#ZNGames RiME

 

Título: RiME
Desarrolladora: Tequila Works
Plataformas: PC/ PS4/ XBOX ONE/ SWITCH
Idiomas: textos en castellano

 

Más allá del silencio

Ha llegado. Otro de los que parecía que no, que tenía problemas, que no iba a llegar. RiME, del estudio español Tequila Works ha hecho su aparición en un momento en que venimos de juegos cuyo desarrollo se vio alargado hasta el agotamiento pero, finalmente, han podido cumplir su palabra y presentarse (tarde) a la cita. Este es también el caso de RiME, juego que en principio iba a ser un exclusivo para PS4, que después se retrasó, que finalmente anunció que aparecería en todas las consolas y del que poco o nada sabíamos, más allá de su impresionante diseño artístico, antes de su debut. Un diseño artístico inspirado en Sorolla y una historia misteriosa en la que un niño se pierde en un mundo lleno de luz…y sombras.

Con toques de mundo abierto, aunque más que «abierto» a mí me gusta llamarlo «mundo quieto», controlaremos a este niño que debe usar la luz más pura de todas para abrir los senderos. Una especie de mundo de ensueño en que el misterio y la magia se dan la mano en una narrativa sutil, donde los sonidos y los cambios en el escenario nos narran la historia. Como si el videojuego quisiera hablarnos, sin palabras. En esto, RiME tiene mucho precisamente de pintura al óleo. De obra que es observada desde el silencio y la quietud de una galería de arte. Dividido en cuatro actos o capítulos, RiME nos lleva a través de un caleidoscopio de escenarios y sensaciones en que deberemos resolver sencillos puzzles para avanzar en una trama que no se afana en contarse a sí misma, sino en que formemos parte de ella. Uno de estos juegos que parecen buscar su nicho de mercado, su hueco en el colectivo, a base de apelar a los sentimientos que producen. Una especie de síndrome de Stendhal que aborda la era digital y que se centra en cosas menos tangibles. No tanto en qué hay que hacer en el juego, sino en cómo hacerlo. No tanto en qué se cuenta, sino en qué me hace sentir.

Y RiME sabe cómo hacerlo.

Como si un descenso a la locura o a los infiernos fuera, RiME se oscurece y se angosta a medida que avanzamos en él. La paleta de colores se oscurece, los escenarios se hacen más pequeños, mas lineales y las sensaciones de luz y color se cambian por otras de oscuridad y temor. Un descenso hacia el reverso del cuadro, hacia una época negra, en que deberemos luchar por encontrar esa luz.

De mecánicas sencillas, como sencillo es su planteamiento. Aunque sencillo, en este caso, en absoluto es sinónimo de simple o poco elaborado. RiME juega con las sensaciones y necesita de mecánicas sencillas para ello. De una manera de hacer las cosas intuitiva, que tira del ensayo y error, que no nos llena la pantalla con botones o flechas indicando la dirección. Deberemos probar, palpar y usar el juego casi como juguete para poder llegar hasta el final.

Con el espíritu de un indie pero la factura de un triple A, RiME goza de un poderoso apartado gráfico y de una bella banda sonora. La versión que he probado, la de PS4, acusaba algunos problemas de caída de frames y algunos tirones que afeaban bastante el conjunto, pero por suerte nada demasiado grave. Recuerda en su paleta de colores a juegos como Zelda: Breath of the Wild, pero tiene un aspecto refinado que hace que casi nos olvidemos de que estamos ante un videojuego. La composición e inspiración pictórica está realmente bien conseguida, y esto sumado a un acabado perfecto hacen que el juego resulte bello y se desenvuelva con la maestría de una producción más grande.

En definitiva, RiME es un juego que brilla, pero del que no se pueden negar sus innumerables influencias. Una pieza de precisión española que demuestra que en tierras patrias también se pueden hacer grandes obras que aludan a los sentimientos y al alma de la comunidad gamer.