La Patrulla Condenada de Grant Morrison Libro 01: Desde las Cenizas

 

Edición original:Doom Patrol núms. 19 a 29 USA .
Edición nacional/ España:ECC Ediciones.
Guión: Grant Morrison.
Dibujo:Doug Braithwaite, Richard Case, Brian Bolland, Simon Bisley.
Entintado:Scott Hanna, Carlos Garzón, John Nyberg.
Color:Daniel Vozzo, Michele Wolfman.
Formato:Cartoné, 304 págs. A color.
Precio:29,50 euros.

 

La historia se repite.

Una serie que ha perdido el rumbo, con personajes muy alejados de sí mismos, cuya esencia se ha diluido y traicionado, se ve condenada a ser cancelada por la falta de interés de los lectores. A nadie parece ya importarle lo que pueda pasar en esa serie y se abre la caja de los truenos para dejar entrar a un nuevo equipo creativo que no tiene nada que perder a la hora de romper con lo establecido, innovar y por tanto intentar revitalizar algo que ya se daba por muerto.

Esas fueron las circunstancias que hicieron que Grant Morrison, autor ya consagrado gracias a su trabajo en Animal Man y la novela gráfica Asilo Arkham, se viera tentado por el editor Tom Peyer para afrontar el reto de tomar las riendas de La Patrulla Condenada, un cómic que por definición debe ser algo más que un cómic de superhéroes al uso.

Con esta nueva edición en cuatro volúmenes ECC recupera este clásico de DC que permite a todo lector adentrarse en una nueva experiencia sensorial donde la narrativa de Richard Case y la imaginación desbordada de Morrison son los maestros de ceremonias de una obra destinada a romper moldes, remodelar nuestras mentes y permitirnos descubrir que nuestro mundo real está plagado de arrugas en las que acecha la locura.

Morrison tomó las riendas de la serie en 1989 y se mantuvo a bordo hasta 1993, momento en el que ya no tenía nada más que aportar al grupo. Su llegada a la colección fue en el número 19, con la serie en estado catatónico. Tras los acontecimientos de Invasión, con la anterior encarnación de La Patrulla Condenada muerta o maltrecha, con el grupo disuelto y sin muchas posibilidades de volver a reunirse de nuevo, Morrison opta por arrancar su primera historia en un hospital psiquiátrico y definir, en un solo número, a Cliff Steele, alias Robotman, desde la nueva perspectiva de verlo como un mutilado total, un minusválido corporal extremo, dejando clara la fortaleza emocional del personaje. Su puesta en escena es tan contundente que el lector queda atrapado por cómo llega a sentir la angustia interna que padece el personaje por su condición. Esa es la manera que tiene Morrison de comenzar a redefinir un grupo de héroes muy alejados del glamour de otros grupos como la Liga de la Justicia o los Titanes, y cuya principal finalidad es la de hacer frente a esas amenazas que retan a la cordura más enfebrecida.

Morrison construye en este primer volumen lo que van a ser las señas de identidad de toda su etapa, al ir marcando un ritmo que va ir siempre in crescendo hasta alcanzar cotas de delirio, locura y surrealismo casi insoportables. La Patrulla de Morrison se va cimentando sobre sus personajes, el verdadero atractivo de la serie que arranca con un lento, pero constante, proceso de remodelación de todos y cada uno de los protagonistas al potenciar o evolucionar, según se mire, a los ya existentes y añadiendo nuevos personajes que demuestran el excelente estado de forma del escocés a la hora de dejarse llevar por sus propias ideas.

Hablar de la Patrulla es hablar no solo de sus personajes principales, sino de lo que les rodea, de las amenazas a las que deben hacer frente y a las que nadie más que ellos pueden hacerle frente. La Patrulla de Morrison se introduce en un mundo invisible al nuestro en el que los villanos alcanzan cuotas de irrealidad inimaginables, como la Hermandad Dada o el Amo de las Mariposas, como primeros ejemplos de lo que llegaría más tarde. Un grupo de marginados, al igual que la Patrulla, con poderes originales, que redefinen el concepto del villano tanto o más que la Patrulla redefine el concepto de héroe.

Por tanto, estamos ante una serie se rediseña a si misma desde los cimientos, asentando lo que ya funcionaba, al tiempo que expande nuevos horizontes para esos personajes que son capaces de sustentar todo el peso de la serie sobre sus hombros. Morrison sabe atrapar con su estilo seco y contundente, abusando de su verborrea grandilocuente, dejando que su prosa se enzarce sobre sí misma como el alambre de espino, lo que puede llegar a agarrotar al lector en algunas ocasiones. Un mal menor que pronto se supera y es que entrar de lleno en este nuevo concepto de cómic no es algo que resulte fácil. Aquí no hay metalenguaje, ni experimentos narrativos, ni excesos que no sean los necesarios para dar forma a esas amenazas que están a nuestro lado y que acechan desde las sombras, rompiendo las reglas de lo establecido de forma que lo racional se vuelve irracional.

Un libro que crea un mundo que quiere sustituir al nuestro, un cuadro que devora a sus observadores, un ser de cabeza flotante que colecciona mariposas, hombres tijera, ciudades de hueso, un jinete que se alimenta de ideas, amigos invisibles que se manifiestan físicamente… todo esto y mucho más es lo que encierran las viñetas de este primer volumen con el que Morrison dejó claro que nada de lo que había hecho hasta entonces era fruto de la casualidad, sino de una verdadera fuerza creativa interior capaz de manifestarse de las formas más inverosímiles, siendo la colección de La Patrulla Condenada el mejor vehículo para hacerlo.

Este primer tomo es un viaje iniciático no solo para Morrison, sino también para el encargado de dar forma física a las ideas del guionista. Richard Case es el encargado de afrontar el reto de romper también con lo establecido y rediseñar la imagen de la Patrulla a los nuevos tiempos y a las nuevas situaciones que Morrison plantea. Case nos obsequia con un dibujo seco, anguloso, lejos de los excesos figurativos, donde la narrativa y la puesta en escena lo es todo y los diseños y caracterización la esencia de cada viñeta. Sin Case, Morrison no hubiera podido dar forma a esta obra. Su estética sólida y monolítica casa a la perfección con cada párrafo de la prosa del escocés, logrando una simbiosis pocas veces vista. Un texto bien construido y un dibujo feista que se dan la mano para conformar un todo donde lo uno no puede ser concebido sin lo otro.

En definitiva, una obra capaz de remover algo dentro del lector al tiempo que lo atrapa con una irremediable atracción por ese mundo bizarro que tan solo acabamos de empezar a vislumbrar. Un mundo donde La Patrulla Condenada está ahí como un faro, una luz capaz de guiarnos en medio del caos, mientras ellos mismos sobreviven a su propio caos interno. Una historia de hombres y mujeres capaces de mirar directamente a los ojos de la locura y sobrevivir a sus efectos. Una serie que merece la pena leer y releer una y otra vez de forma que podamos escapar un poco de la locura real que nos rodea en nuestro día a día.