Una reseña más continuamos con este análisis tomo a tomo de
Con ese acto finalizaba una de las partes del plan que
Nuestro protagonista comienza a tener funestos pensamientos pese al golpe de suerte que le ha hecho no ser descubierto y decide no ir a clase al día siguiente, algo que preocupa a Saeki. Esta habla con Nakamura que aprovecha su situación de ventaja para insinuarle a la atribulada muchacha que conoce a un Kasuga más auténtico y más profundamente que ella. Saeki no aguanta más la situación de celos que esto le genera y acude a casa de Kasuga, que no la recibe, a lo que ella comienza a gritarle hacia la ventana para hacerle entender que sabe lo que ocurrió con la ropa, pero que no le importa y que ella también quiere conocer al verdadero Kasuga. Esto, evidentemente, provoca que no solo Kasuga lo oiga, también su madre lo hace y ata cabos hasta que entiende los actos en los que su hijo ha estado involucrado. Descubierto por las personas que más le importan, Kasuga es incapaz de afrontar sus responsabilidades y huye, huye lejos, sin dejar de pensar que en ese momento no hay ningún lugar para él, ni en el pueblo ni en la vida.
Esa sensación finaliza cuando se encuentra con Nakamura a la orilla del riachuelo del pueblo donde la chica, curiosamente, parece que le estuviese esperando. Por primera vez en la historia Nakamura descubre algo de lo que piensa y le ofrece a Kasuga ir más allá de las montañas que rodean el lugar donde viven, ir al otro lado, el único sitio que les queda a dos personas como ellos. Emprenden su particular huida, mientras al mismo tiempo Saeki comienza a buscarlos al encontrar a la madre de Kasuga preguntando por el pueblo si alguien ha visto a su hijo.
En pleno puerto de montaña una tormenta sorprende a los dos chicos y se ven obligados a resguardarse, dando lugar a cierto momento de tensión sexual entre ambos que finaliza abruptamente al presentarse en el lugar Saeki. La chica llega llorando, pidiendo perdón a Kasuga por ponerle contra las cuerdas y suplicándole que se quede con ella, que no entiende porque se va con Nakamura si ella también quiere conocer al verdadero Kasuga que, pese a sus fallos, le ha hecho sentir como una piedra preciosa. Surge de esta manera un duelo entre las dos chicas que intentan defender la visión que tienen de Kasuga, con Nakamura revelando la cruda verdad de lo que hay detrás de los idealizados sentimientos en los que cree ciegamente Saeki.
El chico no puede aguantar el conflicto y la presión y se sincera al no sentirse legitimado a elegir entre ninguna de las dos chicas. Kasuga abre su corazón y reconoce que el solo era como era, ávido lector de libros fuera del estándar de su edad, para sentirse distinto al resto, que solo puede soportar una relación platónica fuera del plano físico con Saeki porque en realidad se siente vacío. El único lugar en el que se siente pleno es en el mundo de la perversión junto a Nakamura, pero aun ahí, la presión que siente por ser un desviado es tal que tampoco puede cruzar al otro lado. Esto desemboca en una extraña escena en la que Nakamura desnuda al chico para ejemplificar el hecho de que ambas quieren ver cómo es de verdad en su interior, y después huye debido a lo que Kasuga ha confesado. Por primera vez en la obra vemos un destello de los sentimientos de Nakamura al confesar que Kasuga le ha hecho jirones el alma.
Con este tomo,
Este volumen, y con él una gran parte de la historia que nos cuenta
Oshimi consigue tomar este tema y meterlo en un ritmo narrativo muy acertado, ya que debido a los temas que trata se corre el riesgo de ponerse demasiado metafísico o profundo. Sin embargo, la manera en que el mangaka estructura y nos cuenta la historia, vista desde los ojos del propio adolescente y sin más interés que el de darnos su visión (o la visión de su yo adolescente, siempre presente en la obra) acerca de los temas que aborda. De esta manera tenemos una historia en la que realmente no “pasa nada”, no hay una acción desbordante y la mayor parte del tiempo solo leemos diálogos, ya sean internos o externos. Y sin embargo, pese a esa aparente calma, nos encontramos con tramos, como todo el tercio final de este tomo, con un ritmo arrebatador, donde podemos sentir intensamente todo lo que se nos quiere contar. A ello ayuda la manera de mostrarnos las cosas que tiene Oshimi, de una manera cruda, a través de unos personajes humanos e imperfectos en extremo, que además no hacen nada para maquillar esas imperfecciones. No tenemos arquetipos literarios, tenemos arquetipos sociales, reales, con los que más de uno se sentirá identificado en más de una ocasión.
En cuanto al dibujo, Oshimi pone toda la carne en el asador en este tercer tomo, especialmente en el brutal acto final, con un dominio exquisito del dinamismo a través de la línea y una gran integración de fondos, personajes y trama. Los personajes rozan la perfección, así como sus expresiones, que si bien flojeaban al comienzo de la obra, ahora son capaces de contar mucho solo con una viñeta. La parte artística está muy vinculada a la parte argumental y parece que a medida que la historia y los personajes crecen y maduran, también lo hace el trazo del mangaka, a la par que se oscurece todo.
Valoración Final
Guión - 9.5
Dibujo - 9
Interés - 9.2
9.2
Tercer tomo de Las Flores del Mal y tercer acierto de parte de Oshimi a la hora de contarnos su particular visión sobre el viaje que es la adolescencia. Un volumen con escenas impactantes y un ritmo inigualable.