El Cuarto Mundo de Jack Kirby (I)

Reseña/análisis de la inmensa obra de Kirby a su llegada a DC. Abordamos con intensidad el primer tomo de la recopilación de este trabajo llevaba a cabo por ECC.

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Este año se cumple el centenario del nacimiento de Jacob Kurtzberg, también conocido como Jack Kirby, también conocido como “Jolly Jack”, también conocido como “The King”.

Se trata de una de las individualidades más importantes del género superheroico y de la industria del cómic. Homenajes y retrospectivas están servidos. Desde este pequeño rincón, nos sumamos a esta efeméride reseñando la que es, sin duda, la obra más importante y polémica de todas cuantas puedo hacer para DC: El Cuarto Mundo.

Debe decirse que por fin se ha hecho justicia a esta obra en España. Por primera vez se publica íntegra, en su tamaño original y a todo color, en una edición inmejorable. Un paso absolutamente necesario que agradecemos a ECC y que esperamos que sea la primera de muchas ediciones de obras clásicas deceítas que tanto ansiamos.

Este es el primero de una serie de cuatro artículos en los que se reseñará el contenido de los tomos de ECC conforme vayan siendo publicados, así como se apuntarán cuestiones preliminares y valoraciones finales que una obra de esta magnitud se merece.

1.“¡Kirby está aquí!”: el Rey marvelita en la Corte de la Distinguida Competencia.

La historia es bien conocida. A finales de la década de los sesenta Kirby no estaba a gusto en Marvel. No disfrutaba de las condiciones laborales que consideraba justas. Desaprobaba la venta de la editorial a un conglomerado empresarial. “La vendieron por el dinero que cuesta sólo el Hombre Hormiga”, llegó a decir. Tras varios años de ingente labor y de contribuir decisivamente al nacimiento del Universo Marvel, El Rey no se sentía reconocido por su editorial ni creativa, ni profesionalmente.

Está claro que Kirby era una figura respetada dentro del medio. Que Marvel hubiera salido del pozo y sus cómics se hubieran convertido en parte legítima del “pop art” sesentero se debía en buena medida a su talento. Sin embargo, la exposición y reconocimiento público eran acaparados casi en su totalidad por Stan Lee. Esto no obedecía a ninguna extraña maniobra. Lee era el Editor-in-chief, el guionista principal y poseía las habilidades sociales y el descaro necesarios para las relaciones públicas. Su protagonismo entraba dentro de lo normal. Lo que ya no debía parecerle normal a Kirby es que su papel en la génesis del Universo Marvel quedara difuminado tras la verborrea de Lee. Él se consideraba tan creador de las nuevas estrellas marvelitas como Lee. Tras haber pasado por los oscuros años cincuenta, cuando los trabajadores de la industria del cómic fueron públicamente denigrados, verse eclipsado a la hora de exhibir con legítimo orgullo su condición de creador en el momento de mayor éxito de su carrera debía de resultarle enormemente frustrante.

Un creciente abismo fue abriéndose entre los dos pilares de Marvel y entre el propio Kirby y la que había sido su casa durante la última década. Deseaba zafarse de la alargada sombra de Lee, contar sus propias historias y obtener unas condiciones laborales a la altura de su dedicación y esfuerzo. Empezó a diseñar sus propios personajes sin pasárselos a la editorial, con la esperanza de poder emprender un proyecto personal. Carmine Infantino, recién nombrado Director Editorial de DC y con quien Kirby tenía relación, al percibir el descontento de uno de los principales valores de la competencia no se lo pensó dos veces y le tanteo a la primera oportunidad. Tras comprobar que los nuevos dueños de Marvel no accedían a sus reivindicaciones contractuales ni tenían en cuenta sus capacidades creativas, El Rey cogió sus bocetos y se marchó a DC.

Kirby cuando fichó por DC.

Estamos ante el fichaje de un galáctico por la competencia directa. Messi se va al Madrid. O Cristiano al Barça, como prefiráis. Eso es lo que significó la marcha de Kirby a la Distinguida Competencia. Sólo otros dos “traspasos” han sido tan sonados como este: la marcha de Byrne a DC en 1986 para relanzar a Superman y la de McFarlane para fundar Image en 1991 (con el añadido de sus célebres compañeros de viaje). En buena medida, los tres repiten el mismo patrón: el dibujante estrella marvelita, evolucionado a autor completo, acaba haciendo el petate ofuscado por cuestiones salariales, de derechos de autor y/o roces con los editores por discrepancias creativas.

No es que anteriormente ningún autor hubiera “cambiado de chaqueta”. El propio Kirby había trabajado repetidas veces para DC en el pasado. Sin embargo, en esta ocasión su marcha era especial, adquiría un significado nuevo. La Silver Age y la explosión de la Marvel Age habían traído aparejado la consolidación y extensión de una pequeña comunidad de fans que empezaba a hacerse notar. Los cómics ya no eran cosa de niños, sino que calan entre adolescentes e incluso universitarios. Este público, más inquieto y maduro, empieza a intercambiar opiniones, a forjar criterios, a analizar críticamente el medio y el género. Los otrora denigrados autores de cómics son ahora pequeñas celebridades, reconocidas y admiradas. Por eso es un acontecimiento. En los años cuarenta, que el Kirby del Capitán América hiciera Sandman o La Legión de Repartidores para DC era irrelevante. Ahora hay una comunidad que le confiere relevancia al hecho: lo convierte en acontecimiento.

DC no es ajena al impacto que supone el fichaje y por ese motivo adoptará la coletilla “Kirby is here!” en las portadas de sus primeros cómics. Probablemente era el reconocimiento en portada más importante a un autor que se había hecho hasta entonces en un cómic de superhéroes.

Así, Fantastic Four #102 (septiembre de 1970) sería el último de Kirby en su colección predilecta. El dream team-up Lee & Kirby había desaparecido. Aunque Kirby volvió a la Casa de las Ideas, ya nada sería lo mismo. De hecho, las querellas con su compañía no hicieron más que aumentar desde este momento hasta su defunción.

Digámoslo ya aunque nos acusen de hiperbólicos: la pareja Lee & Kirby es para el mundo del cómic lo que Lennon & McCartney para la música. Lee & Kirby contribuyeron a integrar el cómic mainstream al ciclón cultural de la década, aunque no sin conflicto y en permanente tensión con el autoconsiderado verdadero depositario de las esencias de cambio y transgresión sesenteras, el underground. Dos historias curiosamente paralelas. Los Fab Four lanzaron al mundo Love me do, su primer sencillo, en octubre de 1962, mientras que el acta de nacimiento de Lee & Kirby, el debut de los Fan Four, fue en noviembre de 1961. Los Beatles se separaron en abril de 1970. Poco después se pública el Fantastic Four #102. Parafraseando a Quincy Jones, “los sesenta fueron suyos”. La Década Prodigiosa les perteneció absolutamente. Aunque es algo más que una década lo que se había terminado. En buena medida, la Marvel Age acaba aquí.

Al llegar los setenta sus caminos se separaron irreconciliablemente. Lee acabaría ascendido a Publisher y se fue alejando gradualmente de la máquina de escribir. Kirby por su parte, asumió lo que ya sería el reto de su vida: reivindicarse como autor completo. Ya no estaría acompañado por Stan Lee o Joe Simon. El Cuarto Mundo es, en cierta medida, su obra más personal, su declaración de intenciones más íntima.

Es importante apuntar otro detalle. Como ya se ha dicho, la Silver Age está dando sus últimos bandazos y Kirby, que marcó a fuego esta época, no será ajeno a ello. El tratamiento gráfico de los superhéroes está experimentando en ese preciso instante una verdadera revolución en los lápices de nuevos autores como Barry Smith, John Buscema, Jim Steranko y sobre todo Neal Adams. Tras tres décadas de actividad, Kirby no sólo está a punto de entrar en la decadencia de su carrera sino que parece que su estilo cada vez está más desfasado.

Sin embargo, aun tiene historias que contar. Historias personales, sin ninguna cortapisa. Historias verdaderamente suyas. El Cuarto Mundo es su gran obra de autor.

2.El Cuarto Mundo, “una epopeya para nuestros tiempos”.

A veces se sintetiza el aporte de Marvel al cómic de superhéroes con la fórmula “superhéroes con superproblemas”.

Esta premisa fue intensamente desarrollada en los setenta. La tendencia general fue dar una vuelta de tuerca realista a esta fórmula, enfrentando a los superhéroes con problemas cada vez más reales: la corrupción política, el fracaso personal, la muerte de un ser querido, las drogas, etc. El superhéroe se configura como un inesperado vehículo de las angustias personales, políticas y sociales de su tiempo.

En el fantástico libro “Cómics: una historia global desde 1968 hasta hoy” se plantea por el contrario cómo Kirby profundizó en una senda totalmente distinta pero que constituía la conclusión lógica del género. Frente a los superhéroes como personajes tridimensionales con conflictos internos y crecientemente contextualizados, que buscan su encaje en una sociedad compleja, Kirby entendió a los superhéroes como dioses. Fue la prolongación natural de muchos de los planteamientos con los que ya trabajó en Marvel. Así, los conflictos presentados no serían mundanos sino trascendentes. Era lo opuesto a los dramas sociales en los que se iban sumergiendo los enmascarados a medidas que avanzaba la década.

Así que superhéroes como dioses y consecuentemente, su conflicto interno, su dilema como trascendente. Ese va a ser el meollo de la saga del Cuarto Mundo.

No ha dejado de ser motivo de debate en el fandom si DC confió sinceramente en el talento de Kirby facilitándole que pudiera rendir a su verdadero nivel o si por el contrario no supo muy bien qué hacer con él porque temían que no encajara en las arraigadas fórmulas y maneras deceitas. A nivel creativo parece claro que le dieron plena libertad, al menos en un primer momento. Sin embargo algunos plantean que esa libertad creativa debería haberse volcado en títulos punteros como Superman o la Liga de la Justicia, que le ofrecían un fondo de escenario cósmico y colosal a la medida de su talento e inquietudes. Sin embargo, no parecía lógico, ya que su intención era dedicarse a sus propias creaciones, por lo que los longevos títulos DC no parecen la mejor plataforma. Por otra parte, parece ser que no fueron pocos los que trataron de sugerirle cómo hacer cómics a la manera DC, intentando encauzar su volcánica creatividad y suavizar su personalísimo estilo. Un estilo que tenía muy poco que ver con la marca visual tradicional deceíta.

Salta a la vista que los dibujantes asociados a los grandes títulos DC de la época (Carmine Infantino, Curt Swan, Dick Dillin o Mike Sekowsky) pese a sus diferencias, ninguno tiene que ver con Kirby. A pesar de ser en buena media coetáneos, pues son los autores que definieron los años sesenta, sus estilos parecen antitéticos. Una vez irrumpa Neal Adams, todos ellos quedarán súbitamente anticuados.

Que en DC consiguieran hacer deceíta al Rey marvelita es discutible. Lo cierto es que sus creaciones, pese a conectarse con el personaje estrella de la compañía a través de un título menor, no dejaron de ubicarse en un rincón marginal dentro del Universo DC. Bien es cierto que entonces el Universo DC estaba apenas interconectado y que no era costumbre de la casa esa interconectividad.

Así que, cuando en octubre de 1970 se publica el número 133 de Jimmy Olsen El Rey está sólo ante el peligro. No tiene en sus manos ni un gran título ni va poder utilizar a personajes importantes (exceptuando a Superman como invitado). Sólo su nombre, sólo su autoría es el reclamo. Él es el auténtico protagonista.

3.Primer volumen: presentaciones frenéticas, acción rebosante y tramas fragmentadas.

Entrando a valorar el primer volumen, en cuanto a la edición no nos queda más que felicitar de nuevo a ECC, pues han publicado la que a día de hoy ya es la mejor edición de El Cuarto Mundo en nuestro país. La ordenación de las historias ha seguido una línea cronológica, (el primer tomo recopila el siguiente material Superman`s Pal Jimmy Olsen núms. 133-139 USA, The Forever People núms. 1-3 USA, The New Gods núms. 1-3 USA, Mister Miracle núms. 1-3 USA) intercalando series en función de su fecha de publicación y de las tramas en curso. Es un criterio de agradecer pues ayuda a una lectura sincrónica de las colecciones. Todos los episodios vienen con su portada al principio de la historia. Y la portada viene con todos sus elementos. Los extras, para mi gusto, más que suficientes. Para arropar la lectura un artículo de Mark Evainer, el conocido estudioso de Kirby, y otro de Grant Morrison, autor que en no pocas ocasiones recuerda lo mejor (y lo peor) de El Rey como argumentista.

En cuanto al contenido. Lo que nos queda claro enseguida es que, si bien las series comparten trasfondo, temas y algunas sub-tramas, no están estrechamente conectadas, al menos en este primer volumen. Cada serie avanza autónomamente sin verse modificada o alterada por el resto. Los números, de hecho, tienden a ser autoconclusivos. No estamos por tanto ante crossovers o cruces entre colecciones.

La primera tanda de números corresponde a la colección de Jimmy Olsen. En estos, la acción se precipita a causa de un nuevo personaje, Morgan Edge, propietario de Galaxy Communications, emporio mediático que alberga el Daily Planet y que realiza también aquí su debut. Edge manda a Jimmy Olsen al investigar a cerca de un misterioso lugar llamado Zona Salvaje. En seguida se revela que Edge trabaja para una organización criminal llamada Intergang y que su intención es eliminar lo que Olsen consiga descubrir. Intuyendo este peligro acude Superman y se descubre el que parece ser el gran secreto de la Zona Salvaje: es el escondite de una agencia gubernamental secreta llamada “El Proyecto” (que luego conoceremos como “Proyecto Cadmus”) que realiza experimentación genética con humanos. Una vez allí sufren una serie de ataques de un proyecto rival que resulta formar parte de una invasión alienígena secreta liderada por un ser llamado Darkseid, al que vemos fugazmente en alguna viñeta suelta y que también está detrás de Intergang.

Este hilo argumental va avanzando a través de una pasarela vertiginosa y atropellada de conceptos, situaciones límite y presentación de personajes. Para llegar hasta el Proyecto, Olsen ha tenido que acceder primero a la Zona Salvaje, confrontar con una especie de moteros futuristas llamados los Rebeldes que viven en una región de la Zona Salvaje denominada Hábitat; después ha tenido que salir en busca de un artefacto conocido como la Montaña del Juicio, al que se llega a través de un camino llamado la Zoompista. Ya en la Montaña, que resulta ser un gigantesco vehículo habitable y acorazado, conoce a otra comunidad dotada de alta tecnología llamados los Peludos (que eran el objetivo de Edge e Intergang). Éstos, por fin, le conducen hasta el Proyecto. Mientras tanto, Kirby aprovecha para desempolvar sus viejos personajes deceítas de la Golden Age: la Legión de Repartidores (original y clonada) y el Guardián Dorado (obvio trasunto del Capitán América). Todo esto en apenas tres números. Es imposible meter más cosas en el mismo espacio.

Kirby presenta cada nueva idea con toda la fanfarria, con una splash page o página doble, como si fuera la clave del relato, para pasar a otra presentación fastuosa un par de páginas más adelante. No nos queda claro si Kirby sigue un plan o improvisa. La narración se mueve como en un constante clímax. En todo caso, estos números parecen de tanteo y sirven para introducir de manera subrepticia lo que será el argumento principal y el antagonista de la saga.

En los primeros números de Forever People y New Gods ya se nos cuenta el trasfondo de la saga, se aclara la naturaleza del conflicto y se aportan nuevos detalles. Estos números son Kirby en estado puro. Los mejores de todo el volumen.

La invasión secreta de la Tierra iniciada por Darkseid y sus acólitos no es más que un episodio dentro de una guerra entre dioses de otra dimensión. Esta guerra se nos presenta con evidentes reminiscencias de la mitología nórdica: hubo unos antiguos dioses que perecieron en una batalla cataclísmica que desgarró su viejo planeta. De este desgarro surgieron dos planetas que albergarían a Los Nuevos Dioses, divididos en dos facciones: los benévolos amantes de la paz que viven en Nueva Génesis bajo el liderazgo de Highfather y los malignos obsesionados con el poder, la destrucción y la muerte que moran en Apokolips, siendo Darkseid su amo y señor. Estos Nuevos Dioses se encuentran en una inestable tregua, débil paréntesis de su perpetuo conflicto, pues su destino final es sucumbir en un nuevo holocausto como hicieron los antiguos dioses.

No contento con plantear esta conflagración de proporciones bíblicas, Kirby añade un decisivo elemento dramático: el llamado a ser el héroe principal de las fuerzas del bien, Orion, único portador de un poder cósmico-tecnológico llamado “Astro-fuerza”, es en realidad el hijo de Darkseid (¿a qué me suena esto?).

Los neogenesianos rinden tributo a una fuerza cósmico-mística que llaman La Fuente, que se manifiesta a través de El Muro. La Fuente parece actuar como un oráculo, comunicando sentencias predictivas a las que pueden aceptar someterse o no los Nuevos Dioses. Esa tensión entre libertad y destino es la clave de la Ecuación de la Vida, término que parece hacer referencia a la concepción del mundo de los neogenesianos, a su filosofía. Frente a esta se opone la Ecuación de la Anti-vida, cuya finalidad es el control total del pensamiento de cualquier ser vivo, doblegar su voluntad e impedir el libre albedrío. Este es el motivo por el que Darkseid se encuentra en la Tierra: está convencido de que esta Ecuación se encuentra escondida en la mente de los seres humanos.


Esto queda plasmado en la serie New Gods, centrada en Orion y su drama personal. Con Forever People estamos ante una serie eminentemente juvenil, con un tono desenfadado y que presenta al, de momento, único personaje principal femenino de toda la saga, la Hermosa Soñadora. Ésta ha sido secuestrada por Darkseid y traída a la Tierra para ayudarle a descifrar la Ecuación Anti-vida una vez la encuentre. Al rescate acude un grupo de cuatro jóvenes neogenesianos que viajen desde su mundo a la Tierra a través de un puente dimensional denominado Boom Tubo. Estos jóvenes portan una madre-caja, artefacto esencial en la tecnología neogenesiana. Se trata de una especie de ordenador viviente y empático conectado al Muro de la Fuente que tiene, entre otras, la capacidad de comunicarse autónomamente, abrir tubos boom y fundir a los cuatro jóvenes en un poderoso ser llamado Infinity Man.

Superman actúa como estrella invitada en el primer número, donde Kirby firma un episodio remarcable. Y más por Superman que por Los Jóvenes Eternos. Se presenta a Superman como un extraño en tierra extraña al que gracias a Los Jóvenes Eternos le surge la oportunidad de viajar a Superciudad, la celestial capital voladora de Nueva Génesis. Una ciudad de dioses le parece un mejor hogar que la Tierra, donde nunca dejará de ser un extraño, “sólo entre millones”. Al final, Superman duda, preocupado por la inminencia de una guerra que anuncian los jóvenes neogenesianos. El tubo boom abierto ante él se cierra antes de que pueda cruzarlo, pues reacciona ante las emociones de Superman. Cabizbajo y meditabundo musita “no era el momento de ir. Tal vez algún día lo vuelva a intentar… pero ese día no ha llegado”.

En unos tiempos donde se empiezan a introducir tibiamente elementos dramáticos en Superman, Kirby demostró una enorme capacidad para plantearle un conflicto real al Hombre de Acero. El carácter de Superman como extranjero, como inmigrante global, había sido tratado en otras ocasiones, pero más desde la nostalgia del hogar perdido. Aquí Kirby no nos plantea la nostalgia por Krypton sino si la Tierra puede ser realmente un hogar para Superman.

La resolución ahonda en la sensación de una persona prisionera de sus obligaciones. Su papel de defensor del planeta le ata a este, condenándole a su vez a una soledad perpetua. El hombre que siempre sabe qué es lo correcto duda y finalmente renuncia a lo que podría haber sido un acceso a la felicidad. Este Superman dubitativo y alienado de su entorno ha sido posteriormente explotado y mal utilizado hasta el ridículo (Zack Snyder), sin embargo aquí creo que se plasmó como en pocos sitios. Una plasmación que en el fondo y en la forma posee cierto aroma marvelita.

En cuanto a Mister Miracle parece, junto con Jimmy Olsen, el título más independiente de la saga. Y también el más flojo. Las tramas de la invasión, la guerra entre dioses y la Ecuación Anti-vida aparecen lateralmente. Por el contrario, la serie transcurre entre los intentos de un huérfano huido de Apokolips llamado Scott Free de construirse una vida normal en la Tierra como heredero del artista del escapismo “Mister Miracle” y las sucesivas operaciones de venganza de apokoliptianos como la Abuelita Bondad o el Dr. Bedlam.

Retomando la colección de Jimmy Olsen, parece que una vez cerrado el asunto del Proyecto, lo relacionado con la saga principal pasa a un segundo plano, centrándose en el conflicto con Morgan Edge e Intergang.

También vemos lo que parece ser un peculiar número “de relleno” de New Gods, donde Orion cede protagonismo a un ser llamado Corredor Negro que parece el equivalente de la Muerte en el universo del Cuarto Mundo. Por algunos elementos recuerda a Estela Plateada, pero mientras que Norrin Radd consigue elevarse sobre una premisa que parece abocada al ridículo (¿una tabla de surf?¿¡en serio!?), aquí no hay manera de levantar el vuelo.

El tomo acaba en un buen cliffhanger: Mr. Miracle es arrojado por el hueco de la escalera de un rascacielos encerrado en un baúl y los Jóvenes Eternos son capturados por Darkseid.

4.El estilo de El Rey.

En este primer volumen conviven anticipaciones brillantes junto con convencionalismos marcadamente anticuados que se suceden en un torrente de creatividad, inventiva e imaginación para quitarse el sombrero. Nadie puede negar que El Rey tenía cosas que contar. Otra cosa es el cómo.

A nivel gráfico, se nota que Kirby todavía está en muy buena forma. Sin embargo, hay partes en las que parece que “este no es mi Kirby, que me lo han cambiado”. Sobre todo en los números de Jimmy Olsen.

Como a día de hoy se sabe, las tintas de Al Plastino (no acreditado en ningún número) camuflaron los lápices del Rey de manera selectiva y sistemática. Los rostros de personajes principales como Superman, Jimmy Olsen o Perry White han sido ostensiblemente retocados. No hay rastro de las características caras angulosas y sus muecas dramáticas, tan “kirbyanas”. Son los rostros suaves, limpios y serenos del Superman de toda la vida. La alteración del estilo de Kirby es tan evidente que salta a la vista. También se nota en las figuras de los personajes, pero una vez más sobre todo de Superman. Frente a los músculos tensos, destacados con líneas rectas gruesas y sin mucho apego a la anatomía de Kirby, vemos de nuevo anatomías proporcionadas, con líneas redondeadas y suaves, donde todos los tendones están en su sitio.

Ahí siguen otros recursos de El Rey como collages o splash pages. El dibujo conserva toda la potencia marca de la casa en poses, dinamismo y composición, pero en algunas partes hay cierta pérdida de su toque personal. Es un Kirby menos Kirby.

No sería raro pensar que esta suavización de su estilo por mandato editorial no debió de sentar nada bien a Kirby. Si DC había apostado fuerte por contar con él ¿porqué enmascarar su estilo?

En cuanto al guión, alberga ideas de innegable atractivo y hasta de sorprendente anticipación, como veremos más adelante. Sin embargo, también hay elementos avergonzantes: diálogos absurdos, aclaraciones de la trama metidas forzadamente en medio de escenas de acción o uso totalmente excesivo de jerga pseudo tecno-científica (“vidipantalla”, “neurorrayos”, “magnomicroscopio”, etc.) o denominaciones melodramáticas (“Montaña del Juicio”, “Campo de los Condenados”, “Terror de Cuatro Brazos”, etc.) que eclipsan los términos originales y con gancho (“DNAliens”, “Apokolips”, “Astro-fuerza”, etc.). Destacan por encima de todo algunos momentos con teléfonos de por medio que son especialmente bochornosos: una llamada del villano Mano de Acero preguntando a la operadora por “la base secreta de misiles de Intergang” (literal) o el Dr. Bedlam profiriendo temibles amenazas a Mr. Miracle: “Nada puede esconderse de mí, Scott Free ¡Conozco tu número de teléfono!”. Digno de Gila.

En todo caso, se nota cierta influencia de Lee en los términos y diálogos rimbombantes, supuestamente atractivos y dinámicos, o en las tradicionales aliteraciones. Desgraciadamente, Kirby demuestra en esto menos oficio que Lee que, pese a sus vicios y limitaciones, era capaz de desarrollar un estilo eficaz.

En las partes finales del volumen, da la sensación de que hay cierto esquema “freak of the week”, con una sucesión de oponentes monstruosos y colosales en cada número. Es curioso ver que frente a ellos Superman muerde el polvo en prácticamente todos sus envites. Nunca parece lo bastante poderoso como para derrotar claramente a las moles que le arroja Kirby.

Esta sucesión de antagonistas se explica sistemáticamente por medio de la presencia de Darkseid o sus esbirros en coordinación con éste. Nos queda entonces el típico esquema de la gran amenaza en la sombra que va lanzando subordinados al combate mientras ejecuta su plan secreto. Sin embargo, en algún caso Darkseid suelta a la bestia de turno de manera un poco gratuita, o directamente es su presencia justificadora la que parece superflua: podría ser Darkseid u otro, da igual.

5.Una búsqueda accidentada de lo profundo y lo actual.

Un Kirby con el control total de su obra podía plasmar todas sus inquietudes y tratar los temas que le interesaran. Y así es: no se deja ni uno. Si en el argumento vemos que la acción y las presentaciones se suceden sin tregua, en los temas de fondo no va a ser menos, tratando de tocar tantos como pueda, desde los más coyunturales a los más trascendentes. La sensación es que Kirby pretende abarcar demasiado y, por tanto, necesita contar demasiadas cosas. En este primer tomo vemos las grandes cuestiones sobre los que pretende hacer pivotar la saga.

El tema de la naturaleza de los dioses es una obviedad. Aquí Kirby mezcla todo un poco: mitología, religión y filosofía. Los llamados Nuevos Dioses están radicalmente humanizados, hasta el punto de que parecen albergar pasiones humanas. También parecen condicionados por circunstancias ajenas a su voluntad, en vez de situarse por encima de cualquier condicionante. Es una curiosa visión de la divinidad, desde luego muy alejada del judaísmo de Kirby, más cercana a las mitologías europeas.

Hay cierto paralelismo entre el panteón que quiere desarrollar Kirby y otros de tipo clásico. Se puede ver en Orion un dios de la guerra (Ares), en Lightray un Apolo, Highfather parece la típica (y obvia) divinidad paternal en la estela de Zeus u Odín. Su diseño parece mesiánico, como un moisés futurista (de hecho parece moldeado sobre la figura del Moisés de Charlton Heston). Corredor Negro es uno de los muchos avatares que tiene la Muerte. Y Darkseid es fácilmente asumible como un dios del infierno (Apokolips es evidentemente el infierno, incluso con “para-demonios”) a la manera de Hades o el Diablo.

Otra referencia religiosa la encontramos en los nombres de los planetas, Nueva Génesis y Apokolips, al ser “Génesis” y “Apocalipsis” el primero y el último libro respectivamente de La Biblia. Principio y final, pues. O Alfa y… Omega.

En cuanto a la cuestión de fondo que plantea la saga se resumiría en si estos Nuevos Dioses pueden modificar su destino o bien éste es ineluctable. Aquí parece que es donde Kirby quiere basar el mensaje de la historia: la importancia del libre albedrío, de la libertad de elección. Al margen de la peculiar divinidad de los protagonistas, se trata de un problema humano, de filosofía de vida.

Esta cuestión se presenta de manera típicamente maniquea (normal, por otro lado, en el género superheroico, más en esa época): los dioses benignos defienden el valor de la libertad individual frente a los dioses malignos obsesionados con abolir toda posibilidad de elegir desde su misma raíz: el pensamiento libre. Sólo Metrón, en su búsqueda de conocimiento puro, parece romper este esquema dual.

Para privar al individuo de su voluntad en una sociedad moderna es imprescindible montar un buen espectáculo. Kirby lo sabe. En Forever People #3, que se abre con una cita de Hitler (podría ser apócrifa, no hay referencia), El Rey dibuja masas alienadas por la acción de un predicador, Glorious Godfrey, bajo consignas como “La Vida te hará dudar ¡la Anti-vida de hará estar en lo cierto!” o “¡Juzga a los demás! ¡La Anti-vida te dará derecho a ello!”, todo con una puesta en escena circense. Los adeptos que Godfrey gana para la causa de Darkseid a través de su retórica son presentados bajo el nombre de “Los Justificadores”, un grupo uniformado de ciudadanos zoombificados capaces de justificar cualquier barbarie y que se alimentan de las sensaciones que les otorga el poder y la violencia. “Vive bajo mis normas ¡o muere!” dice un Justificador en la portada. Con toda la intención, Kirby remarca que para llegar al estado mental compatible con la Anti-vida el miedo juega un papel esencial. La Anti-vida parece así un credo en el que se priva al individuo de todo pensamiento autónomo o capacidad de resistencia. Anula su voluntad. Coherentemente con este planteamiento, la retórica de Godfrey es apokolípstica, como la de un profeta del fin del mundo. Abrazar la Anti-vida es un acto de iluminación que ciega el juicio. Esa es la tarea de Darkseid, que en una de sus homilías se presenta como la revelación, el apocalipsis mismo.

Tirando del hilo y filtrando los elementos mitológicos y religiosos, se pueden apreciar elementos tibiamente políticos en el tomo. Los personajes que forman la Guardia de Élite de Darkseid evocan levemente a algunos jerarcas nazis. Desaad, junto con Simyan y Mokkari, parecen un trasunto del Dr. Mengele, el siniestro científico nazi, así como Godfrey hace lo propio con Goebbles como manipulador de masas. Sus Justificadores no son más que unas coloridas SS. Uno de los artefactos apokoliptianos de control de la voluntad, la Unidad Directora de Masas, tiene un nombre que parece sacado de un directorio del III Reich. Otras maquinas malignas tiene nombres más evidentes y sin ningún gancho, como los obvios “Fabrica del Mal” o “Máquina del Miedo”.

Descolgada de la analogía con la plana mayor nazi quedaría la Abuela Bondad que, pese a que pueda parecer un personaje ridículo, creo que es uno de los más depravados y crueles de la Guardia de Darkseid. Todo su contexto de directora de un orfanato, la masoquista obediencia que impone a los niños o su conversión en soldados emocionalmente infantiles, aporta temas bastante inquietantes aunque sean tratados con la ligereza propia de la época.

Con todo esto, se podría decir que hay un cierto progresismo “a la americana” más o menos explícito en los planteamientos de Kirby. La idea de que la Ecuación de la Vida se basa en que frente a un destino prefijado el individuo es libre de elegir tiene resonancias religiosas (libre albedrío frente a divina providencia) pero también políticas. Así como la Ecuación Anti-vida supone “el dominio total de la voluntad de cualquier ser vivo”, la manera de buscarla no ofrece equívocos: una mente humana la alberga, luego hay que asaltar las mentes para encontrarla. Darkseid no busca por tanto un dominio autoritario basado en la fuerza, sino un dominio totalitario a través de la conquista y el vaciado de nuestras mentes. De hecho, el modus operandi de Darkseid hasta donde hemos podido ver no es la destrucción gratuita y la conquista, sino más bien la infiltración, la agitación y la conspiración con el objetivo de sembrar el terror. Una estrategia más refinada que la mera exhibición de poder crudo. Otras versiones posteriores ya han hecho de él un conquistador. Y aunque en esa acepción también es temible, aquí aparece como un villano menos estereotipado en esa dirección. Es el personaje que parece mejor desarrollado, junto con Orion.

La tecnología también tiene un peso específico en la obra. No en vano, la ciencia-ficción es, junto con la mitología, la base de la concepción “kirbyana”. Podría decirse que hay una visión ambivalente de la tecnología y cierta crítica al industrialismo. Como siempre en Kirby, la tecnología es maravillosa, colosal, casi mágica, pero también es opresiva. Esta dualidad es clara a nivel planetario. Mientras que el perfecto mundo de Nueva Génesis es un vergel y la celestial Superciudad un cruce entre polis griega y nave espacial, Apokolips (¡qué nombre más perfecto!) es un infierno industrial. Apenas hemos podido ver una especie de arrabal sucio (lo que luego conoceremos como Armagetto) donde se hacinan en casuchas los Perros hambrientos que trabajan en los pozos de energía, representados como gigantescas chimeneas ardientes. “Los que manejan las armas imperan sobre los desdichados que las construyen”, dice Kirby por boca de Orion en una sentencia que recuerda a las tradicionales explicaciones de la explotación laboral. Parece evidente que estamos ante una explícita analogía industrial: un barrio obrero, insalubre, lleno de trabajadores escuálidos que van a trabajar a una enorme caldera. La imagen del pozo remite a cualquier fábrica. De hecho, Apokolips parece un planeta-fábrica que consigue energía consumiéndose a sí mismo. El aspecto recuerda en parte a Los Ángeles de Blade Runner (una década antes) y también a los viejos paisajes industriales del norte de España (no digamos ya EE UU).

La tecnología neogenesiana se presenta como sensible, empática y orientada al bienestar emocional del portador (hay quien dice que las madres-cajas son nuestros smart phones), mientras que la apokoliptiana está focalizada en infringir sufrimiento y miedo. Las dos igual de colosales, las dos igual de mágicas y curiosamente orientadas a las emociones.

Salta a la vista también el interés de Kirby por reflejar la juventud de su época, esfuerzo al que dedica toda una colección (Forever People) y elementos de Jimmy Olsen. Las expresiones juveniles del momento (que tan rápidamente pasan de moda y quedan ridículamente desfasadas) salpican los diálogos aquí y allá. El carácter desafiante ante la autoridad y desconfiado frente a los adultos están muy presentes. Todo esto está tratado de una manera muy marvelita. De hecho, el propio Stan Lee había convertido la “moda juvenil” en marca de la casa, cayendo en las mismas penosas incursiones en la jerga juvenil que sufrimos en esta obra. No obstante, es un tratamiento que en ese momento se había demostrado superior al de DC y gozaba del favor del público.

Otros elementos más mundanos propios de las modas del momento también están presentes: hippies (Los Peludos), moteros (Los Rebeldes), comunas (Hábitat) e incluso la psicodelia en su vertiente musical (el concierto con heliófono de Jimmy) o ¡ejem! lisérgica (la sorprendente escena de Serifan compartiendo un “cartucho cósmico” –con una pinta de pasti que tira de espaldas-… ¡con un crío! ¡¿Cómo pudo esto pasar el Code?! ¿Era consciente Kirby de lo que estaba insinuando?). Son situaciones que anclan la obra en un momento histórico muy preciso pero que conservan su encanto (y su sorpresa).

También hay elementos anticipadores, algunos sorprendentes por la toma de postura. En otro dilema tecnológico, parece que Kirby saluda la experimentación genética como algo positivo. El gobierno tiene secretamente una agencia que clona y modifica a las personas sin su conocimiento… ¡y el propio Superman lo aprueba! Incluso ha consentido su clonación. No cabe duda de que esta debía ser la opinión de Kirby. De lo contrario, dudo que hubiera puesto nada menos que a Superman a defenderla.

La posición sostenida por Kirby parece responder más a las polémicas actuales que a las de 1970 (cinco años antes que la Saga del Clon de Spider-Man). Remarquemos además que, por lo que muestra Kirby, no se trata de clonar para curar enfermedades (como lo relacionado con células-madre) sino para desarrollar “habilidades especiales”… y todo esto en un proyecto controlado por militares. Difícil enjuague tiene esto y menos con el “libre albedrío” defendido por el autor. Cabe recordar que en posteriores versiones, el clonado de Superman por el Proyecto Cadmus desató las lógicas iras de éste.

Tal vez a Kirby la posibilidad de modificar al ser humana gracias a la genética le parecía un paso natural en nuestra evolución, una manera de mejorarnos. Quizá un camino hacia el superhéroe. Kirby siempre ha parecido adepto a esa visión del superhéroe como el horizonte remoto de una humanidad superior. Si los Nuevos Dioses están tan humanizados, ¿no será porque los humanos tendemos a la divinidad? Esta parece ser la opinión de El Rey. Ya en alguna ocasión en las páginas de Fantastic Four Lee & Kirby se habían referido a una “semilla de la grandeza” alojada en nuestra especie.

¿No hay en todo esto cierto optimismo tecnológico propio de la Era Espacial, de los humanos proyectándose a las estrellas? En todo caso, llegaba en el momento justo en el que se imponían las miradas a ras de suelo.

Todo esto, en fin, aparece salpicado con las típicas explicaciones Silver Age de las que Kirby sigue siendo deudor y que nos recuerdan que esta obra, pese a contener elementos rompedores y sorprendentes, pertenece a unos tiempos ya lejanos.

Aun a riesgo de adelantarnos, este primer volumen confirma las virtudes y los defectos que se atribuyen al Cuarto Mundo. Es una magnífica presentación de una obra destinada a la polémica, que no deja indiferente a nadie. Kirby es un talento descomunal y lo demuestra. Con algunas ideas lo borda. Nombre, diseño, concepto: todo encaja y funciona a la perfección. Sin embargo otras no hay por donde cogerlas: diseños sobrecargados, términos anticuados, conceptos confusos. Esto no invalida a Kirby como autor, al contrario, lo confirma como el mejor de su época y un adelantado en muchos aspectos, pero también nos recuerda que es deudor de ese tiempo tan característico que fue la Silver Age. Y con esta precaución debemos aproximarnos a esta obra para valorarla debidamente.

El armazón de la saga es clásico y funciona: el hijo contra el padre, el bien contra el mal, la Tierra como campo de batalla, los dioses entre nosotros, etc. Sin embargo, el conjunto está un poco descompensado. Lo que hemos visto hasta ahora es espectacular, arriesgado y por momentos brillante, pero también es irregular, envejecido y a ratos convencional.

Seguiremos en cuatro meses.

JUAN IGLESIA

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Jack the Hack
Jack the Hack
Lector
11 mayo, 2017 14:36

Yo creo que DC estuvo acertado «tuneando»a Superman. Kirby es un dibujante muy tosco y ajeno a la imagen de un personaje con un enorme valor comercial ya en los 70.
No se que le veis a Kirby. Gil Kane decía que sus mejores años fueron los iniciales y que posteriormente se endioso. En los 80 nos espantaba a los lectores por anticuado y ahora parece Eisner

Matches_Malone
Matches_Malone
Lector
En respuesta a  Jack the Hack
13 mayo, 2017 2:27

Gaiman dijo una vez que el personaje de El Corintio se le ocurrió garabateando. Eso veo yo en Kirby. Sus trazos estarían más o menos desfasados según qué época, pero es que él no dibujaba.
Creaba.

LASTSON
Lector
11 mayo, 2017 15:54

Qué apreciación más errada decir que Snyder llevó hasta el ridículo la faceta del Superman dubitativo. Si no te gustó la película, está bien, pero no hay que colarlo en cada oportunidad que tengas, queda muy forzado.

Juan
En respuesta a  LASTSON
11 mayo, 2017 17:50

Puede ser, pero creo que venía muy a mano: reciente y polémico. Creo que hay consenso entre los fans al pensar que Snyder saturó al personaje de «drama» y «pesadumbre» desdibujándolo completamente.

JuanCF
JuanCF
En respuesta a  Juan
11 mayo, 2017 18:13

Consenso está claro que no hay.

Juan
En respuesta a  JuanCF
12 mayo, 2017 8:10

Cierto, consenso no hay. Pero me arriesgaría a decir que somos mayoría los que pensamos que el llamado «Superman autista» es uno de los grandes errores de la película.

Javi
Javi
Lector
En respuesta a  Juan
12 mayo, 2017 9:52

Totalmente en desacuerdo. No hay mayoría, y si la hubiera no hay datos objetivos como para hacer esa afirmación: sólo «sensaciones» explotadas por el trolleo al que están siendo sometidas las adaptaciones DC en internet… a mí me hace gracia cuando la gente critica BvS o el hombre de acero… ni que Thor 2, Iron Man 3 o vengadores 2 fueran obras maestras. Y tb me entretienen la verdad. Ya nos hubiera gustado cuando éramos niños tener esta oferta de cine superheroico así que no la critiquemos gratuitamente.

Juan
Juan
En respuesta a  Javi
12 mayo, 2017 11:35

Vaya, no es mi intención reabrir el eterno debate con generalizaciones. Así que voy a ser hiper-preciso: A MI no me gustó el Superman de BvS. Me pareció una versión depresiva y opaca.

FCO
FCO
En respuesta a  Javi
13 mayo, 2017 8:27

Como le fue a la primera Superman y luego a BvS y el cambio que tendra el personaje para Justice League no te parece un dato bastante objetivo y consensuado de que el personaje de Superman que hizo Snyder no funcionó? Ponerse a la defensiva en reconocer una mala pelicula no afecta que te pueda gustar o entretener. Quejarse de critica gratuita es taparse los oidos simplemente.

Arturo Porras
11 mayo, 2017 17:15

Buen trabajo Juan. Aquí me tendrás al pie del cañón con este seguimiento del Cuarto Mundo de Kirby. Sin duda, su obra más personal, repleta de sugerentes conceptos y poderosa inventiva. Una pena que los editores no le dejarán desarrollar lo que tenía pensado, la sublimación de la épica, en formato cómic. Esa torpeza editorial, malinterpretado datos de ventas, nos hace preguntarnos que pudo ser antes de que a Jack le congelasen el proyecto. Aún así, merece mucho la pena. Todo un triunfo el que se ha marcado ECC con su publicación ordenada en este Centenario del autor, uno de los grandes del cómic e influencia fundamental en el género del superhéroe. Larga vida la Rey!!

Lord_Pengallan
Lector
11 mayo, 2017 19:02

El estilo de Kirby NO es anticuado, ni antes ni ahora. Es como decir que el Románico o el barroco son anticuados. No, hombre NO. Son atemporales y a la vez muy de su época. Pase que en los 70 se viese a Kirby rancio debido a la falta de perspectiva, pero ahora eso no se puede sostener. Su estilo es personal y por eso puede gustar o no, pero no es anticuado. Está unido a una época como el románico al siglo XII o el Barroco al XVII, o sea, es datable, pero a su vez es transcendente porque expresa características humanas: vitalismo, optimismo, angustia, dinamismo… Kirby es uno de los escasos artistas del Cómic y uno de los principales representantes del Pop Art (aunque esto no sea reconocido aún por las autoridades pertinentes). O sea, Arte. Así que decir que es una antigualla es como decir que cualquiera puede hacer Arte Contemporáneo 😉

ipso_facto
ipso_facto
Lector
En respuesta a  Lord_Pengallan
11 mayo, 2017 19:23

Totalmente de acuerdo.

thanos616
thanos616
Lector
En respuesta a  Lord_Pengallan
11 mayo, 2017 21:49

Como que no se lo puedo criticar? Hay algunos comics de Kirby que lo lees ahora y te da un dolor de ojos por lo ñoño y sobre explicado que son los comics antiguos.
Ojo como dibujante sigue siendo genial, pero como guionista no tanto.

Juan
Juan
En respuesta a  Lord_Pengallan
12 mayo, 2017 11:46

Bueno, yo creo que aun hoy vemos un cómic de Kirby y otro de Neal Adams y el salto es evidente. Aunque ninguno podrá tener el poderío de Kirby. Cambió la forma de narrar gráficamente, metiendo un dinamismo y una potencia brutales sin perder dramatismo. Siguiendo con tu comparación, puede que sea como cuando en pintura se pasa de pintar en plano como se hacía en la Edad Media a pintar en perspectiva, con volúmenes, reflejando la luz, etc. Los primeros que lo hicieron no llegaron a la maestría de los posteriores, pero su innegable mérito es ese: haber encontrado un camino nuevo de expresión. Luego ya, para gustos…. colores.

Álvaro
Álvaro
Lector
En respuesta a  Lord_Pengallan
12 mayo, 2017 12:01

A mí me gusta Kirby pero cada uno que critique lo que quiera, el arte no es una religión y los fanáticos que se queden en casa.

Nicolas
Nicolas
11 mayo, 2017 20:06

Me pregunto si ECC llegará a sacar Super Powers, que fue una especie de cierre encubierto a la saga del Cuarto Mundo por parte de Kirby
Vaya por delante que está mas que inédito en español

Juan
En respuesta a  Nicolas
12 mayo, 2017 8:08

A mi me encantaría que lo sacase! XD
Lo pido siempre en sugerencias.

Jack the Hack
Jack the Hack
Lector
En respuesta a  Nicolas
12 mayo, 2017 18:00

Si DC no lo reedita, lo dudo. Y en su día, fue otro fracaso de ventas

Juan
Juan
En respuesta a  Jack the Hack
12 mayo, 2017 18:16

Está reeditado.
Está reeditado

Es una utopía. Material ultraminoritario dirigido a niños, pero…. ¿La Liga de la Justicia por Kirby? YO COMPRO

Nicolas
Nicolas
11 mayo, 2017 20:11

Sobre la «correción» de parte de DC a Kirby,
chequear el minuto 4:20
https://www.youtube.com/watch?v=NLtEom1_92o

Jack the Hack
Jack the Hack
Lector
11 mayo, 2017 23:07

La edición de Ecc me parece muy elegante y adecuada aunque no sea fan de Kirby. Los clásicos de DC no tiene tanto vínculo sentimental con los lectores antiguos como los de Marvel pero hay cosas interesantes. Aunque los de DC han envejecido peor.
Gran artículo, muy trabajado. Un placer leerte

Álvaro
Álvaro
Lector
12 mayo, 2017 11:59

Lo saqué de la biblioteca pero no pude pasar del principio, ese comienzo con Jimmy Olsen y sus amigos me pareció demasiado estúpido para soportarlo. Se suele decir que New Gods fue un fracaso de ventas: no me extraña, corrían los años 70, en Marvel estaba desatándose una furia creadora adulta (Starlin, Gerber, Claremont, Conway…), y Kirby se puso a hacer una obra para niños pequeños digna de los años 50.

Cuando lleven los siguientes tomos a la biblioteca los sacaré para ver si mejora el tono. Seguiré insistiendo porque la parte gráfica (sobre todo las double splash pages) me parecen sublimes.

Miki
Miki
12 mayo, 2017 13:06

Viendo la reseña, que me encanta, y el debate subsiguiente voy a meter bulla: Kirby como dibujante estaba muy bien, es un clásico que no me gusta mucho pero no se pueden negar sus muchos méritos y su carrera en el noveno arte, como guionista me parece un mojón.
Creo que si hubiera sido dibujante y argumentista, arrejuntándose a otro/s guionista/s, sus obras post-Lee serían muchísimo mejores sin que el que fueran obras compartidas le quitase nada de protagonismo (vista desde ahora, 2017, la situación que tenía en la industria).
Después de todo los tebeos son artefactos hechos de imágenes y palabras que te cuentan una historia, si uno de los dos elementos se descompensa el resultado nunca es satisfactorio y hay pocas obras de Kirby en solitario que me parezcan satisfactorias. Se ven mimbres, retazos de historia y elementos narrativos innegables de la construcción de una gran historia (sólo hay que leer el texto precedente para ver cuántos) que, sin embargo, no me parece que lleguen nunca a despegar.
Y sí es cierto que en los ochenta, cuando estos tebeos iban de complemento de los Omega men de Zinco, aquí un servidor estaba horrorizado con los mismos, como ha comentado Jack the Hack, pero con los años he ido leyendo más cosas de él y he ido madurando hasta ver que Kirby como argumentista y dibujante era grande y a entender qué se le veía para que le alabaran tanto, pero lo que no ha cambiado es que como guionista no tenía un talento parejo al que demostraba al dibujo.

Imparcial Enmascarcado
Imparcial Enmascarcado
Lector
En respuesta a  Miki
12 mayo, 2017 21:36

Muy de acuerdo contigo, sobre todo en lo de:

Creo que si hubiera sido dibujante y argumentista, arrejuntándose a otro/s guionista/s, sus obras post-Lee serían muchísimo mejores sin que el que fueran obras compartidas le quitase nada de protagonismo

Y, para meter bulla también, por mi parte añado que había otro al que le pasaba exactamente lo mismo: John Byrne.
Gran dibujante, también (como Kirby) con algunos problemas anatómicos en sus figuras; buen argumentista, con ideas ocurrentes, pero muy justito como guionista, y con grandes limitaciones como narrador de historias que mantuvieran la tensión y un desarrollo correcto.

Por desgracia, un ego demasiado hipertrofiado le impedía verlo, también como a Kirby, aunque la aportación de este último a la historia de Marvel, y del mismo cómic como género, sea unas mil veces mayor.

Miki
Miki
En respuesta a  Imparcial Enmascarcado
13 mayo, 2017 21:37

Fíjate que Byrne es un kirbyano confeso y que su máxima siempre ha sido el back to the basics, sobre todo cuando trabajaba sobre personajes creados por Lee-Kirby, pero es mejor guionista que Kirby al ser capaz de dosificar mejor la historia y los momentos de lo que cuenta y no tiene una impaciencia tan grande como Kirby a la hora de presentar conceptos.
Que le juntasen con los Claremont y Stern de la cresta de la ola, creo, le ayudó a ver las cosas con perspectiva (sobre todo por la lucha que tuvo con Claremont en X-Men a ver qué parte del proceso creativo era la importante) y a sacar las fortalezas de su estilo; Stan Lee en cambio era un escritor muy apegado al estilo pulp de saturar la parte literaria al que creo que le ayudó más el juntarse con dibujantes talentosos (a los que frenaba y reconducía) y el estar al tanto de las modas sociológicas que el saber hacer personalidades definidas y crescendos dramáticos, porque ése es otro al que de talento literario veo justo, justo.

TigreHobbes
TigreHobbes
Lector
En respuesta a  Imparcial Enmascarcado
14 mayo, 2017 13:50

Next Men. Una excepción muy digna que confirma tu regla.

Miki
Miki
En respuesta a  TigreHobbes
15 mayo, 2017 11:21

Si no la hubiera cagado con el final (que tuvo siglos para pensarse), desafortunadamente. Ésa es una de las series que siempre he puesto de ejemplo de cómo los noventa no fueron sólo Image y Marvel y que si salías de ahí (o incluso ahí) se encontraban cosas de calidad, cuando leí los números finales me di cuenta que ya no me iba a dar tanta pena que Byrne se dedicase sólo a commissions.

Katar
Katar
13 mayo, 2017 2:14

Una pregunta. En 4 tomos estará publicado todo el 4o Mundo de Kirby vía ECC? Compré el 1o pero prefiero leerlo todo del tirón. Siempre pensé que porqué no dejaron a Kirby hacer más comics del Universo DC. En lugar de meterlo en algo tan minoritario como JIMMY OLSEN porqué no lo pusieron a lo grande en Superman, luego en Batman y con un guionista adecuado en la JLA (Superpowers aparte).
Me pasa lo mismo con Neal Adams. ¿En qué mente pasó meter a alguien así en cosas como Deadman o Green Lantern cuando debería estar haciendo comics cósmicos de la JLA en tierras paralelas en lugar del cutre dibujante de la Liga de esa época? O Alan Moore. Después de petarlo en Swamp Thing y Watchmen ¿A quién se le ocurrió no darle ipso facto los guiones de Superman, Batman o la Liga?

Marvel Man
Marvel Man
Lector
En respuesta a  Katar
13 mayo, 2017 11:18

Si no recuerdo mal, Kirby sólo quería hacer series nuevas pero en DC le obligaban a trabajar al menos en una serie ya establecida. Eso era un problema para Kirby, porque él pensaba que para que el trabajase iban a echar a otra persona a la calle, así que Kirby pidió trabajar en la colección que menos vendiese y que no tuviese ningún equipo fijo asignado en ese momento. Y esa fue Jimmy Olsen.

Es decir, DC no metió a Jack Kirby en Jimmy Olsen, fue él quien eligió estar ahí 😉

Nippur
Nippur
Lector
13 mayo, 2017 3:57

Criticar a Jack Kirby demuestra una ignorancia propia de los tiempos que corren, donde cualquiera emite la opinión menos fundamentada. Pronto habrá alguien que opine que Alan Moore es un mal guionista y Alfredo Alcalá un pésimo entintador. Que no se trata de opiniones personales, joder, se trata de respetar los pilares fundamentales del arte secuencial

thanos616
thanos616
Lector
En respuesta a  Nippur
13 mayo, 2017 6:27

Por que no podemos criticar a Jack Kirby? Por que tiene historia? Acaso tratamos mal a Kirby, lo denigramos? No, solo hicimos un juicio de valor sobre su obra y nada mas.
Es mas, esta bien que la gente critique y de su opinión sobre ciertas cuestiones culturales, mientras no denigren a la persona lo veo barbaro.

Clark
Clark
En respuesta a  Nippur
13 mayo, 2017 8:31

Tu opinion es reflejo de tu propia ignorancia en realidad, lo que dices no tiene nada que ver con el respeto.

Moderación ZN
En respuesta a  Clark
13 mayo, 2017 11:18

Nippur y Clark,recordad las normas de convivencia. Podemos expresar y defender nuestra opinión sin necesidad de faltar el respeto a nadie o emitir juicios sobre él. Mantengamos las formas. Gracias.

Jack the Hack
Jack the Hack
Lector
En respuesta a  Nippur
13 mayo, 2017 22:51

Gil Kane no le tenía en especial estima: Kirby simplemente supo venderse mejor que otros. Contemporaneos suyos los hubo mucho mejores que cayeron en el olvido, cuando DC echo tanta gente en el ultimo tramo de los 60. Tampoco Jack Abe en DC o Gruenwald en Marvel le apreciaban. Y visto su limitado talento como guionista, creo que Stan Lee es el verdadero creador y Kirby, un ilustrador

Álvaro
Álvaro
Lector
En respuesta a  Nippur
15 mayo, 2017 12:01

Yo considero que Alan Moore fue un genio, ahora bien, si alguien quiere decir que es muy malo, que lo diga. Yo luego podré opinar lo que quiera. Los fundamentalismos en el arte son la mejor manera de estancarlo y matarlo. Durante la Edad Media, por ejemplo, se consideraba que sólo había una manera correcta de hacer cada tipo de obra de arte, y nadie podía salirse de ahí. Fue cuando llegó el Renacimiento que los artistas empezaron a cuestionarse el legado y hacer las cosas a su manera.

De todas formas, me parece que decir que Kirby fue un mediocre guionista es algo bastante aceptado en el mundillo.

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Lector
13 mayo, 2017 10:39

Y en agosto…

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