“En un mundo gobernado por los muertos, por fin nos vemos obligados a empezar a vivir”.
Esta lapidaria y contundente frase, que puede leerse en la contraportada de la edición española de Los Muertos Vivientes: Días Pasados, sintetiza de forma más que acertada la intención de Robert Kirkman al adentrase en un género tan manido como el de los zombies.
Obviando las limitaciones propias de este tipo de historias, el joven y prometedor guionista va un paso más allá, articulando un drama de personajes en el que la presencia de los muertos vivientes sirve como excusa argumental para reflejar de forma hábil y verosímil la complejidad de las relaciones humanas. Así, a lo largo de 144 páginas, somos testigos de situaciones extremas que obligan a los protagonistas a reaccionar y asumir responsabilidades con un único objetivo: sobrevivir a la catastrófica situación que se han visto obligados a afrontar.
En una escena que inevitablemente recuerda a la película 28 Días después, del irregular Danny Boyle (Trainspotting, La Playa,…) Rick Grimes, entregado policía de Kentucky y padre de familia, despierta del coma provocado por un impacto de bala recibido en acto de servicio. Este abrupto despertar sirve como recurso narrativo que permite al lector compartir el punto de vista del protagonista, ajeno durante su inconsciencia a los perturbadores sucesos que han cambiado el mundo que conocía hasta el punto de hacerlo irreconocible.
A partir de este momento, Rick iniciará un viaje con un único destino: Atlanta, ciudad en la que espera encontrar a su mujer Lori y a su hijo Carl.
Valiéndose de situaciones, elementos y puntos de partida que resultan familiares, Kirkman logra desde la primera página que el lector se sumerja en esta desasosegante historia. Para ello, hace gala de un dominio narrativo apabullante, jugando a su antojo y de forma magistral con el ritmo, la tensión, el suspense y el factor sorpresa.
En el apartado gráfico, Tony Moore cumple con su labor de forma sobresaliente. Con un estilo limpio, narrativamente claro, detallista y, cuando la ocasión lo requiere espectacular, plasma a la perfección las sensaciones vividas por los personajes: miedo, angustia, desesperación, rabia, alegría y rencor desfilan por sus rostros de forma que Moore hace bueno aquello de que “una imagen vale más que mil palabras”. Son particularmente impactantes las primeras apariciones de los zombies (en el hospital y en la carretera), y las escenas de Atlanta, tremendamente explícitas y de una crudeza aterradora.
Por otro lado, cabe destacar el blanco y negro que lucen las ilustraciones, aderezadas con los grises añadidos por Bill Crabtree y el propio Moore, encajan a la perfección con el tono predominantemente serio que desprende la colección.
En definitiva, se trata de una obra accesible, divertida, entretenida, y muy prometedora, en la que dos autores dan lo mejor de sí mismos para ofrecernos una reflexión más profunda de lo que aparenta acerca de la naturaleza de las relaciones humanas y los sistemas de valores por los que se rigen nuestras vidas.
Esperemos que Planeta DeAgostini, que nos ofrece una cuidada edición con una inmejorable relación calidad-precio, no tarde demasiado en publicar la segunda entrega de este título. Aunque de ser así, la espera valdrá la pena.
¡Larga vida a Los Muertos Vivientes!
Un saludo y hasta la semana que viene! (eso espero)
Muy buena, encantadora, me parece que esto, puede llegar a mucho, espero con ansias terminarla de leerla, me parece encantadora
vaya mierda todo es emntira joder q coño de zombies zombies chorradas «PABLO ES EL REY COÑO»
q cagadas
son la ostia los comics
El primer comic es el mejor, yo ya voy por el tercero.
Ya se que es menira pero merece la pena