Dirección: Roel Reiné, Chris Fisher, Billy Gierhart, Neasa Hardiman, David Straiton, Kevin Tancharoen
Guión: Scott Buck, Joe Robert Cole
Música: Sean Callery
Fotografía: Jeff Jur
Reparto:Sonya Balmores, Isabelle Cornish, Eme Ikwuakor, Ken Leung, Mike Moh, Anson Mount, Iwan Rheon, Serinda Swan, Ellen Woglom, Michael Buie, Tanya Clarke, Henry Ian Cusick, Chad James Buchanan, Lofton Shaw
Duración: cuarenta y dos minutos
Productora: ABC Studios / Disney-ABC Domestic Television / Marvel Television / Walt Disney Television
País: Estados Unidos
Desde hace unos años, Marvel ha asumido con contumaz empecinamiento el proyecto de convencer a la parroquia de que los Inhumanos pueden ocupar el lugar de la franquicia mutante. En estos tiempos en los que el valor de series y personajes está más en su potencial para ser la base de otros productos de consumo masivo que en su condición de tebeos, resulta para la casa de las ideas un pequeño contratiempo –y viva el eufemismo- que los derechos audiovisuales de su antaño escudería puntera y de la serie fundacional estén en manos de quien hoy es competencia directa en los terrenos televisivo y cinematográfico. La reversión del sentido de la influencia en la relación viñeta-fotograma ha provocado situaciones que, no ha tanto, hubieran sido impensables. Los Cuatro Fantásticos no tienen cabecera propia y la Patrulla-X ha sido desbancada como buque insignia de la flota marveliana. Ahora que el cine marca la pauta del cómic, Marvel busca con denuedo una pieza para su rompecabezas audiovisual que colme la laguna que han dejado la familia Richards y, sobre todo, el colectivo mutante. En fechas recientes, ha salido a la luz una estrategia empresarial que pasaría por absorber a la titular de los derechos cinematográficos temporalmente cedidos, en lo que sería un paso más en el inquietante objetivo de convertir el entretenimiento en un oligopolio, pero, antes de eso, veía la luz una nueva serie televisiva –más próxima a Agentes de SHIELD que a Defensores- en las que los Inhumanos eran presentados una vez más en sociedad. Entre los meses de septiembre y noviembre de este año, se han emitido los ocho episodios que componen la primera y ¿última? temporada de una serie centrada en la familia real de esta rama de la humanidad creada hace ya más de medio siglo por Stan Lee y Jack Kirby, en las páginas de Los Cuatro Fantásticos.
La maniobra de colar a los Inhumanos en el lugar de los mutantes se inició en la primera serie televisiva integrada en la versión audiovisual del universo marveliano. Las aventuras del redivivo agente Phil Coulson y su equipo contra Hydra, fueron el escenario en el que, poco a poco, se fue introduciendo la presencia de seres humanos genéticamente a los que se percibía como una amenaza. De forma paralela, sus contrapartidas de la viñeta empezaron a ganar en importancia, hasta el punto de enfrentarse a los mutantes –en un evento no exento de cierta ironía- y, llegado el momento, empezó a sonar con fuerza la posibilidad de que este grupo / civilización / especie humana contara con su propia película, dentro del proceso de expansión de la rentable división cinematográfica. Al final, la cosa ha quedado en una serie televisiva que, adelanto, solo puede calificarse como profundamente decepcionante.
La premisa de la historia recoge los aspectos esenciales de las aventuras de los Inhumanos: una rama de la humanidad oculta a ojos del mundo –en este caso, en la Luna-; una civilización avanzada donde la exposición a un proceso de mutación marca el sino de cada individuo; un gobierno repartido entre un consejo genético guardián de la tradición y una familia real con sus propias intrigas; dos hermanos que compiten por el favor del pueblo y la posesión del trono. En resumidas cuentas, unos ingredientes que podían servir para cocinar un plato de gusto para propios y extraños. Sin embargo, la confección del producto ha sido ejecutada de una manera que ha frustrado todos los potenciales atractivos de la serie.
Vayamos por parte: la historia contada en estos ocho capítulos presenta a público la ciudad de Attilan y su condición de sede de una civilización que ha permanecido oculta a los ojos de la Tierra desde su fundación. Al frente de la misma encontramos a los monarcas Rayo Negro (Anson Mount) y Medusa (Serinda Swan); el primero se comunica a través de un lenguaje de signos que su círculo íntimo es capaz de interpretar y la segunda ejerce la condición de portavoz. Junto a ellos tenemos al reflexivo Karnak (Ken Leung), al impulsivo Gorgon (Eme Ikwuakor), a la joven Crystal (Isabelle Cornish), al anfibio Tritón (Mike Moh) y al taimado Maximus (Iwan Rheon). Este último llevará a cabo un golpe de estado, con el fin de arrebatar el trono a su hermano Rayo Negro (en la mejor tradición de los tebeos). El putsch se ejecuta con un relativo éxito: Maximus recibe la corona, pero no puede evitar que la derrocada pareja y algunos de sus leales logren escapar a la Tierra, gracias a la presencia de Mandíbulas –el perro tele-transportador-. A partir de ese momento, los exiliados y el nuevo gobernante jugarán al gato y al ratón, los unos intentando reagruparse para un contrataque y el otro haciendo lo posible por dar un golpe de gracia que aporte firmeza a un reinado que todavía no es todo lo estable que podría llegar a ser.
La improvisada huida del quinteto de proscritos da ocasión de que cada uno de los mismos se enfrente, a su manera, al choque cultural con una de las civilizaciones terrestres. Separados y en un entorno desconocido, cada uno de los fugitivos tendrá ocasión de replantearse su papel en la vida y su puesto en el seno de la sociedad inhumana. Este recurso ayuda a que la audiencia sepa algo más y pueda identificarse con ellos, pero, a la hora de la verdad, solo parece servir para que asistamos a una serie de escenas que bien podrían haber firmado y filmado el Paco Martínez Soria de La ciudad no es para mí o el Paul Hogan de Cocodrilo Dundee. Este detalle introduce un regusto añejo en la producción que se verá incrementado a lo largo del desarrollo de la serie. Cada Las dificultades comunicativas de Rayo Negro harán que dé con sus huesos en la cárcel; el calmado Karnak descubrirá la pasión gracias a una cultivadora de marihuana; el belicoso Gorgón encontrará nuevos compañeros de batalla con los que hacer frente a sus antiguos camaradas; Medusa demostrará que, aún privada de su arma principal, es una persona aguerrida y determinada; por último, Crystal descubrirá el amor mientras busca a sus parientes perdidos. Ninguna de estos argumentos es, desde luego, original y se han utilizado hasta la saciedad; sin embargo, en esta ocasión hay que sumar a la falta de novedad el hecho de que su desarrollo y ejecución sean sumamente pobres. Todo sucede de forma acelerada, casi atropellada, añadiendo unos cuantos deus ex machina. Por otra parte, los secundarios terrestres son tan planos y tópicos que, en ciertos momentos, tuve la sensación de estar viendo algún serial episódico de aventuras de los años ochenta, de esos que veía sin falta en la sobremesa de las vacaciones veraniega, pero que es mejor no volver a visitar. La científica un poco friqui que quiere vivir una aventura; los soldados licenciados que nunca dejan de ser soldados; la joven de espíritu libre que hace al estoico y analítico Karnak replantearse su forma de ver la vida; el joven amigo de los animales del que Crystal se enamora; el científico sin mala intención que acaba sirviendo a los intereses del mal… nada que no se haya visto demasiadas veces y, desde luego, no muy bien ejecutado.
Dejando aparte a los olvidables secundarios, hay que decir que el reparto tenía potencial para hacer una interpretación atractiva de los personajes principales. La apostura de Anson Mount le permite presentar a un Rayo Negro regio y carismático, al tiempo que el recurso del lenguaje de signos (inexistente en los tebeos, necesario aquí) ayuda a dar al personaje una mayor expresividad, aunque en no pocas ocasiones recuerde a Bob el Silencioso. Por su parte, Serinda Swan interpreta a una creíble Medusa, en su papel de monarca y contraparte de su silencioso cónyuge. El tercer actor reseñable en su labor es Iwan Rheon que, pese a adoptar el papel Máximus (lo que llevaba inevitablemente a pensar en su interpretación de Ramsay Nieve / Bolton en Juego de Tronos) nos trae aquí a una persona obsesionada por ocupar el puesto de su hermano, pero para nada víctima de la locura. En esta versión, el personaje ha pasado por una terrigénesis que le ha convertido en un ser humano normal y corriente. El Máximus televisivo no es un orate, lo cual le hace aún más peligroso, pero tampoco es exactamente –en su premisa- un villano. Por un lado, se presenta como un poco revolucionario, al cuestionar el orden social preexistente en la sociedad inhumana; por otro lado, se debate entre la necesidad de eliminar a sus oponentes y su deseo de verse aceptado y valorado por su familia. Rheon hace, probablemente, la mejor interpretación dentro de un elenco que ejecuta un trabajo rutinario y sin alma. Por otra parte, Leung, Ikwuakor y Cornish tienen unos personajes menos sólidos y prácticamente definidos por una sola característica: analítico, bizarro, adolescente (respectivamente) y poco más.
Otro de los talones de Aquiles de la serie radica en el apartado de escenarios y efectos especiales. En ambos casos se queda uno con la sensación de que, para haber hecho algo más exitoso, tendría que haber habido una inversión monetaria mayor o mejor dirigida. El hecho de que una parte de los protagonistas haya puesto pies en polvorones camino de Hawái, permite aprovechar los espectaculares paisajes del archipiélago estadounidense, hasta el punto de dar la sensación de que a la vuelta de la esquina aparecerán el 5.0 o los vigilantes de la playa. Sin embargo, cuando la acción se traslada a Attilan, encontramos una ambientación sosa, pobre y casi de saldo. Los Inhumanos fueron creados en su parte gráfica por Jack Kirby. Su imaginación, fértil como pocas, dio forma a multitud de mundos, entre los que se encuentra el germen de la civilización inhumana. Eso hace más lamentable que, en esta ocasión, la audiencia se encuentre con una ambientación paupérrima, que en ningún momento transmite la sensación de estar ante una civilización más avanzada tecnológicamente ubicada en la Luna.
En lo que a efectos especiales respecta, hay que indicar que la publicidad de la serie ha hecho mucho hincapié en el hecho de que Mandíbulas –el leal sabueso de la familia real- sea el primer personaje televisivo creado íntegramente por ordenador. Este hecho se ha destacado como uno de los pocos aspectos positivos de la producción, añadiéndose también el original efecto para la tele-transportación. Por otra parte, la creación digital del movimiento de la melena de Medusa es también otro de los detalles a resaltar en este apartado. En ambos casos, queda patente además el hecho de que su presencia en pantalla esté medida –como lo estaba la aparición de la Masa en la vieja serie televisiva del increíble Hulk-. Este racionamiento, así como la pobreza de los efectos visuales restantes, dejan al respetable con la sensación de estar ante un producto de serie B de la década de los noventa que ante una producción de estos tiempos. Es bien cierto que un nutrido presupuesto en el apartado técnico no garantiza un resultado óptimo, si no hay una buena historia que contar o no está bien contada. Sin embargo, en este caso no parece que haya ni lo uno ni lo otro.
En resumidas cuentas, Inhumanos es una serie olvidable que bien podría calificarse como el mayor fracaso audiovisual de Marvel en los últimos años. La división televisiva no parece últimamente estar dando a la casa de las ideas tantas alegrías como la cinematográfica y esta producción hace esa impresión aún más acusada.
Con todos ustedes, los Inhumanos:
Perdón, con todos ustedes, Inhumanos:
Aguanté hasta el quinto de «Vacaciones en Hawaii». Una patochada sin pies ni cabeza que es un «Venga ya… ¿en serio?» cada dos por tres.
Me va a costar años de psicoterapia olvidar este Karnak y poder volver a pensar en el de verdad…
Yo he aguantado tres capítulos. Para los que hayais visto más, ¿hay posibilidad de hacer borrón y cuenta nueva o hay algo que establezca relación con la continuidad cinemática del Universo Marvel televisivo-cinematográfico? ¿Hay alguien que opine que merece verse hasta el final?
Con Agentes de SHIELD también me pasó algo parecido, hubo algún momento en que la serie iba a la deriva y la seguía por inercia, pero en los últimos tiempos ha habido cosillas bastante majas, a ver si la última temporada sigue la tónica y cierran con dignidad.
Respecto a Netflix, JJ y DD son productos bastante potables, bastante por encima de las otras tres (en mi opinión), y tengo curiosidad porque Punisher me da bastante buen rollo, creo que el aire Netflix puede sentarle bastante bien a la serie si no se dedican a estirar demasiado el chicle como hacen últimamente y utilizan bien las tramas secundarias, porque creo que son trece capítulos.
Por cierto, respecto a Fox, The Gifted me está gustando bastante.
Esto iba de Inhumans, ¿no? 😀
Pues yo paso completamente de Inhumanos, que mala pinta desde el comienzo. Gracias Luis Javier por sacrificarte por nosotros y ver la serie completa. 😀
Y dudo si ver el piloto de The Gifted. Lo tengo en Movistar+ pero nunca me animo a verlo, siempre hay algo que me llama más y al final lo retraso una y otra vez.
Yo ya llevo 3 de The Gifted… De momento, bien sin más… pero está muy cerca de la línea roja de convertirse en una serie sólo para adolescentes, muy guapos y muy estupendos todos… Más que una serie del Universo Marvel, parece un remake de Heroes.
In Frank Castle we trust…