Hay cómics que resultan épicos. Hay historias más centradas en el género romántico y en la diversidad sexual y de género. Hay historias que narran grandes epopeyas cósmicas, y otras que inciden en lo peor de la sociedad. Pero esos no son todos los tipos de historia que existen, y desde luego no en Marvel, editorial en la que a veces se dan gratos experimentos, siendo Howard el Pato, como referente de las historias “con muy mala leche” su máximo exponente.
Este Tomo continúa las aventuras de Howard el Pato que empezaron en el Volumen 5 de la colección dentro del All New All Different Marvel, y como está publicado después de las terceras guerras secretas, había que darle un nuevo volumen al personaje e incluir una trama contada a medias a través de flasbacks para explicar todo el lapso temporal entre las guerras secretas y las nuevas aventu… No, nada de eso. Howard el Pato estrena nuevo Volumen, el sexto en este caso y lo hace para criticar duramente la “política de los números uno” que sigue La Casa de las Ideas como estrategia de mercado para vender mejor sus series. ¿Por qué supone una crítica? Porque la nueva numeración y el nuevo volumen no cambian absolutamente nada. Mismo esquipo creativo (Chip Zdarsky a los guiones y Joe Quinones al dibujo), la trama comienza en el mismo punto en el que dejamos la anterior, y no se aprecian cambios trascendentales en la continuidad del Pato Howard. ¿He dicho que estamos ante un cómic, un personaje, con muy mala baba, verdad? Pues sí, así es, y esa dinámica está presente a lo largo de todo el tomo publicado por Panini.
La constante sátira no se queda sólo en la propia numeración del cómic, sino que ya el propio título del arco argumental “La Caza del Pato” (Duckhunt en inglés) es toda una nostálgica referencia a los 80 que nos recuerda a aquel mítico videojuego que en España todos llamábamos simplemente “Matapatos” y que consistía en abatir patos con la pistola de Nintendo mientras un odioso perro se reía a carcajadas del jugador.
Desde el principio del número son constantes los pies de página que hacen referencia a hechos que o bien han ocurrido tan recientemente que no necesitan ser recordados (pues se dan en el último número del anterior volumen, esto es, en el número anterior publicado en USA justo un mes antes) o a hechos que jamás ocurrieron en la colección, bromeando constantemente guionista y dibujante con ese tema.
En cuanto a la trama, tras los convulsos sucesos que para Howard supuso lo acontecido en el número anterior, éste decide volver a casa, a su mundo, a pesar de Tara y del resto de “monos sin pelo” que lo pueblan y aprecian a nuestro pato favorito, pero acaba convirtiéndose en el “nexo de todas las realidades” por obra y gracia del destino, haciendo que absolutamente toda la galaxia quiera hacerse con Howard, que ahora puede moverse por los distintos Universos laborales como pez (¿O debería decir pato?) en el agua. A partir de aquí se nos regala una historia trepidante, en la que la acción no cesa nunca, con ese estilo cartoon dinámico que tan bien se le da a Quinones, y por la que se pasa prácticamente toda la plana mayor de la parcela cósmica de Marvel: Guardianes de la Galaxia, Estela Plateada, El Devorador de Mundos en Persona, contrapartidas femeninas de algunos personajes… etc.
Me gustaría hacer una especial referencia a Daisy y Copete, dos pedazo de personajes que espero que no se queden en meros secundarios de la trama, pero de los que no hablaré más para no caer en el peligroso spoiler.
El volumen se cierra con un crossover que era simplemente necesario, el de Howard y la Chica Ardilla, una aventura conjunta de los personajes más esperpénticos de la editorial, el cual constituye una historia muy divertida en la que las puyas a los equipos creativos de ambas series son hilarantes y reiteradas, constituyendo una ácida crítica en sí mismo, pues se hacen numerosas referencias al crossover como técnica para vender más cómics de ambas series, pergeñando a la vez una divertida trama en la que apenas si se nos explica por qué coinciden en el mismo escenario Howard y La Chica Ardilla para pasar directamente a la acción. De esta forma y de manera muy inteligente, los autores consiguen lo que quieren, hacer chistes a costa del crossover como técnica muy extendida dentro de los cómics a la vez que hacen un crossover que sigue el esquema arquetípico de estas historias, sólo que muy “acelerado” para no caer en lo reiterativo.
En conclusión, Howard el Pato, La Caza del Pato, es la perfecta continuación del anterior tomo, pues la “mala leche” y la sátira impregnan todo el tomo, que sirve de ácida crítica a la sociedad y al mundo del cómic en general, a la vez que se nos regala una desternillante historia, alejada de la epicidad y los eventos en los que se basa la producción de Marvel.