Capitán América de Nick Spencer, los cómics más atrevidos y polémicos de Marvel

“Mátate”, “muere”, “te has cargado setenta y cinco años de historia”. Esos fueron algunos de los insultos que Nick Spencer recibió al publicarse el primer número de Captain America: Steve Rogers. Y no era la primera vez que le dedicaban tan bellas palabras. Desde su primer número en la serie de Sam Wilson como el otro Capitán América, dibujada por Daniel Acuña, lleva despertando la ira de fans.

Spencer viene del mundo de la política y nunca esperó acabar escribiendo cómics. Se llegó a presentar como candidato independiente en Cincinnaty en 2005, pero perdió. Luego tuvo tanta mala suerte que el club nocturno que le pertenecía quebró el año siguiente, en buena parte por excesivas inversiones que no funcionaron, dejándole con una montaña de deudas. Escribir cómics fue el único medio que encontró para no volver a tener que presentarse ante el juzgado. Diez años después, pagadas todas sus deudas, se ha convertido en uno de los guionistas estrella de la actualidad y uno de los hombres de confianza de Marvel gracias a series como Superior Foes of Spider-Man y Ant-Man.

Hace poco Spencer asumió el rol de escritor de la serie del Capitán América. Rick Remender, su predecesor, envejeció a Steve Rogers y lo sustituyó por su leal compañero Sam Wilson, pero la que parecía que iba a ser una memorable y fructuosa etapa se vio truncada cuando Remender empezó a sentirse fatigado. Como bien es sabido, de la noche a la mañana Remender dejó Marvel, y alguien tuvo que hacerse cargo de la colección. Pero Spencer no quería continuar inmediatamente las tramas sin cerrar de Remender, sino más bien cambiar por completo el tono y los temas de la serie. El Capitán América se preparaba para uno de los momentos más convulsos de su historia reciente.

El primer número de Captain America: Sam Wilson pasará a la historia por las reacciones que desató. Spencer dejaba bien clara su apuesta por una serie que quiere reflejar el clima político en los Estados Unidos, un país que para muchos está dividido en dos. Sam Wilson no se mantiene al margen de la actualidad política como haría Steve Rogers. Así pues, el nuevo Capitán América hace públicas sus convicciones políticas en ese número. El cómic no dice exactamente cuáles son, pero cualquier persona con un poco de conocimientos sobre Estados Unidos se da cuenta de que Sam Wilson se posiciona como un superhéroe de izquierdas, lo más posible dentro de la cultura política de ese país. Unas páginas después el “Capitán Socialismo” lucha contra una Sociedad Serpiente que persigue a inmigrantes ilegales en la frontera con México y cuyos miembros hablan esgrimiendo la misma retórica que un empresario archiconocido con pelo rebelde.

Las reacciones no tardaron en sucederse: la cadena de televisión FOX acusó públicamente a Spencer de promover sus ideales políticos y de poner a los contrarios a la inmigración ilegal como villanos desalmados. Los comentarios de muchos otros fueron más allá, pero se omiten en este artículo por su desagradable lenguaje. Preguntado al respecto, Spencer señaló correctamente que los miembros de la Sociedad Serpiente son supervillanos racistas que en principio no deberían representar a todos los detractores de la inmigración ilegal. Aunque no menos cierto es que tanto él en la vida real como su personaje en la ficción son muy partidarios de abolir el concepto de la inmigración ilegal. Y también es verdad que Spencer es un ardiente admirador de Hillary Clinton y en las redes sociales no es muy educado con el electorado republicano.

El primer arco argumental de Spencer lleva al Capitán América a luchar contra la influencia de la Sociedad Serpiente. En un movimiento bastante inteligente, el escritor ha reinventado al antiguo sindicato de villanos como una empresa de Wall Street encargada de suplir materiales a las grandes multinacionales. Están secuestrando a inmigrantes ilegales y experimentando con ellos para crear productos baratos, una forma muy, muy obvia de decir que el capitalismo tiene un lado oscuro. El líder de la organización es Víbora, quien ha vuelto a la vida y se ha metamorfoseado en una imitación de ESE candidato a la Casa Blanca que favorece el capitalismo más salvaje posible, mata a sangre fría a cualquiera que se oponga a sus estrategias operativas, y justifica sus acciones con razonamientos que, para qué negarlo, algo de verdad tienen: no le falta razón al quejarse del consumismo desatado en la sociedad american o la presión de los consumidores por productos baratos sin importarles las consecuencias.

Pero independientemente de cuáles sean nuestras opiniones acerca del enemigo interno de medio Partido Republicano, el sistema americano o la inmigración ilegal, no cabe duda de que Spencer sabe escribir series con buenas tramas que combinan con acierto acción espectacular y humor irreverente (¡Cap-Wolf!). Por no hablar de lo bien caracterizados que están el protagonista y su entorno de secundarios, empezando por Misty Knight en el rol de compañera/confidente y el entrañable D-Man, quien por fin tiene la oportunidad de brillar y demostrar que es más que un chiste fácil. La gran novedad es, no obstante, Joaquín Torres, un inmigrante ilegal que adquiere superpoderes y pasa a ser el nuevo Halcón. Y en el campo de los villanos, aparte del histriónico Víbora, destaca una Iguana impulsada por motivos con los que cualquiera se puede identificar y el tronchante científico loco Karl Malus.

Queda claro, pues, que el guionista no recibió un contrato de exclusividad con Marvel por su cara bonita, y tampoco Daniel Acuña, uno de los mejores dibujantes de la Casa de las Ideas. Sus páginas son tan geniales que su ausencia a partir del cuarto número se hubiera sentido si no hubiera sido sustituido por Paul Renaud, otro dibujante con mucho talento.

En opinión de este redactor, el único problema del primer arco argumental se encuentra en el sexto número, donde Spencer se deja llevar en ciertos momentos y parece estar más interesado en despotricar contra sus contrarios ideológicos. Pero el verdadero patinazo es la forma de resolver la trama de la Sociedad Serpiente. El razonamiento del Capitán América para no detener a todos los ejecutivos adinerados implicados en la empresa de los villanos es un tanto forzado y requiere ignorar unas cuantas variables. Hay formas mejores para criticar con dureza la permisividad del gobierno norteamericano respecto a las grandes empresas.

Paralelamente, el primer arco argumental de Captain America: Sam Wilson desarrolla una subtrama claramente inspirada en WikiLeaks. Un hacker ha filtrado documentos sensibles de SHIELD, exponiendo sus trapos sucios, pero también comprometiendo la seguridad de los Estados Unidos de América y las vidas de muchos agentes y colaboradores. Este hecho divide a Sam Wilson y a Steve Roger, ya que el primero apoya las filtraciones mientras que el segundo no. A partir de esto se desarrolla Avengers Standoff, un evento escrito por el propio Spencer en Captain America: Sam Wilson y con consecuencias bastante importantes. Sobre el evento en sí, en Zona Negativa ya comentamos nuestra opinión hace unos meses.

Al final de Standoff, Steve Rogers fue rejuvenecido y embutido nuevamente en un disfraz. Desde ese momento pasan a coexistir dos encarnaciones del Capitán América, un hecho que Spencer aprovecha sabiamente para el siguiente y actual arco argumental de la serie de Sam Wilson. Desde su primera aparición muchos fans llevan clamando por el regreso del “auténtico” Capitán América, y Spencer lleva reflejando esta situación desde el primer número. Al igual que los fans, los transeúntes del universo Marvel repiten constantemente que Sam Wilson “no es mi Capitán América”. Obviamente algunos lo dicen por puro racismo, pero otros lo dicen simplemente porque no es el héroe con el que ellos crecieron. En los números publicados desde Standoff hasta hoy Spencer está haciendo que el nuevo Capitán América confronte a todos los ciudadanos que quieren que deje de ser un Capitán América ahora que Steve Rogers vuelve a ser un hombre joven. El superhéroe necesita justificarse de cara a la sociedad, empieza a sentir miedo.

La primera prueba de fuego ha sido un discurso en el funeral de un héroe caído al comienzo de Civil War II, evento que también sirve como introducción al otro gran tema del tercer arco argumental de Captain America: Sam Wilson: los conflictos raciales y el racismo dentro de la policía en Estados Unidos. La figura del Americop ha sido reconvertido en un cuerpo de seguridad privado que un senador –cómo no, de Texas- y su grupo de amigos han contratado para patrullar barrios conflictivos, es decir, barrios negros. No hay más que recordar que el Americop original era un justiciero nocturno para darse cuenta de que la iniciativa no es muy buena idea. Daniel Gavilán profundizó en la representación de este tema de actualidad en un excelente artículo hace dos meses. Como curiosidad, el arco argumental es un cruce con Civil War II, pero las conexiones son más bien temáticas: obviando las apariciones obligatorias de Iron Man y la Capitán Marvel intentando reclutar a Sam Wilson, el guion está abordando situaciones reales con paralelismos a la historia de Brian Bendis y David Marquez.

Al mismo tiempo, el USAgente ha irrumpido en escena para representar a todos los descontentos con el nuevo Capitán América. Eso sí, en contra de lo que los lectores más republicanos esperaban, Spencer no lo está mostrando ni de lejos como un villano racista que se zampa a niños para merendar; su problema es que es muy fan del Capitán América original, y no entiende qué necesidad hay de un segundo. Pero tampoco quiere formar parte del movimiento ciudadano que exige la existencia de un solo Capitán América, ya que hay cosas mucho más importantes que protestar antes que un superhéroe que no gusta. En definitiva, Spencer está dando una amistosa regañina a los fans que protestan en las redes sociales para que sólo haya un Capitán América, y de paso diciendo que su opinión sobre los conservadores norteamericanos no es tan mala como sus mayores críticos aseguran. Sin embargo, en las páginas de la serie, unos hechos malinterpretados por los medios de comunicación -cuya dificultad retratando sucesos a pie de calle queda muy bien expuesta- precipitan un enfrentamiento entre el Capitán América y el USAgente que se desarrollará en el siguiente número de la serie. Y luego, el Flag-Smasher y ¡un especial dedicado a D-Man!

Propaganda política del Partido Demócrata o no -que lo decida cada lector por sí mismo-, lo cierto es que la serie de Spencer y Acuña está siendo muy interesante. Ya no sólo por las virtudes antes expuestas, sino por su valor al tocar temas de actualidad sensibles para el público norteamericano. Nick Spencer no tiene miedo a expresar su opinión, a ganarse enemigos si es necesario. Probablemente dentro de una o dos décadas todos los seguidores del Capitán América seguirán hablando esta etapa, ya sea para bien o para mal. Pero hablarán de ella por el contenido, algo que pocos cómics más conseguirán. Lectura obligatoria para fans de etapas como la de Steve Englehart o Mark Gruenwald, de las cuales esta bebe mucho.

Pero aún hay más. Al volver Steve Rogers a la acción al final de Standoff, Marvel anunció una serie regular protagoniza por el Capitán América original. Estaría escrita también por Spencer y dibujada por Jesús Saiz y Javier Pina, los últimos grandes fichajes de la editorial. La premisa sería el resurgir de Hydra -que ya se empezó a ver con Rick Remender- y Rogers comandando una unidad especial, que incluye a olvidados como Jack Flag, para amargarle el día a Cráneo Rojo. Una serie para los lectores veteranos, con el héroe de siempre pegando a un villano icónico como en los buenos viejos tiempos… o eso decían.

No hace falta decir cuáles fueron las reacciones ante el giro de guion del primer número de Captain America: Steve Rogers. Tanto revuelo causó que fue trending topic en Twitter. Miles de personas se indignaron al saber cómo terminaba el número en cuestión y las amenazas a Spencer fueron sin duda las peores hasta hoy. Mejor dicho, “son” las peores hasta hoy, porque aún hay quien acosa a Spencer en las redes sociales. Pero ¿qué pudo causar tanta indignación?

Una ola de protestas totalmente injustificadas, en opinión de quien escribe estas líneas. No es ningún cambio permanente ni un complot, sino una situación bastante normal en el género de los superhéores. Y muy bien escrita y dibujada, además. Los siguientes números publicados hasta ahora han ahondado en este nuevo status quo, su origen y sus implicaciones, además de ir preparando una macrohistoria que prometer ser memorable. Nuevos actores están apareciendo en rincones insospechados, amistades serán puestas a prueba, guerras civiles se entrometerán, y Cránero Rojo pondrá en marcha su plan más ambicioso. ‘Nuff said.