El final del Capitán América pre-Heroes Reborn
«Tengo el presentimiento de que nuestros caminos volverán a cruzarse algún día»
En 1995, Mark Gruenwald (poco antes de morir, desgraciadamente) abandonó los guiones de El Capitán América tras 10 años como escritor titular de la colección. Su sustituto sería un valor al alza en el cómic americano, Mark Waid. La primera saga del nuevo guionista, Proyecto Renacimiento, fue como se suele decir un soplo de aire fresco para las aventuras de Steve Rogers. Mucha acción, respeto por la historia del personaje, recuperación de Sharon Carter y un extraño team-up entre el Capi y Craneo Rojo. Los lectores respondieron, en general, de forma positiva a este cambio de rumbo. Las ventas comenzaron a subir mes a mes. Tras esta primera saga, el Capitán se unió a sus compañeros Vengadores en un cross-over olvidable titulado Primer Signo a la espera de la publicación del #450 de la colección. ¿Qué habría preparado Waid para este redonda efeméride?
El guionista ya era consciente a estas alturas que su tiempo en la colección del Capi estaba cerca de terminar. Como afirmaba el propio Waid: “(…) Ron (Garney) y yo éramos muertos vivientes en nuestra primera etapa en la serie – lo que no supimos hasta que quedaban dos números para el final, incluso aunque Marvel lo sabía antes de encargarme la colección-. Nos mantuvieron ignorantes, lo que está bien. Así pudimos concentrarnos en la historia en vez de preocuparnos por todo lo demás. Y aún así, nos permitieron hacer lo que quisimos. Todo el mundo nos apoyaba porque no era una serie en la que nadie tuviera demasiada confianza, editorialmente hablando”. Ignorantes del trato entre Marvel y Rob Liefeld, Waid y Garney se embarcan en una historia de 4 números en la que el gobierno de los Estados Unidos reniega del Capitán América y le expulsa del país. Ayudado por Sharon Carter, Steve Rogers viajará a Moldavia para enfrentarse al Forjador de Máquinas y evitar un complot para asesinar al Presidente de los EE.UU., impedir un desastre nuclear y, de paso, limpiar su nombre.
Hombre sin patria es un relato que está lejos de ser innovador. La idea de hacer que el Capitán América pierda sus galones, traje y escudo ya la hemos leído antes. Waid, al menos, no alarga demasiado la situación, utilizando esta degradación de Rogers como un punto de partida claramente temporal. Sí que se relaciona, esta idea, con lo desarrollado por el guionista en Proyecto Renacimiento en lo que se refiere a incidir en los aspectos más icónicos y simbólicos del personaje, los cuales (parece decirnos el escritor) van más allá de los atributos externos como el traje. Choca un poco el uso que le da Waid al Forjador de Máquinas, a quien le atribuye un discurso centrado en exterminar a la raza humana que es indistinguible de lo expuesto por Ultron en casi todas sus versiones.
El estilo de Waid mezcla hábilmente la acción con toques de humor, especialmente conseguidos en las interacciones entre Steve y Sharon. La decisión de “resucitar” a Sharon Carter fue una de las principales apuestas del guionista y a contracorriente de lo que se estaba gestando en Los Vengadores de Bob Harras y Mike Deodato en los que veíamos cómo la Viuda Negra comenzaba a desarrollar sentimientos hacia Steve. La relación nunca termina de consolidarse por mas razones además de la llegada del Liefeldverso; hay momentos en los que la representación de Sharon cae en ciertos clichés de la mujer-dura-de-vuelta-de-todo, y otros en los que Waid apunta a un pasado de trauma y abuso que nunca se decide a explorar.
El último número de esta primera estancia de Waid y Garney en la serie (#454) es un epílogo a la saga anterior, que sirve más para cerrar cabos y despedir a Sharon que para dar por terminado el más longevo volumen de las aventuras del Capitán América. Hay que decir, en honor a la verdad, que los últimos números que preceden a Héroes Reborn no son nada del otro mundo, siendo el de Carlos Pacheco y Tom DeFalco en Los 4 Fantásticos el que mejor sabe cerrar la etapa (me gusta también la despedida que Waid y Mike Weringo dedicaron a los Vengadores pero únicamente como ejercicio de nostalgia). La labor de Ron Garney es excelente en estos números. El dibujante maneja perfectamente los tempos de la acción pero también se desenvuelve con soltura en las escenas más íntimas como ese Steve Rogers reflexionando en Londres sobre su condición perdida. Quizás para algunos su estilo “anguloso” no sean tan atractivo visualmente, pero en la era de los dibujantes Image, Garney no tiene nada que envidiarles como narrador.
Es curioso pensar cómo esta etapa (breve, tan solo 11 números) hubiera sido un relanzamiento una década después. Marvel lo hubiera publicitado con un nuevo #1 y hubiera estado justificado porque Waid y Garney rompen con la etapa anterior, de forma respetuosa eso sí. Siempre he sido un gran fan del Capi de Gruenwald pero el cambio era necesario, especialmente viendo la deriva de la colección en esa primera mitad de los años 90 en los que la serie acabó con dibujantes tan limitados como Dave Hoover, el Al Milgrom de aquella década (Lector de Zona Negativa, ¿cuál es tu Al Milgrom de los 90? Deja tu opinión en los comentarios y disfruta al ver cómo hay otras personas que tampoco aguantaban a Alex Saviuk). Visto desde nuestra época, estos cómics son entretenidos sin más pero no olvidemos que, junto con el Hulk de Peter David, esto es lo mejor que publicó Marvel en 1996. Un buen cómic, bien escrito y bien dibujado. Emocionante y épico como en el momento en el que el Capi aparece saliendo del fuego. Íntimo y también entrañable como en la relación Steve-Sharon.
Mención aparte merece la excelente edición de Panini, con muchísimo material extra para un recopilatorio de estas características (No Marvel Héroes ni Omnigold). Más de una docena de ilustraciones, la introducción del recopilatorio americano, la despedida de Waid y Garney de la serie en el correo del #454 y una historia corta sacada del Captain America Collectors’ Preview #1.
Lo mejor
• El ritmo que imprime Waid y la edición de Panini
Lo peor
• Habiendo leído la etapa Brubaker, uno siente que le falta algo para convertirse en un clásico
Me gustó mucho esta etapa y (aunque no sé por qué) no me molestó el que se recurriera de nuevo a despojar al capi del traje. Tal vez el hecho de que fuera evidente que era algo temporal que iba a durar lo que durara la historia. Garney está a muy buen nivel y me gustó mucho su representación del Capitán América.
He leído los comentarios de la reseña del otro tomo (Proyecto Renacimiento) y parece que no todos tenemos este buen recuerdo de la etapa.
Por cierto, qué tenéis contra el pobre Alex Saviuk? xDD El tipo tenía un dibujo clasicote que tuvo que modificar para meter mil líneas para adaptarse a la moda noventera.
Algo que creo que tb se exageró en el dibujo del difunto Hoover. Recuerdo haber leído una mini suya de los Invasores en su día y no era tan evidente.