Demokratia 2

 

Edición original: Demokratia Nº2 JAP, Shogakukan
Edición nacional/ España: Panini Cómics
Guión: Motorô Mase
Dibujo: Motorô Mase
Formato: Tomo manga rústica con sobrecubierta 208 páginas
Precio: 8,95€

 

Retomamos el análisis de Demokratia el manga de Motorô Mase que está publicando Panini Cómics.

Hay veces que un cómic se queda en la estantería cogiendo polvo. Muchas veces no hay una razón concreta por la cual no lo devoraste al volver de la librería. Simplemente, se queda allí durante días, semanas, meses o años. Todos tenemos una serie acabada que leeremos cuando tengamos suficiente tiempo… y nunca lo tenemos. Algo así me pasó con el segundo número de Demokratia. Estuvo esperando durante semanas hasta que pude leerlo. Lo había ojeado y creía que era un volumen muy continuista donde apenas pasaba nada. ¡Que equivocada estaba!

En el primer tomo, Mai conoce a Michizoku Kero un joven con graves problemas de autoestima que culpa a la sociedad de su mala suerte en la vida. Después de una cita agradable y correcta, Kero invitó a Mai a subir a su apartamento; proposición que los miembros de Demokratia rechazan de muy malas maneras… Y las consecuencias son terribles. Es en el segundo tomo cuando podemos dar por terminada esta primera aventura, pero no cómo nos esperábamos. Motorô Mase realiza un par de giros consecutivos en el guion que nos dejan con una muy agradable sensación de sorpresa.

El concepto Democracia nació en la antigua Grecia de la mano de los filósofos clásicos. Etimológicamente proviene del griego demos que significa pueblo, y krátos que puede traducirse como poder o gobierno. Pero, cuando pensamos en este concepto tenemos más cosas en mente que esta definición general. Por esta razón el significado que hoy le brindamos no es el mismo que en aquel momento le otorgaban. Por ejemplo, Platón entendía la Democracia como una desviación del Estado Ideal. Este consistía en una Aristocracia, es decir, el gobierno de los mejores o más excelentes. Pero, como todas las ideas, este tipo de Estado es complicado de hallar en la realidad. Por esta razón, Platón distingue cuatro enfermedades del Estado: la tiranía, la oligarquía, la timocracia y la democracia. Para el Ateniense, la democracia implicaba dos hechos tremendamente negativos: (1) que los ciudadanos pueden hacer y decir lo que quieran; y (2) que la opinión de un sabio es equivalente a la de un ignorante. Actualmente, la situación socio-política hace que la Democracia esté en boca de todos y vuelva a discutirse si estas dos razones son positivas o no. Mientras que hace una década la mayoría fruncía el ceño al ver estas dos ideas con el adjetivo “negativo”, parece que ahora restringir la libertad de expresión está al orden del día.

Hacia la mitad de este volumen, los usuarios de Demokratia discuten sobre la viabilidad de continuar usando a Mai siguiendo las reglas de Taku Maezawa y Hisashi Iguma. Los dos ingenieros creían que para dotar al androide de humanidad era suficiente con el sistema de propuestas y votos; pero los usuarios han visto que no. Esta manera de establecer los actos de Mai no la dota de personalidad. No tiene objetivos ni metas a largo plazo que den coherencia a sus actos. Le falta un elemento imprescindible: voluntad. En la próxima reseña hablaremos de este concepto.

En la reseña del primer tomo hablamos de los tres personajes principales, Mai y sus creadores, Taku Maezawa y Hisashi Iguma. Podéis recuperar la reseña con las descripciones aquí. En esta ocasión nos centraremos en tres de los usuarios de Demokratia, los más destacados en estos dos primeros volúmenes.

Hidemaru. Este salaryman entrado en años se llama Kawasaki. Es el responsable de una sección dentro de una gran empresa y, recientemente, ha tenido un rifirrafe con un subordinado llamado Nakabayashi. A raíz de ello, Nakabayashi estuvo de baja una buena temporada, lo cual causó una gran sensación de culpabilidad en Kawasaki. Hasta el punto que está barajando la posibilidad de abandonar su puesto de trabajo y entrar a trabajar en la empresa de su mujer.

Hana Chiwawa. Es complicado hablar de ella sin revelar ningún detalle importante para la trama. Su nombre real es Hitomi y es una chica joven, dado que aún vive con sus padres. Cuando la conocemos, en el primer tomo, Mase sólo nos deja entender que tiene miedo a los coches. Para superarlo, su madre la anima a apuntarse a una academia para sacarse el carnet de conducir. Es el usuario que más juego aporta a la trama.

Rokettojin. En realidad, llamado Takanori es un estudiante de bachillerato del montón. Cuando se esfuerza mucho obtiene buenas calificaciones, pero si baja la guardia los resultados se resienten. Hasta ahora había complacido a sus padres en el terreno académico, pero ahora está en una encrucijada. Tiene que decidir entre estudiar una carrera universitaria, tal y como quieren sus padres, o hacer lo que realmente quiere: entrar en un taller para carpinteros de templos.

A partir de la segunda mitad del tomo, la historia da un giro muy interesante. De hecho, se convierte en una propuesta distinta a la que el autor había realizado en el primer volumen. Una trama mucho más sugerente que apunta hacía la novela policíaca y de intriga. Ya veremos en que quedan estas primeras impresiones, pero conociendo la bibliografía de Motorô Mase, padre de Ikigami, tampoco debería sorprendernos mucho.
Finalmente, comentar que los dos últimos capítulos del tomo no forman parte de Demokratia, sino que son dos historias cortas y autoconclusivas. La primera y última imagen de esta reseña corresponden a ellas. En la primera, nos transportaremos a un torneo de robots que enfrentará a Japón y Estados Unidos. La segunda es una historia más intimista que nos habla de las relaciones personales y como estas, muchas veces, están mediadas por el interés. Este es un relato muy interesante y bonito que podemos vincular a la historia de Kero.