Marvel NOW! Frank Cho y Lobezno nos llevan a la Tierra Salvaje

Continuamos con nuestros cadena de tops conmemorativos con motivos de Marvel NOW! en una semana en la que el principal acontecimiento es la publicación del primer número del Savage Wolverine de Frank Cho. El dibujante originario de la nación asiática gobernada por el régimen de hierro del dictador Psy, ha convertido su obra en una exhibición de poderío gráfico, dominado por la carnalidad y las formas turgentes. Así que en honor a su debut en la ambiciosa iniciativa de Axel Alonso, no veíamos mejor forma para celebrarlo que con una selección de sus trabajos más sugerentes y explosivos. Desde la inolvidable Brandy de Liberty Meadows hasta sus trabajos para Marvel o la infinidad de pin ups con las que ha apelado a nuestros instintos más bajos, sin olvidar ese número de 50 Girls 50 en el que las protagonistas quedaban atrapadas en un planeta cuya atmósfera consumía poco a poco sus uniformes o su Ape and Babes, prepararos para una lúbrica glorificación de sus curvilíneas formas y un universo en la figura de la mujer se ve divinizada en toda su voluptousidad, arrojándonos a un festival de la carne libre de disimulos y ataduras…

Lamentablemente, hemos recibido numerosas peticiones rogándonos que desistiéramos en nuestros planes de ofrecer una compilación con las imágenes más tórridas de Frank Cho (o de sus trabajos, todavía no lo tengo muy claro) para evitar herir sensibilidades y no caer en lo chabacano. Por lo tanto, no nos queda otro remedio que dejar dicha selección de pin ups en la nevera y optar por una alternativa más conservadora. Dicho pues, os ofrecemos un repaso con las obras clave dentro de las mejores etapas de un tipo malcarado y bajito, así como con el cuerpo cubierto de pelos, para que todos los que esteis interesados en acercaros a su andadura editorial podáis picotear con algunas de sus historias más interesantes sin necesidad de un desembolso masivo de capital. Señor, hay días en los que odio mi trabajo…

11. Mención de Honor: Una de los aspectos más llamativos de la trayectoria de Lobezno a lo largo de su andadura editorial, es haber sido un personaje especialmente prolífico en lo que a los relatos autoconclusivos y miniseries se refiere. En ese sentido, es muy probable que -más allá de sus etapas más relevantes o longevas- todos tengáis un cómic u obra aislada concreta por la que sintáis especial predilección. Dentro de esa línea fueron especialmente relevantes los trabajos del matrimonio Simonson junto a Jon J. Muth y Kent Williams (Meltdown) o Mike Mignola (Aventura en la Jungla), Alan Davis (Sed de Sangre), David Lapham y David Aja (Casa de Sangre y Dolor, Deuda de Muerte), Greg Hurwitz (La Canción de Muerte de J.Patrick Smitty), Brian K. Vaughan y Eduardo Risso (Logan) o Duane Swierczynski (ROAR), por no hablar de pequeñas joyas gráficas a cargo de Das Pastoras, George Pratt (Netsuke), Yoshitaka Amano (La Redentora) o Tsutomu Nihei (Snikt!). Probablemente incluso se os ocurra otro buen puñado de ejemplos que os cautivasen en su día, por lo que no podíamos evitar empezar sin hacer una mención a todos esos relatos conclusivos gracias a los cuales se ha construido el mito del personaje más allá de las series destinadas a narrar su hilo vital central.


10. Lobezno MAX de Jason Starr, Roland Boschi y Connor Willumsen: La reinvención del canadiense en la línea adulta de Marvel Comics a cargo del escritor de novela negra creador de Escalofrío apenas lleva dos números pero ya se antoja un acercamiento brillante a su mitología por varias razones. Despojándolo de todo lo accesorio, Starr lo reduce a su expresión más pura para convertirlo en el protagonista de una suerte de intriga a medio camino entre la saga Bourne y los cómics de Nathan Edmondson. Sin memoria y aislado en Tokio como único superviviente de un catastrófico accidente aéreo, Logan tendrá que desentramar una compleja madeja de conspiraciones, identidades falsas y secretos para descubrir quién es, como puede recuperarse tan rápido de heridas imposibles y cual es el origen de las garras que emergen de sus manos. Lidiando con unos tortuosos recuerdos que se mueven a través del tiempo y a los que es incapaz de encontrar sentido, Lobezno MAX podría ser el guión de esa película que captase lo mejor de la esencia de Lobezno que nunca tuvimos, presentándonos a una de las versiones más inquietantes y perturbadoras de Víctor Creed. Sin llegar a estar a la altura de los Dancer o Jake Ellis del citado Edmondson, se erige como una atmosférica adaptación que nos muestra como debería haber sido Lobezno sin los añadidos que han enturbiado la historia ni el colorido marco de superhéroes que tan poco le pega (Wolverine MAX).



9. Los Archivos de Logan de Frank Tieri y Sean Chen: Tras la marcha de Hama, la cabecera regular del canadiense se convirtió en una consecución de etapas desangeladas en la que únicamente consiguieron salvar levemente la cara los trabajos de Ellis o Skroce. Bodas con villanas del Capitán América, disparatadas tramas con alienígenas, Rob Liefeld… La cabecera necesitaba recuperar el norte y este vendría dado por Frank Tieri, un guionista que de mayor quería ser un Garth Ennis sofcore, y que tomó las riendas de las aventuras en solitario de Lobezno a principios del presente siglo. Tieri se caracterizaba por tono pulp contemporáneo repleto de gamberrismo de bar y violencia sucia, creando a personajes como el asesino en serie Mister X o el nigromante francés Muavais. Y aunque sus historias tampoco eran nada del otro mundo, realizó un puñado de aportaciones muy lúcidas, brindándonos el momento álgido de su etapa con esta saga en la que Lobezno -sin poderes- veía como se desmoronaba todo su mundo cuando Dientes de Sable se hacía con los documentos de Arma-X y reunía a sus peores enemigos para poner en jaque a todos sus seres queridos. Con uno de los Creeds más taimados y rastreros que hubiéramos visto desde los tiempos de Claremont, Los Archivos de Logan es un subidón de adrenalina sin pausa tan desmadrado como divertido ( )



8. Origen de Paul Jenkins y Andy Kubert: Siempre rodeada de polémica, la miniserie ideada por Bill Jemas para narrar los orígenes del hombre que se convertiría en Lobezno siempre ocupará un lugar privilegiado dentro de las historias del canadiense aun con todos sus aciertos y defectos. A medio camino entre una novela de Jack London, un drama colonial y Un Horizonte muy Lejano, la miniserie nos llevaría hasta finales del siglo XIX para adentrarnos en un singular triángulo de identidades, en el que la llegada de una joven pelirroja alteraría la artificial paz del hogar de los Howletts. Un primogénito muerto. Un heredero que languidece víctima de la debilidad física y para el que el exterior de la enorme mansión es un mundo amenazante y lleno de peligros. El pendenciero hijo de los guardas de la casa que creció siendo una suerte de hermano para él… piezas dentro de un drama familiar soterrado que amenaza con estallar arrastrando irremediablemente a la tragedia a los protagonistas de esta historia. Hilando detalles de la naturaleza con sumo acierto y otras no tanto, Jenkins daría forma a las bases sobre las que se levanta la historia del personaje con la ayuda de un inspirado Kubert (Lobezno: Origen)



7. La Solución Apocalipsis de Rick Remender y Jerome Opeña: Se que muchos me vais a acusar de hacer trampas de forma deliberada con la inclusión de una serie grupal en la que Lobezno solo es uno más de sus integrantes en un post dedicado a sus aventuras en solitario. ¿Y por qué no Vengadores o Patrulla-X? Me explico: A lo largo de su historia, uno de los rasgos más característicos del personaje en contraposición con el resto de superhéroes era su naturaleza proactiva, el cortar por lo sano con las garras siempre en ristres antes de que el daño estuviera hecho. Y la macrohistoria que compone Remender a través de de los seis tomos que conforman su andadura versa precisamente en torno a dicho aspecto, teniendo a Lobezno como figura central y al resto de integrantes como reflejo de diferentes aspectos de lo que significa adentrarse en dicha senda. Así que teniendo en cuenta que el canadiense podría considerarse el gran protagonista de la historia y que aunque al principio no parecerá sino un componente más, todas las líneas argumentales convergerán hasta marcar su vida de forma irremediable, no podíamos sino incluirla entre sus mejores historias a través de este tomo inicial en el que -si bien no se aprecian todas las cartas- sirve de aperitivo para el viaje teñido con sangre y tragedia en el que estamos a punto de sumergirnos (Imposibles X-Force: La Solución Apocalipsis)



6. Sangre, Arena y Garras / La Saga de Albert y Elsie Dee de Larry Hama y Marc Silvestri: Guionizando la serie del canadiense durante más tiempo que cualquier otra persona viva, cuando Moises bajó del Sinai, Larry Hama ya había acuñado los 10 Mandamientos del tipo duro con la ayuda de sus adeptos. Condensados en una sola portada a base de habanos humeantes, una descomunal ametralladora Gatling, toneladas de fuego y munición gastada a si como una pose absurdamente desafiante, sus historias estaban echas a base de testosterona adulterada con adrenalina, y grandes dosis de pólvora, sangre y napalm. En compañía de algunos de los dibujantes más espectaculares de su época, Hama convirtió la serie de Lobezno en el actioner definitivo, siendo su etapa más representativa la que va desde el final de su arco de presentación hasta que empezase a enredarse con los jaleos de Arma-X con El Escenario SHIVA. Con Pierce, Dama Mortal y sus Cosechadores en el trasfondo, Hama nos llevaría desde Guernica en plena Guerra Civil española hasta el corazón de Manhattan para acabar finalmente en las profundidades del Yukón en una historias que lo tiene absolutamente todo y más. Un delirio de acción que haría que a la segunda parte de Los Mercenarios se le encogiesen las gónadas por comparación y que define a la perfección una etapa que combina diversión desmadrada junto a un acertadísimo tratamiento del personaje y un tono de serie B que se grabaría a fuego entre los aficionados (Lobezno Classic 13, 14, 15, 16 y 17)



5. La Piedra Gehenna de Peter David y John Buscema: Aprovechando el bagaje que había construido Claremont en torno a Lobezno durante su época como Parche en Madripoor, Peter David y John Buscema embarcarían al canadiense en una aventura alrededor de todo el mundo, tras la pista de un artefacto místico ansiado por fuerzas demoníacas y terrenales por igual. Con sus ingeniosos guiones y su habilidad única para dar vida a personajes que rebosan carisma, Peter David convertiría a Lobezno en una suerte de Indiana Jones en una trama que no daba pie para el descanso y que se convirtió en un clásico imprescindible de la serie del garras. Y aunque más allá de este arco argumental concreto sus trabajos con el personaje están dispersos a través de varios fill ins y otras tantas cabeceras (con alguna que otra aportación memorable, como la trama Sediento de Sangre junto a Sam Kieth), merece la pena disfrutarlo solo por su propia existencia (Lobezno Classic 5, 6 y 7)



4. Enemigo del Estado de Mark Millar y John Romita Jr.: Sirviéndole como con el universo tradicional en las vísperas de la Civil War, este mastodóntico homenaje de Millar al Lobezno de Claremont y Miller reunía todos los elementos que han hecho grandes al personaje a una endiablada historia de acción sin descanso que ponía patas arriba toda Marvel. Tras viajar a Japón para investigar la desaparición del hijo de un amigo, Lobezno se verá atrapado en una siniestra trama tejida por Hydra y La Mano para imponer el reinado del caos sobre las ruinas de de la civilización occidental. Retomando una vieja trama jamás realizada de Claremont, Millar enfrentaría a Lobezno a héroes y villanos en una trama repleta de parafernalia militar, ninjas, terroristas, ninjas, superhéroes, terroristas, supervillanos y más superhéroes, dando vida a una de las más letales némesis a las que Lobezno se haya enfrentado a lo largo de la carrera. Reuniendo todo lo que hace grande al personaje, la historia que conforman los dos arcos argumentales trazados por escritor y dibujante componen un vertiginoso blockbuster sin parangón posible en el cine (Marvel Deluxe Lobezno de Mark Millar 1 y 2)



3. Otro Bonito Follón de Jason Aaron y Adam Kubert: Jason Aaron ha sido probablemente el guionista que mejor haya entendido a Lobezno desde que Claremont y Byrne construyeron su mito en páginas de Uncanny X-Men. Con un debut prometedor tras ganar un concurso que le permitiría realizar un relato corto en la cabecera, Aaron permanecería varios años apartado de la misma hasta que pudo regresar con esa pequeña joya que fue El Hombre del Pozo. A lo largo de su etapa Aaron aportó profundidad al canadiense más allá de como un mero icóno de acción, potenciando su mitología en historias que nos demostraban su versatilidad como personaje. Alternando las artes marciales, con una persecución tras la pista de Mística que podría haber sido una precuela de la última película de Katherinne Bigelow, el horror, la acción árida y directa al más puro estilo Sam Peckinpah con relatos intimistas o la ciencia ficción, su aportaciones más celebradas fueron sus colaboraciones con Adam Kubert, destacando esta disparatada historia en la que Spider-Man y él se veían atrapados en una sórdida aventura a través del tiempo. Combinando humor, con un mimo absoluto a los protagonistas, desbordante imaginación y una química arrolladora, la miniserie se convirtió en una suerte de anticipo del tono que emplearía en Lobezno y la Patrulla-X, siendo una referencia imprescindible para todos los que estén disfrutando de esta etapa del canadiense (Astonishing Spider-Man y Lobezno)



2. Honor de Chris Claremont y Frank Miller: Parece mentira que las intenciones primeras de Chris Claremont fueran quitarse a Lobezno de encima en cuanto tuviera oportunidad. El guionista que devolvió a su gloria a la Patrulla-X aprendió a querer al canadiense por la intervención de John Byrne, convirtiéndose en el principal responsable de dar forma al mito que le rodea. De entre todos los relatos que escribió en torno a él tanto en la serie grupal como su propia cabecera, ninguno es tan representativo como esta miniserie a medio camino entre Soghun de James Clavell y The Yakuza de Sydney Pollack, en la que aprovechó los lazos de Lobezno con oriente a través de su amada Mariko Yashida para adentrarnos en una vibrante historia repleta de clanes criminales y ninjas, en la tierra del sol naciente. Con el arte de Frank Miller para ilustrarlo, es un clásico infinitamente referenciado en la historia del personaje (Lobezno: Honor)



1. Arma X de Barry Windsor Smith: Es imposible acabar un listado con las mejores obras del personaje sin acabar refiriéndose a la atmosférica obra del dibujante de Conan. Encargándose de guiones y dibujos, Smith nos narró los orígenes -no del hombre, sino de la bestia- alejándose de los superhéroes para adentrarnos en el terreno del horror. Carne y metal entra en una comunión contranatura para dar forma a la desacralización absoluta del individuo para reducirlo a su forma más pura y salvaje. Contemplado de forma carente de afecto por un grupo de científicos volcados en el proyecto sin importarles la aberración que están creando, este angustioso relato a medio camino entre el monstruo de Frankenstein y El Mensajero del Miedo salpicaba sus diálogos como gotas esparcidas al azar sobre unos lúgubres paneles de los que era imposible escapar. Ni siquiera un final anticlimático conseguiría privarla su derecho a convertirse en uno de los grandes clásicos del cómic de superhéroes y en una obra imprescindible tanto para el personaje como dentro de Marvel Comics en general (Arma-X)

Y con esto terminamos nuestro repaso a las grandes historias de Lobezno, con una selección de obras que se pueden leer perfectamente por si solas pero que a la vez abren las puertas a las grandes etapas o historias que han capitalizado sus series. Es probable que más de uno echéis en falta alguna mención a las etapas como las de Archie Goodwin, Greg Rucka, Daniel Way o puede que incluso haya algún loco reivindicando a Jeph Loeb solo por la miniserie Víctimas. Personalmente únicamente me he quedado con la espina de hacerlo con la de Cullen Bunn y Paul Pelletier, que pese a su brevedad interrumpida y que muchos probablemente no la consideren más que como un epílogo de la de Aaron, consiguió resultarme gratamente interesante. Ahora solo espero que no os haya importado que hayamos sustituido nuestras intenciones iniciales de dedicar el post a la obra de Frank Cho, por otro centrado en Lobezno.