El 6 de agosto de 1945 a las 8:15 de la mañana, tres bombarderos estadounidenses B-29 sobrevolaron la ciudad japonesa de Hiroshima dejando tras de sí el primer ataque nuclear sobre población civil de la historia. La detonación de la bomba de uranio, apodada Little Boy, creó una explosión equivalente a 13 kilotones de TNT. De forma instantánea, se estima que la temperatura se elevó a más de un millón de grados centígrados, encendiendo el aire circundante y creando una bola de fuego de más de trescientos metros de diámetro.
La explosión llegó a sentirse en un radio de casi 60 kilómetros y la nube en forma de hongo se dejó ver por encima de las montañas que rodeaban la ciudad. Media hora después, una lluvia negra extendió el material radioactivo sobre la población y sus alrededores. Se estima que cerca del 30% de la población de la ciudad falleció al instante. Cálculos posteriores afirman que, de manera directa e indirecta, el bombardeo nuclear sobre Hiroshima se saldó con casi 170.000 bajas.
Mientras se alejaban de la ciudad, el capitán Robert Lewis, copiloto del bombardero Engola Gay, comentó, estremecido: «Dios mío ¿Qué hemos hecho?».
Tres días después, el 9 de agosto, otro escuadrón de bombarderos estadounidenses llevó a cabo una operación similar sobre la ciudad de Nagasaki. La Fat Man, una bomba de plutonio, explotó sobre la ciudad japonesa resultando en una detonación equivalente a 22 kilotones, generando una temperatura estimada de 3900 grados celsius y vientos que superaron los mil kilómetros por hora. El radio total de destrucción fue de casi dos kilómetros alrededor del hipocentro. A finales de año, el recuento de víctimas resultantes ascendió a casi 80.000 bajas.
Aunque las fuentes son inexactas, se cree que la cifra total de fallecidos a consecuencia de los bombardeos nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki se establece entre 130.000 y 250.000. Tres días después del último bombardeo, el emperador Hirohito comunicó a la familia imperial su decisión de rendirse y así, el 15 de agosto, una transmisión radiofónica sin precedentes anunciaba la capitulación de la guerra en Japón y poco después en el mundo entero.
Los bomardeos pusieron fin a la guerra en el pacífico e iniciaron los procesos de paz entre los diferentes beligerantes de la II Guerra Mundial, aunque el sacrificio resultante será recordado como una de los más trágicos y crueles ataques militares sobre la población civil. La imagen del hongo radiactivo sobre la ciudad de Hiroshima ha quedado grabada en la retina de la historia y el sufrimiento de los hibakusa (palabra japonesa utilizada para referirse a las víctimas de los bombardeos, que significa literalmente persona bombardeada) sirve como ejemplo para mostrar los horrores de una guerra que no debe volver a repetirse.
Aunque la espectacularidad de este ataque ha eclipsado los horrores de una guerra que venía de antes, y cuyos efectos se extendieron tiempo después, no debemos olvidar que la población japonesa padeció todo tipo de avatares que dificultó, y marcó para siempre, su vida. Las limitaciones técnicas del momento nos han impedido ser testigos de estos hechos, pero allá donde la cámara no puede llegar, siempre podrá estar la historieta.
No es la primera vez que se recurre a las bondades del medio para reflejar, de manera objetiva o subjetiva (poco importa esto, en realidad, pues el ojo mécanico y en teoría objetivo de una cámara siempre será accionada por el dedo subjetivo del fotógrafo posicionado tras ella) ciertos conflictos que, de otras formas, nunca podrían haber quedado retratados. Buen ejemplo de esto son obras maestras del calibre de
Fumiyo Kôno nació en 1968 en el distrito oeste de Hiroshima y ya de joven daba muestra de sus dotes para el dibujo, aunque sus padres le privaron en numerosas ocasiones de leer manga. Aunque estudió ciencias en la Universidad de Hiroshima, al moverse a Tokio se convirtió en asistente de
En España hemos podido disfrutar de sus dos obras más importantes, citadas anteriormente, gracias al trabajo de
En este Rincón del Mundo nos cuenta la historia de Suzu Urano, una joven natal del pueblo pesquero de Eba, situado en la prefectura de Hiroshima, que ha crecido en el seno de una familia que se dedica al cultivo de algas. En 1944 se traslada a la ciudad cercada de Kure para casarse con quien ha pedido su mano en matrimonio concertado, Shûsaku Hôjô, un joven empleado de la base naval de la ciudad portuaria. Su nueva familia la acoje con afecto mientras que, día tras día, Suzu se despierta en un nuevo lugar lleno de tareas, todas ellas marcadas por el ritmo de la guerra que arrasa el país.
La obra se divide en 45 capítulos cortos, extractos de la vida diaria, repartidos por meses entre 1934 y 1946. La autora nos muestra más de diez años de la historia de Japón, antes y después de la II Guerra Mundial, enfocándose especialmente en cómo el conflicto afectó a la rutina de miles de personas, más allá de las bombas atómicas, que vivían en puntos estratégicos militares como lo fue la prefectura de Hiroshima.
De esta forma asistimos al crecimiento vital de Suzu, desde su tierna y despreocupada infancia hasta su juventud, una chica inocente y cándida, a veces despistada pero abnegada a sus cometidos, cuyo mayor talento es el de plasmar en papel el mundo que le rodea, a veces maravilloso, a veces horroroso.
Fumiyo Kôno ha acometido un esfuerzo sublime de documentación y el resultado es una obra histórica, de carácter trágico y cómico, que bien se podría considerar una lectura altamente instructiva en diferentes tradiciones y rutinas de la sociedad del momento, salpicada siempre por el ámbito militar. El esfuerzo por reflejar todo esto prima a lo largo de la obra y la autora hace uso de las ventajas creativas del medio para insertar todo tipo de dibujos esquemáticos y primeros planos de numerosos detalles desconocidos no sólo para el lector occidental, sino para el lector japonés actual, alejado ya de todo aquello.
Como mujer de su tiempo, Suzu vive en una sociedad marcadamente patriarcal, en la que la imagen del hombre, el padre de familia, prima en todos los aspectos de la vida social. Algo que se incrementa en tiempos de guerras.
Al ser entregada en matrimonio, Suzu Urano tiene que cambiar su apellido por el de su nueva familia, Hôjô, y abandonar su hogar para pasar a formar parte de la casa del marido, ayudando y acometiendo las tareas del hogar. Las sensaciones que una chica despreocupada e inocente vive al cambiar de aires, de familia, quedan perfectamente recogidas bajo la pluma de la autora en situaciones que, a través de una constante frustración enmascarada con humor, reflejan la confusión vital de la protagonista.
La mujer japonesa tuvo que afrontar un papel muy activo en el trasfondo de la II Guerra Mundial y, a las tareas domésticas, se suman otras como las del Tonarigumi, agrupaciones regionales que, bajo un régimen de responsabilidad solidaria, se dedicaban a transmitir las circulares del gobierno y a repartir artículos de primera necesidad. Por otro lado, los bonos de racionamiento estaban a la orden del día en tiempo de guerra y conforme ésta avanzaba eran cada vez más los alimentos de primera necesidad que escaseaban. Es por esto que las amas del hogar tenían que afinar al máximo sus dotes culinarias y agilizar el ahorro de sus recursos. En más de una ocasión seremos testigos de cómo las mujeres de la familia Hôjô preparan todo tipo de recetas a base de hierbas, plantas y otros ingredientes poco susceptibles de ser sabrosos.
La evacuación de inmuebles o la construcción de refugios son otros ejemplos de cómo la sociedad japonesa, desde el ámbito doméstico, se apoyaba mutuamente ayudando en la construcción de zonas a salvo de las bombas o en la recolocación de familias que tuvieron que desmontar sus hogares con el fin de establecer cortafuegos a lo largo de las ciudades.
El ingenio se agudizaba en épocas de escasez y había que sacar el máximo partido a lo que en un principio pudiese parecer mínimo. No se podía poner ningún tipo de excusa para no hacerlo, y esto se aplicaba tanto en el ámbito doméstico como en el militar, pasando por el educativo y el clínico. El nacionalismo rayaba el extremo y desde el gobierno, cuyo brazo era el ejército, se incitaba a que los ciudadanos dieran su mayor esfuerzo por el futuro de Japón. Kôno sabe cómo reflejar las glorias y penas de este sistema, tratando el tema de la falta de recursos y el esfuerzo consiguiente de la sociedad con humor.
Mientras que la guerra es el tema de fondo en la narración de En este Rincón del Mundo, su principal virtud es la de mostrar cómo las víctimas del conflicto superan cada nuevo obstáculo que éste les impone, de forma casi frenética. Esto marca la vida de todos y cada uno de los personajes que circulan por la obra, a los que no les queda otra que seguir adelante.
La autora muestra la mentalidad social del momento y la introduce de forma que se percibe de manera inconsciente a través de la mentalidad en desarrollo de la protagonista. Mientras que el resto de personajes son perfectamente conscientes de la situación y de sus responsabilidades desde las primeras páginas, Suzu comienza siendo una niña despistada e inconsciente de lo que le rodea -a veces hasta al exasperación, lo que conforma uno de los chistes recurrentes a lo largo de la narración- y acaba siendo una mujer madura que asimila los mecanismos sociales y personales que el tiempo le ha impuesto.
Hay un momento revelador en la obra, algo que supone un clímax personal y definitivo, en el que Suzu se siente terriblemente angustiada y frustrada, sentimiento que se acrecenta ante la aparente falta de importancia que le da el resto de personajes. En un principio nuestra protagonista muestra un rechazo total ante este conformismo, pero al final acepta y se resigna, ni a ella ni a la sociedad derrotada de su tiempo les queda otra, y decide mirar hacia adelante.
Todos y cada uno de los espacios de la ciudad quedan representados en los que podríamos considerar sus homónimos humanos: el suegro de Suzu es un abnegado ingeniero de la división de motores aeronáuticos del ejército, orgulloso de la capacidad técnica y potencial de sus aviones, pero frustrado en silencio ante una realidad en la que los americanos toman la ventaja. La suegra de nuestra protagonista es una mujer ya mayor, tempranamente envejecida por los avatares que le ha impuesto una vida plenamente doméstica y que encuentra su principal apoyo en Suzu. Su marido, por otro lado, trabaja en el tribunal militar y es demasiado joven como para comprender a su gobierno, lo que le provoca una falta de pasión que le resulta frustrante y que intenta recuperar mediante su amor a su Suzu. Finalmente, su cuñada representa en un primer momento un papel antagonista, de rechazo hacia nuestra protagonista, pero en realidad es una mujer moderna que tuvo su época dorada en otro momento, a la que las necesidades del tiempo han cortado las alas. Así pues, toda la familia Hôjô, que al principio ve en Suzu un complemento doméstico casi inútil, acaba girando y completando su existencia alrededor de la figura incondicional de la protagonista.
Como ya hemos comentado, la acción de En este Rincón del Mundo transcurre en la prefectura de Hiroshima de manera general y en la ciudad portuaria de Kure en concreto. Conforme avanza la trama, la autora introduce todo tipo de esquemas y explicaciones que cuentan cómo, desde el inicio de la guerra, Kure se va convirtiendo en la principal base naval de la armada japonesa dentro del país y, por lo tanto, un objetivo militar clave. Esto condena a sus habitantes que, lejos de marcharse, deciden quedarse. Hay demasiado tiempo y trabajo invertido en este lugar como para dejarlo atrás.
Los personajes miran constantemente a la bahía de Kure, ciudad en la que casi todos sus habitantes viven de los labores en el puerto. Al principio miran al mar con devoción, mientras poderosos buques imperiales vienen y van para, al final, evitar dirigir la mirada hacia la bahía, en donde esos buques se van amontonando en forma de amasijos de metal y óxido, como leviatanes derrotados pertenecientes a otra era.
La forma con que la autora de En este Rincón del Mundo nos cuenta el avance de la guerra, y la derrota progresiva de Japón, es la misma en que los habitantes de la época fueron conocedores. Ante la falta de información del gobierno y noticias claras sobre el devenir del conflicto, los lectores y los personajes de la obra conocen que Japón va perdiendo ante la llegada incesante de buques tocados, y que finalmente son abandonados, al puerto de Kure. La derrota queda clara, incluso antes de las bombas nucleares, cuando el suegro de Suzu le confiesa a ésta que el Yamato -buque insignia de la armada japonesa- ha sido hundido. La frustración cabalga entre todos y cada uno de los personajes conforme se acerca el final de la narración.
Como ya hemos comentado, por su importancia estratégica, Kure comenzó a ser bombardeada meses antes de la bombas atómicas que sacudieron Hiroshima y Nagasaki. La explicación a que el ejército aliado encontrara en esta ciudad su principal objetivo a bombardear fue la decisión de la armada de trasladar a su base naval en Kure los buques que aún quedaban de servicio. Ante la falta de combustible, los barcos quedaron inmovilizados y se limitaron a funcionar como baterías anteaéreas desde la bahía. A parte de esto, el puerto de la ciudad albergaba factorías y arsenales aeronáuticos.
Kure fue sometida a un bombardeo masivo a lo largo del verano de 1945, con más de 1.700 salidas desde portaaviones aliados, que resultó en un 40% de la ciudad destruida y numerosas embarcaciones hundidas.
La incursión aliada en la ciudad portuaria japonesa supuso el mayor daño causado a la navegación marítima de toda la historia, resultando en el hundimiento de los últimos acorazados, portaaviones y cruceros japoneses aún a flote. La armada imperial japonesa sufrió la puntilla final con los bombardeos de Kure, junto a sus derrotas en ultramar, y esto le permitió a los soviéticos operar con mayor libertad en el Mar de Japón y a los americanos planear su ataque final.
La incursión sobre Kure significó el hundimiento de los últimos acorazados, cruceros pesados y portaaviones japoneses que aún estaban a flote. También permitió a las flotas soviéticas operar con más libertad en el Mar del Japón y fue asimismo el mayor daño causado a la navegación marítima en toda la historia.
Y llega agosto de 1945. Y las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki. Y el final de la guerra con un Japón herido en su orgullo y en su sociedad, que sufrió los resultados de una horrible escalada de violencia. Nuestros protagonistas lo viven, y nosotros somos testigos de ello, dejando escapar lágrimas de pena y sonrisas de esperanza. La conclusión final es rotunda y el mensaje es contundente: la guerra es horrible, y nada puede justificar la matanza indiscriminada que se lleva a cabo en cada una de ellas. Pero pese a todo la vida sigue, siempre se abre paso, y En este Rincón del Mundo nos enseña cómo.
Junto a la profusa y detallada documentación de la que Kôno hace gala, nos encontramos con un arte único, característico e irrepetible, que transmite a la perfección todo lo que la autora quiere contarnos. De estética infantil, casi propia del cuento, los trazos numerosos pero suaves y las líneas fuertes pero sencillas permiten conocer a unos personajes que, pese a la estética de cuento, quedan perfectamente reales. El sentimiento y la inquietud humana se expresa con cada línea, tanto por lo que dibuja Kôno como por lo que dibuja su protagonista, Suzu.
Los numerosos esquemas y las ilustraciones con los que la autora nos cuenta todo tipo de detalles aprovechan al máximo los medios creativos que ofrece la historieta y juegan con una serie de composiciones estéticas que tienen sentido y que incluso afectan al desarrollo de la historia. Estamos ante una obra que, pese a lo dramático y trágico de lo que cuenta, casa perfectamente con lo inocente y dulce de cómo lo muestra. Sabemos que estamos ante una obra maestra por cómo se produce este equilibrio.
En cuanto a la edición, no debemos dejar de comentar que
La guinda de la edición queda recogida con la traducción, soberbia, lleva a cabo por
En definitiva, estamos ante un manga único e irrepetible. Un testimonio atemporal de una época trágica cuya principal virtud es la de transmitir los efectos de la guerra sobre la población civil de manera didáctica, esperanzadora e inesperadamente inocente. Acompañemos pues a los protagonistas de En este rincón del mundo, compartiendo sus penurias y penas, pero también sus esperanzas y ganas de vivir.
Hemos tenido que esperar unos cuantos meses desde su estreno en Japón el pasado octubre, pero
El largometraje, de título homónimo, está dirigido por
Sunao Katabuchi, el encargado en adaptar el guión y dirigir la cinta, es un viejo conocido de los estudios
Con la adaptación a la gran pantalla de En este Rincón del Mundo, Suano Katabuchi se consolida como un realizador a tener en cuenta dentro y fuera de Japón. El apoyo récord recibido en el crowdfunding y la calidad que transmite su obra final son un buen ejemplo de ello.
Aunque se puede disfrutar de forma autónoma, la adaptación animada de Katabuchi es un fiel reflejo de la esencia del manga. Los detalles y personajes más importantes, así como la historia que vertebra la obra original al completo, quedan recogidos de manera inconfundible en su cinta. El respeto hacia la obra de Fumiyo Kôno es total y nada ha quedado en manos del azar.
Ver la cinta de Katabuchi es como sentir que las páginas del manga se llenan de color y movimiento. La maestría de la autora original ha quedado en manos de un director que, con su propio pincel, ha creado otra obra maestra.
Como en todas las adaptaciones que parten de una obra de base literaria, no todos los capítulos o personajes secundarios han quedado recogidos aquí pero sí que se ha mantenido lo esencial, que es mucho. En el sentido narrativo, todo lo que se puede decir del manga se puede decir de la película. Hasta el punto de que la estructura narrativa de esta última sigue a la de la obra original.
En lo estético, como ya hemos dicho, todo se llena de color. Es un placer visual asistir a los cielos azules y los prados verdes de Hiroshima, a las hogares de los habitantes o a las fragatas de la armada… La animación, y sobre todo la visión artística de la protagonista, hace que incluso en la destrucción encontremos cierta belleza.
La película, como el manga, no muestra, sugiere. De esta forma se evita presenciar ciertas escenas que por su propia naturaleza, violenta, resultarían gores y en su lugar se opta por jugar con todo tipo de recursos visuales, simbólicos, que causan el mismo impacto, sino mayor, y resultan más elegantes.
Si tenemos que poner alguna diferencia entre ambas obras, sería la del papel de la guerra en el desarrollo argumental. Si bien es cierto que el conflicto aquí sigue siendo el principal trasfondo de la obra, se eluden los minuciosos detalles que la autora despliega sobre el conflicto (en una película no puede haber pies de página). De esta forma, el papel protagonista de Suzu se refuerza y su figura prima sobre la presencia del conflicto, aunque este tampoco se minimiza.
El ambiente es excepcional y la elección de colores, así como de los detalles, es magnifico. La animación arranca dando la sensación de ser simple, pero ahí reside su magia, pues conforme avanza la trama se va haciendo más compleja, como el personaje de la protagonista.
La obra ha sido todo un éxito en Japón y de nosotros depende ahora que lo sea en España. Que una obra de este calibre pase desapercibida es algo que el aficionado al cine no se puede permitir, y debemos dar las gracias a Selecta Visión por haberla puesto a nuestro alcance.
Como siempre, la distribuidora española ha apostado fuerte por su producto y ha cumplido, no solo esforzándose en que la cinta haya llegado a la mayor cantidad de salas posible, sino que ha obsequiado a los cien primeros asistentes a cada sala con un libreto especial lleno de detalles sobre la película y el manga que hacen de lo de asistir a un estreno una experiencia de diez.
Poco más tenemos que decir sobre la película, simplemente que no dejéis pasar la oportunidad de asistir al cine, disfrutando de una magnifica película a la vez que apoyáis una industria que no deja de darnos auténticas obras de arte. Altamente recomendada.
En este Rincón el Mundo, de Fumiyo Kôno
Guión - 8.5
Arte - 9.5
Interés - 9
9
Un documento esencial que se adentra en uno de los episodios más tristes de la historia para llenarlo de inocencia, valor y esperanza.