Los medios especializados de Brasil nos cuenta que el cómic en ese país está atravesando un gran momento, quizás el mejor de su historia. Esa afirmación es una que desde fuera podemos atestiguar en pequeñas dosis, lamentablemente, atrapados entre la (salvable) barrera idiomática y la (aparentemente más difícil de superar) falta de distribución o reedición entre países del mismo continente, que se produce pero no lo suficiente.
Contamos aquí un nuevo caso que sostiene el argumento de la buena época para los quadrinhos, que llega a esta sección fruto de la visita a la convención internacional Crack Bang Boom en 2015 pasado de parte de su dibujante, André Aguiar. En efecto, los eventos como ese son un canal fundamental para acceder a obras de otro país en el contexto actual de la historieta latinoamericana.
Disgresión aparte, si tomamos como ejemplo este libro podemos afirmar inductivamente que la historieta brasilera está en un excelente momento, por la calidad del contenido como del continente. En lo que respecta a eso último, estamos hablando de un libro de 136 páginas de alto gramaje en tapa dura, con unas considerables dimensiones de 21 x 28 centímetros; en pocas palabras, un formato de edición que no es muy común en esta parte del mundo. Para hacer esto posible, detrás está una importante editorial poseedora de un interesantísimo catálogo como es Veneta junto con el apoyo del gobierno del Estado de San Pablo, a través de un incentivo a la cultura, una práctica que se repite en varios países sudamericanos y resulta de vital importancia para estimular la producción de historieta.
En cuanto al contenido, en Jockey nos encontramos con una historia que bebe de la literatura pulp combinando el género policial con el fantástico de una manera que calza a la perfección. Ambientándonos en una San Pablo de entre las décadas de 1930 y 1940, la narración comienza con una carrera de caballos en la que resulta vencedor un jockey negro. Él será uno de los personajes importantes de este libro, pero solo uno entre varios más que son presentados sucesivamente y sin que se explique la conexión entre todos ellos: otro jockey que mira desde fuera la carrera y sostiene que él será el máximo ganador, su padre que lo desafía poniendo en duda su afirmación, una mujer que sonríe a un hombre en las gradas y, por último y saltando de escenario, un paciente de un manicomio con su pelo y barba crecido a quien se le aparece una fantasmal cabeza de caballo.
Desde esa segunda escena en el hospital psiquiátrico, se desarrollarán dos tramas de manera paralela con el discurrir del relato chocarán y se unirán en una misma y combinada historia. Por un lado, el puntapié será la fuga del hombre barbudo de su internación (hacia la ciudad de San Pablo) con objetivos que desconocemos pero pueden adivinarse. Y por el otro, se generará un doble hilo con un intento de soborno para dejarse perder al jockey ganador de la escena inicial de parte del otro corredor de caballos, quien luego se enfrentará con quien estaba en las gradas por la mujer que le coqueteaba.
Con todos los personajes introducidos (y un reparto que se amplía todavía más) y esa mesa servida de conflictos, la narrativa irá dando saltos entre la acción, el romance, el thriller y lo místico, tocando temas como la suerte y la adicción al juego. Así, se saltará de un escenario a otro y de unos personajes a otros, en lo cual Rafael Calça hace un notable trabajo guiándonos a través de la historia para una cabal comprensión, sosteniendo el suspenso mientras nos conduce a un atrapante clímax.
Si el trabajo de guión es muy bueno, el de André Aguiar en el dibujo es todavía mejor con un estilo tradicional para la narrativa secuencial, y con un trazo que logra personajes muy expresivos, bien caracterizados a través de detalles de su diseño. A la vez, imprime dinamismo (con su uso y abuso del rayado) a las escenas más dramáticas y de acción, acentuando las emociones de lo que narra la historia. Además, en no pocas escenas el relato se sostiene únicamente a través de imágenes y es allí donde más destaca Aguiar. El coloreado (junto con Pedro de Rosa) es igualmente destacable, con una paleta opaca que por momentos es lisa y llanamente sepia, aportando un tono de época pulp a la historia.
En conjunto, Calça y Aguiar producen una obra que se disfruta mucho en su lectura, que tiene todo lo que se espera de un relato de este género, con personajes que se van construyendo y haciendo interesantes progresivamente aumentando así el deleite y entretenimiento que genera. Como conclusión, puede decirse que Jockey bien merece el trato editorial de calidad que recibió, que amerita reedciones de este mismo nivel en otros idiomas, y que se esperan más trabajos de la dupla autoral.
Guión - 8.5
DIbujo - 9
Interés - 8.5
8.7
Calça y Aguiar producen una obra que se disfruta mucho en su lectura, que tiene todo lo que se espera de un relato de estilo pulp, con personajes que se van construyendo y haciendo interesantes progresivamente aumentando así el deleite y entretenimiento que genera, cautivando aún más en la acción, el drama y el misterio de la narración.