La entrada de Carlos Pacheco en Marvel USA
«Relájate y disfruta»
¿Cómo hablar de lo ya contado una y mil veces? ¿Hay alguien ahí fuera con un mínimo conocimiento sobre el cómic de superheroes, asiduo o no de esta web, a quien no le suene el nombre de Carlos Pacheco? Mil veces se ha dicho y mil veces más lo repetiremos: Carlos Pacheco siempre será el pionero (junto con Salvador Larroca y Pascual Ferry), el que “cruzó” el charco para trabajar donde otros solo podían soñar. Revisando cómics de la época Forum, me preguntaba, como idea lanzada al viento, si algún día podrían recopilarse los dibujos, ilustraciones y posters realizados por Pacheco para la editorial que consolidó el género en España. Un imposible, seguro, pero por soñar…
Panini se apunta un tanto publicando en un tomo, dos miniseries dibujadas por Pacheco a mediados de los 90, en plena efervescencia de la oficina mutante post-Image. Se trata de obras largo tiempo descatalogadas en el mercado español y que permiten acercar a los lectores actuales, dos de los trabajos que lanzaron la carrera del gaditano en Marvel. Por un lado tenemos la miniserie dedicada a Bishop escrita por John Ostrander; por otro, la protagonizada por los Saqueadores Estelares con Warren Ellis a los guiones.
Retrocedamos entonces al pasado. 1994 fue el año que se fraguó la Marvelution, una verdadera revolución a nivel editorial dentro de Marvel. Fue el año también del pánico asociado al estallido de la burbuja especulativa en el mercado directo. La Marvel dirigida por Ronald Perelman y Terry Stewart decidió dividirse en cinco sellos diferentes, prácticamente estancos: X-Men, Vengadores, Spiderman, Edge (Héroes urbanos como Daredevil pero también temas mágicos y esotéricos) y Universe (Marvel Cósmica). Cada sello tendría un Editor en Jefe y habría de competir con los otros 4 para atraer talento y conseguir mayores ventas. La Oficina X va a ir poco a poco inundando el mercado de colecciones. Para ir probando la recepción del público, se estandarizó la idea de sacar miniseries de personajes con potencial para, en el futuro, contar con su propia serie regular. Gambito, Masacre o Bishop fueron algunos de los personajes elegidos para tener su propia miniserie dentro del universo mutante.
En el mismo 1994, Pacheco ha conseguido remontar el vuelo tras el cierre de las colecciones del universo Marvel UK, y rápidamente le ofrecen trabajar en DC encargándose de ilustrar las aventuras de Flash. El mismo Pacheco recuerda cómo, apenas unas horas tras dar el sí a Flash, Marvel le contactó para hacerse con sus servicios. En una conversación con Suzanne Gaffney, mano derecha de Bob Harras en la oficina X, Pacheco se comprometió con una miniserie protagonizada por Bishop en cuanto terminara con sus obligaciones para con DC. Bishop se convirtió en un pequeño hito histórico. Se convertiría en el primer trabajo de Pacheco para Marvel USA pero también el primero de John Ostrander para la Casa de las Ideas. Ostrander era cualquier cosa menos un recién llegado al mundillo. Había comenzado a trabajar en DC en los años 80 y se había hecho un nombre gracias especialmente a su trabajo en El Escuadrón Suicida, Firestorm y El Espectro. La idea parecía ser probar a ver qué podían hacer Pacheco y Ostrander en Marvel.
De las dos miniseries incluidas en el tomo de Panini, considero la centrada en Bishop como las más floja, sin ser necesariamente mala. Tras su irrupción en La Patrulla X #282, el personaje era “carne” de miniserie. Presentado como miembro de una fuerza policial llamada Fuerzas de Seguridad de Xavier (XSF en sus siglas en inglés), Bishop aterrizaba en nuestro presente desde un futuro distópico (otro más) persiguiendo a varios mutantes malvados dirigidos por un miembro renegado de las XSF llamado Fitzroy. Tras su debut, Bishop se mostró como un personaje popular entre los lectores y su pasado seguía siendo prácticamente un lienzo en blanco, por lo que una aventura en solitario podía dar respuesta a muchas de las dudas de los aficionados con respecto a su historia. Ostrander șí desarrolla un poco ese pasado de Bishop con Flashbacks/alucinaciones pero sin apenas profundizar, presentando estos momentos de forma breve y sacrificándolos en favor de la trama general. Esta trama es, en realidad, bastante simplona y se centra en Bishop persiguiendo a otro de esos mutantes malvados fugados del futuro, Mountjoy, cuyo poder es absorber a otras personas o insertarse físicamente él mismo en otro cuerpo como si de un parásito se tratase. Los cuatro números corresponden a este juego del gato y el ratón entre Bishop y Mountjoy que se cierra, eso sí, espectacularmente cuando el villano se cuela en el cuartel general de la Patrulla X y va poseyendo a varios hombres X que se va encontrando a su paso. Hablamos de un villano interesante pero que, salvo dos breves apariciones posteriores en el Excalibur de Warren Ellis y X-Man, no ha tenido mayor recorrido dentro de Marvel. Se trata de una miniserie entretenida, repleta de acción pero que se siente un tanto vacía. Para quienes leyeran los primeros años del personaje dentro de la Patrulla X, los monólogos de Bishop relativos a sus dudas como Hombre X suenan repetitivos. Su supuesto arco de personaje es el mismo que se estaba desarrollando en la cabecera principal de los mutantes, y ni siquiera allí era un arco especialmente destacado. Pero bueno, era lo propio de los mutantes bajo la batuta de Scott Lobdell, gente sufriendo mucho porque el mundo les odia y etc.etc. Mucho más llamativo es el trabajo de Pacheco, que no solo sale airoso de su primer trabajo para la oficina mutante sino que insufla a sus páginas de un dinamismo contagioso. Pacheco es pura fuerza cinética en esta serie, introduciendo al lector en un tour de force capaz de dejarte sin aliento, y enfatizando el ritmo frenético de los guiones de Ostrander. El gran descubrimiento, en mi caso, son los coqueteos del gaditano con imágenes que parecen sacadas de un cómic de terror (o de una versión más soft del Inmortal Hulk) con esos paneles en los que vemos cómo Mountjoy parasita a otras personas, plasmando auténticas muecas de terror en viñetas de indudable impacto visual.
Para la segunda miniserie, damos un pequeño salto de apenas un año en el futuro. En 1995, Pacheco se encontraba asumiendo cada vez más responsabilidades dentro de la oficina mutante y había dibujado varios números de Excalibur además de colaborar en el macroproyecto La Era de Apocalipsis. En cuanto al guion, en este caso tenemos a un joven ascendente en Marvel, uno de esos británicos que se creen más listos que nadie, un tipo bocazas pero con mucho talento. Warren Ellis. El trabajo de Ellis en Excalibur era muy apreciado en la editorial y aquí le dieron mucha libertad para jugar con unos personajes bastante secundarios como eran los Saqueadores Estelares. Creados por Dave Cockrum en 1977 dentro de las páginas de La Patrulla X, los saqueadores eran un grupo de piratas en el espacio cuya tripulación estaba conformada por individuos de diferentes razas alienígenas dirigidos por el terrícola Corsario, también conocido como Christopher Summers, padre de Cíclope y Kaos.
Con sus problemas, que los tiene, esta miniserie es mucho más consistente que la de Bishop. También ayuda que este mejor escrita y dibujada que aquella. La trama de la serie se centra, en este caso, en cómo los saqueadores se ven metidos en medio de un enfrentamiento entre los Shi’ar y una civilización alienígena de ateos fundamentalistas conocida como los Descreados (descreídos funcionaría mejor, en mi humilde opinión). A partir de esta premisa, Ellis va jugando con los personajes como sus piezas de ajedrez particulares, en una historia que, aunque a primera vista, bebe mucho de Star Trek, especialmente de La Nueva Generación; en realidad se lee y se siente más como un relato que mezcla la clásica soap opera espacial con el tono de un capítulo de Babylon 5. El talento de Ellis le permite construir personajes con apenas un par de diálogos (el de Ch’od y su raza de científicos filósofos es fantástico) y apuntar a conflictos larvados y no resueltos como el de la parte del gobierno Shiar que todavía defiende las ideas del derrocado D’Ken. Los saqueadores comienzan la historia transportando casi de contrabando a refugiados Kree víctimas de lo ocurrido a su imperio al final de Operación: Tormenta Galáctica y terminan teniendo la llave para decidir el enfrentamiento entre Shi’ar y Descreados. Dentro del grupo, la mayor importancia se la llevan Corsario, que pide que no se le llame más así, y su pareja, la artillera Hepzibah. Lo mejor es que Ellis prescinde aquí de sus clásicos, y un poco irritantes tics, para narrar una aventura espacial de manual, con sus buenas dosis de drama, acción, y reflexión. Sin ser unos cómics repletos de diálogos, el guionista plantea toda una serie de cuestiones que enriquecen la lectura final: las heridas psicológicas de antiguos esclavos como Hepzibah, la necesidad de apoyar a un mal menor como son los Shi’ar frente a los Descreados o la justificación religiosa del imperialismo Shi’ar. Por otra parte, a pesar de que la resolución de la historia está bien trabajada (anticipándosela al lector al mostrar antes la capacidad de los Saqueadores de generar imágenes u hologramas), la amenaza existencial que suponen los Descreados nunca llega a verse reflejada en las viñetas. Estamos hablando de dos naves espaciales. Por muy destructivo que sea su armamento, no podía parar de pensar en cuánto le durarían esas naves a la guardia imperial Shi’ar (o únicamente a Gladiador). Por lo que se refiere a Pacheco, podemos apreciar cómo evolucionó su técnica en apenas un año. Nos encontramos con una planificación de página completamente diferente a la vista en Bishop. Menos viñetas, más espectacularidad, más espacio para mostrar la vastedad del espacio. La sensación es que el dibujante se encuentra en un torno más “libre” para dar rienda suelta a su talento. Pacheco nos introduce a varios mundos alienígenas con una facilidad pasmosa, cuidando con mimo los detalles y presentando entornos de auténtica fantasía (ese salón del trono imperial Shi’ar). La evolución y aprendizaje del gaditano continuaron en años posteriores hasta llegar a lo que en mi opinión fue su obra maestra: Avengers Forever.
La edición de Panini incluye dos textos del amigo y colaborador de Pacheco, Rafael Marín, que ayudan no solo a contextualizar ambas miniseries sino que permiten disfrutar de los vastos conocimientos de uno de los eruditos del cómic en castellano. Lástima que no se haya podido incluir el texto que sí aparecía en la edición original de Forum de Starjammers, escrito por el propio Pacheco y donde podíamos conocer de primera mano algunas de las interioridades del proceso creativo de la serie.
En definitiva, si has oído una y mil veces lo importante que ha sido Carlos Pacheco para la comunidad española dedicada al cómic, esta es una buena oportunidad para que lo leas de primera mano.
Lo mejor
• Poder apreciar una parte de la evolución de Pacheco a los lápices.
Lo peor
• Si no fuera por estar dibujadas por el dibujante español, es difícil pensar que estas miniseries se habrían reeditado.
Guion - 6
Dibujo - 7.4
Interés - 6
6.5
Dos miniseries correctas en las que brilla nuestro compatriota