Treinta años hace que nació Image. Treinta años desde su primer cómic, cuya fecha de salida data del 10 de abril, que no es otro que el Youngblood de Rob Liefeld. Para celebrar este acontecimiento, redactoras y redactores de Zona Negativa nos hemos unido para recomendar una serie de obras lanzadas a lo largo de su recorrido. No han de ser las mejores, ni siquiera nuestras favoritas, solo aquellas de las que nos apetecía hablar y que, en realidad, dan buena cuenta de la variada labor de Image en todos estos años.
Sergio Fernández: Sam & Twitch
Como ya hiciese en Goldfish o Torso, el guionista de Ohio, todo un especialista en el género negro, se movió como pez en el agua en una ciudad oscura y repleta de violencia. En medio de un cuerpo de policial corrupto, la integridad de sus protagonistas les puso en más de un aprieto. Con una atmósfera más propia de películas como Seven o la reciente The Batman, Sam Burke y Maximiliam “Twitch” Williams estarán al frente en casos de asesinatos con todo tipo de mutilaciones e, incluso, conceptos sobrenaturales. Mafia sudafricana, brujería, cazarrecompensas… elementos que no parecen casar demasiado bien entre ellos pero que, sin embargo, se insertan cual zapato en Cenicienta en la mitología de Spawn.
El carisma de Sam & Twitch y su camaradería se pondrán en tela de juicio en más de una ocasión como consecuencia de una tragedia que parece perseguirles. Ambos policías se complementan a la perfección. Por un lado, el menudo Twitch es el mejor tirador del cuerpo y buenísimo con los pequeños detalles. Por otra parte, el orondo Sam (se pasa las páginas comiendo) es la intuición personificada. Aunque sea una serie extremadamente recomendable, los diálogos, presentados de una manera un tanto particular, pueden dificultar el seguimiento al lector menos atento. Del encargado artístico se encargó gente como Angel Medina, Alberto Ponticelli o Alex Maleev. Marc Andreyko, co-creador junto a Bendis de Torso, tomó el testigo del guionista de Alias, para continuar con el legado de esta gran pareja. Si Spawn supuso un éxito colosal para Image, Sam & Twitch demostraron que podían estar a la altura de su protagonista sin tener que compartir viñetas con él.
Edu Sesé: Clase Letal
Creada en 2014 por Remender y el artista Wes Craig, Deadly Class nos narra las desventuras de Marcus López, un joven huérfano sintecho con un pasado oscuro que es reclutado por la escuela Kings Dominion, un centro académico secreto en el que adolescentes de los más diversos orígenes son formados y entrenados para convertirse en los mejores asesinos del mañana. Allí, Marcus no solo se verá amenazado por su pasado y por las letales maniobras de su escuela, sino por algo casi igual de terrorífico: encajar en su nuevo instituto.
Hay mucho que se puede decir sobre Clase Letal, y casi todo es bueno. La serie creada por Remender y Craig es sin lugar a dudas uno de los cómics más salvajes y frenéticos de todo el panorama USA, una masterclass de cómo agarrarte de las solapas y sacudirte la cabeza hasta echar la papilla a base de acción a raudales y giros de guion sin escrúpulos. Wes Craig, (muy) bien acompañado en el color por Lee Loughridge al inicio y Justin Boyd después, se corona como uno de los narradores más asombrosos del mundo del cómic, un absoluto maestro de la acción y el movimiento, capaz de hacer que las balas y las puñaladas pasen silbando a nuestro lado al girar cada página.
Pero no todo es acción: inspirado por su tortuosa y violenta adolescencia, Rick Remender aprovecha su fascinante Hogwarts de asesinos no solo para sumergirnos en una vorágine de divertidísima acción, sino también para realizar una magnífica disección de lo que significa ser adolescente. La soledad entre la multitud, el miedo a encajar o las luchas internas por ser más de lo que se espera de ti son solo algunas de las muchas radiografías que el guionista realiza sobre ese periodo tan brutal de la vida que es la adolescencia. Y sí: es cierto que en su último volumen ha dado algunos signos de agotamiento, pero pase lo que pase en su ya inminente final, Clase Letal será siempre una de las obras más importantes de Image por derecho propio.
José María Vicente: The Bulletproof Coffin
Describir el argumento de la serie sería arruinar parte de la diversión. Centrémonos, pues, en lo que es sin duda lo más llamativo de la serie: sus autores. Como decía, Hine había pasado sin pena ni gloria por las grandes editoriales, para las que redactaba guiones que los editores luego modificaban o hasta censuraban. Muchas veces tenía que adaptarse a eventos y crossovers que no le interesaban. Las ideas interesantes que sobrevivían las interferencias editoriales morían a causa de las limitaciones de los universos compartidos o las fechas de entrega, que impiden que un guionista y dibujante puedan mantener un fructífero intercambio de ideas. Por su parte, Kane ardía en deseos de demostrar que su dibujo e ideas eran mucho más que una imitación grotesca de Jack Kirby. Nadie pensaba que estos dos hombres pudieran hacer algo destacable.
Solo en una editorial como Image, que garantiza plena libertad creativa a sus autores, pudieron ambos exprimir a fondo sus talentos, dar lo mejor de sí mismos, asumir riesgos comerciales en pos de crear un cómic del que sentirse orgullosos. Demostraron que la única limitación que existe en el cómic indie es la que se imponen sus autores. Para crear un cómic extremadamente divertido e inteligente, exigente y que sepa recompensar los esfuerzos del lector, atípico y personal, ambicioso y creativo, no hace falta nada más que esfuerzo y pasión.
Seis números eran claramente insuficientes para abarcar todo lo que el universo de la serie podía ofrecer. Por lo tanto, no debe sorprendernos que en 2012 se publicase una secuela, subtitulada Disinterred, igual de genial que su predecesora. Ya en 2017 se publicó un brillante número unitario subtitulado The Thousand Yard Stare.
Podría dedicar más líneas a explicar por qué The Bulletproof Coffin es una de las mejores series indie del siglo XXI, pero jamás podría hacerle justicia. Esta serie debe y merece ser leída y apreciada.
Raúl Gutiérrez: The Darkness
De hecho, los personajes de Top Cow no eran exáctamente superhéroes, si no más bien antihéroes o incluso villanos que, simplemente, se enfrentaban a rivales aún más ca***es que ellos mismos. Esto estaba patente en personajes como Witchblade, o incluso Magdalena, la guerrera santa, pero sobre todo era casi palpable en The Darkness, la entidad demoniaca que poseía al mafioso Jacikie Estacado.
En las páginas de este cómic, cuyo primer run de cuarenta números estuvo llevado a cabo por Marc Silvestri, Garth Ennis y David Wohl, se nos presentaba a Estacado un mafioso que al cumplir los veintiún años (mayoría de edad en Estados Unidos) recibía el regalo póstumo de su finado padre, una entidad oscura que lo poseía y controlaba pero que, a cambio, lo dotaba de grandes y terroríficos poderes que utilizaba para hacerse con el control del hampa.
El problema residía en que, solo podía existir un portador de The Darkness a la vez, y por eso, si Jackie tenía descendencia (la maldición se transmitía por herencia genética directa) en el momento en el que ese bebé naciera, él moriría.
Ello daba lugar a uno de los más interesantes leitmotiv de la historia, que no era otro que el hecho de que Jackie condenaba su vida a no tener jamás relaciones sexuales de ningún tipo. Dejando de lado lo que eso suponía respecto del feminismo, otras opciones sexuales, o simplemente, sobre cualesquiera relaciones que no implicaran penetración vaginal (suponiendo que los preservativos y otros métodos anti conceptivos fueran tan falibles como el propio cómic nos explicaba), pues este cómic es hijo de los locos noventa que lo vieron nacer, The Darkness fue en su día un magnífico punto de entrada en el mundo del cómic USA para aquellos que no querían leer sobre superhéroes más conocidos y clásicos.
Una colección que hoy en día me causa no poca vergüenza ajena pero que en su momento, disfrutaba a ritmo de diez grapas diarias.
Enrique Doblas: Copra
Este artista nos deleita y atrapa con un dibujo propio en el que, aparte de una capacidad para desarrollar la acción espectacular, muestra un acabado sorprendente. Es un estilo minimalista en las formas y rostros, sin por ello perder credibilidad o sentimientos, pero profuso en efectos con tinta, trama, color y lo que se le ocurra.
Pero sobre todo nos agarra directo al cuello con una trama adictiva y llena de giros sorprendentes y cliffhangers. Coge lo mejor de Ostrander pero le da una vuelta de tuerca a los personajes que nunca hubiéramos pensado. Mezcla a un Castigador hispano con un Doctor Extraño en proceso de legado, una Vixen en el cuerpo de Grace Jones con un Ironman adolescente, a un Deadshot cuerdo con una Waller a la que todo el mundo debe favores. Y digo esos nombres porque el usar arquetipos tan descarados le permite a Fiffe sugerirnos tridimensionalidad en menos de dos pinceladas. Y así la historia puede avanzar a velocidad de vértigo dándonos una sensación frenética.
Tenemos traiciones por la espalda, juegos de espías que implican agencias y gobiernos, misiones en las que todo sale terriblemente mal, otras dimensiones… y villanos. Ahí si que se desata la parte creativa de Fiffe que nos entrega todo un plantel de imaginativos, macabros y apabullantes enemigos, cada uno más Morrisoniano que el anterior.
Si bien Image sólo ha editado 10 nuevos números (y ha reeditado todos los TPB anteriores), semejante seriaza merece estar en este homenaje, destacando de alguna manera la labor de la editorial en amparar este tipo de underground más comercial. Y oye, que a Fiffe le han dejado los mandos de una de las banderas más tempranas de la editorial, aquella macarrada del inigualable (en todos los sentidos) Liefeld, Bloodstrike.
Diego García Rouco: Midnight Nation
Publicado en España por Planeta Cómic y Norma Editorial. Las primeras series que aparecieron en Image eran un pastiche de las series de superhéroes en las que habían trabajado los fundadores de la editorial, pero con más violencia, escotes imposibles, hombreras y dientes. Aunque había maravillosas excepciones como The Maxx. Con el paso del tiempo los diferentes estudios que componían la editorial comenzaron a dar cabida a otro tipo de productos con una mayor variedad argumental.
A finales de la década de los noventa Top Cow, el sello fundado por Marc Silvestri, dio cobijo a Joe’s Comics, un subsello en que aparecerían los cómics guionizados por Joe Michael Straczynski, creador de la popular serie de ciencia-ficción Babylon 5 para la televisión estadounidense. En ese sello en que el guionista conservaba los derechos de sus obras pudimos disfrutar de series tan interesantes como Rising Stars y, sobre todo, la fantástica Midnight Nation que realizo en colaboración con el excelente dibujante británico Gary Frank, con la excepción de Midnight Nation 1/2: Objetos preciados, una historia independiente publicada por la revista Wizard dibujada por Michael Zulli.
Straczynski y Frank crearon una obra cerrada que apareció en doce comics-books que se alejaba por completo de las historias de superhéroes para ofrecernos una road movie de fantasía oscura sobrenatural. Un trabajo mucho más cercano a los que podríamos leer en Vertigo en aquella época que a los habituales del sello de Silvestri.
El protagonista de la historia es el teniente David Grey, un policía de Los Ángeles, con una vida anodina por la que pasa de puntillas que, mientras investiga unos asesinatos bastante truculentos, acaba descubriendo por las malas que el mundo comparte espacio físico con una especia de limbo donde van a para las personas que han perdido todo lazo con quienes les rodean.
Tampoco vamos a rebelar mucho más de la trama por si hay algún lector que no ha podido acercarse a uno de los primeros y mejores trabajos del guionista. Una serie que le sirvió para exorcizar algunos demonios de su pasado y que, además de ser una excelente obra que encandilara a los lectores de terror, encierra algunas reflexiones bastante interesantes sobre la existencia y el hastío que muchas veces sentimos del mundo. También sirve como denuncia del trato que damos como sociedad a los más desfavorecidos.
Una obra muy recomendable que no tiene la fama que merece.
Raúl López: Los Muertos Vivientes
Catalogar Los muertos vivientes como una historia de zombies sería hacerle un flaco favor a la historia, porque por encima de todo es una historia sobre la vida (y la muerte), sobre el comportamiento del ser humano y cómo este varía en función de los hechos o de aquello que la persona lleve dentro. Los grises lo son más que nunca y deja de haber buenos humanos en una situación nueva en la que todo vale en favor de la supervivencia. Al respecto de esto y sobre lo que Robert Kirkman quería explorar da los siguientes detalles: «Nunca ha habido una historia que continuara con los personajes que partían hacia el ocaso. Nunca ha habido una narración continuada que se quedara en ese mundo y siguiera a los personajes hacia su conclusión natural, viéndolos intentar sobrevivir durante años en este panorama post apocalíptico. Eso era algo que me habría encantado leer, así que decidí hacerlo porque no existía.»
En el apartado artístico a pesar de la excelente labor inicial de Tony Moore este no continuó más allá de la sexta entrega cediendo el testigo a Charlie Adlard y Cliff Rathburn quienes a pasos agigantados con cada nueva entrega fueron subiendo el nivel gráfico hasta unas cuotas rara vez alcanzadas en una serie regular de forma tan prolongada. La ausencia de color, que nació como la excusa para abaratar costes y de esta forma intentar prolongar el máximo una posible cancelación por bajas ventas se convirtió en santo y seña de la serie y aunque a día de hoy se está reeditando en color siempre nos quedará ese juego de luces y sombras con las que nos aterraron Charlie Adlard y Cliff Rathburn.
En 2019 saldría publicada la última entrega, la 193. Dando por cerrada una de las grandes obras maestras recientes del cómic. Sin lugar a dudas la mejor historia de zombies jamás publicada.
Ángel García: Saga
Con espacio para reflejar temáticas muy actuales con una precisión sobresaliente (LGTB, ecologismo, depresión…) y sin condescendencia alguna, toma lo mejor de la tradición de la ciencia ficción del cine para construir un viaje apasionante del más variopinto grupo de personas. Desde la amoralidad más absoluta de unos hasta el amor incondicional y ternura de otros, habrán de convivir a lo largo de los años y las dificultades para no perder la vida.
El dibujo de Fiona Staples demuestra un potencial narrativo al alcance de los grandes maestros del medio, con un imaginario infinito en detalles, reflejando el efecto de la guerra y las dinámicas de poder en la anatomía de las clases humildes, que sufren siempre las consecuencias, así como en las características de los planetas y los modos de convivencia. Impecable, también, en la construcción del estado emocional de sus personajes, que cambiará dependiendo de las circunstancias del camino.
Vaughan, por su parte, no puede ser tan evidente como en otras obras a la hora de disponer de referencias populares, que llevó al paroxismo en Y El Último Hombre, pero se emplea a fondo para, de un modo más o menos evidente, desarrollar a través de su trabajo las inquietudes culturales que han regido su carrera. Al contrario que en otras ocasiones y aprendiendo la lección de la citada obra de Vertigo, deja respirar la historia y se toma el tiempo necesario para cerrar tramas y acelerar el destino de sus protagonistas.
El largo parón de la serie ha servido para que la misma vuelva con fuerza con un número 55 que da pie a nuevas y poderosas tramas con las que seguir acompañando la infancia y adolescencia de Hazel, una narradora a la altura y uno de los mejores elementos del tebeo, brillante tanto por el lenguaje empleado por el guionista como por el modo de disponer de sus intervenciones desde el diseño del página.
Una joya, en definitiva, y la obra maestra absoluta de Image para toda una generación de lectores.
Luís Javier Capote Pérez: Cyberforce
Poco a poco, supimos más sobre las causas de aquella marcha, que había tomado por sorpresa a la afición. Algunos de los ilustradores formaban parte de la élite mimada de la empresa, cuyos editores habían sacrificado a guionistas veteranos como Chris Claremont o Louise Simonson, en favor de unos jóvenes dibujantes que estaban consiguiendo ventas millonarias. Pese a ello, aquel septeto consideraba que no recibían de su empleador tanto como le estaban entregando. Quizá consideraron que sus emolumentos -dinerarios o no- eran insuficiente; quizá temieran, no sin razón, que algún día ellos podían ser objeto de sustitución y víctima del olvido, para dejar paso a la siguiente generación. En todo caso, decidieron irse cuando estaban en la cresta de ola y se arriesgaron con creaciones de nuevo cuño. Por su parte, la casa de las ideas o, más concretamente, quienes regían sus destinos editoriales consideraron que eran los personajes y no sus dibujantes los que garantizaban el éxito. Unos pensaban que sus dibujos eran los que brindaban aquel engañoso y mareante resultado de cifras de seis ceros. Otros, que esos millones de ejemplares -dos millones para Spider-Man, tres para X-Force, siete para la segunda colección de la Patrulla-X- era mérito de la editorial, de modo y manera que los dibujantes podían ser sustituidos sin problemas. El tiempo demostraría que ambas partes se equivocaban, pero, en ese momento, quedaron sentadas las bases que habrían de brindarnos lo que, retrospectivamente, son las características definitorias de lo peor del género superheroico en la década de los noventa. Las colecciones que los siete padres fundadores imagineros dejaron atrás y las que fundaron son muy buenos ejemplos de material de ese jaez y, dentro del segundo grupo, Cyberforce es, casi con total seguridad, una compilación de todo lo malo que se podía encontrar en un tebeo de aquella Image.
Marc Silvestri era uno de los ilustradores más potentes de la Marvel de finales de los ochenta y principios de los noventa. Su nombre está vinculado a la escudería mutante, pues acompañó a Chris Claremont en la colección de la Patrulla-X, dibujando historias tan memorables como La caída de los Mutantes o Inferno. Tras ceder su puesto a Jim Lee, firmaría otra etapa junto a Larry Hama en la serie protagonizada por Lobezno. Como acontecía con buena parte de sus colegas «imagineros» la espectacularidad de su estilo hacía que la afición pasara por alto sus carencias, hasta el punto de que su aparición en los dominios del patriarca mutante prologaría los tiempos en los que se daría más importancia al dibujo que al guión, con todo lo que ello implicaba. Con este bagaje, hondamente vinculado a la franquicia-X, no resultó extraño que don Marc presentara un grupo que, al igual que los WildC.A.T.S. de Jim Lee, recordara a la Patrulla-X.
La historia de presentación es una mala aventura de la Patrulla-X, en la que la espectacularidad de unos diseños imposibles no es suficiente para ocultar las carencias de unas premisas y la simpleza de unos personajes que, en esta primera aparición, dejan patente el pequeño detalle de que la parte literaria no puede ser dejada en un segundo plano. El hecho de que Marc Silvestri dejara las labores de guionista en manos de su inexperto hermano Eric, deja patente la filosofía del autor y, por extensión, de la recién fundada editorial, respecto al equilibrio entre guión e ilustración en el cómic. Es por ello por lo que la escogí para participar en esta entrada colectiva, pues es el nada sutil recordatorio de que la Image que conocemos no tiene mucho que ver con la que vio la luz, allá por 1992 y uno de los ejemplos de una época, afortunadamente breve, en la que se pensó que la parte literaria no era importante si, en cambio, tenías unas viñetas llenas de imágenes espectaculares. Quizá, solamente quizá, el nombre elegido para aquella nueva editorial era una declaración de esa intención pero, afortunadamente, ahora es el emblema de una empresa bien distinta.
Mònica Rex: Bella Muerte
Han pasado ocho años desde que
Aquel primer número nos adentró en un mundo fantástico, prácticamente onírico. Con una mitología única y realmente original. Partiendo de una estética western nos explicaron una historia de amor y venganza, de redención y destino. Todo empieza con la fábula del Albañil enamorado de Bella. Un hombre controlador y posesivo que, tras casarse con ella, se ve devorado por el miedo a perderla y decide encerrarla en una atalaya. El final de Bella es tan trágico como cabría esperar. Pero, al morir, la mismísima Muerte se enamora de ella y, de ese amor, nacerá la niña Ginny. La segadora de la Venganza. Un ser que habita entre el mundo de los vivos y de los muertos cuya misión es acabar con la vida de aquellos que Muerte le diga, segar en nombre de la venganza para la recolecta de Muerte.
A lo largo de los tres tomos que -de momento- conforman la historia de Bella Muerte iremos conociendo la historia de los diferentes segadores. En el segundo volúmen, titulado El Oso, el Miedo y la Fortuna se enfrentarán a la segadora de la Guerra. Por su parte, el tercer volúmen, La Rata, nos retratará a Hambre, Sed y Obsesión.
Bella Muerte no sería el gran cómic de ficción que es si no fuera por el apartado gráfico. La infinidad de recursos narrativos con los que
Muchos han comparado el trabajo de
Miguel Ángel Crespo: The Wicked + The Divine
Cada noventa años, doce dioses regresan como jóvenes. Serán amados. Serán odiados. En dos años, todos estarán muertos. Está ocurriendo ahora. Está volviendo a suceder. The Wicked + The Divine nos propone una reinvención de la mitología en la que deidades procedentes de distintas tradiciones se reencarnan en estrellas del pop que despiertan encendidas pasiones entre sus seguidores. Su única misión es vivir rápido, vivir intensamente, vivir como nunca nadie ha vivido… pues pronto no serán más que bonitos cadáveres. El equipo creativo formado por Kieron Gillen, Jamie McKelvie y Matt Wilson nos presenta una fantasía cargada de angustia existencial, pero al mismo tiempo tremendamente vitalista y esperanzadora. ¿Merece la pena una muerte temprana a cambio de la capacidad de autoexpresarse? ¿De elevarse por encima de la mediocridad de nuestra sociedad y de brillar como una auténtica estrella? ¿De dejar una huella indeleble en la historia antes de caer en el olvido? La respuesta está en las páginas de esta colección; una colección que rezuma drama y muerte, engaño y conspiración, intriga y misterio, pero también amor, alegría y pasión. Todo se vive intensamente en The Wicked + The Divine, tanto lo bueno como lo malo.
Los autores juegan con numerosas metáforas que referencian el mundo del arte, de la moda y de la música, en especial el de la música pop. La sombra del polifacético David Bowie está presente desde el principio, pero no es ni mucho menos el único músico que ha influido en este cómic. La serie habla sobre la fama en la época de las redes sociales, sobre adorar a unos ídolos con pies de barro y sobre la tremenda presión que sufren aquellos que se sientan en la cima, pero también habla sobre la identidad; sobre cómo la certeza de un final cercano hace que perdamos el miedo a ser lo que siempre hemos querido ser. No en vano, The Wicked + The Divine es uno de los cómics con más y mejor representación LGBT+ dentro del mainstream. En su constante disputa entre lo terrenal y lo divino, la obra de Gillen, McKelvie y Wilson logra algo que muchas veces le falta al cómic americano: autenticidad. Más allá de los trajes de colores y de las actuaciones exageradas se esconde lo más importante, lo único que importa en realidad. Y está aquí, en este cómic.
Juan Luís Daza: Savage Dragon
Savage Dragon, sobre todo su primer largo arco argumental con Overlord como enemigo principal, es la muestra quintaesencial de lo que era Image Comics durante los 90. Splash pages espectaculares, hombres musculados, mujeres sexualizadas hasta la vergüenza ajena, referencias a la cultura pop, aguijonazos a Marvel y DC de escasa sutilidad, violencia explícita y mucha, mucha acción. Porque Savage Dragon es pura adrenalina desde su primera página y que su guionista y dibujante supedite la historia a esos pasajes en sesión continua en los que su amnésico policía verde con aleta no para de pelearse con superhéroes o villanos que le doblan la altura con las excusas más peregrinas posibles consiguen que el relato de fondo que supuso el génesis de Dragon, intentar encauzar su vida como agente de la ley y recuperar la memoria para saber quién era en el pasado, quede totalmente eclipsado y construido sobre la marcha sin ninguna solidez narrativa.
Pero aquí hemos venido a jugar y la relectura de esta Canción Triste de Hill Street con esteroides y plagado de humanos superporderosos que montó Erik Larsen mientras desplegaba todo su abanico de efectismos visuales y galería de personajes esperpénticos es recibida con las adecuadas dosis de cariño y nostalgia incitándonos a no ser muy severos con lo que no deja de ser el enésimo cómic noventero que malentendió obras capitales como Watchmen o El Regreso del Caballero Oscuro. Rapture, Horridus, Dart, Frank Darling, Superpatriot, Mighty Man, Overlord, Cut-Throat o Hellrazor forman parte de nuestra infancia y adolescencia y aunqque un servidor hace años que dejó de seguir las andanzas de Dragon transmite cierta sensación de tranquilidad que Erik Larsen siga al pie del cañón, 30 años después de su creación, fiel a sí mismo escribiendo y dibujando un tebeo a día de hoy anacrónico y casi casposo hasta en sus entregas más recientes, pero al que todos aquellos que alucinamos con el fuego artificio que fue Image Comics cuando dio sus primeros pasos siempre miraremos con cariño.
Fer García: Lazarus
La pareja creativa formada por Greg Rucka y Michael Lark, quienes ya trabajaron juntos en la maravillosa Gotham Central, a los que se añade el trabajo del colorista Santi Arcas, llevan a cabo un fantástico trabajo de simbiosis creativa, con un guion y un dibujo que casan a la perfección, en la que el discurso prominente de la obra es abordado meditadamente desde todos los planos artísticos, contribuyendo a un potente desarrollo de sus planteamientos, gracias a una gran riqueza de planos de influencia cinematográfica y una sobria paleta de colores.
Rucka, Lark y Arcas exponen de manera brillante las claves de la deriva política y social de nuestra época, así como las factibles consecuencias que podrían tener en un hipotético futuro la acumulación de riquezas en manos de unos pocos, la falta de escrúpulos de las grandes corporaciones que exprimen al individuo, el agotamiento de los recursos naturales y el control de los restantes, el apesadumbrado clima que reina en la sociedad, el imparable avance de la globalización y la configuración de un sistema político que vuelve a girar en torno al individualismo, o el despotismo y la concentración de poder en un reducido número de personas, frente a un colectivismo que intenta erigirse con muchas dificultades como un duro oponente.
Uno de los pocos aspectos negativos que se pueden resaltar de esta serie es su ritmo de publicación aperiódico, que la tiene momentáneamente interrumpida en la actualidad, por lo que esperamos que sus autores retomen pronto su publicación y podamos conocer su final.
Juanjo Carrascon: Paper Girls
Últimamente estoy cansado de leer lo mismo mil veces y con vueltas de tortilla que a veces se salen literalmente de la sartén. No es normal leer y quedarte dormido porque al final del día el cuerpo y la mente no están listos para leer soporíferas aventuras. He probado en fines de semana y el resultado es igual; aburrimiento supremo. Sin embargo, con lecturas del cómic independiente gozo como un crío.
Los noventa me convirtieron en lector y series Image suponían un refresco, en muchos casos de mala calidad no lo niego, frente a verdaderos tostones de sábado por la tarde en Telecinco. De nuevo treinta años después y más frescos que nunca, muchas series de este tipo consiguen que mantenga esta afición.
¿Por qué Paper Girls? No voy a hablar de la grandeza de esta serie, ni de su incuestionable calidad. Toca ser más personal, son treinta años que deben celebrarse desde el corazón, desde el sentimiento, y desde la cercanía. Ya había oído hablar de esta serie de treinta números, pero fue con la publicación de las dos integrales de Planeta Cómic cuando al final me lancé.
Llegó un momento que con una lectura de un super héroe de Marvel muy famoso me pregunté «¿Qué estás haciendo, perdiendo un tiempo valioso leyendo esto cuando podrías estar leyendo Paper Girls?» Y así empezó todo.
Brian K. Vaughan y Cliff Chiang cuentan la historia de cuatro repartidoras de papel de 12 años. Una mañana aparentemente normal, están en sus bicicletas, repartiendo periódicos, cuando se ven inmersas de cabeza en una misteriosa aventura de ciencia ficción.
Ciencia ficción en estado puro con una historia que te atrapa y luego no te deja respirar hasta la página final. Es un cómic rápido y fácil de leer. Consigues devorar con ansiedad la serie completa en cuatro días. Sumado a lo anterior sus personajes te tocan el corazón de una manera que nunca los olvidarás.
Paper Girls es un viaje extraño que te sumerge dentro de la vida de sus cuatro protagonistas femeninas. El miedo, la inseguridad, la madurez sexual, la identidad sexual, el feminismo, la igualdad, la religión y sobre todo la amistad son temas que dejan los viajes temporales en segundo plano. La combinación de personalidades distintas, humor agudo, y la amistad poderosa de Erin, Mac, KJ y Tiffany es lo que me ha hecho disfrutar muchísimo de cuatro días de intensa lectura.
Mucha nostalgia de los 80, comentarios políticos y sociales, referencias a la cultura pop, lenguajes muy bien construidos consiguen que tengamos entre manos una lectura que no es solo para pasar sino para pensar.
Jordi T Pardo: Sex Criminals
En ese sentido, durante décadas el cómic independiente también ha reproducido muchas convenciones, tópicos y clichés de las publicaciones mainstream en torno al sexo. Esto demuestra que es una cuestión cultural y aprendida ligada a la sociedad estadounidense; ni siquiera los grandes autores del medio han podido y/o sabido escapar a ello. Es por esto que Sex Criminals es una obra tan especial, porque a pesar de su tono gamberro, su elemento fantástico y el cínico humor que atesora, habla de sexo de una forma sincera y abierta como pocos cómics se atreven a hacerlo.
¡Y ya era hora de tener “la conversación”! Esa que no tuvimos muchos con nuestros padres, nos han dado con todo lujo de detalles una pareja tan atípica como Matt Fraction y Chip Zdarsky. El ingenio de ambos nos ofrece una de las mejores y más imaginativas series que se han publicado en Estados Unidos en lo que llevamos de siglo. Tan divertida como emotiva, tan simpática como sensual y tan arriesgada como reflexiva. Todo ello adjetivos que raramente coincidirían en un cómic que abordase de forma tan frontal temas de índole sexual.
El argumento de Sex Criminals nos presenta a Suzie y Jon, una joven pareja que se conoce en una fiesta y acaba descubriendo que ambos comparten la misma capacidad: son capaces de congelar el tiempo en el momento que llegan al orgasmo. ¿Qué harán con este poder? Pues las posibilidades son infinitas y las descubriremos a lo largo de esta historia galardonada en 2014 con el Premio Eisner a la Mejor Serie Nueva.
Sex Criminals aborda la importancia del sexo en nuestras vidas, la forma en la que influye en nuestras relaciones y en nuestra manera de ser. Lo hace desde un punto de vista único, rompiendo fronteras y prejuicios e intentando buscar una manera sana de acercarnos a él independientemente de nuestro género. Y además es una muestra más de esa Image Comics que tanto nos ha seducido en los últimos años.
Gustavo Higuero: Stormwatch de Warren Ellis
En octubre de 1996 se acabaron 36 meses de sopor de un grupo que quería ser demasiadas cosas y no lograba encontrar un tono propio y mucho menos voz propia. Su composición y diseño los condenaba a ser un trasunto de grupos de héroes de otras editoriales, como la Liga de la Justicia, Los Vengadores o algunos de perfil más bajo a la sombra de estos dos, como los Guardianes Globales (por aquello de tener miembros de distintas partes del mundo). Creado inicialmente por Jim lee y Brandon Choi en 1992, venía a engrosar las filas de su particular microcosmos compartido, añadiendo un componente extra a la ecuación: que el grupo estuviera a las ordenes de los designios de la ONU.
Los objetivos plantados por Lee y Choi en sus inicios no se habían materializado y el grupo no había sido capaz de crear una mitología propia que le permitiera alcanzar cierto grado de madurez y de independencia. Los múltiples equipos creativos y los distintos devaneos de personajes con el mismo carisma que un trozo de baldosa, habían acabado por pasarle factura a un producto al que el mercado estaba más que dispuesto a abandonar en la cuneta.
Fue en ese momento, cuando el desahucio llamaba ya a las puertas del grupo, en el que acudió al rescate Warren Ellis (acompañado de Tom Raney en el dibujo), que en catorce entregas logró lo que no se había conseguido hacer en las anteriores 36: sacar al grupo del callejón sin salida en el que se encontraba.
Las herramientas para lograr hacer algo así fue centrar la atención en los personajes, sin perder de vista que, a mayor poder, mayor es la responsabilidad y mayores son los daños y capacidad para la destrucción. Y esto se tradujo en un cambio en el paradigma de los personajes que se volvieron más humanos, con problemas que les afectaban, centrándose en su sufrimiento personal, sus filias y sus fobias, sus rencores, sus pasiones y sus envidias. En definitiva, dejó de lado todo aquello del arquetípico superhéroe y se centró más en quién viste las mallas.
Y funcionó.
Lo anodino se volvió interesante.
Tras cerrar la serie en el número 50, se relanzó de nuevo al mercado con un nuevo número uno en octubre de 1997 para continuar explorando los límites del heroísmo, la responsabilidad y el sacrificio como trípode donde sustentar las nuevas historias de StormWatch. El guionista continuó moviéndose como pez en el agua en su análisis de la condición superhumana, llevando a los protagonistas de esta nueva encarnación a vivir situaciones extremas, sin desestimar el componente humano. Y es que cuando no llevas las mallas puestas, eres alguien normal, con problemas normales. Eso, unido a la imprevisibilidad de la colección, donde todo podía pasar, y cuando decimos todo, es todo, lograron que StormWatch llamara realmente la atención de los aficionados. Era la serie en la que podía pasar cualquier cosa.
Cuando ya se aproximaba el final del trabajo de Ellis en la serie, esta vez comandando por los lápices, en primera instancia del gran talento patrio de Oscar Jiménez (recordar su trabajo en Flash), para luego llegar un Brian Hitch en plena explosión visual, se fragua en su mente la necesidad de explotar más el talento del dibujante ingles aprovechando su talento en un nuevo proyecto. Así es como Ellis, en su segunda etapa en la serie, construye los cimientos de lo que luego sería The Authority.
A Ellis, además, no le tiembla el pulso a la hora de usar elementos meramente editoriales, como un crossover de enfoque meramente comercial, en el que el los Wild C.A.T.S se ven las caras con los xenomorfos más famoso del cine, los Aliens, que han invadido Skywatch y masacrado a Stormwatch. Es la nada sutil forma que tiene Ellis de eliminar a los personajes que no iban a ser utilizados en The Authotity, dejando espacio de sobras a ese nuevo grupo y a sus protagonistas.
StormWatch viene a poner sobre la mesa el dicho que expresa que no existen malos personajes, sino malos guionistas. Un grupo sin carisma, sin apenas personalidad alguna, logró elevarse por encima de la media del género gracias al talento de Ellis y de un plantel de dibujantes de primer nivel, como Raney, Jiménez, Michael Ryan y Hitch, que asentaron al grupo, lo destruyeron y de sus cenizas crearon una serie que hoy en día es parte de la historia del cómic de superhéroes USA.
Y es que no hay mal que por bien no venga.
Román de Muelas: Invencible
Spiderman es una versión mejorada de Superman, con matices. Invencible es una versión mejorada de Spiderman, con matices.
Invencible es hijo de dos mundos. Viltrum y la Tierra. Superman y Spiderman. DC y Marvel.
Por una parte. Se trata de un Superman modernizado. Correcto, educado, cariñoso con su madre, fiel a su novia, leal a sus amigos. Por otra parte es Spiderman, un adolescente que debe lidiar con su vida personal (estudios, novia, amigos) y el uso de superpoderes. Porque como todo el mundo sabe “todo poder conlleva una gran…”.
Robert Kirkman fusiona ambas “tradiciones”, se plantea preguntas y nos las responde. ¿Qué pasaría si los kryptonianos fueran villanos? ¿Puede Mark tener una novia humana? ¿Qué provecho económico puede obtener de sus superpoderes respetando la ley?
Gracias a esta labor de pulido, de lima de asperezas, Kirkman nos ofrece un personaje, un entorno y un universo mucho más coherente que no nos obliga a tragar con los consabidos agujeros de los universos superheroicos tradicionales.
Kirkman juega con algunos elementos a su favor. Es su personaje, la serie será larga pero limitada. Tendrá un cierre. Por ese motivo añade un elemento realista que le da verosimilitud al cómic. Un paso del tiempo coherente y eficaz.
A parte del guion de Kirkman, está el excelente trabajo de los dibujantes Ryan Ottey y Cory Walker. Tienen estilos parecidos. Sencillos, sintéticos, claros, dinámicos. Un trazo amable y agradable que contrasta y multiplica uno de los aspectos más destacados, agradables y característicos de Invencible, la ultraviolencia.
El tebeo no aparta la mirada ante las peleas apabullantes de Mark y Omni-Man. Peleas en las que revientan cráneos, explotan ojos, se amputan miembros, se despiezan cuerpos. La sangre fluye brillante y desasosegante.
Inolvidable la pelea contra Contest. Nadie que haya leído Invencible ha podido olvidar ese duelo brutal en el que las páginas del cómic vibraban de energía como no lo hacían desde Kirby.
No se trata de violencia gratuita si no de mostrarnos como sería una auténtica pelea entre seres de fuerza descomunal.
Los autores tienen el buen gusto de cerrar la serie llevarla a un final, viendo que un personaje superpoderoso no tiene mucho más recorrido si no quieren caer en repeticiones, incoherencias, reboots, resurrecciones e incumplir el compromiso no escrito con los lectores.
Tristan Cardona: Deathblow/Lobezno
Deathblow and Wolverine no tenía por qué ser tan diferente a los centenares de crossovers entre editoriales de superhéroes que abarrotaban y siguen abarrotando los quioscos y librerías de todo el mundo. Sin embargo, seguramente contra pronóstico, fue diferente; muy diferente. ¿Qué tiene esta miniserie que la hace tan destacable? Calidad. Simple.
Deathblow and Wolverine es lo que antes la crítica especializada llamaba un ejercicio de estilo. Siendo como es la trama endeble, lo que destaca es una narrativa absolutamente diferente de lo que se estila en los cómics de superhéroes, muy cercana a los experimentos de la historieta europea más vanguardista y también al manga, pero sin renunciar a una gozosa espectacularidad.
Deathblow and Wolverine es una miniserie realizada por Aron Wiesenfeld, tanto en el apartado del guion como en el del arte. El entintado corre a cargo de un inspiradísimo Richard Bennett y el coloreado es de Monica Bennett. Fue publicado en dos capítulos por las editoriales Marvel Comics e Image en su sello Wildstorm, entre septiembre de 1996 y febrero de 1997.
Wolverine intenta esclarecer lo que pasa con la madre de su compañera Sung ya que tiene un comportamiento extraño. Ya en casa de la madre les atacan unos ninjas y obligan a Lobezno a escapar por el barrio de Chinatown en fiestas. Superado en número es ayudado por Deathblow, un mercenario yanqui especialista en armamento. Parece ser que todo se debe a un complot para destruir San Francisco utilizando una urna llena de espíritus y también los poderes de Sung Li que pertenece a una estirpe especial. Lobezno y Deathblow se disponen a rescatar a Sung y de paso salvar la ciudad…
Los dos capítulos son una sucesión de páginas llenas de soluciones imaginativas. El uso del espacio en blanco y de las viñetas sin márgenes es modélico. El trazo es limpio y exacto. Cada dibujo está perfectamente encuadrado y siempre desde el punto de vista adecuado. El color de Monica Bennett es muy atractivo dominando los ocres, violetas y verdes turquesa de tono suave que contrastan con las onomatopeyas de color chillón. Y finalmente quiero destacar el uso de un recurso muy cinematográfico como es el gran angular utilizado aquí para dar más espectacularidad a las secuencias como por ejemplo la asombrosa doble página que abre la historia.
Deathblow and Wolverine es un cómic menor, en el sentido que no influye para nada en la continuidad de los personajes, es menor porque nadie siguió la atractiva estela dejada por el gran Aron Wiesenfeld a la hora de encarar una miniserie con dos personajes tan definidos como éstos y es menor porque apenas nadie se acuerda de él. Pero es una obra espectacular, llena de aciertos y llena de grandes momentos de cómic genuino y de calidad. Por eso me apetecía recordarlo y reivindicarlo.
Salut!
Paulo Hernando: The Maxx
Maxx es un vagabundo al que su asistente social, Julie, ayuda frecuentemente. La mujer es la reina Leopardo del Outback, un mundo creado por su subconsciente como consecuencia de un traumático suceso. Este extraño universo onírico es utilizado para psicoanalizar a los personajes, donde acontecen terribles peligros e imaginativas criaturas, con Kieth dando rienda suelta a su personal trazo, composición de página o diseño de personajes. La colección es ideal para el autor que, inteligente, elige el mejor escenario donde explotar sus virtudes. El del atuendo morado y dentadura prominente es alguien inadaptado con una férrea devoción por este novedoso cosmos y por su reina, a la que protege hasta la extenuación.
La cabecera es transgresora, con un habitual tono cómico trata terribles realidades con una pizca de existencialismo y el surrealismo por bandera. Durante el transcurso de la serie el legado toma importancia, con nuevos personajes asumiendo papeles principales, dando el autor enjundia a su universo. Una locura muy bien estructurada que resulta muy interesante.
The Maxx cuenta con un total de 35 capítulos, publicados entre 1993 y 1998. William Messner-Loebs colabora en el guion de los primeros números y cierto barbudo de Northampton en el capítulo 21. El propio Moore comenta: “En un género del cómic en que cada vez todo parece más repetitivo y sin criterio, la individualidad pura y simple de lo que ha logrado Sam Kieth convierte su trabajo prácticamente en un faro en la oscuridad…parece tener una conexión directa con el mundo olvidado y casi perdido de la infancia, y la alteridad de su peculiar realidad”. El éxito y la particularidades de The Maxx le conducen a una adaptación animada a cargo de la MTV en 1995.
Planeta publicó la serie en grapa hasta el número #21. Fue Norma quien se encargaría de traer a nuestro país la colección completa, en tres tomos, con recoloreado de Ronda Pattinson. Kieth se llevó la licencia a IDW para publicar la recopilación en tomo, son estos los publicados por Norma en 2010. Actualmente es muy difícil encontrar esta serie en nuestro idioma, queda esperar que el mercado español se anime con ella de nuevo, más de uno lo agradeceremos.
Samuel Secades: Los Proyectos Manhattan
Hickman y Pitarra levantan este fabuloso castillo, además, partiendo no sólo de un marco histórico real, el Proyecto Manhattan que aunó a brillantes mentes científicas con el objetivo de crear la primera bomba atómica, sino que utilizan de manera desvergonzada a figuras como Joseph Oppenheimer (Nolan, echa un vistazo a esto), Yuri Gagarin, Enrico Fermi, Richard Feynman o el mismísmo Albert Einstein para formar un grupo imposible que, como no podría ser de otra forma, reconduce la historia que todos conocemos hacia un festival del anacronismo y la locura: tecnologías alienígenas, múltiples dimensiones, doppelgängers, organizaciones secretas, ex-presidentes reconvertidos en inteligencias artificiales transhumanas… todo lo imaginable en la ciencia ficción más excesiva tiene cabida en estos Proyectos Manhattan que no están exentos de un humor negrísimo y una violencia desenfrenada que acompañan a un argumento que, a pesar de resultar algo confuso en sus compases iniciales, va tomando forma conforme avanzan los números y que a pesar de la gran cantidad de personajes y tramas paralelas, consigue engancharnos con multitud de giros y, sobre todo, la maravillosa sensación de no saber qué surrealista sorpresa puede depararnos la siguiente página.
A todo ello ayuda el impecable apartado artístico, con un Nick Pitarra en estado de gracia perfilando cada personaje de manera fantástica y combinando su talento con el sencillamente fabuloso trabajo de la colorista Jordie Bellaire; ambos saben moverse en los múltiples ambientes con variopintos escenarios y soluciones visuales que casan completamente con la alocada y desternillante trama que propone Hickman en la que podemos saltar de una viñeta a otra de la desquiciada y poliédrica mente de Oppenheimer al lado cósmico y multidimensional de la trama de Einstein y Feynman pasando por inenarrables visitas al Despacho Oval de Kennedy o una Guerra Fría como nunca te la habían contado. Si Hitchcock decía que las películas tenían que comenzar con un terremoto y de ahí hacia arriba, Los Proyectos Manhattan hacen lo propio con la ciencia ficción más divertida, salvaje y excesiva que podéis encontrar en un cómic. Menudo viaje.
Alfonso del Pino: Murder Falcon
Bueno, ahí es donde entra en escena Murder Falcon, también conocido como Murf. Él es la gran estrella de este espectáculo: un personaje que en realidad tiene cierto toque cómico porque más que un «halcón asesino» parece una paloma con esteroides. Murf ha sido enviado desde «El Heavy» para detener al mal que se cierne sobre el planeta, pero no puede hacerlo solo; necesita la inestimable ayuda de Jake y sus rasgueos de guitarra. Solo así Murf puede canalizar todo el poder del Heavy Metal y salvar el mundo.
Es posible que ahora mismo estéis pensando que esta es una de las macarradas más ostentosamente absurdas que habéis escuchado en vuestra vida. Pero, del mismo modo que Jake pasa de ser un tío normal a salvar el mundo con sus acordes, Daniel Warren Johnson es capaz de potenciar este absurdo argumento con el resonar de su guion, su dibujo y, especialmente, su corazón.
Porque si algo tiene esta miniserie que se sobreponga a cualquier otra característica que la pueda describir es su corazón. Sí, hay monstruos gigantes y una paloma chetada que se lía a puñetazos usando el poder del Metal, pero también unos personajes con los que empatizamos en todo momento con unos problemas que (a excepción seguramente de la invasión global de seres infernales) tienen la capacidad de conectar de lleno con los lectores entre cada sucesión de momentos molones.
Las diferentes absurdeces de Murder Falcon, en definitiva, son capaces de superponerse las unas a las otras hasta formar una armonizada sinfonía. Un impactante rasgueo junto al que también vibra la cuerda sensible de los lectores.
O puede que todo esto no sea más que la exagerada opinión de alguien al que le moló mucho ver a una superpaloma soltando leches metaleras. Quién sabe. Como mínimo, eso sí, os puedo garantizar que esta combinación de absurdeces, guste más o menos, no dejará indiferente a nadie.
Mariano Abrach: Five Ghosts
La síntesis de razones que reúnen en este cómic es lo que la hizo ser la elegida. La fecha de publicación del número #1 de la serie es de la época del 20º aniversario de Image, aquellos notables años en que la editorial de la i rebosaba de innovación, nuevos autores, títulos que prometían ser los mejores del año y más allá. Los autores, Frank Barbiere y Chris Mooneyham, eran dos jóvenes talentos que habían conseguido conquistar la atención de esta editorial luego de un Kickstarter exitoso y una todavía más exitosa presentación en una convención. En esos años, la editorial se caracterizó fuertemente por recibir estrellas que se iban de Marvel y DC tanto como por darle lugar, impresión y distribución, a nombres desconocidos con muchas ganas e ímpetu.
En los motivos además entra el gusto personal, los intereses que uno tiene como lector. Y en Five Ghosts hay varios reunidos también, combinando múltiples tópicos de historias de aventuras de los géneros típicos en un nuevo personaje, pero a la vez dando el centro de la serie a las historias en sí mismas. El protagonista de este cómic, llamado Fabian Gray, es un buscador de tesoros que mediante una piedra que encontró (y se le incrustó en el pecho) canaliza cinco espíritus de grandes personajes literarios míticos (los cinco fantasmas del nombre de la serie): el mago, el arquero, el detective, el samurái y el vampiro. Estos espíritus de la literatura clásica le dan poderes que utiliza en sus aventuras, persiguiendo sus objetivos. Pero también le generan una maldición que lo atormenta física y mentalmente, a la vez que la misma piedra que le da sus habilidades generó que su hermana quedara incapacitada.
Con esa premisa, los autores llevaron a Fabian Gray por tres aventuras tocando diferentes fibras de la literatura pulp, con un poco de cazador de tresoros, algo de piratas, una de monstruos y un especial que nos deja con la idea de que este personaje da para mucho más si los autores quieren volver a él en algún momento. Y aunque eso no suceda, dejaron su pequeña marca en Image Comics y en decenas de miles de lectores que alguna vez recordarán estas historias y las evocarán con una sonrisa, señal de que fue una buena lectura.
Igor Álvarez Muñiz: Chew
Desde que Image desembarcó en España siempre he tenido un ojo en la editorial, para bien y para mal. He vivido sus inicios y su actual época de esplendor, Chew es uno de sus motores de cambio. Hizo falta el increíble éxito de The Walking Dead, años después de su inicio y potenciado por la serie de televisión, para que la editorial se diera cuenta que había gente interesada en crear historias diferentes y lectores dispuestos a disfrutarlas. Pero hay un problema, Chew, en la línea de otras como Morning Glories, llegó demasiado pronto.
Su inicio se da en 2009 y sus ventas fueron buenas, para mantener ese recorrido debían serlo. Ganó el Eisner a mejor serie nueva al año siguiente y el Eisner a mejor serie regular al otro, así como dos Harvey, por lo que las críticas también fueron muy positivas. Pero da la impresión que si hubiera salido unos pocos años después estaría en el Olimpo que alcanzaron obras como Saga, The Wicked + The Divine o Clase Letal. En especial fuera de su territorio, más en especial en España. Poco se habla de ella y es todo un imprescindible del cómic independiente en el presente siglo, sin nada que envidiar a las antes citadas.
Por suerte Planeta va a lanzar en un par de meses una edición integral, en tres tomos, con toda la colección. Esperemos que incluya los especiales de Poyo (grandísimo personaje) y que también se animen con la siguiente serie, llamada Chu, inédita por estos lares.
¿De qué va Chew? Pues es una serie policiaca, con humor, drama, algo de noir, ciencia-ficción, llena de locuras y con un final de levantarse a aplaudir. ¡Ah sí!, y comida, mucha comida. No dudes en degustarla.
Bueno, bueno… Leí mucho de la primera Image cuando la trajo Planeta a España. Pensaba que asistía al nacimiento de un nuevo universo al estilo Marvel/DC. Algo que, por edad, supongo que como todos los aquí presentes, no puede hacer con las dos últimas.
Poco a poco vimos que este nuevo universo no iba a serlo tanto, con las series perteneciendo más al universo del sello de su creador (Wildstorm, Top Cow, etc …) que a la propia Image.
Además, la mayoría de los ‘hot artists’ fundadores dejaron pronto los lápices. Tal vez para concentrarse en labores editoriales, tal vez porque ya no lo necesitaban. Muchas veces, los nuevos artistas (si es que se les puede llamar así) no eran sino malas copias de los originales, casi calcando el estilo del autor original.
En cuanto al estilo, es también llamativo como, lo que era novedoso y rompedor cuando fundaron la editorial, pasaría de moda en poquísimo tiempo. Diría que, cuando se lanza ‘Heroes Reborn’, los lápices de todos ellos (salvo Lee, en mi opinión) se ven ‘anticuados’. ¿No os da esa impresión? Algo que, a los ojos de un chaval, «moló mucho, muy poco tiempo».
Destacaría alguna cosilla más de esos primeros años:
Me acuerdo de lo que rajaron aquí en España de esos padres fundadores, sobre todo la gente vinculada a Marvel. Que si niñatos, estrellitas, y demás lindezas les llamaron. Personalmente me alegré de que les fuera bien, y el tiempo ha demostrado que su iniciativa no era ningún capricho efímero.
Recuerdo aquello.
Concretamente, recuerdo cómo tuvieron que tragarse sus palabras cuando salió Heroes Reborn, que fue más o menos cuando yo empecé a comprar cómics regularmente.
La fundación de Image fue algo así como la emancipación del comic-book americano, y los que la vivimos siendo criajos creo que tuvimos mucha suerte.
Nos metemos mucho con los Noventa, pero tuvimos Image, Vértigo y Batman TAS.
Ajá. Y la Muerte de Superman.
Me he puesto con ella un par de veces y no he podido. Va en serio?
Knightfall y sus secuelas sí que me siguen gustando mucho, pero la edición de Zinco, por la nostalgia y por ser mucho menos densa.
Puedo decirte que es mi historia favorita de Superman.
Búa, pues si me puedes recomendar alguna edición.
Mi problema al abordar lecturas pendientes es que si doy con algún tochal/integral/deluxe/sacacuartos edition, el abrumador volumen de relleno que suelen incluir me desanima enseguida. Alguna edición solo con la historia principal estaría genial, en castellano o inglés.
A ver, Ecc ha sacado la Muerte de Superman en formato Deluxe que francamente es una pasada. Eso sí, sólo incluye exclusivamente el arco de la Muerte de Superman en sí, más la revista Newsweek que recogía las reacciones de su entorno, Metrópolis y el mundo en general tras su muerte. Está por treinta y pocos euros, buen precio de acuerdo a la cuidada edición publicada.
Por otro lado, hace bastantes años (en 2008) Planeta Agostini publicó un tomo gordo con la Muerte de Superman, el Reinado de los Supermanes y el Regreso de Superman, es decir, todos los arcos incluídos en aquella saga, en papel poroso, que está muy bien también. ¿Pegas? Imagino que está difícil de conseguir, más el hecho de que no incluyeron números importantes como el robo del cuerpo de Superman, entre otros, o que las portadas de cada comic aparecen al final del tomo en pequeñito. De todas maneras, diría que en lengua castellana sigue siendo la publicación de referencia para leer dicha saga.
Precisamente en mayo Ecc volverá a publicar la Muerte de Superman, eso sí, faltándole también números importantes y lo que es más importante aún, en formato jibarizado.
Por último, la mejor edición está en inglés, un omnibus titulado la Muerte y el Regreso de Superman publicada no hace mucho que incluye absolutamente TODO, pero cuesta un riñón y parte del otro.
Para mí es mi historia preferida de Superman porque se juntan varios factores. Hay mejores historias del Supes, pero prácticamente todas pertenecen a elseworlds por aquello de que resulta difícil escribir a un personaje como Superman. Ésta, sin embargo, es una historia que está en continuidad, que además marcó un hito en el género, que atrajo a lectores y medios ajenos al cómic y, aún siendo noventera como es, es trepidante, emocionante, y fue capaz de resucitar a un personaje que daban por muerto en el ranking de ventas.
Yo tengo la edición de ECC en 4 Tomos, con la edición Deluxe del primero y las grapas de Zinco de su 3ª serie de Superman y de El Hombre de Acero, donde empezaron desde El Reinado de los Superhombres.
En su día descarté la edición de Planeta por poco práctica para la lectura y porque hay varios números que faltan y otros que están mutilados.
Respecto a lo que te he comentado que tengo yo, ¿Qué números, aparte del Justice League of America #70, dirías que faltan?
Es verdad, había olvidado los cuatro tomos de Ecc que recopilaban la saga. El problema de esos tomos, pese a que se trataba de una buena edición, es que tampoco estaban completos y no incluían las portadas de los comics por ningún lado.
A ver, para leerlo todo habría que tener todo esto:
Action Comics #684-692, Adventures of Superman #495-505, Superman#74-83, Superman: The Man of Steel #18-26, Justice League of America#69-70, Action Comics Annual #5, Adventures of Superman Annual #5, Green Lantern #46, Legacy of Superman #1, Supergirl and Team Luthor #1, Newstime Magazine, Superman Annual #5, Superman: The Man of Steel Annual #2, material de Action Comics #683, Adventures of Superman #494, Superman #73 y Superman: The Man of Steel #17 (las planchas con el puño de Doomsday destrozando la puerta que lo mantenía encerrado).
Si te soy sincero, ni siquiera yo creo tenerlo todo.
Ok, muchas gracias!
La verdad que es un listado interesante y me apunto algunos números que no tenía registrados.
De nada, para eso estamos también, para orientarnos unos a otros a disfrutar aún más de este maravilloso medio 😉
Yo disfruté mucho Prophet de Brandon Graham y compañía, la reformulación de la sci-fi a lo Metal Hurlant y Heavy Metal pasado por el tamiz del comic independiente, con toques de manga y una imaginación desbordante me ganaron.
Deberias ver lo que se hizo con Glory.
Más que por los tebeos que hacían (que podían gustar más o menos), se habló tan mal porque a los marvelitas les dio rabia que se largasen para ir por su cuenta.
Tal cual
A mi me gustaría saber quiénes son esos muchos que han comparado Bella Muerte con Sandman.
Independientemente de la calidad de sus cómics, era gente que generaba dividendos, así que su marcha para fundar otra editorial que iba a ser competencia directa creó resquemor. Los motivos de todos esos ataques obedecían pues, en su gran mayoría, a razones más mundanas que velar exclusivamente por la integridad del género.
Totalmente de acuerdo. Parece mentira que hoy aún haya que defender a los creadores de Image por fundar una nueva editorial y acabar con los abusos de las grandes. Anda que no se pusieron las pilas DC y Marvel para mejorar las condiciones de sus autores después del éxodo a Image.
No tendrían calidad y se podrá decir lo que quiera de sus fundadores, pero bendito el día que le dieron la patada a Marvel para crear Image.
Para mi ahora mismo es la mejor editorial americana, sacando obras que podrían haberse publicado en los años dorados de Vertigo.
Al principio se notaba que querían hacer algo rollo Marvel/DC, pero entre egos, avaricia y desacuerdos, era imposible sacar de ahí un universo compartido. Luego vino Robert Kirkman y el resto es historia.
Es curioso como antes los autores empezaban en pequeñas editoriales para dar el salto a Marvel o DC y ahora van a Marvel o DC a hacerse un nombre y dar el salto a una editorial independiente: Image, Dark Horse, BOOM! Studios…
Muy de acuerdo contigo. Ellos eran horribles como autores, pero la importancia de lo que hicieron para el cómic USA es capital con la emancipación del autor y su influencia que llega a la actualidad es innegable. Que sería del cómic americano hoy sin lo que hizo Image… nunca lo sabremos. Por suerte.
Recuerdo comprar con ilusión todo lo que publicaron al principio (es una manía mía, universo/compañia nueva que salía, de cabeza que iba; me pasó también con el Ultraverse y con Crossgen). Eran cómics simples a más no poder, pero me entretenían bastante y cada uno tenía lo suyo: Spawn, Cyberforce, Wildcats, Prophet, Youngblood, Bloodstrike, Wetworks, Stormwatch, Brigade, más tarde, Witchblade, The Darkness, Grifter, Backlash, Gen13, DV8. Lo que nunca olvidaré es ese olor tan especial que desprendían esos cómics, era súper adictivo.
No voy a recomendarlas pero de aquellos tiempos disfrute muy mucho esos primeros WildC.A.t.s de Jim Lee y su cros-over con Cyber Force (aquel Killer Instinct) también y Wetworks es otra de esas colecciones que disfrute (y que trataron de relación con Cyber Force por medio de CyberData y los Vampiros y simbiontes dorados de modo incomprensible por medio de Killjoy y Ballistic en la miniserie de esta última)… Y tanto en una como en otra, Cyber Force y Wetworks, Wold Comics (la filial de Fórum/Planeta que los publicaba nos dejó sin ver los finales publicados… Y Norma Comics nos trajo los remakes rarunos sin los finales anteriores
Aún espero aquellos finales de las colecciones originales…
A tito Todd también le agradezco la estupenda linea de figuras que está sacando. Siempre soy agradecido a la gente que me hace feliz 🙂
Fue otra época. Igual que la etapa del alienígena rosa de Batman en los cincuenta. Creo que siempre es interesante que el arte represente los intereses de su tiempo, incluso cuando esos intereses sean músculos en los músculos.
Era de Apocalipsis y sobre todo el Capi de Waid y Garney/Kubert siguen gustándome mucho a día de hoy.
«[…] Lo decepcionante es que la editorial reaccionara a su marcha colocando en su lugar a clones igual de inútiles que ellos […]» – Yo creo que esto fue lo peor, que Marvel y DC se llenaron de malos clones de los que se fueron e incluso artistas más clásicos tuvieron que adaptar su dibujo al estilo de las estrellitas de Image (Siempre me acuerdo de Alex Saviuk).
«[…] Y encima no siquiera podíamos acudir a DC en busca de “un mundo mejor”[…] » – Ojo que en DC te estaba esperando Extreme Justice con los brazos abiertos – y los dientes apretados, claro. Amén de otras maravillas como el «Spawn» Manhunter o el malote Jared Stevens como FATE!
Si te fijas, en mi primer comentario es a eso a lo que hago referencia, a los ataques que recibieron por parte de la gente vinculada a Marvel. Cuando en mi segundo comentario hablo de «marvelitas» me sigo refiriendo, quizás torpemente, a ellos, para no repetir la expresión de mi primera entrada. En esa época ni había foros, ni había casi internet, de manera que lo que podía leerse en revistas y columnas eran comentarios por parte de «voces autorizadas», tanto en América como en España. En ningún momento he hecho referencia a los aficionados, entre otras cosas porque a principios de los noventa apenas existían espacios donde pudiesen expresar su pensamiento más allá del correo del dr Átomos, por ejemplo.
Al recordar las críticas al los fundadores de Image, solo he pensado en el Dr. Átomos. Recuerdo comentarios en los correos de la época bastante mal llevados, un poco como pasa a veces en los deportes o espectáculos en los que los fans se polarizan demasiado.
O en política, a día de hoy.
Sí, y seguimos así hoy en día. Marvel o DC, Playstation o XBox, …
Puf. Había comentarios que se les veía claramente el plumero.
Al pintamonas canadiense le agradeceré, siempre, los ojos enormes y la telaraña spaguetti, que ha quedado para los restos. Y a él y a Larsen les agradezco infinitamente Venom, a uno por crearlo y al otro por acabar de definirlo.
Whatever. McFarlane fue quien dessrrolló ese concepto en todo su esplendor
Sinceramente, yo pienso que dos artistas que crearon y pulieron un personaje tan influyente como ha sido Venom merecen un hueco en la historia de Marvel en general y de Spiderman en particular. El único enemigo que ha conseguido colarse en cualquier top ten o top five de enemigos de Spidey desde tiempos de Ditko y Romita, con suficiente entidad como para desligarse de sus orígenes arácnidos e ir por libre, creándose incluso recientemente todo un lore en torno a él, con adaptaciones fílmicas incluídas …
Sí, lo merecen. Aunque sólo sea un pie de página.
El Cuarto Mundo de Kirby un truño? No estoy para nada de acuerdo, pero vamos, para gustos están los colores.
«No sé, es como la gente que te justifica el truño que fue el cuarto mundo de Kirby porque Darkseid es el malo de la peli de la Liga de la Justicia de Snyder. Psé…»
Señor, espero que esté siendo polémico a propósito con esa afirmación.
Como curiosidad, los Image Boys antes de lanzarse a la piscina llamaron a Jack Kirby para que les diese su aprobación y este dijo que adelante con la idea. Se cuenta también que en sus comics querían poner «Jack Kirby presenta» pero dijo que no, que eso sobraba y llevaba razón, hubiera sido una sobrada innecesaria.
Cambia aprobación por bendición. Yo tampoco creo que la necesiten, pero un apoyo así te da muchísima moral para lo que estaban a punto de hacer.
Aquí es donde lo leí:
https://www.zonanegativa.com/image-comics-cumple-25-anos/
Desde luego dudo mucho que sus motivos principales no fuesen los económicos (cosa que tampoco me parece mal).
Ahora bien cambiar las cosas yo creo que si las cambiaron, aunque para mi ese “cambio” en la industria lo marcan posteriormente Millar y Kirkman, aunque sin Liefeld, McFarlane y compañía quizá no hubiese sido posible.
Ya bueno, lo de lucrarse esta claro que no se lo creían ni ellos aunque tampoco lo veo mal, nadie trabaja por amor al arte.
Las condiciones si que las mejoraron, sobretodo con la llegada de Robert Kirkman y Eric Stephenson tomando el cargo de editor en sustitución de Larsen.
Hubo más casos dentro de Image como el de McFarlane con Gaiman por los derechos de Angela?