Lo típico de un día más en la oficina. Estas en la máquina de café quejándote del árbitro del día anterior tras una conveniente pérdida de memoria en la que olvidas atropellos propios no muy lejanos en el tiempo cuando de repente… BOOM… La Viuda Negra pasa por delante de ti y por el altavoz suena la atronadora voz de Maria Hill pidiéndote que dejes todo lo que estás haciendo y vayas de cabeza a por La Viuda, cueste lo que cueste. Y sin quererlo, tu vida (o tu lectura) se ha convertido en una versión marvelita de Mad Max con una de las mejores secuencias de escape y persecución jamás vistas en un cómic de la Casa de las Ideas. La antigua secundaria de la serie de Daredevil ha robado valiosa información de S.H.I.E.L.D. y la organización no reparará en gastos a la hora de perseguirla por tierra, mar… y aire. Ella es… LA VIUDA NEGRA.
La importancia de
El relato de Waid y Samnee nos ofrece un inicio trepidante que, pese a las bondades de los siguientes once números, para muchos de los lectores de esta maxiserie, se ha convertido en el momento más recordable. En él se nota la mano de Chris Samnee, que disfruta de lo lindo a la hora de componer esta persecución al más puro estilo Bourne. Y es que Samnee firma también las labores de argumentista de Black Widow con pleno derecho. Tras esta escapatoria, Waid toma el mando de la serie con una propuesta nostálgica que llevará a la Viuda Negra a enfrentarse a su pasado (Sala Roja), recuperando muchos de los elementos de su origen en incluso alguna nueva aportación de Joss Whedon a Natasha. Con Waid, la Viuda es una espía que sabe guardar sus cartas, tanto a sus contrincantes como al lector, alejándose de un relato auto-explicativo donde los monólogos nos dan toda la información que necesitamos. Los diálogos y las miradas están racionados con sabiduría y precisión, en un relato milimétrico y tan solo predecible en sus últimos compases. Los fantasmas del pasado de un nueva Sala Rusa de entrenamiento, similar a donde se entrenó una joven Natasha, han vuelto a acosarla. Por momentos, una historia que muchos describen como vacía e intrascendente, es en su lugar un relato al servicio del lucimiento de Samnee, un maestro del dibujo y de la narrativa como pocos quedan. El ritmo, la composición de página, el juego con las sombras o los ojos de la protagonista están estudiados hasta el último detalle. En definitiva, un relato no de superhéroes sino de espías de primer nivel con un persona fuerte (sin presumir de ello) que hará las delicias de todo tipo de público.