Edición original: Marvel Comics – noviembre 1998 – enero 1999
Edición España: Comics Forum – noviembre 2000
Guión: Tom Lyle
Dibujo: Tom Lyle
Entintado: Robert Jones
Color: Tom Smith
Portada: Jorge Santamaría
Precio: 995 pesetas / 5,98 euros (tomo en tapa blanda de noventa y seis páginas)
La historia de la industria del cómic estadounidense está plagada de ejemplos en los que personas que empezaron como dibujantes intentaron en algún momento convertirse en autores completos, asumiendo la parte del guión. Nombres como los de Jack Kirby, Frank Miller, Walter Simonson, John Byrne, Jim Starlin, Jim Lee constituyen una muestra de las aspiraciones de evolución y promoción de quienes se dedican al negocio de las viñetas. A veces, la cosa queda en anécdota, a veces se inicia una carrera de autoría completa y en este último apartado se pueden encontrar historias para la posteridad en la que un profesional daba a un personaje en horas más bien bajas un renovado impulso, convirtiendo su etapa en referente imbatible. La miniserie de la que toca hablar no es precisamente un ejemplo de esas obras memorables. Es más bien la curiosidad de un dibujante que probó suerte como autor completo moviéndose en un entorno y con un personaje muy alejado de los que había ilustrado previamente.
A finales de los noventa la franquicia cósmica de Marvel agonizaba, a falta de mejor descripción. Estela Plateada, cuya tercera cabecera había inaugurado el sector espacial diez años atrás, era el último superviviente de una división que había estado especialmente nutrida. Autores como George Pérez o J. M. DeMatteis dieron al surfista un nuevo impulso que le permitió superar las consecuencias de la implosión del sector a mediados de la década, pero otros de sus colegas no fueron tan afortunados. Tras la marcha de Jim Starlin,
El argumento presentado para la miniserie convierte a Warlock en una especie de detective que intenta averiguar quién ha robado el cadáver del Capitán Marvel de su mausoleo titánico y ha asesinado de paso a Elysius, su viuda. Adam ha dejado de ser el circunspecto estratega de la trilogía del infinito para dejar paso a una personalidad más emocional y ansiosa por librarse de la relación un tanto parasitaria que tiene con la gema del alma. Unas pistas parecen apuntar a Drax como posible responsable de ambos crímenes, por lo que Warlock decide reunirse con Pip y Gamora para intentar detener a su viejo compañero. Mientras tanto, Genis-Vell decide vengar a su asesinada madre persiguiendo y matando al Destructor. El consabido encuentro con pelea por confusión llevara a unos y otro a pactar una circunstancial alianza para descubrir qué es lo que ha pasado realmente.
La incursión cósmica de Lyle como autor completo resultó ser una miniserie olvidable en la que hay pasajes que provocan auténtica vergüenza ajena. La premisa que lleva a considerar a Drax como ladrón y asesino es tan estúpida que resulta patética. Warlock se comporta como un niño malcriado con la capacidad de raciocinio de una remolacha cocida; su recuperada relación con la gema del alma no puede justificar que pique en un truco tan burdo. La caracterización de Gamora y Pip es paupérrima; la primera está a un paso de ser una damisela rendida y el segundo apenas está para hacer bulto. Por su parte, el Destructor ha dejado de ser aquel entrañable zoquete de los días de la Guardia del Infinito y Legado hace gala de la personalidad de esos días (que era, grosso modo, la de un rebenque sin causa que llevaba de cabeza a su madre y a los titanes). Por lo que respecta al auténtico villano de la historia, un tal Sifón, se trata de un personaje que hizo su primera y única aparición (hasta el momento) en esta serie limitada, presentando un diseño que evocaba poderosamente los que imperaban a principios de aquella década en los tebeos de Image Comics.
En resumidas cuentas, La herencia del Capitán Marvel es una miniserie que no tiene nada que merezca ser destacado en positivo: historia tonta, dibujo pasable, mal uso de los personajes e instauración de unas premisas que fueron rápidamente olvidadas tan pronto como Starlin retornó para llevar a cabo El abismo del Infinito. Elysius, por su parte, sería recuperada por Peter David en la colección protagonizada por Genis Vell como Capitán Marvel. Por su parte, Tom Lyle volvió a derroteros más terrenos y no volvió a firmar como guionista ningún otro trabajo en Marvel.
¿Cómo se llamaba el artista local que hacía esas portadas ad-hoc para Forum? ¿Qué ha sido de él?
El dibujante de la portada de este tomó es Jorge Santamaria, que llegó a hacer carrera en los USA
Bien, gracias, llevaba toda la mañana intentando recordar el nombre. Su inconfundible estilo me retrotrae a mi adolescencia, a Forum y Dolmen.
Forum hizo un gran trabajo promocionando dibujantes a través de estos encarguitos. Carlos Pacheco y Salvador Larroca hicieron sus pinitos en los ochenta. Yo diría que Jorge Santamaría fue uno de los últimos ejemplos de esa práctica. Siempre me pareció un émulo del gaditano con tendencia a exagerar los rasgos de aquel.
Vale, me acabo de dar cuenta de que pone su nombre en la ficha, soy lerdo.
Pues por un momento pensé que me había despistado de ponerlo.
Con este tomó me hice con bastante retraso. No ya de la edición americana, de la misma de Forum. Lo vi de saldo hace unos 3 o 4 años. Huerfano de historias de Warlock, uno de mis personajes fetiches, pense que total, no podía ser tan malo. Que decepción. Es peor.
Lo mismo me pasó a mi. Menudo petardo de tebeo y todavía hay gente que dice que no hay cómics malos… xDD.
No tenía ni idea de que Tom Lyle había hecho algún trabajo como guionista.
Como dibujante, al menos en su etapa en Robin con Chuck Dixon, era bastante competente. Esta claro que no todo el mundo vale para autor completo.