El Hombre-Cosa cumple 50 años
Cincuenta años, ni más ni menos. El Hombre-Cosa fue creado por Stan Lee, Roy Thomas, Gerry Conway y Gray Morrow. Apareció por primera vez en el número 1 de Savage Tales (mayo de 1971), solo unos meses antes de que DC Comics lanzara su contraparte de El Hombre-Cosa, La Cosa del Pantano, que se publicó en julio de 1971.
Con estas bodas de oro, era un pecado no hacer una breve referencia a este personaje tan peculiar de la Casa de las Ideas. Mi querido compañero Arturo Porras ya ha hablado muy extensamente sobre el mismo, aquí y aquí. Si bien, lo cortés no quita lo valiente y me siento en la necesidad y obligación de rendir un pequeño homenaje a lo que viene siendo un personaje que no ha tenido la repercusión que debiere, y que por suerte para nosotros, se consiguió publicar la mayoría de su paso por Marvel Comics en formato Marvel Limited Edition.
Me considero un lector ávido de historias de terror, Cullen Bunn, Jeff Lemire, Joe Hill, son mis actuales referentes, pero en el baúl de los recuerdos de Marvel Comics tenemos mucho material. Allá por el verano de 1971, se publicó una peculiar historia en blanco y negro. La misma trataba de un científico que realizaba experimentos secretos en un laboratorio escondido en los claros de un pantano. Cuando unos matones atacaron al científico para robarle su trabajo, se zambulló en el lodo inyectándose el suero que buscaban los malandrines. La mezcolanza de suero, pantano y ser humano trajo como resultado que el científico se transformase en un monstruo orgánico e inhumano. Solo en el último panel, con un tributo a «The Outsider» de H.P. Lovecraft, el Hombre-Cosa se da cuenta de que se ha transformado en un grotesco monstruo. La obra del autor de Providence deja en la memoria ese momento en el que el narrador que se da cuenta que ese terror que se auguraba es el mismo al verse reflejado en un espejo.
Este fue el inicio de un camino en el cual algunos de los mejores escritores de cómics utilizaron a este ente como motor de argumentos de tono adulto centrados en la filosofía, la religión, política y cómo no terror. No hablo de la Cosa del Pantano (Swamp-Thing) que conste, la cual es hija de DC Comics que debutó después de Hombre-Cosa, en House of Secrets #92 de DC Comics en julio de 1971.
Aunque La Cosa del Pantano es indudablemente más popular, gracias a Alan Moore, no podemos dejar de poner las cosas en su sitio. No voy a entrar en cuestiones de qué personaje es mejor o peor, o que colección ha pasado a la historia y cual no. Ocurre al igual que con el Escuadrón Supremo y Watchmen, y debatir sobre estas cuestiones puede abocar a una discusión sin sentido. Lo que si no puedo obviar es que nuevamente Alan Moore vuelve a eclipsar con su trabajo una creación que desde luego no es peor que La Cosa del Pantano, sino diferente, desde ángulos y perspectivas diferentes. Los primeros números del cómic, especialmente los 39 números de Steve Gerber como escritor, merecen reconocimiento y consideración como una aventura artística decididamente arriesgada y de gran calidad.
La Cosa del Pantano y el Hombre-Cosa tienen puntos conexos en su identidad, si bien son diferentes. El monstruo pantanoso de la distinguida competencia es hijo de Len Wein y Bernie Wrightson. Su primera aparición data de 1971 en House of Secrets # 92. La Cosa del Pantano era un botánico llamado Alec Holland que resultó mortalmente herido en la explosión de una bomba en el laboratorio de su casa en el pantano de Luisiana. Antes de morir, renace como un ser con la conciencia de Alec fusionado con su entorno con la forma de La Cosa del Pantano, campeón de toda la vida vegetal en la Tierra. Años más tarde, Alan Moore y Steve Bissette reconfiguraron este origen. Se trató de un sutil cambio, pero importante, se trataba de una planta sensible que absorbió los recuerdos y la personalidad de Alec. Las similitudes en el origen son muy superficiales, dado el cambio sustancial dado por el señor de lo arcano. Son parecidos, sí, pero no es lo mismo en sentido estricto. La creación de El Hombre-Cosa es diferente puesto que está en conexión con el propio Universo Marvel, siendo un protector del nexo de todas las realidades, combina muy bien ese toque científico con la parte mágica.
Por otro lado, el Hombre-Cosa es un ser solitario que vive en los Everglades, salvo momentos puntuales: compartió amistad con Franklin Richards, ha sido visto en Nueva York, tuvo su momento en la colección de los Thunderbolts, además fue protector entre la Legión de Monstruos, incluso jugando un papel relevante en la resurrección de Frank Castle (me refiero a su etapa como Frankencastle). Aun así, donde destaca el personaje es inmerso en esa soledad, en la tristeza que incluso su reflejo en las viñetas emana. Por otro lado, La Cosa del Pantano ha sido miembro de la Liga de la Justicia y ha participado en momentos de relevancia en el Universo DC. La interacción de esta versión es desde luego más intensa que la de El Hombre-Cosa.
En cuanto a los poderes o facultades de cada mosntruo, si bien hay similitudes, no podemos decir que sean lo mismo. Encontramos matices. La Cosa del Pantano puede viajar y manifestarse en cualquier lugar donde haya vida vegetal en la Tierra, no tiene como tal un núcleo tangible y permanente. La Cosa del Pantano puede crecer hasta tener un tamaño descomunal y posee una fuerza y resistencia sobrehumanas. Es capaz de regenerarse y soportar la destrucción de su cuerpo. El Hombre Cosa tiene igualmente fuerza, velocidad y resistencia sobrehumanas. Puede soportar que la mayor parte de su cuerpo sea destruido antes de regenerarse a partir de los restos de su cadáver. Las diferencias se muestran en cuanto al componente empático del monstruo de la Casa de las Ideas, puesto que puede sentir telepáticamente la moralidad y las intenciones de quienes lo rodean. Su toque quema a los que sienten miedo y puede viajar a través de portales debido a su naturaleza extradimensional y mística.
Son dos opciones, ni mejores ni peores. Yo siempre he dicho que un buen personaje lo es por sus guionistas. No hay un mal personaje, sino malos guiones.
El monstruo del pantano de Marvel Comics
Ted Sallis fue asignado un proyecto el cual desarrolló un suero denominado SO-2. Ted usó este suero para ayudar duplicar el suero del super soldado que creó al Capitán América como parte del proyecto Gladiator. Sin embargo, fue traicionado por su amante, Ellen Brandt, y Sallis tuvo que huir de agentes de I.M.A., que deseaban tal fórmula para sus propios fines. Se inyecta a sí mismo el suero, pero después de estrellarse en un pantano y aparentemente ahogarse, se transforma en una criatura horrenda a través de una combinación de su fórmula y, como se explicó más tarde, las fuerzas mágicas que existen en el área.
La lectura de cualquier cómic en el que el Hombre-Cosa aparece debe ser llevada a cabo con una amplia mira de vistas. ¿Por qué afirmo lo anterior?, sencillamente porque en cada entrega ya percibimos que nuestro protagonista es mudo, por lo tanto, el ángulo y perspectiva de la historia cambia sustancialmente. Y por otro lado nuestro protagonista lo es, pero indirectamente, por ello casi siempre suele quedar en un segundo plano, sin perder su importancia, y son los personajes que giran a su alrededor los que marcan las pautas a seguir.
El Hombre-Cosa comenzó como una creación de Stan Lee. Como editor de Marvel Comics, Lee encargó a Roy Thomas y Gerry Conway que desarrollaran la criatura para su debut en Savage Tales. Pero realmente si este personaje tan peculiar pasó a la historia lo fue por una persona en concreto, un guionista que con el paso de los años podemos decir que fue y es uno de los grandes de este bello arte. Estoy hablando como bien sabéis del escritor Steve Gerber, quien convirtió a El Hombre-Cosa en una criatura de cómic única.
Savage Tales era una revista o magazine en blanco y negro, evitando así la Autoridad del Comics Code. Al igual que Psycho, tenía un toque que no habría sido aceptable en un cómic convencional de Marvel. Dentro de este concepto nació El Hombre-Cosa. Físicamente, nuestro querido monstruo se parece a un engendro vegetal con su característica llamemos nariz flaqueada por tres tentáculos en forma de raíz. Dependiendo de quien lo plasmase veremos a lo largo de su historia, sobre todo en sus inicios, cambiar de un ser peludo y sombrío, a una especie de ser compuesto de elementos y plantas propias de un pantano.
Roy Thomas decidió deja continuar en una historia de Astonishing Tales que involucra a Ka-Zar. Thomas establece ya la peculiar característica de este ser de odiar el miedo y con su toque hace que sus víctimas sufran horribles quemaduras. Esto le permite a Ka-Zar interactuar con el Hombre-Cosa sin pagar un precio, puesto que no siente miedo. Al final de la segunda historia, como la criatura de Frankenstein en Bride of Frankenstein, El Hombre-Cosa tira de una palanca y destruye un laboratorio muriendo aparentemente con la destrucción que ha provocado.
Lo que podía haber sido el punto y final, no lo fue y solo dos meses después de su aparente muerte, nuestro ser del pantano emerge de nuevo en Adventures into Fear vol. 1 #10, con fecha de portada de octubre de 1972. Nuevamente con el escritor Gerry Conway y editado por Roy Thomas. Al igual que lo que iremos viendo en adelante se trata de una historia que podría ser autónoma. En este caso la violencia en el ámbito familiar es puesto en la mesa. Es una historia ciertamente correcta y que nos va a permitir comprobar la versatilidad del personaje y las posibilidades que se abren de cara su futuro de historias no estándar. Igualmente es un claro ejemplo de que las historias que se van a contar se tratan del Hombre-Cosa sino que suceden a su alrededor.
En el próximo número de Fear, el del mes de diciembre, Steve Gerber comienza a escribir. Como había establecido Conway, Gerber deberá llevar la historia de una manera alejada de lo convencional. Las cosas que suceden no están directamente relacionadas con el Hombre-Cosa. Esto requiere mucha creatividad, ya que las historias tienen que surgir de elementos distintos al personaje.
Junto con Steve Englehart y Jim Starlin, Gerber fue lo que podemos llamar una segunda generación de cabezas pensantes en la Casa de las Ideas. A lo largo de la década de 1970, Steve escribió El Hombre-Cosa en los cómics en los que aparecía el personaje, podemos decir que era su territorio, su personaje fetiche. Este peculira y gran autor fue el guionista que con su trabajo y con sus ideas puso los cimientos que dotarían al personaje de los patrones que le acompañarían hasta la fecha. Uno de los aspectos más importantes de este personaje sería rápidamente establecido siendo el guardián de «El Nexo de todas las realidades» que era en concreto el pantano donde vivía nuestro trágico personaje. El personaje permitió a Gerber contar todo tipo de historias, pequeñas viñetas sobre personas extrañas y condenadas que se encontraban en el pantano, y de paso hacer una severa crítica social, moral y religiosa, e incluso política de la época. Por eso la lectura de El Hombre-Cosa hay que hacerla degustándola y con mucho cariño. No esperamos encontramos grandes batallas entre monstruos como palto fuerte. La sustancia está entre lo que el autor nos contó con esos personajes torturados en muchos casos, y dentro de esa tragedia que supone ser un ente que no es humano, pero lo es a la vez. Dadas las especiales cualidades de Steve Gerber y su maravillosa imaginación cualquier cosa extraña que tuviera que suceder ocurría.
El sitio web biográfico The Gerber Curse explica cómo el escritor Steve Gerber fue deliberadamente en la otra dirección de Wein. Marvel Comics tenía lógicamente un rival directo con otra criatura del pantano, y claro Gerber no quería repetir la misma fórmula, pese a las inevitables comparaciones que ya hemos visto. El autor cuenta cómo quedó con Len Wein y le preguntó directamente que iba a hacer con su personaje para hacer otra cosa distinta. Está claro que siempre habrá debate sobre qué cómic es el que primero apareció, pero la reputación de La Cosa del Pantano se debe principalmente al trabajo de Alan Moore en la serie en la década de 1980. El guionista británico incorporó (entre otras cosas) elementos sobrenaturales y conciencia ambiental y curiosamente, muchos de esos elementos también ocurrieron en El Hombre-Cosa una década antes. Lamentablemente, y sin desmerecerlo, que quede claro, el trabajo de Moore en La Cosa del Pantano eclipsó a El Hombre-Cosa hasta el punto de poder hablar de rechazo hacia el personaje de Marvel Comics.
Siguiendo el ejemplo de los editores de revistas Warren y Skywald, que publicaban revistas populares en blanco y negro, la industria volvió a publicar cómics de terror, revisando el Comics Code en 1971 para permitir la inclusión de vampiros, demonios y hombres lobo. Marvel y DC Comics, entraron de esta forma en los setenta dentro del sector, vacilante por otro lado e inseguro a nivel de ventas, del cómic de terror. Esto hizo que ambas luchasen por encontrar ese lugar y desde luego hacerse con el primer puesto dentro de este terrorífico campo. Fue una forma de abrir la puerta a autores como Steve Gerber que pusieron sobre la mesa relatos donde lo sobrenatural, extraño y tratamiento social dentro de la denominada contracultura eran el punto álgido.
Gerber se encontró comodísimo cual persona en el salón de su casa leyendo y viendo sus películas favoritas. El amplio abanico de posibilidades que se le abrieron en este rinconcito de Marvel Comics supuso a todas luces abordar múltiples géneros desde perspectivas diversas. Comenzó con una historia de ocultismo, la típica invocación que sale mal. El Hombre-Cosa interviene y el diablo es desterrado. Es una historia bastante convencional, pero cuando Gerber hace funcionar la historia conseguimos que al igual que el resto de sus historias este peculiar monstruo no sea tanto un personaje sino más bien un vehículo de justicia. Y ya adelanto que el guionista vio mucha injusticia en el mundo y así lo irá transmitiendo en las páginas de El Hombre-Cosa.
Con su segundo número, «No Choice of Colors» de febrero de 1973, Gerber estableció ya que no iba a ser un cómic ordinario. Se trata de una historia sobre justicia, pero en este caso no jugamos al color blanco o el color negro, sino más bien al gris. Ambos hombres son culpables, ambos se odian y se temen. Los dos protagonistas son culpables, uno de ellos es claramente un racista consumado, y el hombre de raza negra puede justificar su odio contra el racista, pero eso no justifica el asesinato. Ambos están consumidos por el odio y, en lugar de imponer una autoridad moral, Gerber condena a ambos. Somos en este número espectadores en primera fila de lo que se convertirá en el eslogan de El Hombre-Cosa: «Todo lo que conoce el miedo arde con el toque del Hombre-Cosa».
¿Por qué menciono este iniciático número? Lo hago con plena intención, puesto que es un claro ejemplo de lo que vamos a ver en el trabajo de este magnífico guionista. Uno de los temas principales que se desarrolla en el trabajo de Gerber con El Hombre-Cosa fue la moralidad, condenando a menudo la lealtad irreflexiva a los iconos tradicionales (religión, padres, comunidad) que no deja lugar a la piedad o la compasión. Frente a estos iconos rígidos se encuentran disidentes y solitarios, librepensadores que son capaces de ver que las autoridades tradicionales han perdido el rumbo y cometen el error de decir la verdad al poder. El Hombre-Cosa es el defensor de esas personas, protegiéndolas cuando no tienen las habilidades o los recursos para hacerlo ellos mismos. Esto tampoco quiere decir que cada solitario que escribió Steve Gerber sea a la fuerza el referente moral, para nada. Puede parecer que entre manos tenemos cómics de un pasado lejano, pero como puede apreciarse se tratan temas que siguen siendo de rabiosa actualidad. A veces me paro a pensar si la actual sociedad, recordemos que han pasado cincuenta años, evoluciona o a veces involuciona. Sin entrar en debates moralistas lo que si tengo claro es una cosa, si voy contracorriente puedo aseguraros que algo estoy haciendo bien. Esta manera de pensar es el poso que queda cuando uno acaba de leer la obra de Steve Gerber en su paso por una zona a toda luces pantanosa.
Otro aspecto que magnifica el trabajo del autor es que se mueve con una sutilidad increíble entre géneros. Puede pasar del terror, al costumbrismo o género superheroico con una grácil técnica que deja al lector con ganas de seguir leyendo mes a mes las entregas de una inusual colección. Otro maravilloso ejemplo de este vaivén entre géneros lo vemos en Adventures into Fear vol. 1 #14. Steve Gerber transporta al Hombre-Cosa a un extraño mundo de magos y combates de gladiadores Toda vez que es el Nexo de Todas las Realidades, le permite al autor explorar múltiples escenarios de fantasía del mundo secundario. Y de repente, en «Question of Survival«, Adventures into Fear vol. 1 #18, nos habla del choque de ideologías, del nihilismo (muy trabajado por el autor). De nuevo, a Gerber no le interesa quién tiene la razón, le interesa quién está menos equivocado que los demás. Igual deberíamos leer un poco más obras como la que nos ocupa y aprender. Siempre encontraremos puntos de vista contradictorios, pero lo que si veremos es que la voz de las empresas es la que normalmente resulta, digamos, más alejada de tener la razón. En cristiano, se percibe de manera sutil una postura anticapitalista es sutil. No quiere decirse que los empresarios sean los únicos villanos en su trabajo. Gerber también es muy duro con los que ostentan el poder. El líder del extraño Culto de la Entropía, tiene un parecido sospechoso a Richard Nixon, ahí lo dejo.
Finalmente, el Hombre-Cosa se hizo muy popular, si creyentes, así fue. Hoy no tiene mucha tirada, pero como he dicho antes no hay personajes malos, sino guiones malos. Y por fin nuestro pantanoso amigo consiguió su propio título. Morbius, el vampiro viviente, sería el nuevo inquilino de la colección hasta que con el número 31 se puso punto y final. Por cierto, el primer número de la colección expone de una manera sublime el origen del personaje.
Gerber creó muchos personajes memorables. El Exterminador de Tontos es uno de sus hijos. Es un fanático y, lo que es más importante, un fanático religioso, que cree que Dios lo guía. Nuevamente una de las señas de identidad de nuestro querido guionista, y un tema de total actualidad. Se trata de una crítica mordaz y sobre todo de la megalomanía narcisista de un personaje seguro de su propia rectitud. Trajes blancos que son de difícil llevanza, y que se anchan con facilidad. Lógicamente debo mencionar brevemente a Howard el pato que comenzó como refugiado en el Nexo de Todas las Realidades. Nuestro especial pato apareció en Adventures into Fear vol. 1 #19. El humor, así como cierto cinismo, es muy dado a ser utilizado por Gerber; y en algunos casos hay que perder un tiempo para captar referencias entre sus páginas comola curiosa referencia a Superman en Adventures into Fear vol. 1 #17.
Y ahora la pregunta, ¿por qué el Hombre-Cosa ha pasado al ostracismo? Otros lo han intentado, pero nadie realmente ha logrado igualar a Steve Gerber. Y esto le paso incluso a Howard el Pato. Los relanzamientos de El Hombre-Cosa no han tenido éxito. Pero un día llegó una sorpresa para los amanes del género, y en especial del Hombre-Cosa y de Steve Gerber en concreto. Ya como obra póstuma se publicó: The Infernal Man-Thing.
The Infernal Man-Thing
The Man-Thing vol. 1 #12 contiene otra de las historias poco convencionales de Gerber: “Song Cry of the Living Dead Man”. De manera similar a “Night of the Laughing Dead” (La muerte del muerto hilarante – The Man-Thing vol. 1 #5 -), un escritor ha llegado a un manicomio abandonado para escribir en paz, pero sus miedos y la confusión diaria lo persiguen, de una manera más real que metafórica. ¿Podría ser un reflejo de lo que sentía Gerber?, es una posibilidad. Será con la ayuda de El Hombre-Cosa cuando Brian supere los “monstruos que lo atormentan” y sepa que es amado. Esta entrega, con tantos matices de índole personal para Gerber, sería seguida en 2012, cuatro años después de su muerte con la miniserie Infernal Man-Thing. The Infernal Man-Thing es una secuela directa escrita por Steve Gerber, como era de esperar.
“Night of the Laughing Dead” que he mencionado se trata de una de las mejores descripciones de la depresión plasmadas en cómic. Una infancia donde el padre apuesta más por el trabajo que por su hijo, una sobreexplotación empresarial (nueva y sutil crítica al capitalismo) abocan a un progresivo envenenamiento de la felicidad del ser humano. Esta infelicidad supone que solo cuando se uno se reencuentra a sí mismo y asume estas “heridas” que se le han infligido, su alma se libera, liberada de las limitaciones de inseguridad y de ese terrible sentimiento de una vida desperdiciada.
The Infernal Man-Thing es una de las miniseries más importantes de este ser. Permaneció inédita en nuestro país hasta que fue incluida en el tercer tomo de las entregas de Marvel Limited Edition que se publicaron de El Hombre-Cosa. Esta miniserie podría ser calificada de un proyecto. El mismo fue iniciado hacía muchos años por Steve Gerber, y lamentablemente nunca lo acabó puesto que le llegó la muerte en 2008.
Dada esta trágica situación casi se perdió en el olvido e incluso casi no llega a ver la luz del día. Los artífices de esta maravillosa oportunidad fueron Ralph Macchio, Mark Paniccia y Kevin Nowlan. Si señores, tenemos una joyita entre manos. Como las añejas historias del monstruo, y al modo y manera que las historias que nos contaban en Strange Tales, The Infernal Man-Thing se adentra en pantano de la ficción de terror.
La rumorología cuenta que Kevin Nowlan tardó cuatro días en completar cada página que compone la miniserie. Parece increíble pero esto supone una dedicación, un cariño hacia el trabajo que al final lo que origina es un resultado como el que nos ocupa, es decir una maravilla gráfica. Desafortunadamente, lo que ganamos a nivel gráfico, supuso que el retraso de años en poder acabar el trabajo trajo la funesta consecuencia de que Steve Gerber muriese antes de ver la luz The Infernal Man-Thing.
El trazo del dibujante es de admiración, como casi siempre. Los colores, las sombras, el estilo son un complemento perfecto para la historia. Eso sí el diseño de El Hombre-Cosa dista de lo visto hasta la fecha, que no lleve a sorpresa al lector. Un Hombre-Cosa extremadamente mal formado, basado en la versión original, pero exagerado hasta los extremos, con la cabeza mucho más pequeña, colocada más abajo y de forma casi geométrica, con la joroba levantada. La definición dada se relaciona con la trama. El rediseño es una alteración extraña que sirve para mezclar personajes cómicos de dibujos animados en el mundo real y definir el resto de ese mundo.
Entrando en harina, ya hemos hablado del toque personal que Steve Gerber implantó en la serie y en concreto en el personaje. Siendo que Brian Lazarus había sido un claro toque personal, lo que ahora leemos está tan íntimamente relacionado con ese pasado y con la historia que hemos mencionado. El grito de Gerber desde las viñetas era y es desde su corazón. Esa llamada desesperada se refería a la opresión de la creatividad que lleva a que cualquier apreciación de la belleza sea borrada en un escritor. El protagonista de la historia que creía haberse deshecho de sus demonios, se mudó a California y comenzó una carrera en la animación como lo había hecho Gerber, y terminó tan desencantado con la falta de imaginación y la priorización del interés a corto plazo, tal como lo había hecho el autor. La historia de Lazarus está impregnada de simbolismo por parte de Gerber. El asilo en el pantano es presumiblemente Marvel Comics, y Lazarus regresa debido a una depresión cada vez más grave. La primera historia de Lazarus fue escrita cuando el autor era relativamente joven y, por muy triste que fuera, la juventud significaba que el cambio era posible. Esta es la obra de un escritor de mediana edad que se encuentra en el mismo lugar que todos esos años antes, pero en su propia mente, sin haber logrado casi nada, de hecho, habiéndose engañado a sí mismo con respecto a la esperanza todos esos años antes. Es una historia muy dura. Ver que no evolucionas, que sigues estancado, y engañándote a ti mismo, es terrible.
Quizás el aspecto más extraño es que mientras que los cómics de Gerber de la década de 1970 han resistido la prueba del tiempo y con buena nota, The Infernal Man-Thing no tiene el mismo éxito. Es demasiado abstracto y no es fácil de comprender. Hay que llevar a cabo una lectura varias veces para poder llegar al fondo. Esto puede ser un hándicap.
Es reconfortante saber que Marvel puedo y puede publicar algo tcomo The Infernal Man-Thing, pero ¿hablamos de un hasta luego?
¿Hasta luego?
El Hombre-Cosa es un personaje viable. En las manos correctas puede regalarnos historias maravillosas. Steve Gerber lo demostró. No solo que el personaje tiene cabida en nuestras estanterías o cajas de cómics, sino en el Universo Marvel. No sólo eso, sino que demostró que era un escritor versátil, y de calidad.
Donde La Cosa del Pantano bajo la batuta de Len Wein se apegó al horror gótico El Hombre-Cosa saltó de la fantasía al horror y de ahí al costumbrismo y al drama social. Gerber hizo personales sus historias. Éstas eran un reflejo de lo que veía el mundo. Y siendo temas duros de tratar consiguió que fuesen entretenidas.
Lo mejor de su paso por el personaje fue que ante la exposición de héroes y villanos sus argumentos iban más allá del blanco y negro.
Todo el trabajo de Steve Gerber es divertido, horroroso y conmovedor, así como mordaz. La verdad es que para el que suscribe el tratamiento de los temas que el autor puso en la mesa se siente muy cercanos a mi forma de pensar. Nunca he pensado que exista un pensamiento o una ideología correcta. Soy más bien de esa posición que se la más correcta, y entiendo de manera transparente que vivimos en un mundo de grises. Los problemas sociales que se tratan de hace 50 años siguen siendo tan actuales que es una pena que hoy en día ese aura que envolvía a la Casa de las Ideas se haya tornado más en un colección palomitera. Se ha perdido esa seña de identidad. Cada día que pasa se van distanciando de comics de alto componente social y político.
Sinceramente creo que no es un hasta siempre, y espero que sea un hasta pronto.
Bonito articulo Juanjo yo también soy fan del Hombre Cosa, ya que lo conocí por Vertice y Mundicomics al principio de los 80’s y me encantaba. Obviamente cuando me empecé a interesar por los artistas detrás de esos comics me hice fan de Steve Gerber y sus creaciones. A este personaje igual que el Pato solo los ha podido escribir bien Gerber… lo demás es un descafeinado y de sobre. Es como Thanos o Adam Warlock que si no los escribe Starlin no es lo mismo al leerlos. Por desgracia y ya desde hace muchos años ya puedes olvidarte que estos personajes secundarios ya sea en Marvel o DC tengan la libertad creativa o se molesten en contratar a talentos de verdad donde impera mas la «marca» y su adaptación a la pantalla que la creatividad. El mismo Gerber siempre afirmo que en los 70’s en Marvel la libertad que tenia era inconmensurable y que a partir de los 80’s con Reagan en el poder la industria se volvió mas conservadora. Son comics igual que la etapa de Moore en la Cosa del Pantano que va a se muy difícil o imposible que se repita debido a la época y situación de la compañía. En los 70’s Marvel era un casal anarquista en la forma de trabajar y en los 80’s DC quería comerse el medio siendo revolucionario en el mundillo. Ahora todo son marcas registradas y politiqueos para no ofender a nadie… la forma mas que el contenido. Para mi un numero de Gerber del Pato o del Man-Thing vale mas que el 99% de los comics actuales
Muchas gracias hammanu. La verdad es que es un personaje dificl, pero a la vez gratificante. Sumado a la valentía (hoy inexistente en Marvel) de Gerber el material clásico de El Hombre-Cosa es fabuloso. ¿Os imagináis hoy en día a Gerber en Image con total libertad?
Hoy en día tanto Marvel como DC están en dique seco a nivel creativo, sometidos a las desiones de accionistas y no de artistas.
Tu lo has dicho ahora las «grandes» se encargan mas de cuidar su «marca» que en hacer buenas historias. Gerber ya intento hacer alguna cosa a lo Image o Vertigo (violencia y sexo) y curiosamente no calo en los lectores de la época. Su Void Indigo que subvertía la típica historia de Espada y Brujeria de los 80’s en un relato crudo y violento no gusto mucho a los lectores. Personalmente yo lo he leído y podía dar una buena lección de como escribir a guionistas actuales. Lastima que el autor falleciera ahora con esta edad dorada de comic independiente y mayor facilidad para publicar sus obras de creación propia ¡no le hubiera faltado curro!
Juanjo,muchas gracias por este recordatorio del Hombre Cosa.Precisamente esta tarde me he comprado los dos tomos Marvel Limited Edition con la etapa de Gerber.
Un saludo