Es difícil escribir sobre una serie de la que todo parece haberse dicho ya a estar alturas. Una serie que es uno de los pilares fundamentales del indie, además de una de las series que mejor acogida tiene tanto por la crítica (ahí está su flamante e inequiparable colección de premios) como por un público progresivamente más numeroso.
Y es que Saga se ha convertido en una obra llamada a trascender, teniendo un éxito sin precedentes, además de una unanimidad indiscutible acerca de su calidad. Aunque no sabemos hasta qué punto será una burbuja, solo el tiempo lo dirá, pero el hecho es que actualmente no hay punto de comparación con ninguna otra serie del mercado. Y el hecho de que promulgue o reflexione sobre determinados valores, creo que es algo sumamente enriquecedor para el lector y como medio, el que se apoye este tipo de producto.
La llegada de Brian K. Vaughan al cómic se hizo esperar. Y las expectativas alrededor de Saga eran muy grandes. Afortunadamente el autor ha sabido estar a la altura de las circunstancias y nos ha deleitado, a estas alturas, de la serie, con una de sus productos más complejos, dinámicos, multifacéticos y, sobretodo, relevante de su carrera.
Si algo ha hecho es Saga es evolucionar. En cada cómic suceden mil y una peripecias, teniendo una estructura un tanto compleja, con arcos autoconclusivos, dentro de unas tramas horizontales, alterando las cosas a través de los puntos de vista en los que estemos, y manejando muy cuidadosamente el manejo temporal narrativo. Si atendemos a los conflictos y los personajes de los que partimos en esta aventura y los comparamos con los que tenemos en este séptimo tomo, el lector no puede evitar sentir cierto arraigo con unos personajes que han madurado y cambiado junto a él. El paso de tiempo y la narrativa seriada aspirando a todo lo que puede aspirar.
En este séptimo tomo partimos del escalofriante cliffhanger del tomo anterior: el segundo embarazo de Alana. Eso no hará que pierda un ápice de fuerza y de temperamento como personaje, aunque, evidentemente, se ve algo más limitada por las nuevas circunstancias. El guionista ha logrado alcanzar una representación bastante realista de lo que es estar embarazada, teniendo una perspectiva bastante coherente con el personaje. Alana sigue siendo un personaje de armas tomar y carismático, el personaje del que no es difícil enamorarse. De repente, no la ha convertido en una pusilánime.
Hazel, por su parte, el joven personaje, al que Vaughan le dota de una importancia extraordinaria, otorgándole ni más ni menos que una voice over que siempre es empleada con sumo cuidado, y con mente de aportar siempre a lo que se narra visualmente, que no subrayarlo. Este personaje deberá asumir una serie de responsabilidades a medida que suma años, a la vez que descubrirá el primer amor. Hazel se nos hace mayor, y en este tomo queda patente eso… Por esa razón tenemos cierta simbólica pérdida en este tomo a manos de un adulto. La adultez abre paso y, con ella, todo lo que es nuestra infancia desaparece. Ley de vida.
Tal vez, otro de los temas que nos plantea en este tomo sea el del remordimiento. Todos hemos sentido que nuestra vida se ha cimentado en una base de errores constantes, todos nos hemos sentido mal, todos nos hemos equivocado y nos movemos en una gama de grises. Y ante eso o tratamos de enmendar nuestros equivocaciones, o llevamos un comportamiento autodestructivo o destructivo con nuestro ambiente. Nadie nos ha enseñado a sufrir.
Puesto que no creo que sea azaroso que este tomo, aparte de los temas que son la seña de identidad de la serie (la familia, en todas sus acepciones, el amor, la diversidad, las complejidades que traen de sí la convivencia y el respeto al que es diferente, estudie lo que significa el sacrificio, aquello que dejamos atrás por los demás, y todos los efectos que ello conlleva. A pesar de lo que parezca por su estilo, y a que tonalmente, puede llegar a denotar bastante ternura, es una serie bastante dura respecto a su honestidad que no teme meterse en temas y en exhibir lo peor de lo que es capaz el ser humano. En este tomo, se hace bastante hincapié en lo mejor y lo peor de nosotros mismos, de esa dualidad en la que nos movemos. Logra el equilibrio entre lo naïf y el cinismo.
Sus personajes lo único que tienen de planos son las páginas en las que son impresos. Hay un mimo ejemplar a todos los habitantes de este universo. Son seres humanos: frágiles y fuertes, contradictorios, pero temperamentales, dubitativos, pero seguros de sí mismo. Respiran, ríen, lloran, sangran, follan, tienen depresión, están eufóricos pero, a la vez, son infelices… Por todo ello, Vaughan, sin lugar a dudas es un experto a la hora de caracterizar a sus personajes, para hacerlos tan complejos como puede ser cualquier persona con la que tengamos la suerte (o la desgracia) de toparnos.
Vaughan emplea el tiempo de una forma un tanto estimulante, sabe hacer manejo de las elipsis cuando se precisan, y dosificar la información en un “montaje” minuciosamente puesto al servicio de hacer la historia interesante. Vaughan demuestra su experiencia como narrador: sabe cuando toca sorprender, cuando hay que jugar con la intriga, cuando se precisa que haya asimetría de información, y en qué punto de vista debemos estar.
Una serie que nació como una traslación de Romeo y Julieta a la space opera, ha evolucionado hasta convertirse en algo que es mucho más que eso. Una serie que se enmarca en muchos géneros y en ninguno, una serie de personajes, pero rebosante de peripecias. Como todos los buenos cambios, se dan sin que te des cuenta, de forma gradual, natural y orgánica. Y si hay algo a que Saga mira cara a cara sin miedo es al cambio.
Fiona Staples sigue dando unas muestras de arte digital en su máxima expresión. Esta serie tiene un componente estético muy potente, siendo su trabajo uno de los pilares fundamentales de la serie. Sigue potenciando la imaginación del lector con diseños de personajes muy frescos, soluciones narrativas innovadoras, splash pages para enmarcar y un estilo que mezcla el sense of wonder con lo más mundano, funcionando a las mil maravillas en ese sentido. Es un universo rico, con disparidad de razas, colores, tipos y personajes. Si es un mundo rico, me temo, que ella es la principal culpable.
La edición de Planeta Cómics, además de la inclusión de las portadas, incluye una, siempre riquísima introducción de José Torralba.
Saga con este séptimo tomo sigue para delante de forma coherente, pero sin repetir los éxitos del pasado. Vaughan narra de forma en la que todo avanza, sin ningún temor de matar a la gallina de los huevos de oro. Vaughan tiene el honor de firmar su propuesta más madura que ha hecho historia del cómic. El epítome de cómo las historias pequeñas pueden ser tan o más grandes que aquellas que lo parecen.
P.d: Desde este pequeño post, toca felicitar a mis compañeros por su magnífico trabajo en el podcast, que abren rindiendo homenaje a este autor que reseño hoy. Las estrellas se alinean.
Guión - 9.5
Dibujo - 9
Interés - 8.5
9
Saga sigue un camino imparable, como el mismo tiempo.
Es una serie maravillosa, imaginativa, carismática, violenta y preciosa. Cada vez que me pillo un tomo, reviso los anteriores y nunca me canso de leerla. Dentro de 30 años aún se hablará de ‘Saga’ como ahora se habla de los grandes clásicos del cómic.
Comentario borrado por petición del comentarista.
Con el volumen 7 mi corazón se ha hecho añicos. Ya era complicado después de leer los 6 volúmenes anteriores pero Vaughan y Staples lo han conseguido de nuevo.
Por cierto, aplaudir la valentía del cómic de incuir en un primer plano y llenando un tercio de página la imagen de un pene erecto tal cual.
El tomo 5 ha sido el único que no me ha atrapado como el resto. Este 7º ha tenido unos cuantos mazazos, muy triste, y eso enriquece la serie, así que a seguirla con gusto.
Una serie que mantiene el nivel de la trama y del dibujo a un nivel asombroso, y que nunca sabes hacia dónde nos deparará al final del tomo.
Unos personajes carismáticos y estrambóticos que hacen que te enamores de ellos.
Grandes Vaughan y Staples!