Agosto de 2017. En este mismo mes, hace cien años, nacía Jack Kirby en el Lower East Side de Nueva York. Toda una efeméride que merece ser celebrada al ser uno de los artistas fundamentales en el desarrollo del comic-book norteamericano, y muy especialmente en todo aquello que se refiere al campo de la narrativa superheroica. En Zona Negativa lo estamos celebrando a nuestra manera, pero es obvio que las grandes editoriales licenciatarias en España de las dos majors, Marvel y DC, también están haciendo lo propio para hacer notar al respetable el Siglo de Kirby. Panini, encargada de traernos el material de la Casa de las Ideas por estos lares, lleva tiempo publicando las obras magnas del autor: los 4 Fantásticos, Thor, X-Men, el Capitán América de los sesenta…. Un poco más rezagada había quedado su producción algo más minoritaria, aunque llevamos un periodo prudencial haciendo acopio de material gracias a la línea Marvel Limited Edition. De todo aquello que se aleja del mainstream, quedaba una colección bastante incomprendida y que parecía que no se veía el momento adecuado para su publicación. Incluso llegó a anunciarse en MLE pero una fecha tan redonda como un centenario ha propiciado su salida en formato HC, en un tomo en tapa dura mucho más atractivo para el lector habitual y con un mayor recorrido editorial. Hablamos claro, del Dinosaurio Diabólico, una serie surgida en los setenta, con el Rey ejerciendo de autor completo y que por fin vemos publicada de manera íntegra en España.
Decimos que pasó bastante inadvertida en su momento puesto que se alejaba de la temática habitual de Marvel en la época, los superhéroes. Y eso que en esa década se dio una necesaria diversificación en la compañía, con temáticas como el horror, la espada y brujería o las artes marciales en variadas revistas. Pero, en el fondo, el lector Marvel era un entusiasta de los enpijamados. Y claro, presentar una serie donde sus protagonistas principales eran un gigantesco saurio de color rojo y un simpático homínido que circulaba a sus grupas, pasando divertidas peripecias en un entorno prehistórico, resultaba como mínimo chocante. Aquello estaba por encima del entendimiento de la mayoría de aficionados, ¿qué intentaba Jack con esta serie? ¿A dónde pretendía llegar? Muchos lo tomaron como una simple locura del Rey y siguieron a lo suyo, sin prestarle atención, lo que provocó que la cabecera tuviera un escaso recorrido de nueve números, languideciendo en ventas, y que quedara cancelada tras la salida del autor a finales de 1978, rumbo al campo de la animación. Huelga decir que esta serie no es para nada esa ida de olla que se le pretende muchas veces; es un intento trascendente por parte de Jack Kirby por establecer una prehistoria en el entorno compartido. Recordamos que estamos en el periodo que va de 1977-78 y que en esos años todavía quedaban amplios huecos por rellenar en el terreno evolutivo y del desarrollo humano, un aspecto en el que se ha avanzado de forma considerable en años recientes. Jack, una personalidad rebosante de imaginación, intenta confeccionar su propio paradigma respecto al tema y establece su canon personal. De ello da buena cuenta en sus Despachos del Dinosaurio, el correo del lector de la serie, donde especifica sus bases gnoseológicas para conformar el diseño de este mundo prehistórico. Vamos a pararnos primeramente en este punto para comprender mejor las intenciones del artista y tras él pasamos a la reseña de la obra en sí.
Lecciones de Prehistoria, cortesía del Rey de los cómics
El primer y más evidente punto de la cuestión es que, cuando Jack monta el entramado de la colección, da por supuesto que es posible que humanos primitivos y los grandes saurios pudieran convivir en un tiempo geológico indeterminado. Esto es algo que la ciencia ha negado por activa y por pasiva. Cualquier paleontólogo decente te dirá que los dinosaurios vivieron en la Era Mesozoica, la cual comprende tres periodos diferenciados, el Triásico, el Jurásico y el Cretácico. Un bloque temporal que abarca desde el arco que comprende hace unos 245 millones de años hasta hace unos 66 millones de años, fin oficial del periodo Cretácico. Se considera que las grandes razas de los dinosaurios quedan extinguidas y da el comienzo la Era Cenozoica donde nuevos especímenes más próximos a lo que conocemos por los mamíferos actuales dieron sus primeros pasos en la evolución. No sería hasta el Cuaternario cuando los primeros homínidos dejan sus rastros en las huellas de la historia. En términos cronológicos, hablamos de hace unos cuatro millones de años, cuando Australopithecus y Ardipihitecus empiezan a caminar sobre dos piernas en el África Austral. Mucha diferencia de tiempo como para si quiera considerar una mínima posibilidad de cercanía. Pero a finales de los setenta la disciplina de la Prehistoria se encontraba todavía con muchas lagunas. Muchos avances, descubrimientos arqueológicos han ido aclarando el panorama en estos últimos decenios por lo que Kirby se escuda en la falta de datos fehacientes para elucubrar: “los buscadores de fósiles (sic!) afirman que nunca nos encontramos. Según ellos, el Hombre faltó a la cita con la Era de los Dinosaurios por varias eras geológicas. Y en verdad, en este momento, no hay ninguna prueba de que el Hombre, o algo parecido a él, llegara a coexistir con los animales terrestres más grandes que jamás hallan hollado la Tierra”. Según estas palabras, el Rey es consciente de las teorías que los especialistas manejaban al respecto. No es una cuestión de desconocimiento. Eso sí, establece un pero: “sin embargo, esos mismos expertos también insistían en que el celacanto, un pez prehistórico muy poco atractivo, llevaba extinguido 26 millones de años. Por lo menos, eso es lo que afirmaban hasta 1938, cuando un espécimen viviente de este antiguo lenguado apareció en las aguas del Norte de África”. Aquí, con datos, Kirby demuestra tener conocimientos divulgativos sobre el tema, lo que le otorga la posibilidad de dudar. Ese espacio de posible especulación es el que utiliza para dar salida a la serie: “sin duda, aun no se puede cerrar completamente el capítulo de la historia de estas bestias antediluvianas y su posible relación con el destino del Hombre”.
Tampoco es que haya que culpar a Jack Kirby de cerrazón al respecto. En aquellos días, y también en la actualidad, no pocos viven de cuestionar los descubrimientos acerca de materia prehistórica, promoviendo teorías pseudocientíficas de bajo calado pero de profunda expansión. Sin duda, el artista era conocedor de muchas de ellas. Así, por ejemplo, en EEUU tuvo mucha difusión la noticia de los llamados fósiles de Glen Rose (Texas), donde se localizaron dos pisadas, una al lado de otra, de un saurio y de un homínido; un hombre primigenio cuya altura se calculaba en unos cuatro metros. Hablamos de una fecha tan temprana como 1908 y obviamente la ciencia rechazó de plano estas pisadas como prueba. Otro famoso descubrimiento, más cercano en el tiempo, ocurre en 1968, en la zona de Utah. Se intenta dar por válida una pisada humana con una cronología de cerca de 600 millones de años, es decir, nada menos que del periodo Cámbrico. Todo esto no deja de ser falsificaciones, inventos en aras de una pretendida popularidad y que se han tornado bastante más frecuentes de lo deseable, incluso en supuestos profesionales del medio. Pero mientras la Prehistoria, el periodo más extenso que atañe a la humanidad, siga con tantos vacíos por rellenar, las teorías conspiranoicas continuarán y continuarán. Jack Kirby tenía su propia opinión al respecto: “en qué momento exacto encontraron sus final los dinosaurios y cuándo se irguió razonablemente el Hombre es algo que sigue envuelto en un misterio…… Sí, creo que Diablo y su joven compañero primigenio podrían haber existido…”.
Queda claro, pues, que para el autor es un escenario del todo posible. De momento, plantea un pequeño valle donde conviven homínidos y saurios. El Valle del Fuego es un ambiente que provee de recursos a sus habitantes pero a la vez inhóspito por su propia naturaleza. El primero de nuestros protagonistas, Diablo, es claramente un Tiranosaurio Rex. Nunca se hace clara referencia a su filiación paleontológica pero es algo evidente. Su color rojo, sin duda lo más llamativo, tiene que ver con su historia de origen. El Pueblo Asesino, una especie de hombre primitivo, había cercado a su familia; dispuesto para ser asesinado, el buen Diablo, un tierno ejemplar, es pasado a fuego por el clan cavernícola. Pero haciendo gala de un gran espíritu de supervivencia, el dinosaurio no murió; su piel, eso sí, adquirió el tono rojizo del fuego. En este estado tan precario, casi moribundo, fue rescatado por el Chico Luna, un homínido de otro clan bien distinto. Entre ellos se estableció una simbiosis muy especial, tanto que el entorno del Chico Luna, el Pueblo Pequeño, le rechazó de plano por traer tan peculiar compañía. Ambos se convertirán en hermanos, en una situación que les pone en contra de todo lo que supone cada una de sus idiosincrasias; era la forma en que el autor nos deja claro que son la prueba viviente de que asociaciones contra natura son posibles. Lo más curioso es que aquí el saurio adquiere el papel del héroe mientras que el humano pasa a ser el simple sidekick: «Yo supongo que todas las criaturas vivientes son capaces de actuar de forma inteligente y compasiva…somos nosotros los que hemos convertido al dinosaurio en un diablo…«.
Como hemos dejado apuntado, Jack Kirby representa de una manera bastante fiel al buen Diablo; no solo a él, también a todo tipo de animal antediluviano. Por los nueve números de la serie vemos aparecer, aparte de nuestro T-Rex favorito, Triceratops, Velociraptores o Brontosaurios, entre otros. No corre tanta suerte la parte que corresponde a los humanos primitivos. Tanto Chico Luna como los distintos homínidos puestos en liza son retratados en el aspecto gráfico con una forma muy simiesca, cubiertos de pelo, excepto en lo que corresponde a las extremidades. El problema es que los rostros son extremadamente humanos, lo que da como conclusión que a primera vista parezcan Homo Sapiens Sapiens recubiertos de un trabajoso disfraz compuesto por pelo. Da la sensación que Jack intuía por donde iban los tiros, aunque no acierta en la diana: “algunos fósiles indican que homínidos de un tamaño que no era superior al de un chimpancé promedio corrieron por la pre-África, dejando herramientas y una burda forma de cultura a su paso”. Bien, aclaremos esto. Probablemente se refiera a lo que nosotros conocemos como Austrolophitecus, una de las primeras especies de primigenios hombres documentadas, que apenas llegaban al metro y medio, y de los que hay constancia de una tosca cultura material. A este tipo se podría adscribir el clan del Chico Luna, bautizado por el Rey como el Pueblo Pequeño. En los cómics, su pequeña estatura les hace ideales como recolectores de lo que la naturaleza ofrece en todo su esplendor. Con la excepción de nuestro protagonista, claro, un inquieto aventurero, toda una rareza para el clan al juntarse con un espíritu diablo. Otro de los grupos humanos que pasean por este HC es el Pueblo Asesino, una suerte de cazadores muy agresivos, que además fueron los causantes de la muerte de la familia del Dinosaurio Diabólico. Su tamaño es algo mayor al del Pueblo Pequeño y todo su esfuerzo se centra en el confeccionar armas y todo tipo de trampas que les permitan la caza, por ende, su sustento. Podría ser una primitiva traslación del Homo Erectus, el primer ejemplar del que se tiene constancia que dominaba el fuego, y ya sabemos cómo lo utilizaron para atacar el joven Diablo. Tanto del Pueblo Pequeño como del Asesino apenas hay un acercamiento serio al estudio de cómo se conformaban sus sociedades por parte del autor. Únicamente, tenemos la disputa entre Mano-Piedra y Siete Cicatrices por el control del clan Asesino, que se resume en un enfrentamiento a fuerza bruta, con desdichados resultados para el primero. Algo que se da por perfectamente posible en culturas primitivas.
Siguiendo con los distintos tipos de humanos que aparecen en la serie, nos sorprende la presentación de unos homínidos gigantes, del tamaño igual o superior al saurio carmesí. No es el objetivo de Kirby ser realista, casi nunca lo ha sido a lo largo de su amplia carrera; no en vano, hay más aspectos acerca de la ciencia ficción que de Prehistoria durante todo el periplo de la obra. Por tanto, esto se podría catalogar como otra sobrada más del autor en aras de atraer una mayor espectacularidad a sus viñetas, ¿verdad? Pues sí y no: “en China todavía se puede comprar un hueso desenterrado de Homo Gigantus y visualizar a su propietario original buscando comidas en las ramas superiores de un árbol con relativa facilidad”. Jack Kirby sabe de la existencia del Gigantopithecus, una rama extinta que se descubría en la década de los treinta del pasado siglo en el continente asiático y que se considera el primate más grande que jamás ha poblado el planeta. Se estima que medía algo más de tres metros, con un peso que oscilaba entre los 300 y los 500 kilos. Obviamente, la representación de Kirby peca de poco realista ya que este ejemplar tenía un aspecto del todo simiesco, muy alejado al presentado por el artista. De hecho, debido a su peso y tamaño, se piensa que caminaba a cuatro patas, a pesar de ser capaz de mantenerse sobre dos. El diseño de Jack podría decirse que va más en consonancia con las leyendas del Bigfoot que con los homínidos que él mismo clama conocer.
El último de los clanes presentados, y de forma muy tangencial, es el llamado Pueblo Jinete. Los tenemos de cara al final de la colección y su interés es el doblegar a la bestia Diablo. Son un clan que ha conseguido domesticar animales prehistóricos y ansían dominar al mayor de todos ellos. Los primeros signos de control intencionado sobre animales se dan en torno a hace once mil años en el Próximo Oriente; en datos prehistóricos, lo que se considera inicios del Neolítico, una edad dominada por la especie a la que pertenecemos, el Homo Sapiens Sapiens. No hay mucho más que analizar pues su importancia es casi nula y se ciñe a un único episodio del Devil Dinosaur.
Estos son los homínidos que circulan por las páginas de la colección. Parece evidente que Kirby busca diferenciarlos como distintos estadios de la evolución pero se queda en pequeños detalles (cada tribu tiene el pelo de un color) y lo cede casi todo al tema de la altura. Y claro, esto no se puede sostener. La división de los diferentes tipos de Homos va definida por aspectos fisiológicos (capacidad craneal, estructura ósea, tipo de frente, de dentadura, etc.) y aquí el Rey los representa de una manera muy sui generis. Pero como ya hemos comentado líneas arriba, no era su objetivo el ser un tratado de Prehistoria: “¿qué importa por qué o cuándo se extinguieron los dinosaurios? Ese hecho, cuando finalmente sea aclarado, seguirá siendo un bocado frío e insípido”. De hecho, se permite el lujo de incluir una parte del mito judaico de Eva, el árbol del Demonio y un improvisado jardín del Edén, haciendo gala de un eclecticismo marca de la casa. Por otra parte, es muy inteligente el cómo aborda el tema del habla, del intercambio de pareceres entre los distintos personajes. Por supuesto, no hablamos de los saurios, que el autor respeta que no tenían forma de comunicación (vamos, que no salen dinosaurios parlantes), aunque sí perfila a Diablo con un componente de mayor picardía respecto a sus congéneres. Nos referimos a los elementos humanos de la narración: “aunque el idioma del hombre primitivo todavía es desconocido, el autor lo ha traducido para facilitar la comunicación”. Meternos con el desarrollo del habla, como actúa el área de Broca y demás solo le hubiera llevado a terrenos muy pantanosos.
En definitiva, Jack Kirby, como entusiasta de la divulgación científica, conocía de primera mano aspectos referentes a lo que él llama Era-X. Una era rica en posibilidades para trasladar a los cómics. Cierto es que no fue su primer intento de jugar a mezclar paisajes prehistóricos en épocas contemporáneas. Ahí tenemos la Tierra Salvaje, surgida a mediados de los años sesenta en su etapa conjunta con Stan Lee en X-Men. Un paraje ignoto enclavado en la zona antártica donde el tiempo parece detenido y donde conviven todo tipo de bestias prehistóricas con pintorescas tribus de humanos. Pero aquí Jack es mucho más atrevido e intenta configurar un tiempo primigenio en el contexto del Universo Marvel: “no hay nada como mirar a la Prehistoria y encontrar un precioso y enorme hueco que se remonta en el tiempo hasta un momento en que la Tierra solo era un baño de vapor estéril que apenas apuntaba a lo que se avecinaría”. Las bases estaban ahí aunque Kirby siempre tuvo claro que el primer objetivo de un cómic era entretener y este no iba a ser distinto. “en nombre de la causa del buen entretenimiento y la sana especulación, puedo considerar esto como una licencia legítima para dar forma gráfica a una honesta conjetura”. Nada de historias locas, totalmente inventadas, pasadas por el forro de un autor. Para el artista era fundamental que el lector sintiera que no le estuvieran tomando el pelo: “la credibilidad es la palabra clave. Y hay mucha en la Era-X. Sabemos que existió. Sabemos que a partir de su pujante núcleo salió todo lo que vemos y todo lo que hemos aprendido…. Mi narración se centra en Diablo y Chico Luna, que habitan los rincones más neblinosos de la Era-X y se enfrentan a la diversidad de posibilidades que surgen en una época concreta”.
El Rey trataba de implementar una Prehistoria al estilo Marvel, simple y llanamente. Ahora, que se anuncian unos Vengadores de hace millones de años, puede resultar que no suena original, pero entonces era un idea del todo rompedora. Y pocos tuvieron la convicción de subirse a ese viaje. Una pena, porque si seguimos sus propias palabras, este podía ser un primer paso en la confección de toda una línea histórica del entorno compartido: “el tema se hará más fuerte y más destacado a medida que avancemos. Sin duda, exploraremos el pasado con los superhéroes griegos y romanos cuando los más antiguos hayan tenido su turno”. Jack Kirby acabó muy quemado en su última estancia en la editorial y todas estas intenciones de desvanecieron como cual castillo de naipes. A su salida, el Dinosaurio Diabólico quedó olvidado en el limbo, apenas apareciendo de manera muy tangencial. Incluso, su tierra fue designada como otro mundo alternativo, dando por cerrado el intento de crear un pasado prehistórico del Universo Marvel. El Valle del Fuego, a buen seguro, apagó su llama en honor a su creador.
Dinosaurio Diabólico de Jack Kirby
16.50 euros
Un pequeño hombre primitivo, un dinosaurio, un entorno salvaje y Jack Kirby ¿Qué puede salir mal? La respuesta a este interrogante debe esperar unas líneas pero se puede decir que cualquiera que conozca algo al Rey de los cómics no se va a sentir defraudado al respecto. Kirby se encontraba en una postrera estancia en Marvel Comics, dándose por finalizada sus etapas más publicitadas (Capitán América, Eternos o 2001). Después de celebrar su retorno a casa apenas un par de años antes, a finales de 1977 se puede considerar que el autor quedaba en una posición secundaria en la compañía. El impacto de su retorno fue mucho menor de lo esperado. Muchos no reparaban en tildarle como reliquia del pasado pero Jack no se dejó llevar por el desaliento. Acometió cada uno de sus proyectos con una inusitada ambición y para 1978 le esperaba dar por finalizada su etapa en Black Panther, una Novela Gráfica sobre Silver Surfer, un spin off de 2001 protagonizado por el Hombre Máquina y un intento de sacar a la luz un pasado prehistórico con el Devil Dinosaur. Es esta obra la que nos interesa. Recordamos que el tipo de contrato que tenía Jack es el de guionista-editor, es decir, el responsable último del producto. Jim Shooter, editor jefe de esta época, debía dar el visto bueno a todo lo que se publicaba bajo el marchamo de Marvel pero teniendo en cuenta que el artista deseaba alejarse lo más posible del entorno compartido y que sus obras setenteras habían tenido problemas para mantenerse en el candelero, no puso mayor impedimento a su salida a la luz.
Así pues, nos preparamos para un baño prehistórico que va a conjuntar gigantescos dinosaurios (y no tan grandes) con los incipientes homínidos. Nuestros protagonistas principales son un Tiranosaurio de color rojo apodado Diablo y el Chico Luna, un humano primigenio de un clan conocido como Pueblo Pequeño, ubicados en un entorno privilegiado llamado el Valle del Fuego. Entre ambos, teóricamente rivales por naturaleza, surge una conexión muy especial, algo que supera la vitola de simples amigos; son como hermanos, cada vez que el destino los separa, una necesidad imperiosa de encontrarse guiará sus caminos. Diablo es el rey del valle, aquel que por su poderío físico y su inteligencia mantiene el statu quo. Esto no gusta a los clanes humanos que viven en la zona; especialmente sangrante es para el Pueblo Asesino, cuyo deseo de superar a las bestias primigenias no estará completo mientras sobreviva la más poderosa de todas. Su intención es destruirlo y a esos menesteres dedicaran sus energías, mientras que Chico Luna y Diablo aguantan sus envites.
Jack Kirby hace su aproximación a un entorno prehistórico que forma con elementos de aquí y de allá, pero del que nunca tuvo la intención que fuera una suerte de representación realista de un pasado ignoto. Las inquietudes del autor era rellenar huecos con la imaginación de ese posible tiempo pretérito; inventar una historia de antes de que existiera el tiempo. Pronto el artista introdujo elementos de su propia cosecha, acercando a este sugerente paisaje personajes de allende de las estrellas. Algo que es de sobra conocido en su producción. No hace falta recordar a los Inhumanos, creaciones de los legendarios Kree, o su más reciente cosmogonía elaborada en los Eternos. En todos esos casos, sujetos exógenos tienen influencia sobre el desarrollo de cuestiones terráqueas. Unos extraños visitantes y sus vicisitudes en el planeta Tierra ocupan un ciclo importante en el discurrir de la cabecera. También tendremos un viaje en el tiempo como fin de fiesta, de cara al #9, un episodio que ya se sabía que iba a servir de despedida y cierre. Temas cercanos a nuestro autor, que pese a la corta duración de la cabecera, no dudó en inyectar como subtramas de la historia rio estructurada en torno a Diablo y Chico Luna.
Poco más podemos contar sin entrar en el peligroso terreno del spoiler. Nueve ejemplares dan para lo que dan. Tenemos el desarrollo de la premisa prehistórica junto con aspectos que le eran muy apreciados al creador, tal y como queda patente con la presentación de ciencia ficción de corte alienígena y algún punto de mitología hebrea, con una recreación muy particular de un pasaje muy conocido del Antiguo Testamento. Kirby trabajó de forma profesional en la serie pero a cierta altura se veía que la continuación de la misma quedaba en el aire, a expensas de una decisión fundamental del autor acerca de su renovación. Llegado el día, Kirby y Shooter se reúnen para renovar el contrato; Jim insiste en que se quede en Marvel, pero Jack ha tomado la determinación de abandonar. La suerte estaba echada. A la altura del #7 el correo del lector desaparece del cómic. El #9 cierra la colección, sin visos de retorno. Por lo tanto, aquí tenemos recopilado en un solo volumen todo lo necesario sobre Diablo y sus aventuras en el Valle del Fuego. El personaje quedaría relegado a ser utilizado con cuentagotas durante largos años. De hecho, la actual serie que protagoniza junto a la nueva Moon Girl poco tiene que ver con las intenciones de Jack Kirby. El HC funciona como tomo autoconclusivo para todos aquellos que quieran disfrutar de una trama cerrada y sin necesidad de conocer nada del Universo Marvel. En cierta forma, fue el modo en que lo concibió el autor original.
El atractivo que se le puede presuponer a un paraje prehistórico totalmente virgen es trasladado de una manera brillante a las páginas de la serie, con la pericia habitual del dibujante. Jack Kirby se muestra diestro en el diseño de paisajes y todo tipo fauna antediluviana, además de condensar toda la tensión y la lucha por la supervivencia, tal y como era la peligrosa vida en el Valle del Fuego. Si añadimos los increíbles diseños de los ya citados objetos que nos llegan desde el cielo, donde el Rey vuelve a dar el do de pecho con sus futurísticas concepciones, pues tenemos un tomo donde el nivel gráfico solo se puede calificar como notable. Si hubiera que ponerle un pero ese sería el diseño de los clanes humanos, demasiado estándares para un artista de la creatividad del Rey. Destacar el buen uso del color a cargo de Petra Goldberg, encargada oficial en tal cuestión (solo faltó en el #7, sustituida por George Roussos, que siguió las directrices de la colorista original), que hace si cabe todavía más atractivos los lápices de Jack, entintado por Mike Royer. Fue éste su mayor colaborador en estos días y siempre se caracterizó por ser un entintador muy respetuoso con las planchas originales. Esto ayuda a que no se pierda la esencia del artista, que se aprecia en cada viñeta, pero también es cierto que Jack Kirby tenía una avanzada edad, con un cada vez más evidente problema de visión, lo que muchas veces dejaba al descubierto pequeños fallos achacables a su ya consabida rapidez, característica que nunca abandonó, ni siquiera cuando era considerado prácticamente una leyenda. En este caso, tenemos ciertos problemas con las proporciones. Dos protagonistas tan dispares como un homínido de pequeño tamaño y un dinosaurio de más de cuatro metros deben representar un importante salto visual, cuestión que se mantiene en su mayor parte, pero que en momentos puntuales se advierte como fallido. Repetimos, es algo que acontece en muy pocas ocasiones y para nada desluce el gran trabajo del equipo artístico.
El formato elegido para la publicación de Devil Dinosaur es el 100% Marvel HC, una reciente adición al catálogo de la editorial italiana en cuanto a la publicación de clásicos intemporales (también admite obras actuales). Es un tomo consistente, en tapa dura, cuyo papel de gran gramaje hace que la presentación sea inmejorable. Eso sí, para los puristas del color, este tipo de papel es quizás un poco brillante de más para la reproducción del mismo; desde luego, no está pensado para obras anteriores a los años ochenta. Por lo que todos aquellos que tenían sus peros respecto al formato Marvel Gold tapa blanda, obtendrán una sensación muy similar cuando se acerquen a este Dinosaurio Diabólico. Advertidos quedan.
En resumidas cuentas, nos encontramos ante una obra bastante desconocida del autor pero que aúna los suficientes puntos fuertes para tenerla en consideración. Toda la explosión de fuerza y energía tan asociadas a su arte, la personalidad característica del artista, rezuma en cada una de sus viñetas. Un viaje iniciático a una era donde hombres y dinosaurios competían por el control del entorno. Kirby nos lleva de ruta por tiempos oscuros y si no tememos dejarnos arrastrar, disfrutamos y mucho de la experiencia. En unos instantes nos encontramos con la clásica aventura prehistórica cuando de repente nos vemos rodeados de extraños alienígenas que vienen no sabemos en qué tipo de misión. Igualmente, juntamos algo de tecnología extraterrestre y montamos una alegoría bíblica. Sin tiempo a reaccionar, ni a tomar aliento. Así era Jack; pura energía, puro talento. Explosiones, dinosaurios, luchas sin par, arañas gigantes, interesantes subtextos…. Y mucha diversión. Con esto ya está todo dicho pues si Jack Kirby tenía alguna aspiración esa era que su trabajo divirtiera a la audiencia y podemos decir tranquilamente que el objetivo ha sido cumplido. Una muesca más en el camino de la reedición de su obra en nuestro país; un nuevo paso para que las jóvenes generaciones conozcan a uno de los más grandes artistas de todos los tiempos. ¡¡Larga vida al Rey!!
Dinosaurio Diabólico
Guion - 6.5
Dibujo - 8
Interés - 7
7.2
Valoración Global
Espectacular, rompedor, único en el género.... el Dinosaurio Diabólico es todo aquello que uno espera de Jack Kirby en modo desbocado. Recomendable si no se tiene miedo a la adrenalina y lo desconocido
La explicación de por qué Diablo es rojo… Pero sigue siendo el Rey. <3
Sobre ese detalle…. en el mismo correo del lector del #6 hay dos misivas contrapuestas. Una que la alaba la explicación y otro que la pone en solfa. Para Jack no deja deja de ser una licencia creativa. Si nos tragamos que si te pica una araña radioactiva puedes trepar por la paredes, etc, etc…. pues eso. Sin duda, ese color rojo realza la solemnidad de Diablo…. cada vez que aparece en encuadre, impresiona.
Gracias por comentar y un saludo
Un tratado de prehistoria y una reseñaza todo en uno. Excelente, Señor Porras.
En cuanto al tomo, pese al HC, parece una buena oportunidad para quien se quiere acercar a Kirby con tiento sin gastarse un mínimo de 40 € de golpe.
Gracias Dynamo!!! No hay más que seguir las palabras del Rey para darte cuenta que tenía un objetivo ambicioso con esta serie, plantear un entorno prehistórico que se pudiera desarrollar con el tiempo. Otra cosa es que la empresa no llegase a buen puerto. Nos queda un cómic frenético y divertido a más no poder.
Y sí, puede ser una buena puerta de entrada al mundo de Jack Kirby por unos pocos euros. Un tomo con su inicio, nudo y desenlace que no plantea más lazos con el Universo Marvel. Una excelente piedra de toque para degustar al Rey.
Saludos!!!!