Personajes Denostados – Capítulo 08: Mister Miracle

Bienvenidos. Regresa Personajes Denostados con un capítulo que teníamos pendiente desde hace ya algunas semanas a causa de las coberturas que realicé para Ultimátum y War of Kings.

Es, por tanto, para mí un motivo de orgullo que me brindéis con vuestros votos la posibilidad de hablar de un personaje al que siempre he tenido cierto cariño. Como protagonista absoluto del octavo capítulo de esta sección, introducimos a Scott Free, mundialmente conocido como Mr. Miracle.

Para hablar un poco de sus orígenes, tendríamos que retrotraernos unas cuántas décadas atrás, cuando uno de los genios del cómic americano, Jack Kirby, todavía se encontraba entre nosotros, trabajando a destajo con esa enorme creatividad que siempre le caracterizó. Aunque Kirby desarrolló buena parte de su ingenio tanto en solitario como acompañado por la otra mitad de una pareja ya mítica, Stan Lee, bajo el auspicio del sello Marvel, no podemos obviar que también tuvo tiempo de hacer lo propio para DC. Fruto de su imaginación, entre muchos otros, nació Mister Miracle en la no menos portentosa década de los setenta.

Amparada por el título de la tetralogía Cuarto Mundo, en 1971 aparecía Mister Miracle –que dejaré sin traducir a lo largo de todo el artículo por dos razones: nunca me gustó eso de Mister Milagro o, Dios no lo quiera, Señor Milagro, ya que crecí leyendo las ediciones de DC que hacía Zinco en España y dos, como homenaje a sus traductores, que supieron –a mi juicio– dejar los nombres justos en inglés y hacerlos convivir en perfecta armonía con los traducidos–, colección que, sorprendentemente, sería la más longeva de todas, con dieciocho números –Los Nuevos Dioses o The Forever People no llegaron a superar las once entregas, para que os hagáis una idea aproximada. Caso aparte sería Superman’s Pal, Jimmy Olsen. Pero eso, es otra historia–.

Con un traje llamativo y colorista –no podemos olvidar que se basa en el mundo del espectáculo–, Scott Free se convertiría en Mr. Miracle II. ¿Dos? Efectivamente, habéis leído bien. Scott es, en realidad, la segunda persona en llevar este nombre. Veamos por qué.

Scott Free era, originariamente, hijo de Izaya, también conocido como el Alto Padre, y Avia, gobernantes de los Nuevos Dioses, una raza de alienígenas superpoderosos que habitaban en el planeta Nuevo Génesis afirmando ser deidades. Dicho lugar, paradisíaco, encontraba su antítesis en la terrible Apokolips, una suerte de mundo demoníaco que estaba gobernado por la férrea mano de Darkseid y, como no podía ser de otra manera, en guerra constante con el primero. Al menos, esto fue así hasta que Izaya y Darkseid firmaron un tratado de paz. Para sellarlo, ambos intercambiaron a sus hijos, aún bebés: Orión, segundo hijo del dictador de Apokolips, que fue a vivir a Nuevo Génesis y Scott Free, hijo del Alto Padre, que pasaría a engrosar la lista de almas penitentes del planeta infernal.

Criado bajo la tutela de la “dulce” Abuela Bondad –y de bondad puedo aseguraros que sólo tiene el nombre– en uno de los Orfanatos del Terror, e ignorando su verdadero origen, Scott crecería para terminar por rebelarse contra el totalitarismo de Apokolips –su apellido no fue mera casualidad–, alentado por Himon, un nuevo genesiano que promovía el levantamiento contra el dictador Darkseid y Metrón, otro nuevo dios. Apoyado por Big Barda, líder de un grupo denominado las Furias Femeninas –que ríete tú de la feminista más acérrima en un mal día–, que terminaría por enamorarse de él y compartir su destino.

Scott Free escapó a la Tierra –con el secreto consentimiento de Darkseid, que veía en este hecho la oportunidad perfecta para anular el tratado de paz con Nuevo Génesis. Aburrido que debía estar el hombre– yendo a dar, por mera casualidad, con el artista circense Thaddeus Brown y su fiel asistente, Oberón, que enseñaron a Free los trucos de la profesión convirtiéndolo en un auténtico maestro del escapismo, arte para el que parecía tener un don natural. Además, contaba con la ayuda de las herramientas tecnológicas propias de Apokolips, como la Caja Madre –una suerte de super-ordenador– o un par de discos flotantes capaces de desafiar la ley de la Gravedad.

Tras la muerte de Thaddeus Brown, el primer Mr. Miracle –¿lo veis?–, Scott asumiría la identidad del artista y adoptaría también a su ayudante, el diminuto –pero de gran corazón– Oberón. De esta guisa lo encontró Big Barda a su llegada a la Tierra. El amor mueve montañas y acorta distancias. En este caso, de longitud espacial.

Poco tiempo después, Scott y Barda terminarían por contraer matrimonio.

No obstante, Darkseid no estaba dispuesto a ponérselo nada fácil. Por ello, no dejó de acosar a la pareja con ataques indiscriminados hasta que, cansado de tanta persecución, Scott le desafió a un duelo para ganarse su libertad. Duelo que, hemos de apuntar, ganó. Libre ya de la presión de Apokolips, Miracle regresaría a la Tierra junto a su esposa para, años después –para nosotros, que no para ellos–, entrar a formar parte de la nueva Liga de la Justicia.

Regresemos a la continuidad de sus series.

Es curioso como un personaje tan popular, ha pasado la mayor parte de su vida de papel en el cajón desastre de los personajes olvidados.

La cancelación, como ya hemos visto en otros casos, no es capaz de aniquilar a estos pequeños seres que reivindican un pedacito de nuestros corazones y, por ello, se le concedió una segunda oportunidad, esta vez, de la mano de dos grandes profesionales de la industria: Steve Englehart y Steve Gerber, a finales de los años setenta, que contarían varias historias durante los siete episodios que duró su intervención, lo que dejó la serie en un total de veinticinco episodios y unos cuántos cabos sueltos por atar.

Su salto al estrellato llegaría, indudablemente, unos años después, ya entrados –de hecho, casi abandonando– en los años ochenta (1987), de la mano de Keith Giffen y J. M. DeMatteis, que supieron concederle el valor que merecía, convirtiéndolo en miembro de pleno derecho de su Liga de la Justicia –alejada de las grandes estrellas de la casa y con una de las mejores formaciones de todos los tiempos, tal cual constató el éxito de ventas y crítica, a partes iguales–.

Momento que fue aprovechado por los cerebros pensantes de DC, que vieron la ocasión ideal para lanzar un especial (1988) que ilustraría el mítico Steve Rude.

A este one-shot, seguiría una serie ilimitada (1989) guionizada por uno de sus padres adoptivos J. M. DeMatteis –sustituido en ocasiones por Keith Giffen, Len Wein y Doug Moench– e ilustrada por un olvidable artista británico de nombre Ian Gibson. La serie no fue capaz de nutrirse de la popularidad de su hermana mayor, la J.L. –a pesar de emplear personajes como Manga Khan y situaciones cómicas parecidas–, y terminó por finalizar con su vigésima octava entrega (1991). Con claros tintes de comedia de situación, los veintiocho números nos mostraban a Mr. Miracle, su esposa, Big Barda y Oberón, manager y amigo de la pareja, tanto en su lucha contra el crimen, como en escenas domésticas desternillantes, si tenemos en cuenta que hablamos de varios superhumanos provenientes de una planeta alienígena donde habitan dioses modernos –y su contrapartida demoníaca– instalados en los suburbios de una gran ciudad americana.

Pasado el ecuador de los terribles años noventa (1996) Kevin Dooley se encargó de dar vida a una nueva encarnación de Mr. Miracle en siete números que pretendían mostrar cómo el héroe trataba de escapar a su destino como nuevo dios mediante la creación de una fundación de caridad en Nueva York. Pero en DC se había estado gestando un proyecto que, cuando vio la luz verde, obligó a la extinción de la cabecera: me refiero a El Cuarto Mundo de Jack Kirby.

Años más tarde, llegaría el lanzamiento de la serie Siete Soldados de la Victoria, por parte del autor Grant Morrison, que sirvió para traer de vuelta a Mr. Miracle durante una miniserie de cuatro números, esta vez encarnado en la persona de Shilo Norman, segundo aprendiz de Thaddeus Brown y compañero de Scott que, tras mucho discurrir, se convertiría en el transcurso de estos cuatro números, en el nuevo Mister Miracle.

Además, Big Barda, esposa de Scott Free, se convirtiría por aquel entonces en miembro de la renovada Liga de la Justicia y haría apariciones esporádicas en el Cuarto Mundo de Jack Kirby, de la mano de John Byrne, así como en The Brave and the Bold, donde Mr. Miracle hacía equipo con Batman.

Recientemente, Scott Free se convirtió en uno de los personajes principales de la saga La Muerte de los Nuevos Dioses, tras acceder a la Ecuación de la Anti-Vida. Unió fuerzas con Orión y Superman, tras la muerte de Big Barda, para averiguar qué o quién tenía la capacidad de matar seres inmortales. El asesinato de su esposa hizo que se volviera emocionalmente inestable, reflejando todo ello en una versión oscura de su uniforme. Finalmente, descubrió La Fuente, digamos que se trataría de una especie de parte positiva que equilibraba la balanza de la Anti-Vida. Uniendo ambas, se generaría el Quinto Mundo, súmmum de la perfección, en contraposición del Cuarto Mundo, que resultaba imperfecto. La Fuente aniquilaría a Metrón y Mr. Miracle por propia elección de éstos.

Sea como fuere, Scott Free, el segundo Mr. Miracle –para muchos, el único y verdadero–, ha gozado de momentos realmente brillantes y también de un ocaso injusto que terminó por alejarle de las cabeceras que realmente le correspondían.

Desde aquí, como siempre, nuestro más sentido homenaje. Esperaremos tu regreso con ilusión, Scott, porque ¿qué clase de escapista no sería capaz de vencer al olvido?

…que nos llegan de la mano de Mark Evanier, escritor, biógrafo y asistente de Jack en vida:

Jack Kirby creó a Mr. Miracle inspirándose en la carrera incipiente como ilusionista de su compañero de profesión, Jim Steranko.

La relación entre Scott y Barda era un reflejo de muchas situaciones que el creador vivió a lo largo de su vida matrimonial con su esposa, Roz.

Kirby también empleó personas de su entorno o de las noticias como moldes para algunos personajes que aparecerían en la serie.

Estos detalles curiosos demuestran, una vez más, la veracidad de una de mis aseveraciones clásicas: «todos y todo cuanto rodea a un escritor es susceptible de aparecer en sus obras«. Así que tened cuidado ahí fuera. 😉

Y antes de adquirir una paranoia por parafrasearme a mí mismo, os dejo hasta la próxima entrega de Personajes Denostados.

Sed moderadamente felices.

Desde el lugar en el que antes se levantaba Nueva Génesis, informó Iván para Zona Negativa –¿qué es eso que asoma entre la bruma…? No… no puede ser…–