tomo, Raymond despliega su capacidad para crear entornos fantásticos y figuras de gran impacto visual y relata la epopeya de Flash Gordon, Dale Arden y el Dr. Zarkov en su llegada al planeta Mongo.
Recuperando el epíritu de la aventura exótica, mezclada con géneros como la fantasía y la ciencia-ficción, Raymond diseña recargadas y estilizadas ciudades y mundos primitivos donde gobierna la naturaleza salvaje. Al mismo tiempo, el trío protagonista se cruzará con hombres-halcón u hombres-león y se enfrentará al cruel Ming, el despótico tirano de Mongo.
En los últimos años, Planeta DeAgostini ha traído hasta nosotros gran número de material clásico. Desde la Biblioteca Marvel hasta este Flash Gordon que ahora nos ocupa, pasando por obras tan notables como los EC Comics, Charlie Brown o Terry y los Piratas. Han usado formatos diferentes para ello, buscando aquellos que teóricamente permitían rentabilizar mejor el material en cada caso. Lógicamente, tratándose de obras con pedigrí contrastado, según qué elecciones de formato y según qué tratamiento del material han levantado más de un clamor.
Aquí conviene recordar que el valor de los clásicos, muchas veces, debe contextualizarse. Algunas obras, leídas hoy, aparentan tan interesantes o más que cuando se crearon. Otras desgraciadamente no. Su interés para el gran público es, por eso, relativo. Y editar un clásico no tiene porque ser, en absoluto, sinónimo de grandes ventas.
Si a eso sumamos que, muchas veces, el material original es total o parcialmente inaccesible y que, por lo tanto, su edición obliga o debería obligar a un trabajo de búsqueda y reconstrucción remarcable, resulta fácil suponer que un clásico puede convertirse en una “patata caliente” para según qué editoriales. A la obligación de tratar con mimo el material, se le suma un trabajo más o menos necesario de restauración y unas perspectivas inciertas de rentabilidad.
Algunas editoriales, pequeñas o de fuerte componente vocacional, escogen cuidadosamente los clásicos que se esforzarán en recuperar. Posibilitan que sus mejores profesionales, que además deben estar dispuestos a acometer tareas semejantes nunca del todo debidamente remuneradas, lo puedan hacer con cierta comodidad y que, al menos, sean reconocidos por ellas. Y, también, realizan tiradas limitadas del material en cuestión. A precios altos, sólo al alcance de los verdaderos devotos.
Otras, grandes, como Planeta, se mueven por lógicas distintas. Tras cada decisión editorial, necesitan de un mayor margen de beneficios que la justifique. Sus traductores y rotulistas – no sólo en Planeta – deben buscarse con lupa en los créditos. Lejos queda ya el tiempo en que el rotulista y el traductor eran referenciados de manera notoria en los tebeos, demostrando mayor reconocimiento hacia su labor. Contando además con que, hoy por hoy, se les siguen pagando tarifas muy bajas, obligándoles de esta manera a asumir mayor número de encargos por mes. Detalle facilitador de que no se les pueda luego exigir una profesionalidad que muchas veces, por puro amor propio, esos trabajadores siguen intentando dar.
Así, discreta consideración hacia sus colaboradores, cierto frenesí para con los plazos de entrega y la necesidad de rentabilizar el material, “facilitan” que las grandes no editen los clásicos, aparentemente, con el cariño que los lectores esperarían. Aunque claro, a mejor precio que las pequeñas, con mayores tiradas, haciendo accesible ese material tanto al experto como al neófito.
Ante dicha situación, queda siempre la duda. ¿Es preferible una edición de lujo sólo al alcance de unos pocos o una edición deficiente al alcance de unos cuantos más? ¿Es mejor editar estas obras cómo se pueda, con las taras propias de un material antiguo que no se ha podido restaurar, o que queden sin editar?
No sabría decir. Lo ideal, claro, es “bueno, bonito y barato”, pero eso parece estarles vetado a los clásicos.
De todas maneras, ante una edición que recopila en sólo dos volúmenes TODAS las dominicales de Alex Raymond para Flash Gordon, uno no puede resistirse. A pesar de que no siempre la línea y el color tengan la nitidez original, a pesar de que el gramaje de las cubiertas sea insuficiente para el grueso de cada volumen, a pesar de alguna chapucera manipulacion del fondo de la imagen para eliminar la rotulacion original, ES EL FLASH GORDON DE ALEX RAYMOND!! Uno de los primeros cómics de estilo realista que se realizaron, en el que pueden percibirse los pasos titubeantes de un arte que empezaba. Los errores, los aciertos, las pruebas. La evolución de Raymond en dibujo y mecanismos narrativos es evidente y aleccionadora. Y la belleza de cada plancha a partir del segundo cuarto de la obra es tan abrumadora que, aún hoy en día, siguen siendo uno de los referentes principales del noveno arte a nivel gráfico. Yo no he sabido, no he podido y no he querido dejarlo pasar porque, saben… ES EL FLASH GORDON DE ALEX RAYMOND!!
Pues a mi la etapa de Raymond no me termina de llenar. Prefiero con diferencia la etapa de Dan Barry, donde rehace al personaje.
Estoy totalmente de acuerdo, la de Dan Barry es la mejor etapa de Flash Gordon.
El de Raymond es más ingenuo pero de una fantasía desbordante, y el de Barry es más interesante pero no tiene su magia.
Yo leí primero el de Barry, y de alguna manera me defraudaron ambos. En el primero buscaba personajes y lugares fantásticos, y con el segundo prácticamente sólo miraba los dibujos.
Lo ideal sería una mezcla de ambos, pero que nos quiten lo bailao.
Coincido con Rorschac. Lo que me entusiasma del Flash Gordon de Raymond es la belleza de sus planchas y lo curioso de su narrativa. De Barry me gusta todo, pero en cuanto al dibujo, prefiero a Raymond en esta obra.
>>Aquí conviene recordar que el valor de los clásicos, muchas veces, debe contextualizarse.
¡¡¡PROTESTO!!!
Hay clásicos que no lo necesitan, claro 😉
Yo creo que su belleza plástica no ha sido superada(sólo igualada por Foster) y pocos comics hay tan sensuales y eróticos
Coincido, coincido. Además, quizás en mi suprema ignorancia, debo decir que gráficamente es la obra de Raymond que más me atrae.
Los temas y dibujos de Alex Raymond se inclinan hacia la Fantasía. Los de Dan Barry son mucho más próximos a la Ciencia – Ficción; además sus personajes son mucho más complejos y humanos, no superhéroes invencibles; Flash aparece a veces mal afeitado, cansado, derrotado incluso, aunque al final se reponga. Los episodios dibujados por Mac Raboy son perféctamente olvidables.
En conjunto, aprecio mucho más la etapa de Dan Barry, aunque la original de Alex Raymond tenga su encanto, algo ingenuo.
Para mí la de Raymond es un prodigio gráfico. La de Barry, no obstante, es de las que calan en el corazón por su humanidad
Por siempre Dan Barry. para mi es un dibujante prodigioso y con quien Flash Gordon alcanzó sus más altas cotasde popularidad y humanidad. por cierto, ¿como se pueden conseguir las aventuras de Flash dibujadas por Barry que no se editaron en España?