El extraño spin off de los Nuevos Mutantes
«Parte de crecer es aceptar que no puedes tener todas las cosas que quisieras tener»
La segunda mitad de los años 80, fueron los años que permitieron el desarrollo del estilo Grimm & Gritty en el universo mutante. La Patrulla X, Factor X y, en menor medida, Los Nuevos Mutantes, fueron paulatinamente basculando hacia historias cada vez, si ni más oscuras, sí más “realistas”, “duras” en las que los personajes se enfrascaban en soliloquios repletos de angustia y mal rollo. En mi reseña del primer Marvel Gold dedicado a Factor X se podía evidenciar este cambio de tono. Es en este entorno donde surge (y sorprende) la creación de una miniserie como Ángeles Caídos, extraño experimento que no tuvo continuidad pero que Panini recupera en un tomo dentro de la línea 100% Marvel HC.
La idea para Ángeles Caídos se remonta al menos hasta un año antes de su estreno, esto es, en algún momento a finales de 1985 o principios de 1986. El incontestable éxito de las series mutantes es el terreno perfecto para que se propongan nuevas colecciones, miniseries o especiales dedicados a personajes principales (Lobezno) o secundarios. Originalmente denominada The Misfits, esta idea en particular se centraba en un spin off de Los Nuevos Mutantes que mezclara a personajes conocidos y otros de nueva creación en un ambiente muy diferente al de la Escuela de Xavier para Jóvenes Talentos. Para escribirla, desde Marvel contactaron con (Mary) Jo Duffy, una guionista freelance que había comenzado su carrera 10 años atrás en la misma Casa de las Ideas. Duffy era y es recordada por dos etapas notables. La más desconocida es su trabajo en Star Wars, la serie original publicada por Marvel a raíz del éxito en cines del episodio IV de la space-opera galáctica. La más famosa, los aproximadamente tres años que dedicó a Power Man & Iron Fist entre finales de los 70 y comienzos de los 80. Curiosamente, el buen recibimiento de estos trabajos no redundaron en un aumento de su estatus en Marvel y Duffy llevaba varios años dando tumbos por la compañía escribiendo sobre todo historias de complemento y de relleno.
El detonante de Ángeles Caídos es un partido de fútbol entre los Nuevos Mutantes en el que Mancha Solar hiere accidentalmente a Bola de Cañón. Roberto da Costa, acosado por miedos, inseguridades y remordimientos, decide huir de la escuela y, acompañado por Warlock, encontrará cobijo en el inframundo de Nueva York, formando un extraño grupo de “desclasados”, los Ángeles Caídos del título. Además de Bobby y Warlock, el resto de caras conocidas son Siryn, Madrox y Bum Bum; mientras que como incorporaciones, Duffy presenta a un grupo de chavales huidos dirigidos por el antiguo enemigo de los X-Men, el Desvanecedor: Gomi el telekinético, Ariel la extraterrestre con poderes de persuasión y capaz de teleportarse, y Chance capaz de alterar (potenciar o disminuir) los poderes mutantes de quien se encuentre cerca de ella.
Lo más importante a la hora de enfrentarse a la lectura de Ángeles Caídos es entender que es una historia que está pensada para un público muy juvenil, tipo Young Adult como se dice ahora. El desarrollo de personajes es mucho más importante que la trama en sí, bastante poco hilvanada. Las misiones a las que el Desvanecedor manda a los chavales se centran casi siempre en buscar comida para poder subsistir (lo que incluye robarla, si es necesario). Su única gran aventura tiene lugar al final del tomo cuando la alienígena Ariel les traslada a su planeta, donde son capturados y deben trabajar juntos para conseguir volver a casa. Y si digo que el público objetivo es YA es sobre todo porque lo más importante a nivel de escritura en esta miniserie son las relaciones personales entre los chicos, su naturaleza compartida de adolescentes que se sienten solos y alienados, y la necesidad de apoyarse los unos a los otros, de ir poco a poco creciendo y madurando como personas, siendo el centro de este crecimiento la evolución de Mancha Solar, claro.
El problema de Ángeles Caídos es su necesidad de reiterar una y otra vez estos temas, de machacar con diálogos y monólogos interiores que se repiten número tras número, de presentar conflictos externos maniqueos (el planeta alienígena) en contraposición con la gama de grises que Duffy despliega en el conjunto de los conflictos internos que condicionan a los jóvenes. Y aún así, la escritora demuestra su buen hacer en el desarrollo de personajes, especialmente con Madrox, por aquel entonces un personaje bastante desconocido, y sus interacciones con los dobles que produce (aunque Peter David retconearía muchos años después parte de lo establecido aquí por Duffy en lo que respecta a los dobles de Madrox).
Aunque hay momentos en los que la lectura se hace un poco farragosa, sí he disfrutado por momentos de este tomo es por el sentido del humor un tanto absurdo que Duffy es capaz de transmitir en la historia. La inclusión de MoonBoy y Dinosaurio Diabólico (en su estreno en la continuidad moderna de Marvel) ya nos da una pista de la inusual libertad que tuvo la guionista para jugar con un plantel de personajes tan secundario. Las interacciones de los miembros del grupo con MoonBoy, al que nadie entiende al hablar, son graciosas; pero la locura máxima es incluir a dos langostas modificadas cibernéticamente, Don y Bill, que son las compañeras de Gomi. El Dinosaurio Diabólico pisando sin querer a Don, Bill rescatando al resto del equipo en el planeta alienígena, las langostas comunicándose con “emojis” en bocadillos de pensamiento… muy loco pero muy divertido.
En cuanto al dibujo, Kerry Gammil ilustra los #1, 2, 4 y 7; Joe Staton los #5, 6 y 8; mientras que Marie Severin hace lo propio con el #7. Este baile de dibujantes no afecta negativamente al conjunto puesto que los estilos de los tres no son demasiado diferentes. Es una pena que Gammil, el más dotado de la terna, no pudiera dibujar la miniserie el solo. Gammil, conocido sobre todo por su trabajo en Power Man & Iron Fist (donde coincidió con Duffy) y Marvel Team-Up tiene un estilo muy influenciado por la escuela de John Buscema, de gran claridad y storytelling clásico.
Ángeles Caídos no consiguió el éxito esperado. Para el lector de series mutantes de la época -recordemos, entre La Masacre Mutante y La Caída de los Mutantes– tuvo que ser cuanto menos extraño encontrarse una serie con un tono tan diferente. Aún así, Marvel planificó una secuela, esta vez con un tono más “realista”, que iba a estar dibujada por Collen Doran. Sin embargo, cuando la editorial decidió prescindir de Duffy para dicha secuela, Doran se bajó del barco también y el proyecto murió antes de poder ver la luz. El impacto de Ángeles Caídos en la continuidad mutante fue casi nulo. Bum Bum volvió con Factor X y tanto Warlock como Mancha Solar hicieron lo mismo con los Nuevos Mutantes. En cuanto a los nuevos personajes, tan solo Ariel tuvo algo de continuidad gracias a Mike Carey y X-Men Legacy. Sin haber envejecido especialmente bien, esta miniserie sigue siendo una lectura curiosa y especialmente disfrutable si se es consciente de estar leyendo más una comedia de enredo adolescente que un cómic de superhéroes al uso.
Lo mejor
• El muy rocambolesco sentido del humor
Lo peor
• Son cómics intrascendentes