Mutantes en la línea Epic
«Pero los tiempos están cambiando, ¿verdad? Y, por tanto, debemos cambiar con ellos»
En 1982, Marvel decidió crear un nuevo sello editorial para dar cabida a cómics más adultos y cuyos autores mantuvieran el control creativo (y de copyright) de sus obras. Su nombre sería Epic Comics y demostraría que, más allá de su conocida megalomanía, el Editor en Jefe de Marvel, Jim Shooter, también podía tener buenas ideas. Los primeros años del sello nos trajeron cómics diferentes, sin duda. Alejados también del mainstream coqueteando abiertamente con una sensibilidad independiente. Estamos hablando de historias como Dreadstar (1982-1986) de Jim Starlin, Alien Legión (1984-1990) de Carl Potts o Elfquest (1985-1988) del matrimonio formado por Wendy y Richard Pini. En 1986, las ventas de los cómics que publicaba Epic eran, cuanto menos, discretas a lo que se sumaba el éxito que habían cosechado entre crítica y público tanto Watchmen como El Regreso del Caballero Oscuro, ambas publicadas por la editorial rival, DC Comics. Dadas ambas circunstancias, en Marvel pensaron que Epic sería un contenedor ideal para publicar historias de superhéroes de la casa, pero con el enfoque adulto del propio sello. De nuevo en 1986, vería la luz la primera de estas historias, Elektra Asesina, que sí que fue muy bien recibida. Sin embargo, hubo que esperar casi dos años para leer los siguientes cómics de Epic centrados en superhéroes Marvel. Uno de ellos sería Kaos y Lobezno: Fusión.
En 1987, los dibujantes John J. Muth y Kent Williams, amigos y que compartían una forma de dibujar cómics más pictórica y experimental que aquella a la que estaban acostumbrados los aficionados al cómic mainstream de superhéroes, tuvieron una idea. Querían dibujar a cuatro manos un relato protagonizado por Lobezno, el mutante más conocido de la exitosa Patrulla X, y Kaos, un secundario de la misma colección que permanecía a la sombra de su hermano Scott Summers, Cíclope. Ambos dibujantes habían coincidido en otra obra publicada en Epic, Moonshadow (1985-1987), en la que Williams había ejercido un papel secundario frente Muth, el dibujante principal de esta maxiserie guionizada por J.M. DeMatteis. Antes de terminarla, Muth ya había convencido a Williams para que buscara un proyecto propio donde pudiera volcar su talento. Fruto de ello surgió Blood: Un Relato Sangriento, miniserie escrita, de nuevo, por DeMatteis y en la que Williams mostraba su talento a la hora de crear atmósferas oníricas y malsanas, tan expresivas como impactantes.
Muth y Williams, por tanto, tenían una idea, pero ninguno se sabía guionista y acudieron al matrimonio Simonson, Walter y Louise, quienes por aquel entonces triunfaban como pareja creativa en Factor X y habían demostrado conocer sobradamente el universo mutante. Desarrollando las ideas que les presentaron ambos ilustradores, los Simonson idearon un relato de estructura sencilla. Kaos y Lobezno se encuentran en México cuando son atacados por lo que parecen ser miembros de una banda y al huir roban el coche de una señorita (con ella dentro). Tras una persecución, los héroes se ven separados. Kaos, engañado por la mujer del coche, llamada Scarlett, creerá que Lobezno ha muerto y se verá inmerso en una trama mezcla de noir y espionaje. Logan, por su parte, irá siguiendo la pista de su compañero por medio mundo deshaciéndose de formas bastante violentas de todo aquel que se cruza en su camino.
Se supone que Kaos y Lobezno: Fusión es una historia “adulta”. El contexto del relato son los últimos estertores de la Guerra Fría y los villanos (General Meltdown y Dr. Neutrón) dos soviéticos renegados que desprecian las políticas aperturistas de Gorbachov. Los Simonson nunca llegan a aprovechar las posibilidades de ideas que bordean lo geopolítico puesto que los héroes viajarán de México a la India pasando por países del bloque comunista en Europa como Polonia, quedándose en un conjunto de clichés en el que los soviéticos son malos malísimos, los mexicanos unos arteros aprovechados y los hindúes…, bueno, nunca llega a aparecer ninguno. Para lectores adultos sí que podemos considerar el reguero de sangre que va dejando Lobezno a su paso, eliminando a toda clase de individuos de forma expeditiva.
Las estrellas aquí son los dibujantes. Para bien pero también para mal. Muth y Williams decidieron repartirse el dibujo casi salomónicamente, con el primero dedicándose a las partes centradas en Kaos, y el segundo en las enfocadas en Lobezno. De ahí que los dos protagonistas se pasen la mayor parte de la historia separados. Sin embargo, es innegable la potencia y expresividad del dibujo, de ese choque de estilos que en una viñeta se abrazan por lo parecido y en el siguiente parecen chocar de lo diferentes que se ven. Cada uno, además, se empeña en dejar huella de su talento y de su particular forma de ver al personaje que han elegido. Muth dibuja un Kaos que es la viva imagen de James Dean, especialmente en el primer capítulo; mientras que Williams retuerce los rasgos de Lobezno alejándolo de su imagen canónica, sobre todo poniéndole cierta barriga y un pelo imposible más parecido a un sombrero de bufón que a cabello humano. El dibujo, repetimos, ahoga y se “come” la historia, como en el prólogo, que recrea el accidente de la planta nuclear de Chernobil, demasiado largo pero indudablemente impactante, con esas figuras representadas por su silueta en color amarillo.
Kaos y Lobezno: Fusión, como historia, no ha envejecido excesivamente bien. Comunistas malvados y mujeres fatales ya eran clichés gastados a finales de los 80, cuando se publicó originalmente. Hablamos de una obra que adolece de un tramo central bastante flojo, con los protagonistas dando vueltas y una abundancia de diálogos expositivos que, por reiterativos (especialmente en los villanos) acaban cansando. Por otra parte, la labor de Muth y Williams es rompedora y de una personalidad arrolladora, con un estilo como de acuarela que recuerda a cuadros antes que a viñetas. Esta era una de las ideas motoras del sello Epic. Cómics capaces de expandir los límites de lo que se consideraba debía ser un cómic (al menos en Estados Unidos). A nivel artístico, este cómic sí que podríamos decir que busca poner a prueba esos límites. Al menos podemos quedarnos con eso
Lo mejor
• El dibujo a cuatro manos de Muth y Williams
Lo peor
• El guion, demasiados altibajos y agujeros en la trama
Guion - 5.5
Dibujo - 8
Interés - 6.5
6.7
Experimental
Un curioso experimento que brilla en el apartado artístico
Coincido totalmente con la reseña: un guión sorprendentemente malo para ser de los Simonson, y encima en su primera historia para la línea Epic, que les tendría que haber motivado más.
Pero vale la pena por el maravilloso dibujo.
De lo peor que he leído en mi vida.