#ZNSeries – Lou Grant (Primera temporada)

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Dirección: James L. Brooks, Allan Burns, Gene Reynolds, Alexander Singer, Roger Young
Guión: James L. Brooks, Allan Burns, Gene Reynolds, Leon Tokatyan, Seth Freeman, Michele Gallery, Steve Kline, April Smith, David Lloyd, Bud Freeman, Gary David Goldberg, Leonora Thuna, Johnny Dawkins, Michael Vittes, Patt Shea, Harriett Weiss
Música: Patrick Williams, Shirley Walker
Fotografía: Robert F. Liu, Robert Caramico, William K. Jurgensen
Reparto: Edward Asner, Robert Walden, Linda Kelsey, Mason Adams, Jack Bannon, Daryl Anderson, Nancy Marchand
Duración: sesenta minutos
Productora: CBS Television Studiosb
País: Estados Unidos – 1977

 

La serie cuya primera temporada traigo para comentar no es precisamente una novedad. En realidad, el hecho noticioso no es otro que el detalle de que, por fin, podamos disfrutar por estos pagos de una edición en formato doméstico de una obra imprescindible para comprender la ficción televisiva de los años setenta: Lou Grant.

Para quienes, como es mi caso, peinamos ya muchísimas canas, el nombre de Lou Grant evoca un tiempo en el que las series extranjeras llegaban a la televisión española (en minúsculas y en mayúsculas) con años de retraso, en el mejor de los casos; trae a la memoria recuerdos de una programación donde estos productos aparecían lo mismo a altas horas de la noche de un día entre semana que un sábado por la tarde en horario infantil-juvenil. La primera vez que vi un episodio de aquella serie –que si no me falla la memoria se emitía por una segunda cadena de TVE que a Canarias no había llegado- fue allá por 1981, tres años después de su estreno. Entre ese año y 1985, la cadena pública estatal emitiría la serie, presentando a la audiencia española el devenir cotidiano de la redacción un periódico ficticio, la Tribuna de Los Ángeles y otorgando a sus intérpretes una popularidad que no repetirían en ninguna participación posterior. Ninguna serie ha hecho, hasta el momento presente, tanto para potenciar las vocaciones periodísticas y reflejar lo que debería ser el ejercicio de la profesión; ninguna ha reflejado con tanta calidad, detalle y realismo la vida en un medio de prensa.

La creación de la serie es, sin ningún género de dudas, uno de los capítulos más interesantes de la historia de la ficción televisiva. En el año 1977 tocaba a su fin uno de los éxitos de la década, el show de Mary Tyler Moore (conocido en estos barrios como La chica de la tele). Esta comida de situación contaba la historia de Mary Richards –interpretada por Moore- una joven cercana a la treintena que se mudaba a Minneapolis tras una ruptura sentimental y acababa trabajando como productora adjunta en el noticiero de una cadena televisiva de la ciudad. La comedia llamó la atención por el contenido de alguno de sus episodios, cuyos responsables no se arredraban a la hora de afrontar algunos asuntos controvertidos que aportaban toques dramáticos al género predominante. De su éxito y de la popularidad de alguno de sus personajes surgieron tres series derivadas: Rhoda, Phylis y la que aquí nos ocupa, Lou Grant. Las primeras seguían siendo comedias, pero la tercera y última –y aquí está una de las primeras singularidades del asunto- iba a ser un drama que profundizaría y no poco en el debate sobre asuntos controvertidos. No por nada James L. Brooks y Allan Burns, responsables del proyecto, habían sido los artífices de la serie original.

La historia comienza con un Lou Grant (Edward Asner) –que en La chica de la tele ejercía como jefe de la protagonista- despedido de la cadena televisiva en la que trabajaba. Siguiendo el consejo y la recomendación de su amigo Charlie Hume (Mason Adams) decide optar al puesto de editor de la sección de noticias locales en el medio donde este último trabaja, la Tribuna de Los Ángeles. El cambio de la televisión a la prensa y de la fría Minnesota a la soleada California supondrá para el veterano periodista un desafío. La toma de contacto con su nuevo puesto de trabajo permitirá prontamente a la audiencia conocer al elenco protagónico habitual. Al citado Charlie Hume habrá que añadir varios nombres más: Art Donovan (Jack Bannon) editor asistente de Lou, elegante, socarrón y siempre de buen humor; Joe Rossi (Robert Walden) un reportero ambicioso y enérgico; Billy Newman (Linda Kelsey) otra reportera dispuesta a demostrar su valía; Dennis «Animal» Price (Daryl Anderson) un fotógrafo tan estrafalario como talentoso y, por último, la señora Margaret Pynchon (Nancy Marchand) la carismática dueña del periódico.

La serie tiene una estructura episódica en la que rara vez hay continuidad argumental. En los primeros episodios, asistimos al progresivo acomodo de Lou en la nueva ciudad. Cada entrega presenta la ocasión de comprobar cómo se enfrenta la redacción al abordaje de diversos problemas que, como en su serie madre, son del género que en ese momento –y en este, también- eran objeto de debate social a todos los niveles: las sectas, la energía nuclear, los barrios deprimidos, la especulación urbanística, la discriminación por razón de sexo, la reinserción de la población reclusa o la violencia machista en el ámbito familiar son solo un puñado de ejemplos. Al mismo tiempo, también se tratan aspectos relacionados con el ejercicio de la profesión periodística: las implicaciones éticas de la actividad, los roces con las instituciones públicas y privadas de la ciudad (Administraciones públicas, Universidades, entidades deportivas…), el conflicto entre intereses personales y profesionales, las relaciones entre colegas… más allá de los aspectos superficiales, la serie mantiene una indudable vigencia.

Lou Grant nos lleva a una época que, sin ser tan lejana, casi parece ubicada en otra era. Internet no existe para el gran público; los teléfonos móviles aparecen en los seriales de ciencia-ficción; la prensa, la radio y la televisión son los medios que copan el acceso a la información. La redacción del periódico está poblada por máquinas de escribir y los ordenadores –de mesa, por supuesto- son aún herramientas curiosas que se miran con suspicacia. Lou está en la segunda mitad de su cuarentena, pero sus tres hijas están casadas; Billy es cuestionada por su entorno más cercano porque, sin haber alcanzado la treintena, no se ha casado y piensa en alcanzar prestigio como periodista; Donovan, que apenas ha sobrepasado esa tercera década, se plantea dejarse de aventuras y «sentar la cabeza»… poco que ver con el panorama social actual.

Si pasamos al ámbito de la temática de la serie, hay que tener en cuenta que estamos en 1977. Un año antes se ha estrenado en la gran pantalla Todos los hombres del Presidente, la adaptación fílmica del libro escrito por Carl Bernstein y Bob Woodward, en el que contaban los pormenores de la investigación y publicación del célebre caso Watergate. La serie se hizo obvio eco de la cercanía temporal de un escándalo que había conmovido al país y que había convertido al Washington Post en una cabecera de prestigio a nivel mundial. Así, el personaje de la señora Pynchon era un homenaje a la figura de Katharine Graham, responsable del diario capitalino durante la investigación del escándalo; por otra parte, Robert Walden había participado como actor secundario en la cinta protagonizada por Robert Redford y Dustin Hoffman. El periodismo vivía un momento especialmente bueno, en el que hacía valer verdaderamente su condición de cuarto poder y el equipo responsable de la serie quiso reflejarlo así. Cada episodio se convierte en una lección de lo que es la profesión, lo que debería ser y en lo que nunca debería convertirse. Diez años después de su cancelación, la serie fue utilizada en una naciente Antena 3 Televisión para ser la piedra angular de un curso sobre ética periodística, comandado por Luis Ángel de la Viuda.

Otro de los puntos fuertes de la serie es el conjunto protagónico: cada personaje tiene su espacio para triunfar, fracasar, acertar y equivocarse, sin cambiar las líneas maestras de su personalidad, resultando en consecuencia un conjunto humano creíble y cercano a la audiencia. Lou es un editor competente y responsable, pero también profundamente cabezota –hasta el punto de que «¡maldita sea, Lou!» es una de las frases recurrentes en las líneas de diálogo del personaje de su amigo Charlie-; Rossi es un reportero vocacional, pero su exceso de competitividad le lleva a trabajar realmente mal en equipo; Billy es una profesional con todas las cualidades requeridas, pero ha de enfrentarse al paternalismo con el que la tratan sus colegas masculinos de más edad. La serie dio a sus participantes fama y popularidad, pero ninguno de los intérpretes ha logrado escapar de su vinculación con la misma. Asner ha gozado de larga y prolífica carrera, pero sigue siendo Lou Grant para la mayor parte de la audiencia; Marchand siempre fue la señora Pynchon, pero en contrapartida –e inevitablemente, con una serie tan larga- encontramos nombres que más tarde se hicieron célebres en el campo de la investigación. En esta primera temporada podemos ver a Peter Weller (Robocop, Robocop 2), Brian Dennehy (Acorralado) o Julie Kavner (Los Simpson). La revisión retrospectiva de series y películas siempre trae estas sorpresas.

Cualquier persona con interés por la buena ficción televisiva y / o el mundo de los medios de comunicación debería acercarse –por primera o por enésima vez- a esta joya catódica cuya filosofía se refleja en una cabecera cargada de significación e ironía:

Por lo que respecta a esta edición para consumo doméstico, hay que indicar que mantiene el doblaje original –con nombres tan ilustres como el de Rafael de Penagos- aunque se note bastante que la calidad sonora de los setenta y los ochenta no es la de la actualidad. Se añade además el episodio piloto en versión original subtitulada que, habida cuenta de la forma anárquica en la que se emitían las entregas de las series sin continuidad en aquella época, no debió doblarse en su momento. Algunas escenas saltan también al idioma inglés y en otras el volumen y la definición del doblaje decaen. Son consecuencias inevitables del mantenimiento de una versión doblada que en su momento –y ahora- se puede considerar como sobresaliente. Un nuevo ejercicio de adaptación al español castellano habría restado a la audiencia veterana el encanto de sus recuerdos así que, como nostálgico seguidor de esta serie, acepto los imponderables de recuperar un material que tiene a sus espaldas casi cuarenta años.

  Dirección: James L. Brooks, Allan Burns, Gene Reynolds, Alexander Singer, Roger Young Guión: James L. Brooks, Allan Burns, Gene Reynolds, Leon Tokatyan, Seth Freeman, Michele Gallery, Steve Kline, April Smith, David Lloyd, Bud Freeman, Gary David Goldberg, Leonora Thuna, Johnny Dawkins, Michael Vittes, Patt Shea, Harriett Weiss Música: Patrick…
Dirección - 8.9
Guión - 9.2
Reparto - 9.4
Apartado visual - 8
Banda sonora - 7.4

8.6

Vosotros puntuáis: 7.4 ( 1 votos)
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Carlos padilla
Carlos padilla
Lector
25 abril, 2017 9:28

Muy buena iniciativa la de reseñar series añejas aprovechando su edicion en formato domestico…o con cualquier excusa,ya puestos.Enhorabuena

Nippur
Nippur
Lector
25 abril, 2017 19:15

Excelente idea la de reseñar series que no sean las actuales. Como siempre, notas desarrolladas en profundidad y con criterio. Felicitaciones!!

Tommy
Tommy
Lector
27 abril, 2017 20:11

Qué bonitos recuerdos me trae esta serie de aquella época en que la primera cadena echaba montones de series americanas y alguna británica por la siesta de lunes a jueves: La fuga de Logan, Camuflaje, A medias, Masada, Persecución límite, La conquista del oeste, Sombras en la oscuridad, Remington Steele, El gran héroe americano, El coche fantástico, Como el perro y el gato, etc… Y en otros horarios Luz de luna, Hill street blues o La ley de Los Angeles. La edad dorada de la televisión.