Contra esta exuberancia de explicaciones, descripciones y adscripciones a sus habilidades artísticas, rara vez se ponen en valor sus cualidades como autor completo. Porque, inadvertidamente para muchos, el norteamericano ha dado muestras de unas inquietudes intelectuales tan radicales como la libertad de sus pinceles. ¿Quién piensa en el Sienkiewicz escritor? Y, sin embargo, quisieran muchos guionistas de renombre contar en su haber con una obra tan original, hipnótica y, en definitiva, admirable como Stray Toasters, cuyos innumerables aciertos no han sido suficientemente puestos en valor. Bailarín lento, una breve historieta de ocho páginas elaborada en 1985, es como un esqueje de tan hermosísimo árbol.
Ahora es cuando la mayor parte de los lectores enarcan las cejas: ¿Bailarín Lento? ¿De qué estoy hablando? Para sorpresa de propios y extraños, no se trata de una ignota colaboración en una editorial independiente sino de una participación estelar en la cabecera Epic Illustrated de la todopoderosa Marvel. Una revista que arrancó su andadura en 1980 y la cerró en 1986 en su número 34. Precisamente el que incluye esta historia. Pero no sólo. Nada más y nada menos que
Establecido el contexto, veamos qué ofrece Bailarín Lento. ¿Sorprenderá si digo que es un Sienkiewicz en todo su esplendor? Artisticamente, es el Sienkiewicz pintor, en su vertiente más figurativa. Bellas planchas sin la intromisión psicologista de sus proyectos más arriesgados (Elektra: Asesina, Voodoo Child, Stray Toasters). Argumentalmente, es una historia desesperanzada que bebe de los maestros europeos del Metal Hurlant, introducidos en Norteamérica por la revista Heavy Metal. A fin de cuentas no desluce, como se ha dicho, en Zona 84, al lado del Den de
Permítaseme insistir en la potencia soterrada de la escritura, entendida no como las palabras (que también) sino como la construcción dramática, la gramática interna de la historieta: la elección del ritmo, la dosificación de la información, los niveles de significado, con el baile como evidente metáfora del contacto humano frente a la amenaza de la mecanización. El temor al aislamiento (tan frecuente en las obras más preclaras de los ’80) es como una niebla espesa que impregna cada línea, cada mancha, cada giro idiomático. Bailarín lento, como Stray Toasters, exige al lector su participación activa, con su acercamiento fragmentario a la distopía, retazos que deben unirse y descifrarse. Más que complejidades, la lectura ofrece extrañeza y asombro, también una inquietud adictiva… aunque, si rascamos, sea una historia sencillita, como en un cuento con moraleja (terrible).
Ignoro cómo podría recuperarse esta pequeña joya. La solución obvia sería un tomo que recopilara trabajos sueltos similares, pero la negociación de los derechos -en origen en la línea Epic, se entiende que la autorización correspondería aquí al propio Sienkiewicz- puede ser una pesadilla. En todo caso, desde aquí preconizo que no caiga en el olvido y que, si no es molestia, se reivindique al Sienkiewicz autor incluso por delante del Sienkiewicz artista.
Hola!
Encontré esto: http://frog2000.blogspot.com.es/2010/09/bill-sienkiewicz-slow-dancer.html
No es lo mismo que en papel pero al menos se puede leer!