Wonder Woman – Orígenes y volumen 1

Wonder Woman ha mutado en numerosas ocasiones hasta convertirse en el icono feminista de DC Comics y del noveno arte que es hoy en día.

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Tras muchos meses y años de espera, este 23 de Junio ha llegado por fin a nuestro país la primera película de Wonder Woman. Esta súper-producción de Warner Bros. Pictures dirigida por Patty Jenkins (Monster) es la primera película en solitario en la gran pantalla de la mítica superheroina de DC Cómics creada en 1941 por William Moulton Marston, tras su debut en Batman vs Superman: Dawn of Justice con Gal Gadot en la piel de Wonder Woman y Diana Prince. El guion del filme está firmado por Jason Fuchs, Allan Heinberg y Geoff Johns, siendo estos dos últimos expertos reputados en la mitología de la princesa de Themyscira. Acompañan a Gal Gadot, Robin Wright (House of Cards), Danny Huston (Big Eyes), David Thewlis (Regresión), Ewen Bremner (Exodus: Dioses y reyes), Saïd Taghmaoui (Conan el Bárbaro), Elena Anaya (La piel que habito), Lucy Davis (Zombies Party), Chris Pine (Star Trek) en el papel de Steve Trevor y Connie Nielsen (Nymphomaniac) como la Reina Hypolita. Desde su primera aparición como la Mujer Maravilla en All-Star Comics #8 USA (Diciembre de 1941) y como Diana Prince como su alter-ego en Sensation Comics #1 USA (Enero de 1942) antes de obtener serie regular propia en Junio de 1942, el personaje ha mutado en numerosas ocasiones hasta convertirse en el icono feminista, de DC Comics y del noveno arte que es hoy en día, representante de la justicia, el amor, la paz y la igualdad sexual y de oportunidades.

Amazona, embajadora, guerrera, diosa y superheroina en sus distintas facetas, su serie se ha publicado de forma ininterrumpida (salvo brevemente tras Crisis en Tierras Infinitas) desde 1941 y su presencia en la Liga de la Justicia de América y la Sociedad de la Justicia de América ha sido clave para la historia de la editorial. Con motivo del estreno del nuevo blockbuster de DC Comics en el que sus aficionados tienen puestas todas las esperanzas para que limpie la imagen de la compañía, hemos querido hacer un repaso a los orígenes de Wonder Woman, analizando el primer volumen de la serie. Nos montamos una vez más en nuestro particular Delorean comiquero y viajamos nada más y nada menos que a 1941 para conocer el origen de la amazona de DC Comics.

Origen

El creador de Wonder Woman, un adelantado a su tiempo, es William Moulton Marston. Prestigioso psicólogo y escritor, era una mente inquieta, reflexiva y seguidor de un medio tan tierno por aquel entonces como el cómic. A través de declaraciones y entrevistas en distintas revistas analizando el potencial del noveno arte, llamó la atención del editor Max Gaines, quien contrató a Marston como consultor educativo para National Periodicals y All-American Publications, dos de las empresas que más tarde se fusionarían para formar DC Comics. En esta posición, Marston decidió crear a un nuevo superhéroe, que acabó siendo una mujer por sugerencia de su mujer Elizabeth. La propuesta convenció al editor Gaines, y Marston encontró adecuado al dibujante Harry G. Peter, quien a su vez basó el modelo de Wonder Woman en Oliva Byrne, la novia de Marston que convivía con el matrimonio en una ejemplo de poliamor muy poco habitual para la década de los cuarenta pero obviamente extrapolado al propio cómic, donde la naturaleza de una isla de amazonas sin necesidad del hombre se entiende a raíz del estilo de vida de su creador. De hecho, no es la única semejanza entre vida y obra del binomio Marston-WW. La fama como psicólogo había crecido cuando Marston inventó el polígrafo, un aparato que medía la presión de la sangre y servía como detector de mentiras. En palabras del guionista, “en mis experimentos me convencí de que las mujeres eran más honestas y confiables que los hombres y que podían trabajar más eficazmente. Wonder Woman es una propaganda psicológica para el nuevo tipo de mujer que debería ser, en mi opinión, para gobernar el mundo«. Así pues, el origen del lazo de la verdad de Diana sería producto de esta inquietud de Marston, sumada a un gusto por el bondage dificil de disimular. Con todos estos ingredientes, tan solo quedaba bautizar a la criatura, y aunque su padre prefería el nombre en clave de «Suprema» (un nombre quizá excesivamente parecido al del best-selling Hombre de Acero), el editor acabó imponiendo su opinión. Wonder Woman había nacido. Una campeona amazona que se ganaba el derecho de devolver a Steve Trevor (agente de inteligencia de los Estados Unidos cuyo avión se había estrellado en la isla residencia de las amazonas) al «mundo del hombre«, donde se quedaría para luchar contra el crimen y los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

No era la primera superheroina del noveno arte (ese honor recayó sobre Ma Hunkel, Red Tornado, también de DC Comics) pero sí el icono del feminismo que hacía falta en aquella época (y en la actual). «Ni siquiera las niñas quieren ser niñas tanto tiempo como nuestro modelo femenino que carecía de la fuerza y poder«, afirmaba Marston hablando sobre su origen. «No queriendo ser chicas, no quieren que se les vea sensibles, sumisas, como buenas mujeres amantes de la paz. Las cualidades fuertes de las mujeres se han convertido en algo despreciable debido a su debilidad. El remedio obvio era crear un personaje femenino con toda la fuerza de Superman, además de todo el encanto de una mujer buena y hermosa.» De hecho, la independencia absoluta sobre cualquier figura masculina (más allá de una época incomprensible durante los años sesenta) es otra de sus características básicas. Es una de las pocas heroínas que no tiene una contrapartida masculina, aunque se observen ciertas similitudes con personajes preexistentes, al menos en el uniforme elegido. El principal interés romántico durante este primer volumen (que concluiría con boda) era Steve Trevor, y formaría parte del origen canónico de la mitología. Curiosamente, este statu quo perduraría en la inteligencia colectiva, a pesar de los cambios y matices incorporados a posteriori. De hecho, es conveniente resaltar que en toda la continuidad (o continuidades) posteriores a Crisis en Tierras Infinitas (treinta años) el nexo entre Steve y Wonder Woman nunca fue romántico, sino amistoso, y no compartieron ningún tipo de relación, pese a la creencia popular.

En 1940, en plena Segunda Guerra Mundial, los superhéroes patrióticos triunfaban en los magazines, con el Capitán América de Jack Kirby y Joe Simon a la cabeza. Todos ellos, se vestían de barras y estrellas y lucían el azul, rojo y blanco de arriba a abajo, para destacar por encima de la competencia en las estanterías de los quioscos. Wonder Woman no fue menos, y en su primera aparición lucía los colores de la bandera americana en su uniforme y un águila dorada en el pecho, además de la tiara y unos brazaletes negros. Esta primera versión de H.G. Peter cambió ligeramente en 1942 con motivo del primer volumen de Wonder Woman para perder la falda en favor de unos leggins ajustados que, irónicamente, harían que la serie regular del personaje engrosara la «lista negra» del sector más radical del fándom por «no ir lo suficientemente tapada” (Años más tarde, con motivo de Los Nuevos 52 y con un rediseño del uniforme para incluir unos pantalones, la polémica sería la contraria al echarse encima de DC el sector más liberal del fándom). Esta segunda versión del uniforme perduraría hasta 1949. Dos años después de la muerte de Marston, el dibujante (que continuaría después otros diez años más al frente del título, haciendo un total de 17 años) eliminaría las botas altas y rojas del atuendo. «En mi primer diseño de Wonder Woman quise utilizar unas sandalias, para enfatizar sus raíces griegas, pero mi colega prefirió las botas«, justificaba el dibujante. Esta versión del uniforme perduró diez años, acompañando a Diana hasta la puerta de la Edad de Plata del cómic, donde Ross Andru retocaría y actualizaría su vestimenta.

Las compraciones y similitudes entre la trinidad deceita son interesantes de analizar. En el paraíso femenino de Marston, la felicidad y seguridad eran mucho más superiores que en cualquier otra parte del planeta. Además, mientras que Batman era un pobre huérfano y Superman había sufrido la destrucción de su planeta natal y familia genética, Wonder Woman podía montar en su avión invisible y cabalgar sobre el arco iris para volver a Themyscira (realmente Isla Paraíso no recibiría este nombre hasta el relanzamiento post-Crisis en Tierras Infinitas.) a hablar con su madre siempre que quisiera. De hecho, la Reina Hippolyta tenía un espejo mágico con el que podía seguir las aventuras de su hija en cualquier momento, gracias a un circuito cerrado de televisión muy adelantado a su tiempo producto de la inteligencia de las amazonas. Además, en la tierra mundana Wonder Woman tenía muchas más amistades que sus colegas de profesión. Pero no todo eran diferencias con los otros dos grandes iconos de DC. Con Superman compartía su poderosa visión de política exterior y un acercamiento más alternativo a la cultura, mientras que respecto a Batman copiaba ese estilo semi-aristocrata que tan bien encajaba en su faceta de embajadora. Predicaba por la paz pero tenía tantas ganas de pegar puñetazos en la cara a los nazis como cualquier otro superhéroe de la época.

Cuando Marston murió de cancer en 1947, la carga erótica de la serie abandonó la serie de Wonder Woman, las ventas cayeron en picado y nunca volvieron a recuperarse, aunque la serie siempre estuvo lejos del peligro de cancelación. Sin la energía y las obsesiones de Marston trasladadas a las viñetas, todos los matices subliminales que hacían de ella un elemento exótico desaparecieron. Cualquier rastro de las sugerencias lésbicas de las amazonas de Isla Paraiso y los rituales femeninos no volvieron a aparecer y quedaron olvidadas. En palabras de Grant Morrison en su libro Supergods: “Al contrario que Batman o Superman donde otros autores parecieron entender el personaje, cuando Marston dejó de guionizar a Wonder Woman perdió mucho impulso. Estoy convencido de que perdió su versión de cultura alternativa, su parte queer, su cultura del poliamor y el feminismo. Nadie supo volver a hacerlo”. La Edad de Oro del cómic cerraba sus puertas y Wonder Woman se acercaba más a una mezcla de la Virgen Maria y Mary Tyler Moore. Sin embargo, pese a la sosez del siguiente lustro de historias, en 1954, el best-seller «Seducción del Inocente» del también psicólogo Frederic Wertham no dudaba a la hora de identificar a Wonder Woman como «una lesbiana peligrosa representante de una isla de militantes perversas obsesionadas con el bondage y la dominación«.

Entre las aportaciones del nunca suficientemente valorado H.G. Peter también se descubren varias de las razones del éxito inicial del personaje. El co-creador de Wonder Woman había nacido en 1880, por lo que era un dibujante una o dos generaciones mayor que todos los demás autores que crearon la industria del cómic durante la Segunda Guerra Mundial. Hasta el nacimiento del género, Peter había sido ilustrador de revistas y magacines durante la Primera Guerra Mundial, compartiendo despacho con James Montgomery Flagg, reconocido por la icónica reinvención del Tío Sam con la famosa imagen de «I Want You» que acabaría convirtiéndose en un poster de reclutamiento de soldados durante la PGM. Aunque hoy ya ha quedado olvidado, Flagg también reinventó otro icono americano del siglo XIX y contrapartida femenina del Tío Sam: Columbia. Tanto el Tío Sam como Columbia fueron imágenes potentes y populares en portadas y posters de la época, interpretados por autores a lo largo y ancho de Estados Unidos durante la Gran Guerra. Sin embargo, en el camino entre ambas guerras la omnipresencia de Columbia se perdió en el momento en que Columbia Pictures adoptó la iconografía de Columbia como su logo y perdió su fuerza en otro campo. H.G. Peter supo ver ese hueco de una figura femenina guerrera y diosa a la hora de diseñar el uniforme de Wonder Woman, seguramente haciendo que su maestro estuviera orgulloso de él. La ambientación de esta primera película de Wonder Woman en la Primera Guerra Mundial (como tantos cómics en su día) es un guiño más y el cierre de un círculo perfecto.

Durante este periodo de tiempo, Wonder Woman se uniría al grupo de moda de DC Comics, la Sociedad de la Justicia de América. Sin embargo, su unión al grupo formado íntegramente por hombres Hawkman, Starman, Atom, Doctor Fate, Doctor Midnite, Espectro, Johnny Thunder y Sandman) se haría en calidad de secretaría. «Será todo un honor«, afirmaba una orgullosa Diana. En la página de créditos de la serie esta definición perduraría durante años, dándose situaciones como que era apartada de las votaciones, aceptando ella gustosa esa situación: «Como secretaria y miembro de honor de la Sociedad tengo que hacerme a un lado pero estaré con vosotros en espíritu«. Obviamente, esto enfureció y mucho a su creador, y Marston no tardó en pedir reescribir historias donde ella saliera y tener control absoluto sobre sus apariciones en solitario. Un control anti-machista que acabó consiguiendo el efecto contrario en los cómics. Dado que él y H.G. Peter estaban muy ocupados produciendo historias para Wonder Woman, Sensation Comics y Comics Cavalcade, no tenían tiempo para escribir All-Star Comics. De esta forma, el guionista de esta última serie tenía las órdenes de no utilizar mucho a la joven amazona, reduciéndose cualquier potencia protagonismo a «cameos» en las trincheras. Historias de manual, donde Diana aparecía en las primeras dos páginas con un par de líneas de diálogo para despedir al grupo de hombres que se encaminaban a la aventura contra los malos de turno. Un papel anti-machista a causa de una motivación feminista por culpa de una sociedad y un medio altamente machista. Irónicamente, esta tendencia acabó cuando su máximo defensor murió a finales de 1947. A partir de ese momento su participación crece exponencialmente e incluso es la valedora e introductora a la segunda mujer miembro de la JSA: Canario Negro (All-Star Comics #38 USA). En 1951, la serie cerraría sus puertas y Wonder Woman fue el único miembro del grupo que mantuvo su propia serie regular, en pleno declive del género superheróico y navegando entre series de animales divertidos, westerns, comics románticos y propuestas de humor.

Plata y bronce

«Como muchos chavales que crecimos leyendo cómics, no me gustaban nada los cómics de Wonder Woman«. Estas palabras también son de Grant Morrison (Wonder Woman: Earth One), quien además añade que «los cómics de los años cincuenta sesenta eran historias horribles, donde Diana siempre perdía el culo para casarse con Steve Trevor. Afortunadamente luego leí los cómics de William Moulton Marston y me encantaron y me hicieron ver al personaje de una perspectiva completamente nueva«. La opinión del guionista escocés sobre la edad de plata de la serie es bastante unánime entre el fándom.

Sin sus dos padres fundadores, Wonder Woman surcó la Edad de Plata y la Edad de Bronce con más pena que gloria. Mantuvo sus características básicas inmutables pero con cambios sensibles en su origen, algo que al fin y al cabo acompañaría al personaje durante toda su existencia (y acompañará, como buen personaje de DC que es). Wonder Woman dio la bienvenida a la Edad de Plata del cómic a mediados de los cincuenta con un nuevo origen, en manos del prolífico guionista Robert Kanigher (Wonder Woman #98 USA, Mayo 1958), con Ross Andru primero y Mike Esposito después al frente del apartado gráfico. Sus nuevas raíces abrazaban mucho más el carácter helénico y mitológico del personaje, descubriéndose por primera vez que una joven Diana nacida del barro recibía en su cuna las bendiciones de las entidades divinas griegas y estaba destinada a convertirse en alguien «tan bella como Afrodita, tan sabia como Atenea, tan fuerte como Hércules y tan ligera como Hermes» (Wonder Woman #104 USA, Abril 1959). Para capitalizar el éxito de las familias Batman y Superman, por la serie pronto aparecerían Wonder Girl y Wonder Tot (una especie de bebe crecidito, al menos Wonder Woman no se hacía acompañar de perros, gatos, caballos, monos y legiones de super-mascotas como se estilaba en la época. Ella tenía un avión invisible, que es mucho más molón) que compartían aventuras con la escusa de viajes temporales, antes de que la continuidad saltara por los aires y se modificara la identidad de Wonder Girl. En un principio Wonder Girl era el equivalente de Superboy, pero pronto pasó de ser la versión joven de Wonder Woman de otra época a un personaje distinto que se unía a los Jóvenes Titanes con el resto de sidekicks de la editorial. Una locura de continuidad entendida en un contexto muy distinto de mercado y targets comerciales.

Diez años más tarde, con DC a remolque de Marvel Comics y queriendo apelar a una audiencia mayor (y más hippie), por orden de Carmine Infantino y bajo las riendas de Denny O’Neil y Mike Sekowsky, Wonder Woman renunciaría a sus poderes con tal de permanecer en el mundo del hombre, en lugar de acompañar a sus amigas amazonas a otra dimensión (una premisa que se recuperaría muchos años más tarde en la transición entre los volúmenes dos y tres de la serie). Sin poderes ni uniforme (y con Steve Trevor asesinado), Wonder Woman empezaría a usar el alias de Diana Prince, vestiría un uniforme blanco integral y abriría, ¡atentos!, una boutique de moda primero y se asociaría con un mentor chino llamado I Ching (Wonder Woman #178 USA, Junio 1968), quien enseñaría a Diana artes marciales y destreza con las armas. Aunque cueste creer hoy en día, aquella etapa realmente existió y en ella la anteriormente conocida como Wonder Woman usaría sus habilidades por encima de sus poderes en las más diversas situaciones, encontrándose cómoda en el mundo del espionaje, con continuos cambios de silla en el guión del cómic. Este cambio de rumbo fue consecuencia directa del éxito de Los Vengadores, la serie de televisión británica que revivió el thriller de espías protagonizado por la Diana Rigg en el papel de Emma Peel. El propio Sekowsky admitiría no mucho más tarde que «estábamos todos fascinados y enamorados de Diana Rigg y de la serie en la que ella aparecía«. El cambio, ¡sorpresa!, no funcionó muy bien a nivel de ventas, sin embargo la decisión que hizo cambiar de opinión a DC Comics y maniobrar a un back-to-the-basics vendría de fuera del mundo del cómic.

Gloria Steinem, fundadora y directora de la prestigiosa revista «Ms.» y una de las feministas más conocidas de Norteamérica estaba profundamente ofendida porque «la superheroina más famosa del cómic había perdido sus poderes pasar a convertirse en una damisela en apuros obsesionada con los novios«. Steinmen dedicó la primera portada del magacine Ms. a Wonder Woman, en su versión tradicional, y escribió un editorial en torno a ello que dejó huella en la planta alta de DC Comics, ordenando un cambio de rumbo inmediatamente. Esta urgencia se llevó por delante una interesante trama narrativa que había puesto en marcha el escritor de ciencia ficción Samuel R. Delany en la que defendería a muerte la apertura una clínica de abortos. Así pues, en Wonder Woman #204 USA, Diana recuperó poderes, nombre y uniforme de Wonder Woman, a la vez que I-Ching era asesinado por un francotirador loco y Diana recibía una conveniente amnesia (a la vez que introducían a Nubia, villana que se paseó por la serie durante un tiempo). Poco después, cuando las amazonas le curaron esta amnesia, dejaron fuera sus recuerdos de esta etapa hippy. El encargado de ello fue Robert Kanigher, quien volvía brevemente a la serie como guionista y más largamente como editor y embarcó a la serie en un carrusel de guionistas, dibujantes y héroes invitados mientras Diana se ganaba de nuevo el derecho a ser un miembro de la JLA llevando a cabo voluntariamente doce pruebas análogas a las de Hércules monitorizadas en secreto por miembros de la Liga (Wonder Woman #212-222 USA, Julio 1974-Marzo 1976), con Steve Trevor resucitado al final de semejante odisea.

El siguiente cambio significativo en la historia de Wonder Woman surgió a raíz de otra serie de televisión: la suya propia. Entre 1975 y 1979, la amazona obtuvo su propio serial televisivo (en realidad, el debut en la pantalla de WW se produjo un año antes en una película para televisión titulada Wonder Woman, protagonizada por Cathy Lee Crosby, con un pelo rubio difícil de entender y un uniforme tan diferente como olvidable, tapando por completo el cuerpo de la protagonista) en los canales ABC y CBS en la que Lynda Carter asumió el papel de Diana Prince y Lyle Waggoner en el de Steve Trevor Sr. Tres temporadas, de las cuales la primera está ambientada en la Segunda Guerra Mundial (como imitarían los cómics poco después) y por motivos presupuestarios las dos últimas en los años setenta, con un reparto completamente distinto salvo los dos protagonistas con la «curiosidad» y/o conveniencia argumental de que Waggoner pasó a interpretar a Steve Trevor Jr., hijo del de la primera temporada. La serie consagró a Lynda Carter y convirtió definitivamente a Wonder Woman en todo un icono del noveno arte sin ninguna duda, además de hacer dos cambios al uniforme de WW que se mantienen hoy en día: los brazaletes plateados (al contrario que las versiones azules, negras o doradas previas) y las botas con raya blanca en la parte delantera.

Ya en los años ochenta, con la nueva llegada de la nueva década, la presidenta de DC Jenette Kahn pidió al dibujante Milton Glaser (el responsable del clásico logo de DC con forma de bala) que crease un emblema para «WW» que evocara a la vez que reemplazara el águila que portaba desde sus comienzos. Esta versión se mantendría con el paso del tiempo (incluso sería incorporada también en la rotulación del título de la serie). Sin embargo, la importancia de Wonder Woman en el universo DC era cada vez menor y las ventas de su serie iban cuesta abajo y sin frenos. De hecho, a partir de Wonder Woman #271 USA (Septiembre 1980), la Mujer Maravilla compartiría su cabecera mensual con La Cazadora, la hija de Batman y Catwoman de Tierra-2 (y personaje más famoso de esa Tierra), en unas páginas escritas por Paul Levitz y Joe Staton. Pero la serie naufragaba en medio del catálogo de DC Comics, donde Titanes, Legión de Superheroes, Flash, Infinity Inc., Batman o Superman ofrecían historias de muchísimas más calidad, incorporando elementos a sus respectivas mitologías a velocidad de vértigo, mientras que en WW se recuperaban conceptos como Cheetah o Circe o creaban a una hija crecidita de Wonder Woman y Trevor, conocida como Furia en su identidad superheroica y como Hippolyta Trevor en su parte civil, pasando a formar parte de Infinity Inc. antes de convertirse en un dolor de muelas de continuidad post-Crisis.

Roy Thomas, Dann Thomas (la primera mujer en guionizar a Wonder Woman, con motivo del número 300 USA), Martin Pasko, Gene Colan… Distintos guionistas se rotaban con idéntico éxito (nulo) por la serie hasta que en Febrero de 1986 (Wonder Woman #329 USA) la serie terminaría en plenas Crisis en Tierras Infinitas en un capítulo a cargo de Gerry Conway y portada de Jose-Luis García-López en el que se narraba la boda entre Wonder Woman y Steve Trevor, completamente descafeinada si se compara con el enlace de Donna Troy un año antes en la cabecera de los Titanes. Simultáneamente, en las Crisis de Marv Wolfman y George Perez, se descubriría que realmente este matrimonio era la versión de Tierra-2, dejando vía libre en la Tierra 1 oficial para que el relanzamiento post-Crisis pudiera presentar una Wonder Woman y mitología completamente nuevas (Bueno, de Donna Troy mejor no hablamos. Porque si quisiéramos analizar todos los requiebros de su continuidad necesitaríamos un especial del doble de páginas). La pareja era admitida en el Monte Olimpo entre los Dioses de Tierra-2 antes de desaparecer a la vez que el multiverso y tan solo, veinte años después, en la Crisis Infinita de de Geoff Johns volveríamos a ver a esa Wonder Woman pre-Crisis en un momento catárquico e inspirador para la versión post-Crisis.

Con la película ya en los cines, continuaremos el artículo analizando el relanzamiento de la serie en manos de George Perez y Greg Potter y sus sucesivas etapas, las cuales potenciaban distintas facetas de Diana. Desde la versión más guerrera de William Messner-Loebs y Mike Deodato al back-to-the-basics rompedor y superheróico de John Byrne, además de la etapa unificadora de Phil Jimenez y una última estancia de Greg Rucka realzando la versión de embajadora de Wonder Woman. Tras las Crisis Infinitas y la polémica en torno a las acciones de la amazona tomándose la vida de Maxwell Lord durante OMAC Project, el tercer volumen se relanzaría de la mano de Allan Heinberg antes de descender a los infiernos de calidad en una rotación constante de los equipos creativos para ser salvada primero por Gail Simone y destruida por Joe Michael Starzcysnki después, pocos meses antes de Los Nuevos 52 y Rebirth (volúmenes 5). Hasta entonces y sin que sirva de precedente os vamos a poner deberes, ¡queridos lectores! ¿En cuál o cuáles de los grandes eventos de DC Comics de este último cuarto de siglo Wonder Woman ha tenido un papel importante? La respuesta y el análisis, en unos días.

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Garrac
Garrac
Lector
25 junio, 2017 12:24

Ostia, me ha pillado por sorpresa el artículo. En cuanto pueda, le dedicaré su merecido tiempo a leerlo, pero de momento hay que felicitar al señor Monje por el buen trabajo! 😉

Garrac
Garrac
Lector
10 septiembre, 2017 13:16

Uy, el despiste.

Pues a ver, a comentar del volumen 1 que es durillo durillo. Los fans solo hablan con cariño de tres etapas aquí: de Marston, de Denny O’Neil y la de Roy Thomas. El primero no ha envejecido muy bien, como le pasa a muchos cómics de la Golden Age, el segundo en su día causó una polémica tremenda, y el tercero tuvo muchísima intervención editorial.Además la segunda, al contrario de lo que se dice aquí, aunque fue cancelada Gloria STeinem no tenía ni idea de la trama que estaba planeando Delany.

La de Marston a día de hoy sigue siendo mayor causa de estudio, y no sin razón. Los números de Marston tenían una energía de feminismo salvaje incomparable que incluso hoy en día a más de uno se le atragantaría, y lo más importante es que había una fuerte carga sexual y de roles de géneros que con el tiempo se ha perdido, y que ni siquiera George Pérez ha podido recuperar

Veo luego a gente que se queja de que Wonder Woman se haya convertido en una marca, o en algo más que un personaje, pero es que ese era su destino desde e l principio, demostrar que el cómic sirve para algo más que historietas banales como las del Batman de Bob Kane. Wonder Woman con Marston tenía una carga reivindicativa y de moraleja muy importante que brilla cada vez que un autor posterior la recupera. Le guste o no a los detractores de «los tipos trajeados malvados que devoran planetas»

Y mientras haya desigualdad en el mundo, que la hay, seguirá siendo un personaje que no pasará de moda