Parasyte 1 y 2

 

Edición original: Kiseijuu Nº1 y Nº2
Edición nacional/ España: Planeta Cómic
Guión: Hitoshi Iwaaki
Dibujo: Hitoshi Iwaaki
Formato: Tomo manga rústica, 276 páginas
Precio: 9,95€

 

En los últimos años, Parasyte ha sido un fenómeno de masas en Japón gracias al estreno de dos películas de imagen real entre los años 2014 y 2015. Pero su popularidad viene de más lejos. En el año 1993, cuando la obra aún no había finalizado, recibió el premio Kodansha Manga en la categoría general. Para hacernos una idea de la liga en la que está jugando, ese mismo año lo recibieron Sailor Moon de Naoko Takeuchi en la categoría de shôjo y, la reclamadísima por el público español, 3×3 Eyes de Yuzo Takada en la de shônen. Tres años más tarde, en el 96, recibiría el premio Seiun que destaca aquellas producciones culturales que tratan sobre ciencia ficción. Otros mangas galardonados con este reconocimiento son, por ejemplo, 20th Century Boys (2008), Pluto (2010) de Naoki Urasawa y Fullmetal Alchemist (2011) de Hiromu Arakawa.

La publicación original de Parasyte de Hitoshi Iwaaki se realizó en la revistas Morning (1988-1990) y Afternoon (1990-1995) ambas de Kôdansha. La edición que ha llegado a nuestro mercado, de la mano de Planeta Cómic consta de ocho tomos kanzeban. Las portadas, un diseño simple y aburrido, sólo destacan por la desconcertante imagen central. En el interior encontramos un puñado de imágenes a color que ayudan a romper la monotonía, recordemos que el volumen son casi 280 páginas. Respecto al gramaje, nada destacable: el típico de una edición manga habitual. Esto explica que aún siendo una edición de gran tamaño tenga un precio asequible. Dado que parece que el mercado del cómic ha entrado en una espiral de aumentar precios por encima de la calidad ofrecida, se agradece un producto con una relación calidad-precio ajustada.

Shinichi Izumi es un estudiante de bachillerato de dieciséis años. Un chico estudioso y deportista que no destaca entre sus compañeros. La noche de autos Shinichi estaba despierto, escuchando música cuando un parásito entró en su cuerpo. Gracias a ello, pudo evitar que el extraño ser subiera desde su brazo hacia el cerebro donde pretendía anidar. De este modo nace Miggy, el parásito que reside en el brazo de nuestro protagonista. Miggy es un ser inteligente que tiene la capacidad de transformarse en cualquier cosa, tomar distintas consistencias y detectar la presencia de otros de su especie. En un principio, su crecimiento incompleto le hace sentirse fracasado. Pero, rápidamente, se adapta a su condición y entiende que para continuar vivo, tiene que evitar que Shinichi muera. Para ello, tiene que protegerle de los parásitos que sí consiguieron hacerse con el control absoluto de un humano. Y es que, cuando un parásito consigue anidar en el cerebro de su huésped, nace en su consciencia el deseo irrefrenable de acabar con los humanos. Por esta razón, empiezan a sucederse desagradables asesinatos que la prensa atribuye a el triturador, dado que los cadáveres de las víctimas aparecen descuartizados, fragmentados y esparcidos. Los especialistas no saben determinar cuál es el arma homicida ni si es obra de un mismo individuo. Esta teoría es rechazada ante la evidencia de que los triturados aparecen en diversos lugares del mundo, con muy poco tiempo de diferencia.

Una de las virtudes de Parasyte es ser más de lo que aparenta. Bajo una sencilla premisa encontramos un potente discurso ecologista y animalista. Una defensa a ultranza de los derechos de los animales no humanos, así como del biotopo. Este es un hecho que el propio Iwaaki reconoce: «Empecé a crear esta historia a partir de la consideración de qué ocurriría si seres vivos no humanos, tanto plantas como animales, cuyas vidas no son consideradas importantes por muchas personas, consiguieran hacerse con un gran poder.». Esta cita está extraída de una sección de preguntas de los lectores y respuestas del autor. Un bonus muy interesante que nos permite conocer mejor tanto la obra como su contexto.

Ahora bien, el punto negativo de la obra es el dibujo. Hitoshi Iwaaki tiene un estilo muy particular que en un principio puede causar rechazo en el lector. Poco a poco, uno se acostumbra a los trazos geométricos con los cuales representa a los humanos. Esta manera de dibujar también la podemos encontrar en otras obras suyas, pero en menor grado. En la imagen que abre este párrafo tenéis la comparación entre una escena de Parasyte y una de Historie, obra del 2003 cuya reseña podéis leer aquí. Esto puede deberse a la evolución natural de su trabajo o a la intención de representar a una humanidad desnaturalizada. De hecho, cuando llega el momento de dibujar huéspedes convertidos por sus parásitos, sí que es capaz de realizar ilustraciones muy orgánicas y vivas. Ahora bien, también hay otros aspectos como la falta de fondos que es constante en ambas muestras y que resta personalidad al producto final.

En definitiva, hemos esbozado la trama de los dos primeros tomos de Parasyte y hemos dado cuatro pinceladas a la repercusión de la obra en Japón. En las reseñas de los próximos números iremos viendo como evoluciona la historia, así como añadiendo más información sobre las películas y el anime.