Lo que semanas atrás anunciábamos como un rumor, de los cientos que ha habido sobre el protagonista de la vigesimo primera película de James Bond, que Clive Owen sería el nuevo 007 ahora parece haberse convertirdo en una realidad. A falta de la confirmación oficial de MGM (que solo faltaría que nos cerrara la boca) Clive Owen será el nuevo James Bond. Owen, que ya trabajó con Martin Campbell en Amar Peligrosamente, parece haber convencido tanto al director como a los productores. Para la nueva película, se buscaba a un actor que pudiera dar el giro que se pretende a la franquicia, que mostrará a un Bond más oscuro y realista. El intérprete debía por tanto, reunir ciertas cualidades físicas, que le permitieran mostrarse galante y encantador en un momento, para convertirse en el siguiente en un letal agente secreto. De igual modo se intentaba contratar a un actor que contara con un perfil mediático aceptable y que igualmente, cubriera unos mínimos requisitos interpretativos. (En la fotografía, Clive Owen en Croupier, luciendo un aspecto semejante al que tendrá en Casino Royale)
Eric Bana (Troya) estuvo a punto de firmar, pero la rudeza que transmitía el australiano, y la negativa final de Bana al proyecto tras fichar por un futurible filme de Steven Spielberg sobre las trágicas olimpiadas del 72, dieron al traste con sus aspiraciones. Muchos otros nombres entraron e la frenética carrera de rumores, que engordaba cada día con la mención de actores como Ewan McGregor, Jude Law, Orlando Bloom (que tiene posibilidades de ser un joven Bond), Rupert Everett, Paul Bettany, Rory McCann… Owen, en cambio, siempre estuvo en el punto de mira desde que Pierce Brosnan anunciara oficialmente su retirada hace ya un par de años, pero por aquel entonces el británico era un gran desconocido. Tras protagonizar una superproducción como El Rey Arturo, ser galardonado con un Globo de Oro y una nominación al Oscar por Closer, brillar entre el elenco de estrellas que forman Sin City y firmar por el remake de La Aventura del Poseidón, Owen parece haber hecho méritos suficientes como para meterse en el esmoquin del más famoso espía de la historia. (Debajo, una demostración de la habilidad premonitoria de la que hacen gala algunas páginas.)
