La colaboración entre dos de los mayores maestros del manga de mediados del siglo XX,
Gracias a la política editorial de
Para conseguir que la voluntad de Ietsuna Tokugawa prevaleciese sobre todo este caos político y conspiraciones por el poder, Masatoshi Hotta, uno de los leales al cuarto shôgun y a su familia, decide contratar los servicios de Kai, una médium hindú, capaz de devolver el alma de los muertos a la vida y permitir que vuelvan a hablar, para que sea el propio fallecido el que confirme quién es su heredero. Sin embargo, las fuerzas del mal no son solo políticas y militares en este manga, y aparece en la sombra la figura de Ashurabasu, una dakini-ten, deidad maligna del budismo nipón que pretende obtener control sobre el gobierno de Japón manipulando a los miembros de diferentes familias. Debido al peligro que supone la aparición de Kai, mandan a Kakubee, un samurái con dotes místicas, a capturar a la médium, hecho que solo es impedido por la aparición del protagonista de la historia, Kurando Sahai, un rônin (samurái sin amo) que también posee esas capacidades místicas y esotéricas y que domina tanto la lucha con katana y artes marciales como la utilización de diversos cánticos, mantras e invocaciones espirituales y que consigue derrotar a Kakubee y salvar a la muchacha hindú. A partir de ese momento ambos iniciaran un viaje plagado de peligros para conseguir que la voluntad del shôgun prevalezca, y la paz y la justicia vuelvan a reinar en todo el territorio.
Una vez concluida esta primera historia en los tres capítulos iniciales, arrancamos otro segundo relato, más corto, pero con una mayor implicación del costumbrismo civil y no tanto político y una amplia aparición de lo místico y la leyenda. En esta segunda historia, situada después de los acontecimientos que llevaron al ascenso del quinto shôgun gracias a la intervención de Kurando y Kai, vemos que algunas zonas de Japón están siendo asoladas por una misteriosa enfermedad, conocida como la gripe de Osome, que no parece tener cura conocida y es mortal. Kurando Sahai se dedica ahora a ir de aldea en aldea vaticinando el futuro de los habitantes a cambio de un pequeño precio, pero tiene la desgracia de toparse con la banda de yakuzas de Monji y Buichi. Estos dos malvados personajes han aprovechado el encarcelamiento del auténtico líder de la banda, Genzô Fukijoma, para apropiarse del grupo y de paso de la mujer de su antiguo jefe, y tras un tenso enfrentamiento verbal con el rônin, este termina vaticinando la muerte de todos los presentes. Tras la intervención de un agente de la ley excesivamente parcial hacia la banda, el señor Tôgane, Kurando se ve retenido hasta el amanecer para ver si su predicción es cierta o si no lo es, jugándose su vida en ello. Según avanza la noche se presenta en la residencia Genzô, el antiguo líder, que es asesinado sin remedio por sus antiguos camaradas, pero cuya sangre salpica a todo el grupo, contagiándoles irremediablemente de la gripe y provocando su fallecimiento. Tras una huida espectacular, combate y aparición de Kai de por medio inclusive, Kurando decide comenzar a investigar algo más de la enfermedad, siguiendo una serie de pistas que le llevan a descubrir que la única cura existente es un extraño amuleto de papel con la inscripción “Hisamatsu no está en casa”. Tirando de ese hilo, los protagonistas descubren que el origen de la enfermedad se encuentra en el naufragio de un barco portugués provocado por la malvada Ashurabasu, que a través de la gripe y los amuletos, pretende dominar y manejar el shôgunato a su antojo.
Como veis, La leyenda de Kujaku es una obra repleta de multitud de elementos a caballo entre la realidad y el folclore japonés, y que supone una auténtica epopeya que da gusto recorrer. El hecho de la existencia de ese mezcla tan acusada, esa representación tradicional del samurái clásico, mezclado con esas dotes de hechicería, de budismo esotérico que en ocasiones llega a tornarse terror, hace que la historia, que en apariencia es bastante tradicional y arquetípica, se convierta en algo más experimental, más creativo, una obra tan original como extraña que abraza lo clásico del tándem de autores, y a la vez se aleja de ello. Mientras que en otros mangas los autores usaban la fantasía como recurso deslumbrante, o como apoyo para unos personajes casi paródicos, en este caso se convierte en el motor que mueve el guión, muy tradicional en su forma y en su narrativa y presentación, pero tremendamente ingenioso en su configuración final, con mucha utilización de violencia, sexo y cuestiones metafísicas y sobrenaturales, pero sin caer en la exageración o el sin sentido, dando una coherencia a todo ello. Todo en esta obra tiene un sentido para aparecer, con los elementos más fantasiosos sirviendo de excusa para el desarrollo de la trama y la explicación de los aspectos religiosos y espirituales de la sociedad y la época que describe; la violencia como una manera de vehicular el desarrollo y el carácter de los personajes; o el sexo como expresión artística y a la vez como un instrumento religioso y místico, de unión, y no una demostración de estatus social y sometimiento como en otros títulos de los autores. En definitiva, un nutrido grupo de elementos, al que se le unen los tradicionales de acción, amor, un puntito de humor negro… tratados desde un punto de vista poético, y que genera una de las historias más sorprendentes que crearon.
Una trama que también sorprende desde el punto de vista de la creación y uso de los personajes, donde encontramos por un lado a Kurando, un rônin clásico, con una moralidad a prueba de bombas, con una autoconciencia de sí mismo y de su entorno apabullante, una filosofía impecable… El representante perfecto del hombre recto y honorable, estoico en ocasiones, que todos esperamos en una historia de este corte. Por el contrario, su acompañante femenina no es una mera comparsa, es una mujer fuerte, independiente, con su propia misión y una gran personalidad, igual de recta, honorable y estoica a su modo, pero sin perder sus características de género. No es una mujer con arquetipo masculino, es una mujer con unos valores, un trasfondo vital y unas habilidades propias, que están fuera del estándar social femenino presente en una historia ambientada en esta época. Dos personajes muy potentes que se complementan a la perfección durante todo el relato y que son también rara avis por su concepción.
Pese a todo ello, gran guión por un lado y tremendos personajes principales por otro, creo que el verdadero protagonista de esta historia es el apartado artístico. Kojima se muestra coherente y respetuoso con su legado gráfico pero realiza un exquisito despliegue a la hora de aportar un plus en la ambientación y en la narrativa onírica, hipnótica y rompedora que necesita un manga con tanto peso de lo sobrenatural y el misticismo. La narrativa visual y el manejo del tempo con el dibujo y la composición son muy buenos, y permite aliviar la complejidad en la construcción del argumento. Además es un dibujo al que le sienta muy bien el gran número de saltos entre el costumbrismo y lo irreal, dando grandes posibilidades a Kojima de recrearse en los momentos más fantasiosos con escenas espectaculares y cautivadoras, y ser más detallista y crudo en los más reales, junto con las escenas de acción que quedan entre dos aguas y que son espectaculares y toda una lección en cuanto a poner el trazo al servicio del dinamismo y la fluidez. El dominio de la tinta es espectacular, así como en la presentación de hechos en crudo cuando debe y la clase para enmascararlos con imaginativas soluciones en el resto. En definitiva, un apartado gráfico extremadamente potente, clásico pero transgresor y muy poético en muchos momentos, con escenas realmente bellas y cargadas de sentimiento en cada línea.
Un tomo genial de
Valoración Final
Guión - 7.5
Dibujo - 9
Interés - 8
8.2
Gran primer volumen de La leyenda de Kujaku, una obra de corte histórico que se aleja de las habituales realizaciones de Koike y Kojima para llenarse de fantasía y misticismo, pero manteniendo un potentísimo estilo gráfico.
Sorprendente obra y gran reseña. Bastante por encima de Goku, en mi opinión. Es como juntar ‘Cuentos de la luna pálida de agosto’ de Mizoguchi y el Orion de Shirow. Pero coincido en que aquí la fuerza mística verdaderamente poderosa es Kojima: Alternando efectos visuales de todo tipo, dibujando animales, espectros, fenómenos atmosféricos (esa doble página del castillo de Edo azotado por la tormenta), las penumbras, el lirismo, pasando de una carnicería al vapor de agua, del costumbrismo a la iconicidad… todo con una sencillez y un ritmo narrativo vertiginoso en lo que resulta además una obra muy entretenida.
Hablaré un poco más del apartado gráfico en la reseña del segundo tomo, para poder dar una visión completa de todo el proceso creativo de Kojima aquí, ya que el tono en la continuación se vuelve más oscuro y abraza completamente el misticismo. En este caso totalmente de acuerdo contigo en la capacidad creativa y narrativa del dibujo y como se complementa con la historia para que al final ambas salgan reforzadas del apoyo mutuo, con esas páginas tan detalladas que comentas y otras más figurativas y en apariencia sencillas, pero que siguen dando la sensación de detalle y realismo y que todo fluya con más facilidad. Creo que es una de las maneras más ideales de acercarse al tipo de obras que suele manejar el dúo de Koike y Kojima, con lo mejor de la parte costumbrista y lo mejor de la más onírica con la conjunción y el ritmo del paso de una a otra totalmente marcado por el dibujo.
¡Muchas gracias por la lectura y el comentario!