Edición original: L´ile aux chiens/ Sang d´Armenie (1979/ 1985, Dargaud).
Edición nacional/ España: Sangre armenia (2009, Glénat).
Guión: Guy Vidal.
Dibujo: Florenci Clavé.
Color: B/N.
Formato: Tomo cartoné 52 págs.
Precio: 15€.
Aunque mi cometido suele ser recuperar obras con solera, lo que se traduce normalmente en escribir sobre tebeos que tengo bien aprendidos, a veces yo mismo me llevo sorpresas. Conté en su día mi epifanía con Baudoin (Arlerí, El viaje) y ahora hago lo propio con Florenci Clavé (1936-1998), a quien descubrí este año gracias a Sangre Armenia, escrito por Guy Vidal, su colaborador en la previa Los inocentes de El Oro (1977). Clavé es uno de esos ilustraciones portentosos que recuerdo nebulosamente de revistas como CIMOC o CREEPY, sin que entonces, sabe dios por qué, llegara a reparar en él verdaderamente. Lo mismo debe de haberle pasado a muchos, pues su trabajo nunca ha tenido gran repercusión en nuestro país y hoy día apenas se reivindica, pese a ser un artista todoterreno que igual adaptaba la popularísima novela de James M. Cain El cartero siempre llama dos veces (en 1985; reeditada en 2007 por Glenat) que participaba en la teleserie infantil Mofli, el koala.
Sangre Armenia fue publicada originalmente en Francia en 1979 con el título ‘La isla de los perros’, aludiendo al trágico hecho real en que se basa. Fue reeditada en color por Dargaud en 1985, ya con el nuevo título, y premiada en el Festival Internacional del Cómic de Angulema. En sus breves 48 páginas Vidal y Clavé bucean en los inicios del genocidio turco contra los cristianos armenios, que llegaría a su apogeo durante la I Guerra Mundial. Law Breaker es un periodista canadiense residente en un burdel de la zona que se implicará en los hechos y se erigirá en el proverbial testigo de excepción durante el reinado del sultán Abdul Hamid.
Aunque la presentación lujosa y el tratamiento editorial (incluida la introducción de Antonio Martín), así como el propio asunto, invitan a ponerse serios, Sangre Armenia tiene hechuras de relato pulp con coartada intelectual. Lo digo como elogio, que conste, pero hay que tenerlo presente para comprender sus características: por un lado, vence la sana aventura (en su vertiente europea teñida de melancolía y fatalismo) a la profundidad de la historia, tanto en caracterización como en drama, hasta el punto de que si no se percibe así puede tomarse como una debilidad argumental lo que obedece a un esquema narrativo genérico entre la literatura de viajes y el reportaje de denuncia, todo ello entendido en su aspecto más sensacionalista y evocador. Reparemos, además, en el prestigio de la figura del periodista, al parecer inspirado en el norteamericano George Hepworth, mitad observador cualificado, mitad héroe romántico (más por su voluntad de verdad y justicia y su idealismo que por sus aptitudes para la acción), cualidades muy de los ’70, en la estela de ilustres colegas como Frank Cappa, del infravalorado Manfred Sommer, a la que se suman otras ingenuidades de sabor inequívocamente pulp: el tirano cruel y cobarde, la prostituta de buen corazón, el dignatario que solo vela por los intereses de su país, etc. De otro lado, quien se deje atrapar por la peripecia y el color local recibirá inesperados golpes de vejaciones humanas como el de la mujer obligada a la coprofagia para sobrevivir (en un episodio que inevitablemente recuerda a la provocadora Saló o los 120 días de Sodoma de Pier Paolo Pasolini, estrenada en 1975) y, en general, matices y asertos que dislocan el modelo de entretenimiento familiar en que parece haber derivado la tradición pulp, sobre todo desde su asimilación cinematográfica.
Esta dualidad contagia el increíble trabajo de Florenci Clavé. Su maestría anatómica y su perspicacia para la iluminación se apostarían impecables para la reconstrucción de época y la acción no exacerbada (es decir: dentro de los cánones “realistas”), como así es… y, sin embargo, la preferencia por grandes viñetas tendentes a la significación unitaria, autónoma, antes que a la ilusión del encadenamiento espacio-temporal alejan la narración de la agitación que se presupone a la literatura de evasión y la decantan por la contemplación sibarita. El ritmo es veloz. Solo hay que ver lo rápido que pasan las 48 páginas del álbum. Es la fluidez lo que se altera. En términos cinematográficos, las planchas incurren en variaciones caprichosas de la perspectiva e innumerables saltos de eje, pero, al contrario de lo que cabría suponer, el desarrollo no resulta confuso, solo un tanto irreal, lo que refuerza el espíritu de fábula que aletea en el texto de Guy Vidal y explica por qué las imágenes más vivas son, curiosamente, las más voluntariamente estáticas (aquellas que representan fotografías, recuerdos, etc.)
Podría insistir en consideraciones técnica (el interés por romper la cuadrícula de la página con viñetas irregulares, figuras que superan los bordes, eliminación dramática de fondos, ocasionales viñetas página que entremezclan acciones) pero sería desviarme del valor más atractivo del cómic: la autenticidad física, casi documental, de las ilustraciones, limpias del arrogante academicismo fotográfico aunque no exentas de cierta honesta idealización que es la mitad (si no más) de la caracterización psicológica. El resto procede de frases que son verdad entonces, ahora y mañana, cuando alguien en el futuro teclee ‘Sangre armenia’ en el buscador informático y venga a parar aquí: “Me sorprende que siempre sea tan fácil hacer que unos miserables se tiren a la yugular de otros más miserables”, observa el atildado embajador extranjero. “Lo importante, estimado amigo, es que el pueblo esté ocupado pensando en grandes teorías mientras que la gente avispada se vuelca en los verdaderos problemas. La muchedumbre es como un niño…”, contesta el taimado gobernante (pág.19). Y en esas estamos. Mención especial merece el golpe de efecto de la última página, a modo de epílogo, brillante e inesperado aldabonazo a las conciencias.
Sangre Armenia llegó a España en 2009 gracias a Glénat, como en su momento se encargó Toni Boix de anunciar en su sección imprescindible Píldoras Nacionales (si bien, en este caso, nuestras valoraciones difieren, admirando ambos el arte de Clavé). La proverbial mala fortuna de su dibujante -querido y respetado por sus compañeros de profesión (como el excepcional Carlos Giménez) mas no por el gran público- trajo, por desgracia, el resultado previsible: ventas justitas en el pasado y presente como carne de saldos. Échenle un ojo, si tienen la oportunidad, que merece mucho la pena.
Gran reseña y crudísimo tebeo. A complementar con «La Gran Catástrofe» de Paolo Cossi.
¡Cuánto se aprende leyéndote! Gracias por esta revisitación tuya que me ha permitido darle otra vuelta a la obra.
AlbierZot, me apunto la sugerencia de la obra de Cossi.
¡Muchas gracias, Toni! Esto va a sonar a peloteo indecente, pero cada vez aprecio más tu increíble labor en Zona Negativa, que me encuentro por doquier en cuanto investigo un poco.
Apuntado queda Javier, gracias por tus reviews
A ti por comentar. Espero verte más por aquí. 😉
Cuando hablas de saldos te refieres a algunos tomos que he visto de Glenat que estan saldados a 10€? No he visto este volumen, pero despues de comprar el pack de Hagase el Caos estaria genial conseguir este comic a buen precio.
Eso es, batlander. ‘Sangre armenia’ lo he visto por unos 6 o 7 euros. Una ganga, de verdad. Y muy buena compra ‘Hágase el caos’. El compañero Toni Boix entrevistó al gran guionista Felipe H. Cava hace unos tres años (por si te lo perdiste):
https://www.zonanegativa.com/pildoras-nacionales-55-entrevista-a-felipe-h-cava/
Si al final lo encuentras, pásate por aquí a contar qué tal. 😉
Mirare a ver que encuentro. De momento lo he visto en Todocoleccion pero entre envio y eso no sale tambien y no se si estara por Madrid.
Tan bien queria decir. Le echare un vistazo al enlace, por cierto xD