«No me obligues a repetir la pregunta, Dr Megala… Quiero saber la verdad. ¿He matado a alguien hoy?»
El Capitán Átomo es uno de los personajes más poderosos del universo DC, a pesar de su menor trascendencia, en proporción a su poder. Capaz de absorber y manipular átomos, convirtiéndose en una superbomba atómica andante, el Capitán Átomo fue creado en su origen por Joe Gill y el gran Steve Ditko en la mítica Charlton Comics, cuyos personajes pasarían posteriormente a pertenecer al universo de DC Comics. Tras la compra de la Charlton,
Debido a su parecido con el Dr. Manhattan, de hecho éste está basado en él al no permitírsele a Moore utilizar los personajes de la Charlton para Watchmen, el Capitán Átomo es en general un personaje bastante atractivo, que lleva unos cuantos años desaparecido y que quizás no ha sido tan trascendente para el universo DC como su propio potencial pueda indicar. Quizás, tras esta nueva serie limitada de Bates y Weisman de la cual hoy os traemos una reseña a propósito de la publicación de ECC Ediciones, eso cambie, o quizás no, pero al menos volvemos a tener en continuidad al Capitán Átomo, y con eso al menos de momento vamos servidos.
Como bien decía mi compañero Pedro Pascual en la reseña USA del primer número,
Así, tras cinco años desaparecido en el número final de su segunda colección regular, el Capitán Átomo vuelve por la puerta grande, en un tremendo primer número que nos narra su trágica caída, para después presentarnos poco a poco en los siguientes números su auge, su resurrección como el ave fénix y su introducción el reciente universo DC. Todo ello con sus correspondientes viajes cósmicos espacio-temporales, sus mamporros cuántico-nucleares, sus clásicos personajes de siempre como el Dr. Megala y el General Wade Eiling, así como nuevos villanos como Ultramax, antagonista de esta miniserie que viene a enriquecer la mitología y el entorno del Capitán Átomo. Y por supuesto, como no podía ser de otra manera, también habrá alguna que otra aparición estelar de la Liga de la Justicia, sin ser por supuesto personajes capitales en la historia.
Aunque hay que admitir que tras los dos primeros números esta miniserie prometía ser mucho más de lo que al final fue, convirtiéndose a partir del tercero en algo bastante más convencional y menos ambicioso. Sin embargo, no por ello es un proyecto fallido, ni muchísimo menos, ya que contiene todo lo que un amante del género y del personaje podría desear, cumpliendo a la perfección su objetivo de volver a introducir al personaje en el actual Renacimiento DC con nuevos personajes y un final bastante abierto y proclive a una esperemos futura serie regular, o al menos, a más presencia e importancia en el actual universo DC.
En el apartado artístico tenemos básicamente dos nombres: Will Conrad, encargado del dibujo y entintado e Ivan Nunes que se encarga del color. Al primero lo hemos podido ver en la Stormwatch de Peter Milligan y en algunos números de Nightwing «pre-Grayson», así como en la actual serie de Cyborg, en la que es uno de los artistas principales junto a otros nombres como Tony Kordos o Paul Pelletier. Conrad tiene un estilo realista que va muy bien con la dramática historia que nos plantean Bates y Weisman, pero que sin embargo se antoja bastante tosco y estático, especialmente en escenas de acción, o incluso en diseños de personajes en general, que en Cyborg quizás funciona algo mejor, pero que aquí no acaba de convencer del todo. Aunque tampoco es que ayude demasiado el color de Nunes, con una paleta de colores excesivamente digital que además no está del todo bien pulida en ciertos aspectos, como en determinadas escenas del Capitán Átomo cuando tiene un aspecto físico digamos metalizado. Aún con todo, es un trabajo decente que si bien es bastante mejorable, al menos no desentona con el tono de la historia que nos plantean Bates y Weisman.
Guión - 8
Dibujo - 7
Interés - 8
7.7
Renacimiento
Bates y Weisman nos reintroducen a su adoptiva criatura una vez más en el actual universo DC con una historia que contiene todos los elementos que un lector puede desear y que deja abierta una puerta a una futura colección.