Capitán Meteoro Vol. 2 Cap. 15: Cinco villanos… (Parte 2, de 2)

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FIN DEL VOLUMEN II: Aquel microbús era como un interno más de la residencia, otro anciano, un camarada de la misma quinta que el más joven de los pasajeros, que había vivido junto a ellos en un garaje de madera en el que también se guardaban la herramientas del jardín, y que si sobrevivía, si todavía podía caminar, era gracias al esmero y al cariño que Mordechai Goldsmith, “Torpedo” Mordechai, había invertido en él durante todo ese tiempo. El bueno de Torpedo maldecía a la administradora a diario, se quejaba en secreto de la miseria de sueldo que cobraba; en casa, por las noches, cuando hablaba con su mujer, llamaba a los ancianos “cadáveres” o “zombis” o cosas peores, y cada vez que tenía que reparar alguna avería del vehículo, cambiar una bujía o limpiar el carburador, rugía como un oso atrapado en un cepo… pero al final, bien porque la vida no le brindó una oportunidad mejor, o bien porque él mismo tuvo miedo de tomar las que se le ofrecieron, terminaba siempre repitiendo la misma rutina día tras día, haciendo su trabajo de la mejor manera que sabía…

Capitán Meteoro Vol. 2 Cap. 14: Cinco villanos… (Parte 1, de 2)

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Creo que los malos eran cinco… Sí, eran cinco. Vamos a ver si no recuerdo mal… El músculo del grupo lo aportaba “El Rey Tantor”, tenían un generador de energía –“Calambre”-, un tío con una dimensión de bolsillo dentro de un saco que se había bautizado a sí mismo, de manera ingeniosísima, “El Hombre del Saco”, un controlador mental no demasiado serio –“Yuyo”-, y un jefe, un cerebro recién salido de presidio, en plan soy muy duro y muy malo, tengo un poder original y puedo con lo que me echéis, llamado “Ácido”, no precisamente por el Ph de su humor…

Capitán Meteoro Vol. 2 Cap. 13: Venus (Parte 4, de 4)

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Las batallas contra seres masivos no suelen prolongarse demasiado. El poder desencadenado, el exceso desmedido de materia o energía, el caos, en definitiva, produce siempre destrucción y causa mucho daño en nuestras ordenadísimas ciudades, en nuestras vidas perfectamente delineadas. Sin embargo, a la hora de presentar batalla, el desorden, por muy magnificado que esté, se comporta como un enemigo que huyera en desbandada. En esos casos, tanta fuerza bruta rugiendo no vale de mucho ante la fuerza combinada y la inteligencia de los campeones del equilibrio… El monstruo, llamémosle así, provoca gran desconcierto al principio, arrasándolo todo como una plaga: derriba edificios -igual le da que sean hospitales, iglesias, oficinas o casas de vecindad-, arranca los cables del tendido eléctrico, provoca explosiones e incendios, hace descarrilar los trenes de cercanías y parte los puentes en dos como si le costara demasiado trabajo el rodearlos o saltarlos…

Capitán Meteoro Vol. 2 Cap. 12: Venus (Parte 3, de 4)

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Se llamaba Theodore Napoleón Thurlow y era perro viejo –empecé la historia justo por el principio, contándole hasta el más mínimo detalle-. “T.N.T.” era su alias; un apodo muy bien puesto, por otra parte. Decía ser el jefe y, verdaderamente, creía que así era; creía que mandaba y que lo hacía mejor que nadie. Se tenía por un profesional, no atendía a más razón que la fuerza y pensaba que ser despiadado y violento era lo mismo que ser diligente y decidido. Culpaba a los demás de todos sus fracasos pretéritos y pensaba que si no le había ido mejor en su vida, si no era más rico y famoso, era porque nunca había dado con compañeros de su talla… Evidentemente, los demás no lo veían así. Tenía mala fama incluso entre la gente con peor fama, y un historial tan sucio y tan feo como el culo de un mono con diarrea. Cada vez le costaba más encontrar compañeros de correrías. Si le preguntabas a cualquiera sobre él, a algún sinvergüenza de los que podían contarte algo sobre su vida, solías escuchar siempre una cantinela parecida como respuesta: te decían que había nacido malo y que moriría malo, y eso, en palabras de un ladrón de medicamentos, de un chulo de barrio, de un sicario o de un traficante de drogas, no era decir poco.

Capitán Meteoro Vol. 2 Cap. 11: Venus (Parte 2, de 4)

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Últimamente han ocurrido cosas que me han hecho pensar mucho. Se ha juntado el asunto del Íncubo, que ha salido de la cárcel, con la aparición de esa chica nueva que te comentaba y, sobre todo, con la llegada de la primavera, la estación de los amores… Esos tres ingredientes se han mezclado en mi cabeza, desorganizando mis ideas y transformando mi mente en un revoltijo explosivo, inútil a la hora de pensar con claridad. Verás, después de mi fracaso con Anat, no había vuelto a fijarme en ninguna otra. Ya te he hablado de lo injusto que fui con aquella muchacha: jugué con sus sentimientos de manera caprichosa y la utilicé para reafirmar mi ego de macho, tan desgastado por el paso del tiempo… Tras vernos durante unas semanas, formé una idea, no sé si acertada o no, de lo que ella buscaba de mí y, sin siquiera preguntarle, sin llegar a certificar lo correcto de mis suposiciones, la excluí de mi vida de manera radical. Recuerdo lo maravillosamente cariñosa que fue conmigo en todas las ocasiones, con qué entrega se ofreció a colaborar en todos mis juegos amorosos, y cómo yo la rechacé por una sola palabra… ¿Te lo puedes creer?

Capitán Meteoro Vol. 2 Cap. 10: Venus (Parte 1, de 4)

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Querida Marie… Te echo de menos… ¡Te echo tanto de menos que, a veces, no me explico cómo he podido vivir todo este tiempo sin ti! Muchas noches, al irme a dormir, tu sonrisa me viene la memoria y me siento indigno por no haberte recordado a cada hora del día, a cada instante, por no haberte mantenido continuamente viva en mi memoria durante todos estos años… Me gustaría poder decirte lo mucho que te quise, lo mucho que te sigo queriendo, y como a pesar de todos mis poderes no puedo, uso este diario para simular que lo hago, para calmar un poco esta sed insaciable que me castiga. Juego a estar frente a ti, a pensar que algún día, en algún lugar, podrás recibir estas palabras mías… Me hago viejo, y en vez de olvidarte como sería normal, me acuerdo cada día más de tu sonrisa. Paradojas; puede que no recuerde lo que comí ayer, pero recuerdo perfectamente el sabor de aquella hamburguesa que me invitaste a tomar en nuestra primera cita. Jamás he vuelto a probar alimento tan sabroso: iba condimentada con pura ilusión, con la esperanza infinita que el amor y la juventud colocan en el horizonte de la vida…

Capitán Meteoro Vol. 2 Cap. 9: Tunguska, Las Vegas (Parte 7, de 7)

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-Dice ser una especie de enviado… -Ya, pero eso no significa que lo sea, sólo que afirma serlo o, lo que es peor, que cree serlo… -Para el caso es lo mismo. Tiene poder suficiente para borrar del mapa una ciudad entera de un plumazo y algo me hace pensar que no ha utilizado todo su potencial. Fomalhaut y el Doctor Nemo están haciendo mediciones… -¿No se ha movido? -No, ni un paso. El Capitán Meteoro se dio cuenta de que estaba ahí, plantado en medio del cráter como un pasmarote, justo después de que todo se fuera a la mierda… -Y dices que fue a intentar hablar con esa cosa y que no volvió… -No, no volvió… al menos la segunda vez. La primera le pilló muy cerca del epicentro de la explosión. Quedó muy malherido, pero consiguió sobrevivir… Ya sabes cómo es, siempre intentando echar una mano.

Capitán Meteoro Vol. 2 Cap. 8: Tunguska, Las Vegas (Parte 6, de 7)

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Supimos primero que el día de nuestro juicio se acercaba, aunque no llegamos a saber exactamente cuándo se nos requeriría para presentarnos ante el juez, ni tampoco el lugar de la vista. Se nos dijo luego que sería en la nueva Sodoma, que todo comenzaría por ahí, y buscándola, comprendimos que muchas de las ciudades levantadas por la mano del hombre en los últimos siglos podían volverse a bautizar así… nuevas Sodomas en casi cada país, en todos los continentes… Un poco más tarde se nos indicó ya un lugar exacto. Se señaló un oasis de vicio y ostentación, plantado en medio de un desierto, y se nos sugirió que buscáramos allí. “Todo empezará en Las Vegas”, se nos dijo… Sin embargo no nos dimos cuenta de que jamás hallaríamos al ángel, ni en esa ciudad ni en ninguna otra, porque estábamos predestinados a pagar: el único hombre que podía interceder por nosotros no acudiría a defendernos… Recuerdo, al menos, la primera parte del final de esta historia, y de la segunda, del desenlace, he sabido por algunos amigos en cuyas palabras tengo tanta fe, que casi considero que la viví también, aunque, como dije al principio, estuviera muerto cuando todo ocurrió. También vi retales de ella en los propios ojos de nuestro enemigo. Trataré, por tanto, de ser fiel a mis recuerdos y a lo que unos y otros me contaron…

Capitán Meteoro Vol. 2 Cap. 7: Tunguska, Las Vegas (Parte 5, de 7)

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Dicen que el auténtico valor de un hombre viene indicado por la talla de sus enemigos. Aunque, a decir verdad, yo disiento de esta afirmación -creo que, en realidad, para medir a una persona es mejor fijarse en sus amigos, en el número de ellos y en su catadura-, lo cierto es que, de contener un mínimo de verdad, aquel día crecimos hasta alcanzar dimensiones colosales… No creo que nuestros actos tuvieran demasiado mérito. No obramos de manera práctica ni inteligente, no conseguimos resolver el jeroglífico que el destino nos presentó y, si finalmente todo terminó bien, fue más por casualidad, porque una potencia superior dispuso que así debía ser, que por nuestras aptitudes y decisiones. Exceptuando los actos de Cornelius Wild y el sacrificio de Declam Odran, todo lo demás no valió mucho… Sin embargo, si nos fijamos en los enemigos a los que nos enfrentamos, entonces sí que ganaremos méritos. No todos los días los hombres retan a un adversario de la talla de aquel Ángel Exterminador.

Capitán Meteoro Vol. 2 Cap. 6: Tunguska, Las Vegas (Parte 4, de 7)

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Apuraba las últimas horas de la tarde en su laboratorio, acompañado únicamente por el espíritu de Joseph Haydn presente en la música de fondo, yendo de las notas a los cálculos matemáticos, saltando de la belleza perfecta de las armonías del músico austriaco, a la grosera incorrección de sus fórmulas, comparando ambos universos, y sintiéndose cada vez más frustrado. Le hubiese gustado que la perfección formal fluyera por su razonamiento de manera parecida a como las notas se sucedían en la partitura. Buscaba una naturalidad en los algoritmos que se asemejara a la de la sinfonía que escuchaba, pero no la lograba. Sabía que había errores, imprecisiones, que hacían que su nuevo proyecto fracasase siempre -una y otra vez-, al ser probado… De cualquier manera, confiando en que los dioses del caos lo favorecieran y, sobre todo, dándose cuenta de que el sol había comenzado a esconderse ya y de que su tiempo de recreo se agotaba, decidió realizar un último ensayo antes de salir de ronda. Sabía que se la jugaba, que no le estaría permitido errar ni una vez más y, sin embargo, se atrevió a dar el paso… al fin y al cabo era un héroe. Si lo era fuera, tendría que serlo también dentro de casa.

Capitán Meteoro Vol. 2 Cap. 5: Tunguska, Las Vegas (Parte 3, de 7)

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Si a algo tenía miedo el Doctor Odran era a que, una vez muerto, sus restos reposasen lejos de su país natal, lejos de su querida Irlanda del alma. Temía a eso más que a la mismísima muerte, porque, a su manera, era un hombre supersticioso y se forjó una idea de lo que sería el más allá, mezcla de mito, de tradición cristiana, de filosofía de cosecha propia y de cuento hippie de ciencia ficción, en la que se veía a sí mismo reposando eternamente bajo un árbol, en perfecta comunión con los verdes espíritus del bosque, disuelto en las entrañas de la madre tierra, pero, de alguna forma, todavía siendo él mismo. Sin embargo este miedo, aún estando siempre presente, no llegó nunca a convertirse en una obsesión. A veces hablaba de ello y recordaba, medio en broma medio en serio, la leyenda de un antepasado suyo que todavía vagaba por el muelle de Galway, arrastrando su espíritu pecador por el mundo de los vivos cuando hacía décadas que debería descansar en paz. Se trataba de su tío abuelo Conor, condenado según él de esta manera, tras ahogarse en aguas del océano Atlántico con asuntos todavía pendientes… Sea como fuere, no sé si por la confianza que tenía en su propia suerte o simplemente porque era valiente y decidió no dejarse nunca derrotar por sus miedos, Declan Odran, dedicó su vida a correr mil aventuras, algunas de las cuales, quizás una mínima parte, ocurrieron en su patria, la gran mayoría fuera de ella…

Capitán Meteoro Vol. 2 Cap. 4: Tunguska, Las Vegas (Parte 2, de 7)

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He sabido de esta parte de la historia por Conan Wild y sus archivos. Los alemanes fueron metódicos en todo durante la guerra, incluso en la manera de exterminar a los que creían sus enemigos. Fueron el único pueblo capaz de desarrollar una industria entera para acabar con el prójimo. Exceptuando este encono fanático, su esmero a la hora de ordenar todas sus acciones ha sido siempre de agradecer. Gracias a esta sistematización y a sus ordenadísimos archivos secretos, hemos llegado a saber muchas cosas… Le llevaron al hombre con las manos atadas a la espalda y lo sentaron enfrente, como en cada una de las ocasiones anteriores, al otro lado de la mesa metálica de color gris. La habitación entera olía a orines, a podredumbre y a miedo, y él disfrutaba de la sensación de terror absoluto que esos efluvios producían en los recién llegados. Al final de cada sesión, las ordenanzas mandaban fregar con lejía pero nunca protestó cuando la limpieza no fue lo suficientemente exhaustiva. Como una relación de causa efecto automática, los hombres se derrumbaban siempre al entrar allí… quizás el hecho de saberse muertos en vida y la sospecha del dolor que les esperaba en las que serían sus últimas horas de existencia, ayudara también a la demolición de los espíritus de los prisioneros… Los dos soldados salieron y, dando un portazo, abandonaron al viejo a su suerte. El anciano quedó sentado, con la espalda doblada hacia delante y la cabeza entre las piernas, murmurando entre dientes una letanía apenas audible que Karl-Heinz Haider, no llegó a entender. Sus ayudantes se miraron divertidos, recreándose en la desgracia de aquel hombre. Uno de ellos llegó a sonreír…

Capitán Meteoro Vol. 2 Cap. 3: Tunguska, Las Vegas (Parte 1, de 7)

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Es cierto, morí y resucité. Contaré los hechos tal y cómo yo los viví, siguiendo un riguroso orden cronológico, mas si he de hablar con propiedad, he de advertir que algunos de los pasajes de este relato no fueron presenciados por mí, y que si sé de ellos es bien por testimonios de terceros o porque existen pruebas científicas y de otra naturaleza, que me indican que ocurrieron, y que me ayudan a darme una idea, más o menos aproximada, de cómo ocurrieron… Algunos, durante estos años, me han advertido del cariz religioso de toda esta historia y han buscado y hallado tantas evidencias que apoyan su visión, que en ciertos momentos, no he podido por menos que darles la razón… Para respaldar su punto de vista, baste decir que morí el jueves veinte de febrero de mil novecientos sesenta y nueve, y que resucité un día después… Soy científico, sé que eso es aparentemente imposible pero, con los años, he aprendido que en ciencia existen solamente certezas y nunca verdades, y también que la tecnología que se aleja demasiado de nuestra cultura y nuestro conocimiento, puede ser tomada por magia, aceptada como materia milagrosa con facilidad…

Capitán Meteoro Vol. 2 Cap. 2: El Mal final

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Estoy en condiciones de afirmar que me he enfrentado al mal en casi todas sus formas. En todos estos años de carrera, me he enfrentado al mal cuando éste se escondía en el alma de hombres, de niños y de ancianos. Le he hecho frente cuando ha tomado la forma de un animal, de una planta o de un robot, cuando se ha escondido tras la furia feral de la madre naturaleza o cuando lo ha hecho tras la insolente soberbia de lo artificial. Me he enfrentado a él encarnado en mujeres hermosas, en monstruosidades horribles, en inventos letales y, también, algunas veces, encarnado en las mentes desequilibradas de los inventores… Me he enfrentado a males provenientes de más allá de los confines de la galaxia, a males surgidos del núcleo mismo de la Tierra, a males alumbrados en tiempos remotos y a males llegados del futuro más lejano, a males microscópicos y a males tan enormes como el océano mismo. El mal puede ser una idea, una ley, un mandamiento, un fármaco, un libro, un deseo, una imagen, un juguete, un beso… He hecho cara al mal cuando procedía del infierno y cuando decía proceder del cielo… y creo que lo he derrotado siempre porque, hace años, llegué a la conclusión de que al mal no se le puede vencer con más mal.

Capitán Meteoro Vol. 2 Cap. 1: Atrapado en la Zona Negativa

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Me sorprende que tanta gente pida una segunda parte de mi novela “Núbilus”. Me sorprende y, he de reconocerlo, me halaga y me alegra mucho. Empezó a ocurrir con mi guión para el cómic, debería de estar ya acostumbrado. Incluso el propio Vicente Cifuentes me pidió en muchas ocasiones que continuara la historia... Sin embargo, cuando la escribí tenía claro que un argumento así, quedaba tan cerrado que difícilmente podría crear una continuación coherente. Además, me habría parecido una especie de traición a Joe, mi protagonista, el seguir viajando por su mundo sin su presencia. Por eso nunca me había planteado realmente el hacer una segunda parte... No obstante, un día, Raúl me convenció para que escribiera un serial de superhéroes en su página, en esta Zona Negativa, y no se me ocurrió otra cosa más que utilizar al Capitán Meteoro, otro de los personajes de Núbilus, para contar las vivencias en primera persona de un ser dotado de superpoderes increíbles... El Capitán, el personaje que daba nombre a la serie de comics que los protagonistas de mi novela leían de pequeños, es pieza fundamental en la oscura narración que cuenta las últimas peripecias de Joe Foster. Hasta tal punto es así, que llega un momento en el que ambas vidas, la del hombre vulgar y la del campeón dibujado, se entrecruzan de manera inseparable...

Capitán Meteoro: Despedida del primer volumen

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Con el episodio que hoy publicamos de Las aventuras del Capitán Meteoro damos por concluido el primer volumen –o la primera temporada, como gustéis llamarlo–. Es un paro forzado, como a continuación os explicará José Antonio, pero a su vez necesario para coger respiro y realizar una segunda temporada que mantenga la calidad de esta primera, algo en lo que por cierto José Antonio ya está trabajando. No engaño a nadie si digo que estoy muy orgulloso de este proyecto que hemos publicado, pues es un pequeño sueño que desde hace tiempo tenía: poder publicar en ZN una novela serializada de superhéroes. Y resulta curioso cómo surgió el proyecto de la forma más inocente. Recuerdo que leí la obra Nubilus de Fideu y Cifuentes publicada por Dolmen y me gustó mucho la aparición en ella de un personaje ficticio como era el Capitán Meteoro... me dejó con ganas de saber más de él, y sobre todo con unas ganas enormes de hablar con sus creadores, con quienes contacté si no recuerdo mal gracias a Jorge Ivan. Tras hablar con Fideu me di cuenta de que no sólo era un excelente escritor, sino mejor persona aún, y de seguida comenzaron a llegar algunas colaboraciones a modo de artículo que él me iba enviando y nosotros publicando en la web. Así hasta que, sin darnos cuenta y tras algunos e-mails, percibimos que había llegado el momento de dar vida literaria al Capitán Meteoro; un proyecto en el cual hemos ido los cuatro cogidos de la mano: Fideu apoyado por Cifuentes como los creadores, y José y yo como espectadores de lujo que teníamos la suerte de poder leer con antelación las historias. Los e-mails que nos enviábamos entre mi amigo José y yo eran continuos; llegó un punto en que se nos terminaban los elogios hacia el trabajo que estaban haciendo este par de monstruos, y al final tanto Torralba como yo llegábamos a la misma conclusión: ¡qué suerte que este proyecto cayera en ZN! Por desgracia, como os decía antes, ha llegado el momento de hacer un alto en el camino, y os dejo con las palabras de José Antonio quien, mejor que yo, explica los motivos de ello. Pero antes deseo mostrarle gratitud y admiración eterna por haber confiado en nosotros para publicar su creación y por haber concebido la que es para mí la mejor novela de superhéroes escrita para la fecha. Ahora sólo falta que algún editor se de cuenta para que lo publiquen en papel, pues creo que sería un rotundo éxito. ¡¡Un abrazo Jose Antonio y Vicente y gracias de nuevo por este tesoro que nos habéis regalado!!

Capitán Meteoro Cap. 15: El Museo de las Maravillas (Parte 2, de 2)

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Y llegó el mes de diciembre… Y lo hizo, como cada año, cargado de buenas intenciones, de aromas caseros, de luces de colores, de bolas brillantes, de cálida nieve y de regalos… A un observador poco atento habría podido parecerle otro mes de diciembre más, otro mágicamente vulgar mes de diciembre, pero en realidad no lo era, ni por asomo… al menos para Balthasar Britt no debió serlo… No, para Balthasar Britt no lo fue. He hablado algunas veces de este asunto con él en los últimos tiempos, de la soledad profundísima y la tristeza que la cercanía de las Navidades le provocaba. Me recuerda siempre que todo cambió para él aquel año, al mes y pico de haber conocido a Louie en el Museo de las Maravillas. Cuando me habla de aquella Navidad, no puedo hacer otra cosa más que sonreír, y me acuerdo de todos aquellos que dudaron de la verdadera naturaleza del Abejorro, los que lo llamaron delincuente y villano y mil cosas peores, sin saber realmente de lo que hablaban, sin haberse parado ni un momento a pensar por ellos mismos…

Capitán Meteoro Cap. 14: El Museo de las Maravillas (Parte 1, de 2)

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En el lugar donde se cruzan las calles Bradbury y Jules Verne, tres manzanas más allá del parque Wells, hay una pequeña plaza cuadrada, muy concurrida cuando llega el buen tiempo, donde los viejos van por la tarde a jugar al ajedrez y a las damas, o a discutir sobre sus cosas, y las parejas de enamorados se entretienen echando de comer a los patos o regalándose arrumacos en los bancos más discretos… Se trata de un lugar por el que todos los habitantes de la ciudad hemos paseado en alguna que otra ocasión, casi siempre con demasiadas prisas, esa es la verdad, sin haberle concedido el tiempo que quizás se merecía, pero que vuelve a recibirnos cada vez que regresamos a él con la misma cordialidad, con los mismos colores, los mismos aromas y casi los mismos sonidos… sin ningún reproche. Y eso es raro. Las calles de las ciudades son celosas, rencorosas me atrevería a decir, te echan en cara el haberlas abandonado a la más mínima oportunidad. Te vas durante unos años y a tu vuelta, tu traición queda reflejada en el cambio de las fachadas, en el solar donde jugaste tantas veces, sobre el que ha brotado, como por arte de magia, un nuevo y aséptico centro comercial, una gasolinera o un bloque de apartamentos. Hasta las sombras te castigan y te arrastran a la melancolía; buscas una, bajo la que besaste a tu primer amor, y ya no está… Te das cuenta de que el árbol que la proyectaba fue talado junto con tu niñez, y te sientes viejo y vencido… un traidor derrotado por la vida y el paso del tiempo… Sin embargo, la plaza de Las Maravillas no es así… nunca ha sido así.

Capitán Meteoro Cap. 13: Secuelas de guerra (Parte 5, de 5)

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En unas horas todo se complicó. Los rusos se tomaron el ataque de Berit Köller muy mal. Era lógico, casi les cuesta un primer ministro, y en el pasaporte de la pobre mujer figuraba una calle del Berlín Occidental como su lugar de residencia… De poco valieron las reiteradas disculpas del gobierno de la República Federal Alemana, la tensión se multiplicó, si hubiéramos tenido termómetros para medirla, habrían reventado… Mientras desde el Kremlin se daban órdenes a las tropas de todos los países del éste para que ocuparan posiciones defensivas cercanas a las fronteras con los territorios capitalistas, los americanos ponían en marcha los engranajes de la OTAN para prepararse ente la inminencia de una nueva guerra… Las conversaciones terminaron rápidamente y cada uno de los reyes del mundo volvió a su casa con excusas suficientes como para desencadenar otra masacre internacional. Debieron haberse disculpado por su ineptitud, ambos se mostraron incapaces de llegar a un acuerdo de paz, y sin embargo, lo que escuchamos a través de la televisión y la radio no fueron más que reproches hacia el otro bando, culpas que siempre eran del vecino, nunca errores propios… En las calles se produjo inmediatamente una doble reacción que fue similar en varios de los países que visité. Los hombres, aunque nos creemos únicos, somos seres bastante parecidos, solemos reaccionar de manera semejante ante estímulos idénticos: por un lado pequeños grupos de exaltados entraron en frenesí y se lanzaron a la calle pidiendo a gritos una retribución de los agravios sufridos; querían guerra, querían bombas, querían la sangre de sus enemigos aunque para ello tuvieran que derramar también la suya propia. Gritaban en nombre del comunismo, de la democracia, en nombre de la verdad y la justicia, con palabras distintas y, sin embargo, me parecieron todos iguales. De sobra los conocéis; inconscientes y estrechos de miras que aparecen siempre en tales circunstancias, utilizando cualquier justificación para dar rienda suelta al odio y a la frustración que emponzoña su vida… Y frente a ellos, la mayoría de la gente, la gente buena y sencilla, que se quedó muda de espanto. Se miraban unos a otros si saber qué decir, se paraban en los escaparates de las tiendas de electrodomésticos y en los quioscos sin apartar la vista de las mismas noticias, aterrados ante la posibilidad de que surgieran nuevas todavía peores…

Capitán Meteoro Cap. 12: Secuelas de guerra (Parte 4, de 5)

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Muchas veces, a pesar de todos mis poderes, a pesar de mi fuerza y de que poseo el don del vuelo por el que muchos hombres habrían vendido su alma, desearía volver a la época en la que solamente soñaba con llegar a ser un héroe. Deseo volver al tiempo en el que era niño: el tiempo de las carreras, las risas, los juegos en la calle, los empujones, la comida a medio día con mis padres, el bocadillo sentado en el muelle de la bahía por la tarde, el tiempo de mi abuela y su pastel de carne, el tiempo de la escuela, del primer beso, del primer partido ganado, cuando todavía no había perdido en casi nada… el tiempo en el que toda la vida era un misterio que me esperaba con los brazos abiertos. Es normal, creo que hay momentos en los que todos deseamos volver allí: no había entonces dolor, ni dudas, ni arrepentimiento, y la vida era infinita… Mi padre era maestro de escuela, pero el hombre tuvo la sabiduría necesaria como para matricularme en un colegio diferente al suyo. Fui un niño bueno, nunca di problemas y me dediqué a jugar con los demás críos y a ir aprobando las asignaturas sin demasiada brillantez, pero también sin complicaciones. Recuerdo a mis amigos de entonces con gran cariño, algunos de ellos siguen siéndolo hoy en día. Nos vemos de vez en cuando, hemos crecido y nos hemos dejado llevar por nuestras obligaciones de adulto y nuestros egoísmos particulares, pero intento siempre encontrar un hueco para encontrarme con alguno de ellos cuando puedo.

Capitán Meteoro Cap. 11: Secuelas de guerra (Parte 3, de 5)

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Debe de ser que algunos días los hombres nos despertamos ofuscados por los sueños de la noche anterior, sueños de grandeza y poder, o que los dioses, cruelmente, deciden utilizarnos de vez en cuando como juguetes, para saciar así su sed de emoción, tentándonos con visiones de dominación y victoria. No sé bien por qué, pero lo cierto es que hay días en que me parece que la estulticia humana se reproduce como una plaga, afectando a demasiaos de nosotros y a la misma vez. Esos días en los que coincide la estupidez de tantos, me pregunto cómo la especie ha llegado a levantarse del barro primigenio en el que fuimos engendrados… Después de una semana interminable de conversaciones, los presidentes de las dos grandes superpotencias, los reyes del mundo civilizado, parecieron llegar por fin a un principio de acuerdo. Ninguno de nosotros supo en realidad lo que se discutía: mientras ellos se encerraban a cal canto, los superhéroes nos quedábamos fueran, en un despacho contiguo a la sala de juntas, y nos mirábamos sin decir casi nada durante horas. Era curioso que nos dejaran allí apartados si nos habían llamado para proteger a los mandatarios de un ataque terrorista, que sólo se preocuparan de mostrarnos en las ruedas de prensa… La manera de pensar de los políticos, sus intenciones profundas, me refiero, fueron siempre un arcano indescifrable para mí, hacía tiempo que había cesado mi interés por entenderlas y, sin embargo, mientras esperaba, no dejaba de pensar que me estaban engañando, que había algo más que no habían querido o que no se habían atrevido a decirme…

Capitán Meteoro Cap. 10: Secuelas de guerra (Parte 2, de 5)

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Al día siguiente de mi encuentro con Berit Köller hablé con el presidente Huet y le pedí que la recibiera. Esperé a la hora de la comida, que se postergó hasta muy tarde a causa de otra maratoniana sesión de reproches, vacía de entendimiento, entre nuestro líder y el del bloque comunista, y me acerqué hasta la suite del hotel que hacía las veces de despacho presidencial para hablar con él. Toqué con los nudillos en la puerta y los dos agentes que hacían guardia a los lados, apenas se atrevieron a mirarme de reojo. Al entrar lo encontré sentado en una mesa de despacho de madera de roble, en mangas de camisa, con la corbata aflojada y comiendo con desgana, seccionando un filete como un cirujano que amputara un tumor. Había apartado el flexo, el teléfono rojo y varios montones de papeles para hacer sitio a la cubertería, improvisando un comedor sin demasiado gusto. La escena me desconcertó. El hombre más poderoso del mundo almorzaba, a deshora, apresurado, en una suite de hotel, como un mendigo, y en vez de ocupar una mesa del salón había decidido hacerlo allí… Lo comprendí todo al observar la ubicación del mobiliario y la distribución de las habitaciones de la suite. El comedor era una estancia mucho más luminosa, toda la pared sur era un gran ventanal, las montañas nevadas y un bosque cercano se dibujaban de fondo tras el cristal, por contra, el pequeño despacho había quedado marginado a un rincón de la entrada, la luz se colaba en él por una modesta ventana alejada del escritorio varios metros. Era un lugar mucho más seguro. Entendí aquella soledad como otro de los sacrificios que ese hombre tuvo que hacer por el bien de nuestro país.

Capitán Meteoro Cap. 9: Secuelas de guerra (Parte 1, de 5)

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Hubo una vez una guerra, quizás continuación soterrada de la última gran campaña del siglo, que se libró sin demasiados tiros, más en lujosos despachos y en la televisión que en el campo de batalla; una guerra de golpes bajos, escaramuzas invisibles y miedo, que a punto estuvimos de perder todos. Fue una guerra rara, que empezó sin una declaración y terminó sin un armisticio. Como cualquier otra guerra, también tuvo sus caídos, aunque pocos fueron los que se tomaron la molestia de honrarlos. Que yo sepa, no se levantó un sólo panteón en memoria de aquellos muertos, y ningún discurso clamó jamás en su honor, en pago a su sacrificio… Sería quizás porque la mayoría de ellos no tuvieron pasaporte ruso, ni americano, ni inglés. Muchos ni siquiera contaron como tales: se les escondió, como se esconden los pecados más inconfesables y sus muertes fueron congeladas en el olvido. Con el tiempo he llegado a pensar que tal vez por ellos, por todos esos cadáveres, se le dio a aquel periodo su nombre… Llamaron a esa contienda la Guerra Fría…

Capitán Meteoro Cap. 8: La Exclamación

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Siete son las entregas que hemos publicado hasta la fecha de las aventuras del Capitán Meteoro cortesia de Jose Antonio Fideu y Vicente Cifuentes, todas ellas de una calidad excelente que nos han mantenido aferrados a la pantalla hasta que hemos leido la última de las palabras. Cada vez somos más los fans declarados del Capitán Meteoro que esperamos con ansia la llegada de un nuevo miercoles para poder continuar leyendo sus aventuras, ¿como que tu no eres uno de los que están siguiendo sus aventuras? Pues esta semana tienes la oportunidad perfecta de engancharte pues os ofrecemos el capitulo La exclamación que sirve de respiro de la GRANDISIMA saga anterior y abre las puertas para una nueva historia que os aseguro os dejará a todos con la boca abierta. Y como estamos convencidos de que tras leer el episodio de hoy querreis leeros (o releer) los anteriores os lo pondremos fácil y os adjuntamos los enlaces: Capitán Meteoro Cap. 1: El mal se toma un respiro los martes Capitán Meteoro Cap. 2: Solo ante el Desmembrador (Partes 1 y 2, de 3) Capitán Meteoro Cap. 3: Solo ante el Desmembrador (Parte 3, de 3) Capitán Meteoro Cap. 4: El hombre del fin del mundo (Parte 1, de 4) Capitán Meteoro Cap. 5: El hombre del fin del mundo (Parte 2, de 4) Capitán Meteoro Cap. 6: El hombre del fin del mundo (Parte 3, de 4) Capitán Meteoro Cap. 7: El hombre del fin del mundo (Parte 4, de 4)

Capitán Meteoro Cap. 7: El hombre del fin del mundo (Parte 4, de 4).

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Para mí, hablar del Hombre de Ceniza es muy difícil: es hablar de un misterio arcano que no termino de comprender nunca, pero que, a la vez, se presenta siempre ante mis ojos con la más insultante normalidad. Una paradoja andante: leyenda viva y superstición tornada en evidencia, axioma imposible constantemente realizado, artículo de fe que puede ser tocado y examinado de continuo, la regla que acaso sirviera para romper todas las demás reglas… Tozeur es un anacronismo en sí mismo y es a la vez totalmente contemporáneo, es fuego pero, en vez de quemar, cura el mundo, es un demonio que llora por los pecados del hombre, es un soldado que aborrece la cruzada en la que lucha y que, si no reniega de ella, es únicamente por compasión… Por eso, en vez de comprenderlo, labor a la que renuncié hace tiempo, trato de describirlo siempre con la más absoluta precisión para que cada uno pueda juzgar según su criterio.

Capitán Meteoro Cap. 6: El hombre del fin del mundo (Parte 3, de 4).

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La Red Pentáculo es el nombre de una organización criminal formada siempre por cinco miembros, a cada cual más retorcido y abyecto, dedicada a ratos a dominar el mundo, a ratos a destruirlo, y en la mayoría de las ocasiones, a diseñar planes tan entretenidos como absurdos, que nos mantienen ocupados a ellos y a nosotros; planes increíbles que no dejan por ello de ser enormemente peligrosos para los ciudadanos normales. Entre sus logros se cuenta la destrucción de una Isla del Pacífico en mil novecientos cincuenta, borrada del mapa sin que todavía sepamos cómo, el haber tenido el dudoso honor de extender una plaga de narcolepsia por Londres unos años después, el intento de asesinato de Conan Wild y su familia, o el haber provocado el gran apagón de Boston que tantos trastornos provocó en el verano del cincuenta y cinco… Se formó como organización poco después de la Segunda Guerra Mundial, y de los miembros originales, sólo dos, la antes citada señora Latrodectus y el Conde Atrax, han permanecido de manera perenne como integrantes del círculo interior de la misma.

Capitán Meteoro Cap. 5: El hombre del fin del mundo (Parte 2, de 4)

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Yvette Taylor llegó a mi casa tres días después de que desapareciera su marido. El primer día lo pasó esperando a que él regresara. El segundo lo empleó en llamar a sus amigos y familiares más cercanos, desesperándose y buscando en vano, y sólo al tercero, en vista de que él parecía haberse perdido completamente, consiguió vencer su miedo, y pesó más en su conciencia la posibilidad de que hubiera terminado cometiendo una locura o le hubiera pasado algo malo, que su inquietud ante las preguntas indiscretas o lo que pudieran pensar los jueces y fiscales al encontrarse con un proyecto como el suyo, realizado casi enteramente al margen de las leyes del hombre, y puede que incluso atentando contra las de la propia naturaleza. Por eso desperdició tres días antes de venir a verme. Si, tal y como había predicho su marido entonces, el fin de todo estaba a una semana de ocurrir, nos quedaban sólo cuatro días de existencia. Cuatro días para salvar al universo entero…

Capitán Meteoro Cap. 4: El hombre del fin del mundo (Parte 1, de 4)

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Cuarta entrega de las aventuras del Capitán Meteoro en la que Jose Antonio Fideu nos descubre a dos nuevos supervillanos aparecidos por primera vez en el serial televisivo del Capitán Meteoro en 1945. Sus nombres Conde Atrax y su inseparable Madame Latrodectus.

Capitán Meteoro Cap. 3: Solo ante el Desmembrador (Parte 3, de 3)

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Tercera entrega de las aventuras del Capitán Meteoro en la que asistimos a la conclusión del relato del Desmembrador, en esta ocasión Jose Antonio Fideu se ha animado a versionar la anterior ilustración de Vicente Cifuentes. Esperamos vuestros comentarios de esta nueva entrega.

Capitán Meteoro Cap. 2: Solo ante el Desmembrador (Partes 1 y 2, de 3)

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Segunda entrega de las aventuras del Capitán Meteoro en la que Jose Antonio Fideu nos presenta el encuentro entre el Abejorro y Meteoro el cual culmina con un descubrimiento asombroso sobre el Desmembrador, ¿Que quién es el Desmembrador? Para saberlo tendrás que leer el segundo acto lleno de dramatismo que también os incluimos hoy. Esperamos vuestros comentarios de esta nueva entrega.

Capitán Meteoro Cap. 1: El mal se toma un respiro los martes

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Iniciamos ahora si la publicación del primer capítulo de las aventuras del Capitán Meteoro a cargo de Jose Antonio Fideu con ilustraciones de Vicente Cifuentes, los autores os estarán muy agradecidos si dejáis vuestra opinión sobre este primer capítulo. Y ya sabéis a partir de ahora cada miércoles a las 08:00 tenéis una cita con el Capitán Meteoro. “¿Hay fuerza en el universo capaz de detener el curso de los planetas…? ¿Alguien osaría retar a un cometa en una carrera por el vacío sideral? ¿Hay ser en la creación más poderoso que la propia fuerza de la gravedad…? Sí, el Capitán Meteoro, el hombre elegido por el destino para concentrar todo el poder del cosmos… Él es fuerza, él es celeridad, él es energía. En la noche más oscura, iluminará nuestro camino con su estela…”

Capitán Meteoro: Introducción

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Como lector apasionado de libros que soy llevo tiempo diciendo que hay un género por explotar en la literatura y que el primero que se lance a ello sentará precedente igual que en su día lo hizo Dan Brown con su Código Da Vinci, me estoy refiriendo al genero superheroico, tan de moda en el séptimo arte y que ha penas ha sido tratado en la literatura más allá del excelente relato que años atrás escribió Rafa Marín titulado Mundo de dioses. Es por ello que cuando conocí a Jose Antonio Fideu, guionista que me había asombrado con su trabajo en Nubilus y tras una más que interesante conversación en e-mail surgió la idea de lanzarnos a la piscina y publicar en ZN la primera novela serializada de genero superheroico, propuesta a la que como no, se unió de una forma más que generosa Vicente Cifuentes, compañero de Jose Antonio en Nubilus y uno de los dibujantes qué más dará que hablar en los próximos años, para realizar las ilustraciones que acompañaran al serial. No os quiero desvelar muchos detalles al respecto pues para eso están las palabras que vienen a continuación de Jose Antonio, si que os diré que nuestra idea pasa por publicar cada Miércoles a las 08:00 un capítulo de la obra de la cual por cierto ya he recibido varios capítulos y el interés no deja de crecer creedme. Sin más os dejo con las palabras de Jose Antonio sobre el proyecto y os emplazo a mañana a las 08:00 para leer el primer capítulo de las aventuras del Capitán Meteoro, creedme el madrugón valdrá la pena.
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