Kids

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Edición original: Kids (Humanoides Asociados, 1985).
Edición nacional/ España: Kids (Eurocómic, 1985).
Guión: Arno, José-Louis Bocquet, El Nowotny.
Dibujo: Arno.
Color: B/N.
Formato: Tomo rústica 52 págs.
Precio: 400 pts.

 

Arno (seudónimo de Arnaud Dombre, 1961-1996) será siempre recordado como el colaborador necesario del chileno Alejandro Jodorowsky en una de sus sagas-río de fantasía, Alef-Thau, la tercera en discordia tras El Incal (con Moebius) y La casta de los metabarones (con Juan Giménez). Arno dibujó siete de los ocho álbumes del ciclo original antes de morir prematuramente. Si no fuera por la sombra de Moebius, en quien se inspira (casi habría que decir: transpira), la alucinante habilidad demostrada al pincel merecería el calificativo de «maestría». Arno brilló y, como una supernova, se consumió aún antes de su verdadero adiós. Desde fines de los ’80 sus páginas sucumben poco a poco al amaneramiento y su línea firme y precisa (en realidad ligerísimamente temblona, como quería Hergé) se embota. Desaparecida la magia, fue detrás el hombre.

Conté a propósito de La cripta del roble el impacto que el trabajo sutil y hermoso de Arno tuvo en mí. Kids, álbum de 1985 que recoge historias cortas aparecidas en distintas cabeceras (Metal Hurlant, Spirou, À Suivre, etc.), reúne algunas de sus páginas más inspiradas, lo que equivale a decir que es uno de los tebeos mejor dibujados del mundo. Los guiones, mucho menos deslumbrantes, vienen firmados por El Nowotny (El tren), José-Louis Bocquet (Buscadores de restos, Josefa contaba los trenes) y el propio Arno (Supervivencia, Berlín 1945, Baluarte inexpugnable, Noche blanca, Búnker, Street Kids). Las nueve historias, protagonizadas todas ellas por niños o adolescentes (de ahí el título), se desenvuelven en variados entornos, casi siempre conflictivos o en guerra, que Arno aprovecha para desplegar sus mejores bazas: la expresión inocente de sus protagonistas, de grandes pupilas antes de la influencia del manga, y la recreación obsesiva de material militar (armas, uniformes, vehículos), con secuencias tan logradas como los pecios encallados en la arena del relato Buscadores de restos (págs. 09-12) o la sencillez de los vehículos acorazados -como preludiando a Katsuhiro Otomo– de Baluarte inexpugnable (págs. 33-36).

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Con una sola excepción, sobre la que me detendré enseguida, los relatos contenidos en Kids se alargan hasta las cuatro páginas justas. Ello explica que, las más de las veces, sean anécdotas o esbozos de historias más largas: Supervivencia o Buscadores de restos, ubicadas en un incierto futuro, ponen a los niños frente al apocalipsis en términos gratos a la ficción de los ’80 (El último recreo, Ultramundo), la primera en el rango de la robotización deshumanizadora y la segunda más en la órbita de los parajes estériles de Mad Max; Josefa contaba los trenes parece el germen de la posterior Kriegspiel, también con Bocquet (publicada en España en Cimoc nº 147-152); Noche blanca, con su búsqueda de un chute, remite a la mucho más contundente y desasosegante Paraíso infernal (Cimoc Especial Sueños); Street Kids -a la que alude la portada- relata una iniciación sexual en las coordenadas de Las medias (Cimoc nº 134), problemática para la sensibilidad actual; etc. Berlín 1945, con sus ocho páginas, supone la citada excepción: si bien los sucesos narrados carecen de originalidad, con un final más bien blando (que parece querer evocar los clásicos bélicos de Harvey Kurtzman, de resoluciones bastante más ácidas), las páginas retratan convincentemente el desconcierto final de la guerra y lo barata que resulta en tales casos la vida humana. Es la joyita de esta colección.

Más allá de las mínimas peripecias argumentales, Kids arrebata por el talento infinito de Arno: el dibujo, sin apenas manchas ni tramas, se construye tan prodigiosamente que el ojo lo decodifica de inmediato, sin asomo de confusión. Igual que Moebius, Arno posee el secreto de la línea simple que parece suelta, llena de vida. Sus figuras saben ser gráciles, como el mejor Manara, sus fondos complejos y documentados, como el mejor Giardino; incluso -se ha sugerido ya- la cinética de sus viñetas anticipa el vértigo de los combates del manga, como demuestra en Baluarte inexpugnable. El ojo de Arno funcionaba igual para retratar un bucólico paisaje costero tras la 2ª Guerra Mundial (pág. 42) que una densa barriada de principios de los ’80 que habría encandilado al gran Will Eisner (pág. 46).

Kids no aglutina todas las historietas breves que Arno dibujó en aquella época: otras, de parecidas características, se pudieron ver por estos pagos en Cimoc o en Metal Hurlant. Curiosamente, el álbum francés de Humanoides Asociados fue editado en color (con tonos semejantes a los de La cripta del roble). Confieso que lo prefiero en blanco y negro; solo Noche blanca (¿no debería ser «Noche en blanco»?) pierde algo de su toque pesadillesco sin la inspirada coloración en rojos, grises y azules. En el resto, las tonalidades elegidas uniformizan los bloques y oscurecen las delicadas tintas. Arno pide un cromatismo más evanescente, menos pastel y más acuarela. En cualquier caso, lleva demasiado tiempo el francés -con la excepción de Alef Thau, reeditado en dos volúmenes por Norma Editorial– ausente de nuestras librerías. Tamaña injusticia debería ser reparada a la menor brevedad.

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  Edición original: Kids (Humanoides Asociados, 1985). Edición nacional/ España: Kids (Eurocómic, 1985). Guión: Arno, José-Louis Bocquet, El Nowotny. Dibujo: Arno. Color: B/N. Formato: Tomo rústica 52 págs. Precio: 400 pts.   Arno (seudónimo de Arnaud Dombre, 1961-1996) será siempre recordado como el colaborador necesario del chileno Alejandro Jodorowsky en…
Guion - 6
Dibujo - 9
Interés - 8

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Alejandro Ugartondo
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20 octubre, 2015 0:29

Excelente reseña. Desconocía el material pero sin duda el artista vale mucho la pena