Píldoras Nacionales 16

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RESEÑAS

La conjetura de Poincaré, de Raule y J.M. Martín Saurí; Diábolo Ediciones; 48 págs., bitono, 15,95 €.

Me interesé por este cómic gracias a una recomendación de Manuel Darías, crítico por el que siempre he sentido una gran reverencia. Por supuesto, su título también me llamó la atención, así como la imponente ilustración de la portada y el hecho de que, esta obra, constituyera un punto de encuentro entre dos historietistas de generaciones bien distintas.

Por un lado, el dibujante Martín Saurí, nacido en 1949, fogueado durante años en el trabajo de agencia y cuya obra más conocida podría afirmarse que es Odiseo, realizada junto al escritor Francisco Pérez Navarro y recientemente reeditada por Norma Editorial (ahora bajo el clarificador título de La Odisea).

Por otro lado Raule, joven guionista que, después de varias obras en su haber, ha encontrado justo reconocimiento a su trayectoria con el éxito de Jazz Maynard.

Juntos, Raule y Saurí, ofrecen al lector una historia que constituye un perfecto compendio de las características prominentes en diferentes épocas de nuestra Historieta. De cuando el tebeo de agencia producido a destajo para Inglaterra y demás países europeos, La conjetura de Poincaré incluye diversos micro-relatos de género y una forma muy particular de retratar a sus personajes: trazo sintético, ligeramente icónico según el significado que Scott McCloud le atribuye al término, y uso constante de gestualidades y perspectivas falseadas que resultan narrativamente eficaces sin que sea necesario trabajar el dibujo con detalle. Como propios de nuestra época, los detalles más relevantes que presenta esta obra son su mescolanza de géneros bajo una propuesta argumental única, la pátina de relevancia que hace que la historia trascienda el puro trabajo de agencia (soberbio es el hallazgo literario que atañe a la infancia de la chica protagonista) y, en lo que respecta a las ilustraciones, el manejo de los negros del que hace gala Saurí, absolutamente experimental y profundamente expresivo.

En su conjunto, La conjetura de Poincaré no da muestras de grandes pretensiones artísticas ni resulta abiertamente rompedora, pero se erige como claro ejemplo de las muchas posibilidades creativas del Cómic a poco que se huya de pre-concepciones cerradas y se opte por hacer acopio de los muchos hallazgos que distintas etapas de su historia nos han reportado. Posiblemente, sea éste su principal valor.

Sangre armenia, de Guy Vidal y Florenci Clavé; Ediciones Glenat; 48 págs, BN, 15,00 €.

También Glénat permite que estos días nos aproximemos a otro de nuestros dibujantes que vivieron la transición del cómic de agencia al cómic de autor. Se trata, en este caso, de Florenci Clavé, una auténtica bestia parda del dibujo con muy poco material disponible en España… lamentablemente. Y es que Clavé, a lo largo de su dilatada trayectoria, demostró ser dueño de un estilo versátil y siempre superlativo en cuanto a calidad, pero sus obras fueron editadas ya mucho tiempo atrás y por parte de editoriales en su mayoría extintas a día de hoy. Es, por tanto, digno de mención y agradecimiento que la editorial catalana publique algo del material de este ilustrador que todavía permanece inédito en nuestro país. Más todavía si consideramos que esta obra en concreto, Sangre armenia, aborda una temática de las que podríamos llamar «de peso»: el genocidio de esta étnia cristiana llevado a cabo por el nacionalismo turco entre 1894 y 1897.

Desafortunadamente, todas las bondades de este cómic se reducen a lo ya expuesto: un trabajo gráfico de gran nivel que únicamente falla cuando se trata de reflejar escenas de acción y una temática históricamente relevante de la que este relato se erige en aislado testimonio en lo que al Noveno Arte se refiere. Y nada más… porque el guión del francés Guy Vidal es abrumadoramente pobre. Situaciones apenás esbozadas, personajes estereotipados y un desarrollo de la trama previsible y esquemático. Sin duda, resulta inspirado el protagonismo que confiere a los pobladores del burdel Raffi en su particular alianza con la resistencia armenia y aparecen algunas escasas imagenens que sugieren cuál fue la verdadera magnitud de aquella tragedia, pero aparte de eso Sangre armenia no consigue trascender la condición de obra testimonial sin más valor añadido que ese. Posiblemente, la apuesta de Vidal por presentar lo acontecido, en pleno declive del Imperio Otomano, bajo la forma de una fabula esperpéntica, justifica las carencias de este cómic en cuanto a caracterización y contextualización histórica, pero incluso en ese formato Hermann nos demostró hace unos años con Sarajevo-Tango que la fábula y el esperpento no estaban reñidos con un adecuado retrato de personajes y una detallada crónica socio-política. Consolémonos pensando que… siempre nos quedará Clavé.

LOS EDITORES PREPARAN…

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LOS AUTORES PREPARAN…

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LOS PROFESIONALES RECOMIENDAN…

Luis Bustos (Autor Endurance) recomienda…


Funcionario del humor, de Albert Monteys; Ediciones El Jueves; 100 págs., color, 2’45 €.

«Si hay un tebeo español que ha conseguido que me mordiese los carrillos con una mezcla de placer y envidia (mala, muuuy mala) ese es, Funcionario del humor de Albert Monteys. Un álbum que acompañaba este verano a la revista semanal y que resulta por méritos propios uno de los mejores tebeos españoles en lo que va de año. En él, no solo he encontrado una estupenda recopilación de páginas y encargos de diferentes fuentes, sino también lo que es probablemente el primer tebeo comentado en «tiempo real» y a boli bic (dos colores) por el mismo autor.

Páginas y más páginas con anotaciones, comentarios y explicaciones descacharrantes que complementan las páginas originales.

Si no siente un deseo de estallar en carcajadas con «Las páginas inéditas de Harry Potter», el extraordinario slice of life de «¡La super semana!» o la confesión desesperada de «Monteys, aparte de lo de El Jueves, ¿qué estás haciendo?», es que usted está MUERTO, MUUUUEEERTOOOOO…»

Paco Camarasa (Editor – Edicions de Ponent) recomienda…


Makoki: Fuga en la Modelo, de Miguel Gallardo y Juan Mediavilla; Ediciones La Cúpula; 72 págs, BN, 16,00 €.

«Hablar de Gallardo y Mediavilla es hablar del underground más puro español. En esta obra nos encontramos a Emo, Cuco, el Niñato y el perro Pipo que van a Marruecos a comprar hachis para después hacer su particular “agosto”. Como suele ocurrir con los “sueños de la lechera” de todo “traficantillo”, todo sale mal y en esta obra las peripecias, las huidas, los planes para la propia fuga de la cárcel, hacen que nos encontremos con un tebeo trepidante, fresco y sin concesiones, fiel reflejo de aquellos primeros años de mágica explosión libertaria. Muchas de las situaciones descritas son tan reales como la vida misma y, a su vez, contadas por dos autores en estado de gracia. Más que una obra referente del tebeo, es el reflejo de aquella explosión de cretividad, ruptura, imaginación trasladada a viñeta. Es el alma del tebeo de aventuras llevada a su máxima expresión.»

Pepe Gálvez (Divulgador y guionista – Egoístas, egocéntricos y exhibicionistas. La autobiografía en el cómic, una aproximación, 11-M La novela gráfica) recomienda…


De mano en mano, de Emilio Ruiz y Ana Miralles; Edicions de Ponent; 48 págs., color, 18,00 €.

«Como la falsa moneda de la copla, el billete de veinte euros de esta historieta de mano en mano va y ninguno se lo queda. Y ese pasar de unos a otras es el vinculo que une los diferentes personajes y sus historias en una especie de ciclo que remata una especie de epílogo que reflexiona sobre lo efímero y lo permanente. Se trata pues de una historia hecha de una sucesión de instantes, vividos por diferentes personas, mayoritariamente pertenecientes al sector de perdedores o – como mucho – al de los supervivientes. La definición por parte de Emilio Ruiz de actitudes y situaciones funciona lo suficiente como para formar en su conjunto un retrato caleidoscópico de una sociedad urbana, referenciada a Valencia. Y con esos mimbres Ana Miralles realiza un brillante ejercicio de estilo, acertada síntesis de caricatura y realismo, tanto en la recreación de una variada y representativa galería de retratos, como en la reproducción de las diferentes atmósferas urbanas.»

Diego Cara Barrionuevo (Jornadas del Cómic de Almería) recomienda…


El juego de la Luna, de Enrique Bonet y José Luis Munuera; Astiberri Ediciones; 136 págs, BN, 21,00 €.

«Un diamante excesivo, un placer inagotable

Aparecida como borrador y autoeditada por su autor, Enrique Bonet Vera (Málaga, 1966), Memorias de Aldea: El Juego de la Luna, aparecía como un bello poema lúgubre, pero de esperanzadora resolución. En el momento en que recibimos, a finales de 1995, –y creo que reseñamos luego en uno de los últimos Tebeolandia en formato A4- la obra íntegramente concebida por uno de los más inquietos mentores del tebeo en Granada, con larga trayectoria faneditora y colaboradora (Toñatustra, Segunda Sonrisa, o en le célebre ¡Qué mal teveo!), nos pareció una rara propuesta.

Su lirismo, y sentido de la narratividad nos llevaban a lares francobelgas, del estilo de Jean Claude Serváis, o de otros de su estirpe. Era una obra insólita en aquellos momentos de post-boom, de cierre abrupto de los últimos de Filipinas de la moda del tebeo para adultos: los Zona 84, Creepy, Comix Internacional, y luego quedó con su anacrónico deambular El Víbora, algunos (pocos) años más. Era, sin duda la propuesta de Bonet Vera una vía hábil, ingeniosa, y muy transitable que pasó son pena ni gloria, ¡como les ocurrió a tantas fanediciones prometedoras y de las que un día habría que dar notoria existencia!

Y por mor de la amistad, del paisanaje y de la mera suerte, tuvo que se su amigo –y nuestro- José Luis Munuera, lorquino –cosecha del 72- radicado y hecho autor de tebeos en la ciudad de los Cármenes, quien le abriera las puertas a una segunda vida, y provocara en todos nosotros, una ´segunda` sonrisa. No esperada, pero si gozada, con todas sus consecuencias.

Y se hizo la obra

Lo que pudo ser considerado una mera propuesta de base, con ese núcleo levemente ucrónico, como el Región de Juan Benet, que Bonet denomina Aldea, es un lar, propicio, y paronímico de aquellos territorios imaginarios creados por otros maestros como Faulkner, Rulfo o García Márquez. Un terreno de fantasía, mezcla de planos oníricos y sentido de la maravilla, que irrumpe como en una cacharrería en existencias anodinas, vulgares de puro pobres de soldada, nunca de espíritu.

Y hay un primer borrador que los autores presentan en Francia a Dargaud, que al ver el maravilloso tratamiento narrativo, y el juego de luces, y ritmos concatenados de que hace virtud y derroche, logrando en sus 130 páginas de historietas un retablo de relectura obligada.

El sueño de unos personajes, es trascendido por el paso del tiempo, en un curioso, y en principio abrupto flash forward, paso adelante años después, que sirve para hacer circular la historia, para cerrar un arco trabajado con troquel de mimo, y ajustado para abrir la historia general de tal lugar, en una suerte de nuevo realismo mágico.

Construido el desarrollo de esta obra, que no es una segunda parte, ni siquiera una revisitación de la original, sino una de las propuestas posibles de tal hálito romántico, resta como clasicista, y monumenta, poseyendo algunas concomitancias, solo superficiales, con Sambre, de Yslaire, y hasta le da mil patadas en cuanto a coherencia, sencillez narrativa y ajuste gráfico.

Pero nos tememos que, al ser sus ´padres` tan poco conocidos dentro ´del mundillo`, o guetto, del tebeo, ni gozar de las carantoñas de los premiadores oficiales, pase injustamente a todas luces, sin pena ni gloria. No obteniendo justamente los galardones como otras, cuyos autores si han gozado de este ´don de gentes`, pero tienen menor, o equivalente nivel, algo que no dice mucho a favor del jurado del muy joven Premio Nacional de Historietas, que no de Cómics.

Así se escribe la historia, de nuestra historieta. Pero los lectores, inteligentes ellos, tienen la última palabra. «

Melo (Librero – Banda Deseñada) recomienda…


El juego de la Luna, de Enrique Bonet y José Luis Munuera; Astiberri Ediciones; 136 págs, BN, 21,00 €.

«El juego de la Luna es un relato fantástico, una obra personal donde sus autores han puesto gran parte de su corazón; algo que queda perfectamente reflejado en el resultado final. Un Munuera tocado por los dioses del dibujo ofreciéndonos un festival gráfico y narrativo página tras página.

Si bien sería estúpido negar la calidad gráfica como primer y mayor reclamo de este tebeo, estoy seguro que el entusiasmo con el que ambos autores y amigos tomaron el proyecto, es un punto clave para que Munuera llegara a la excelencia que consigue. Creo que esta obra le otorgó el punto personal y emocional que necesitaba el dibujante para poner toda su alma en conjunción con toda su técnica y realizar el que sin duda es su mejor y más personal trabajo hasta le fecha. Posiblemente, si este trabajo se realizara como una obra de encargo, alimenticia, el producto final no hubiera sido el que es. Nunca lo sabremos, pero teniendo en cuenta lo que tenemos disponible, a quién le importa.

Haceros un favor a vosotros y a vuestros ojos, y llevaros este El juego de la Luna en vuestra próxima visita a la tienda.»

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curioso
curioso
Lector
5 noviembre, 2009 15:56

bueno, siguen las buenas recomendaciones.

esta seccion es una buena oportunidad para descubrir buenos comics europeos.

El rey lagarto
El rey lagarto
5 noviembre, 2009 23:14

Es indispensable, Toni.
Excelente trabajo. Y excelentes recomendaciones.

El rey lagarto
El rey lagarto
6 noviembre, 2009 18:37

No es algo difícil contigo. Es lo que tiene la humildad.