A principios de los 90 el sello independiente Dark Horse Comics comenzaba a despuntar en el mercado del del arte secuencial enfrentándose a titanes como Marvel Comics o DC Comics. En 1990 la editorial fundada por Mike Richardson, que en un futuro no muy lejano daría cobijo a colecciones como Hellboy, Sin City o las adaptaciones en viñetas de las series televisivas relacionadas con el «buffyverso» de Joss Whedon, encomendó al guionista norteamericano Frank Miller y al ilustrador británico Dave Gibbons la creación de una serie de ciencia ficción distópica protagonizada por una mujer de raza negra llamada Martha Washington, como la primera dama de Estados Unidos con todo lo que ello implica, que se titularía Give Me Liberty. La miniserie tuvo tanto éxito y cosechó tantos premios, entre ellos un Eisner, que todo tipo de secuelas y continuaciones no se hicieron esperar demasiados años para que los creadores de dicha ficción ofrecieran más aventuras diseñadas para el lucimiento de esta rebelde hecha a sí misma en un mundo autárquico, militarizado e intolerante.
En esta entrada del Frank Miller Day vamos a seguir los pasos de Martha Washington desde su nacimiento en 1995 en las peligrosas calles de la suburbial «The Green» hasta su muerte un siglo después en 2095 convertida en una anciana centenaria. en el proceso la acompañaremos en su cruzada contra los poderes corruptos que destruyen el porvenir de los ciudadanos de su país, iremos con ella a la guerra comandado las tropas de la PAX (Fuerza Pacificadora) viajaremos hasta en dos ocasiones a los confines de la galaxia y la veremos enfrentarse a mandos militares dementes, inteligencias artificiales con aspiraciones teológicas, cirujanos mutantes y una horda de enemigos que intentarán, sin éxito, doblegar a esta guerrera, esta pantera negra que nunca desfallecerá, permaneciendo inasequible al desaliento y luchando por la libertad propia y colectiva en nombre de un futuro más luminoso para nuestra sociedad. Acompañadnos en la siguiente entrada por este viaje «bigger than life» en el que dos de los más grandes autores del noveno arte pusieron el listón tan alto que ni ellos mismos consiguieron superarlo con posterioridad.
Valoración:
La primera serie limitada protagonizada por Martha Washington, Give Me Liberty, constaría de cuatro entregas y llegaría de la mano de Dark Horse Comics en 1990 con unos Frank Miller y Dave Gibbons en un momento dulce de sus respectivas carreras. La propuesta se trataba de una distopía localizada en unos Estados Unidos sometidos por un gobierno corrupto que en poco se aleja de una dictadura militar de corte fascista. Un país en el que las empresas de comida rápida rigen el planeta contaminándolo hasta extremos incontrolables o las minorías étnicas y las clases bajas viven aisladas del mundo en superpobladas ciudades que podrían fácilmente pasar por campos de concentración. En uno de estos agujeros llenos de podredumbre y miseria nace Martha Washington en el año 1995 y tras ello la seguiremos hasta su adultez a lo largo de una vida en la que será sometida por las fuerzas fácticas de su nación, humillada por el simple hecho de ser una mujer negra, y despojada de su propia identidad cuando se convierta en una héroe de guerra bajo el mando de la corrupta «Fuerza Pacificadora por América» (PAX), el antiguo ejército de Estados Unidos, representada por el demente Coronel Moretti que se convertirá en enemigo jurado de una Martha Washington que hará todo lo posible para salvar al planeta de una guerra nuclear que podría acabar con toda la humanidad.
Give Me Liberty en algunos aspectos se adelantó a su tiempo y en otros se mostró perturbadoramente premonitoria si tenemos en cuenta que la corrupción política, marginación social, capital desproporcionado de las empresas hamburgueseras, crisis económica a nivel global y continuo clima bélico que se retrata en sus viñetas no se aleja en demasía de lo que podemos ver a diario en cualquier informativo televisivo. De hecho con respecto a esto último el autor de Ronin utiliza aquí una estructuración narrativa heredada de la Batman: El Regreso del Caballero Oscuro con el recurso, no ya sólo de noticiarios televisados, sino también de páginas o artículos de periódicos con los que contextualiza espaciotemporalmente el relato y continúa con la experimentación a la que, por aquel entonces, todavía sometía al medio, esta vez con la complicidad de un Dave Gibbons pletórico a los lápices al que volveremos más tarde. De este modo el norteamericano juega a placer con las elipsis narrativas y perfila una protagonista de un realismo muy honesto retratando su voz en off con una sencillez en consonancia con su casi inexistente preparación académica, pero dándole una personalidad ferrea como líder con una inquebrantable determinación.
Con varias señas de identidad de aquella Elektra: Asesina a la que dio forma con Bill Sienkiewicz cuatro años antes e influenciado por obras como American Flagg de Howard Chaykin y ya fuera del cómic el trabajo novelista Philip K. Dick, Frank Miller no deja títere con cabeza a la hora de cargar sus tintas contra políticos, fuerzas de la ley o movimientos sociales. De la misma manera que diseña a un presidente conservador como Erwin Rexall como un hombre de métodos expeditivos y propenso a la violencia y el terrorismo de estado al otro de lado de la balanza muestra al progresista Howard Johnson Ninssen como un luchador por los derechos humanos y la paz que finalmente se ve corrompido por el poder y la manipulación a la que le someten los servicios secretos y la PAX, convirtiéndose al poco tiempo en una amenaza para su país tan peligrosa como su predecesor. De este modo el creador de Sin City también lanza sus aguijones contra nazis, gays, feministas, secesionistas, unionistas sin hacer prisioneros con uno u otro bando y ofreciendo una visión de Estados Unidos ulltramilitarizada e imperialista cuyo único fin es la autodestrucción interna por medio de una descontrolada guerra civil.
Aunque su trazo limpio y clasicista podría hacernos pensar lo contrario sólo tenemos que recordar su paso por la mítica revista 2000AD (de la que hablamos en nuestra reseña del excelente documental Future Shock!) o su trabajo en la capital Watchmen junto a Alan Moore para confirmar que Dave Gibbons es todo un maestro a la hora de retratar distopías. El autor de Kingsman: Servicio Secreto se encontraba en una época inmejorable a la hora de abordar un trabajo como el de Give Me Liberty, ocupándose él solo de todo el apartado artístico y ofreciendo uno de los mejores trabajos de su carrera. Muy destacable es la fuerza de su trazo, la secuenciación de los pasajes más dinámicos unidos a la meticulolisidad con la que aborda los «jugueteos» narrativos de Frank Miller mostrando su cara más elegante a la hora de ilustrar los artículos de periódicos y una sorna subtextual más que notable cuando debe que diseñar los carteles de reclutamiento de PAX que parecen homenajes a los tonos pastel de las portadas de la legendaria publicación humorística americana MAD. De esta manera el autor de Batman vs. Predator añade las pocas gotas de ironía que tiene la obra y que engrandecen la labor de Miller al guión.
Sin poseer la carga de veneno que pudimos ver en otras obras de temática parecida abordadas por su creador y guionista, como Hard Boiled o sus adaptaciones de Robocop, la Give Me Liberty que nos ocupa posee una carga dramática y una personalidad abasalladoras que hacen de ella la mejor miniserie protagonizada por la aguerrida Martha Washington conservando hoy, casi treinta años después de su publicación, prácticamente toda su fuerza narrativa y visual. Con un Frank Miller mostrando su mejor cara como escritor al servicio de otros ilustradores y un Dave Gibbons intachable a los lápices podemos afirmar que el debut en viñetas del personaje al que dedicamos esta entrada estuvo a la altura de las consecuencias si tenemos en cuenta el nivel de los dos autores implicados en el proyecto y la temática elegida en la que es fácil caer en el ridículo o lo exagerado. La obra ganó un merecido Premio Eisner a la mejor miniserie en el año 1991 y su éxito dio pie a varias secuelas en las que nos dentendremos a continuación para englobar toda la vida editorial de la protagonista de este peculiar Sueño Americano.
Valoración:
La segunda aventura en viñetas de Martha Washington llegó cuatro años después de Give Me Liberty de nuevo a manos de la editorial Dark Horse Comics y volvió a contar con Frank Miller al guión y Dave Gibbons a los lápices, a los que se sumó el colorista Angus McKie en dicho apartado. Martha Washington Goes to War comienza en plena Segunda Guerra Civil de Estados Unidos siguiendo los pasos de nuestra protagonista mientras forma parte de las filas de PAX y combatiendo a distintas facciones separatistas que quieren destruir la «unidad del país». En este proceso Martha se encontrará con viejos conocidos como la psíquica Andrajann, el indio Wasserstein o el Cirujano General al que habíamos dado por muerto en la anterior entrega. Martha Washington se verá obligada a comandar una revolución contra los poderes fácticos de su país, convertirse en una «traidora» para salvar a sus concidudadanos de la amenaza de los «fantasmas», unas misteriosas entidades que se mueven entre las sombras y que parecen tener relación con veteranos de guerra que buscan venganza contra PAX, pero que ocultan un secreto todavía más terrible. Con dicha segunda miniserie el lavado de cara de la saga es más que notable y en ese sentido las carencias del proyecto se dejan notar en comparación con la aventura inmediatamente anterior.
Martha Washington Goes to War es un claro paso hacia atrás dentro de la colección creada por Frank Miller y Dave Gibbons por varios motivos que pasaremos a comentar a continuación. Esta primera secuela se vuelve más genérica y comercial, deja más de lado las reflexiones sociales y políticas de Give Me Liberty y se adscribe a géneros como la acción o el bélico dando más protagonismo a las secuencias dinámicas que a las de desarrollo de personajes. De este modo las referencias que Miller y Gibbons toman esta vez se acercan más a sagas como Mad Max o la obra literaria de William Gibson que a las piezas que les sirvieron de inspiración para la primera miniserie de 1990 y que ya mencionamos en su apartado correspondiente. Esta idea de dar un ritmo más frenético a la historia juega en contra del guión del autor de Daredevil: Born Again que está mucho menos trabajado, no sólo perdiendo la oportunidad de extender el rico microcosmos que había creado cuatro años antes, sino incluyendo también una serie de decisiones desacertadas, situaciones inverosímiles, contradicciones que desacreditan ideas planteadas en Give Me Liberty y un uso y abuso de los deus ex machina que restan solidez al conjunto de la obra.
A modo de efecto dominó en cuanto al descenso de calidad de esta nueva miniserie de cinco entregas el trabajo artístico de Dave Gibbons también es muy inferior al de Give Me Liberty. Poca queja podemos plantear con respecto a la inclusión de Angus McKie en el color porque cumple sobradamente su trabajo de dar vivacidad a los lápices del autor de Superman: Para el Hombre que lo Tiene Todo, pero es la labor de este último la que no está a la altura de las circunstancias, sobre todo si la comparamos con la brillante que desempeñó en la entrega inmediatamante anterior de la saga. Evidentemente hasta un Dave Gibbons a medio gas puede ofrecer una labor más que digna y entregar al lector algunas splash pages, como las que cierran el último número, que son para quitarse el sombrero, pero del co creador de Watchmen se espera algo más, y la desidia y la desgana se deja notar considerablemente en Martha Washington Goes to War tanto en la pobre composición física de algunos personajes como en unos fondos inesperadamente repletos de fotografías digitalizadas que denotan la dudosa implicación del ilustrador británico con su trabajo en esta secuela.
A pesar de ser una lectura amena, frenética, con personajes a los que ya conocemos y una protagonista que todavía destila carisma y fuerza Martha Washington Goes to War queda lejos de ser una secuela digna de Give Me Liberty por culpa de numerosas carencias y elecciones paupérrimamente resueltas con respecto a su desarrollo, convirtiéndose en una oportunidad desperdiciada para enriquecer la interesante distopía que sus creadores habían planteado en 1990 y en la que aquí no es abordada más allá de su superficie. Con una influencia más que notable de La Rebelión de Atlas de la escritora Ayn Rand, impulsora del movimiento objetivista a la que el mismo Frank Miller menciona como influencia a la hora de idear esta secuela y cuya sombra sobrevuela gran parte de la obra del norteamericano, y un resultado muy por debajo del de su predecesora, Martha Washington Goes to War confirma por primera vez una idea que irá tomando forma a lo largo del resto de entrega de esta saga, la misma que nos confirma que posiblemente las aventuras de la rebelde Martha Washington deberían haberse quedado en una sola obra magna llamada Give Me Liberty.
Valoración:
Si no contamos los dos one shot Happy Birthday, Martha Washington y Martha Washington Stranded in the Space que vieron la luz en el año 1995 y a los que volveremos más tarde cuando hablemos de la entrega Martha Washington Dies, en la que Norma Editorial los recopiló junto al tercero que da nombre al tomo, la segunda secuela de larga duración relacionada con el personaje ideado por Frank Miller y Dave Gibbons no llagaría hasta 1997, más de un lustro después de su creación. Martha Washington Saves the World es una considerable mejoría con respecto a su predecesora, porque si bien los autores siguen experimentando con una narración adscrita a géneros populares y más comerciales, esta vez el de aventura espaciales, la construcción del guión o el perfil y desarrollo de los personajes se antoja más gradual y orgánico, dejando un poco de lado la anárquica y arbitraria construcción argumental que hería considerablemente el conjunto de Martha Washington Goes to War convirtiéndola en una secuela muy irregular y hasta fallida en algunos aspectos. Por suerte en esta miniserie de 1997 Miller y Gibbons encarrilan el barco y ambos vuelven a ofrecer una propuesta más estimulante, aunque todavía lejos de los hallazgos y logros de la seminal, e insuperable, Give Me Liberty de 1990.
Martha Washington Saves the World tiene lugar casi al 100% en el espacio exterior y narra una misión en la que se embarca nuestra protagonista, a la que se une la tripulación de la Galahad (una nave interplanetaria de propulsión nuclear), que tiene como único fin asistir a la colisión de un enorme meteorito llamado «El Gigante» con el planeta Júpiter. Pero la toma de conciencia del programa informático «Venus» y su conversión en inteligencia artifical se convertirán en el mayor problema de Martha y su grupo. De este modo podemos destacar que el mayor fallo de esta nueva incursión en el universo creado por Miller y Gibbons es que al desarrollarse lejos de la Tierra pierde una vez más la oportunidad de extender o enriquecer el microcosmos planteado en Give Me Liberty y casi olvidado en Martha Washington Goes to War. Los impulsores de la saga una vez más desperdician la posibilidad de volver a las ráices con connotaciones sociales y políticas del producto para entregarse a una espectacularidad y un ritmo endiablado al que, desde un punto de vista técnico y artístico, poco se le puede reprochar.
Con este planteamiento de género y el personaje principal implicado en una misión espacial Frank Miller vuelve a cambiar de referentes, sin alejarse de géneros como la ciencia ficción o el superheróico. En esta ocasión se alimenta de obras como Un Mundo Feliz (Brave New World) de Aldous Huxley en lo referente a una sociedad adormecida y zombificada por medio de una falsa idea de utopía o 2001: Una Odisea del Espacio de Arthur C. Clarke y Stanley Kubrick en cuanto a una inteligencia artificial, Venus, que se revela contra la humanidad y todo el trasfondo teológico que se plantea cuando esta toma un rol de reminiscencias divinas. En cuanto a rendir tributo tampoco se olvida el autor de Relatos Ofensivos del medio que le dio la fama, ya que la evolución del Doctor Nitobe es una referencia clara al Doctor Manhattan de Watchmen, de hecho a la hora de diseñarlo física (monocromático, frío, desnudo) y psicológicamente (distante, demiúrgico, analítico) o hacerlo interactuar con el resto de personajes Dave Gibbons se entrega al autohomenaje al que Miller le ha incitado a jugar desde el guión a la hora de construir dicho rol que tomará una notable relevancia en la recta final del relato.
Volviendo a Dave Gibbons en él también se percibe claramente una considerable mejoría con respecto a Martha Washington Goes to War. Parece que el británico comienza a entenderse con el color de Angus McKie y el resultado, si bien queda lejos de la excelencia y experimentación de Give Me Liberty e incide en el uso de cierto coloreado digital bastante insalubre, se muestra mucho más atractivo en esta ocasión con un detallismo más elaborado en los fondos y las splash pages (que como es lógico abundan en la historia, ya que la intención del británico es retratar la inmensidad del cosmos) y trabajando más la fisionomía de los personajes que pueblan la historia y que no son pocos ni de diseño simplista. Así el autor de Juez Dredd o Doctor Who Magazine recupera parte de la entereza de la que hizo gala en el génesis de Martha washington para no desentonar con el trabajo más meticuloso, aunque no del todo redondo, de Frank Miller al guión que también supo sacar más partido a este tercera miniserie en comparación con la inmediatamente anterior que ofreció la perspectiva más endeble de la saga creada por ambos profesionales en 1990 dentro del sello independiente Dark Horse Comics.
Como anteriormente hemos mencionado esta Martha Washington Saves the World recupera bastantes de los aciertos y logros de Give Me Liberty que en Martha Washington Goes to War se habían perdido entre un guión inadecuadamente construido por parte de Frank Miller y un apartado artístico perezoso en lo referido a Dave Gibbons. Pero nuavamente queda lejos de la lectura fiera e incoformista de aquella miniserie de 1990 que destacaba por su retrato de un futuro desesperanzado que ya no nos resulta tan lejano, entregándose a los prostituibles brazos de la diversión ligera y le referencialidad desmedida a este y otros medios. Curiosamente las secuelas que con más fidelidad respetaron la esencia e idiosincrasia de la Martha Washington original no están en ninguna de las dos miniseries que acabamos de comentar, sino en los relatos cortos que contienen varios de los one shots que mencionábamos unos párrafos más arriba en el inicio de esta misma reseña y a los que vamos a volver detenidamente para cerrar esta entrada que hemos dedicado a la creación de Frank Miller y Dave Gibbons dentro de Dark Horse Comics.
Valoración:
Si nos referimos al tomo de Norma Editorial editado en España llamado Martha Washington Dies debemos mencionar que contiene el one shot homónimo que le da título y los otros dos titulados Happy Birthday, Martha Washington y Martha Washington Stranded in Space, ambos publicados en 1995 antes de la tercera miniserie, la recientemente reseñada Martha Washington Saves the World. El primero de ellos narra los últimos instantes de vida de la protagonista en el año 2095 rodeada de seguidores y familiares, el segundo compila una serie de relatos cortos localizados en el universo de la serie protagonizados por la misma Martha u otros personajes y el último narra otra odisea espacial, pero con un tono diferente al de su ya citada tercera miniserie de 1997. Curiosamente en estos tres one shot se encuentran las continuaciones más dignas de Give Me Liberty, comos siempre quedándose lejos de lo que aquella consiguió a principios de los 90, pero apelando de nuevo en varias ocasiones a las señas de identidad que hicieron grande a Martha Washington por aquel entonces, en pequeñas pildoras que se leen con facilidad y fruición tratando temas como los estragos de la guerra, el patriotismo, la feminidad o el amor por el mundo del cómic con un homenaje nada disimulado a un personaje icónico de las viñetas y a su no menos mítico creador.
Happy Birthday, Martha Washington consta de un cuarteto de relatos cortos llamados Daño Colateral, Logística, Tecnología Punta e Insubordinación, de temática y extensión diferente cada uno de ellos. El primero tiene lugar en 2012 en plena guerra entre Brooklin y Manhattan y narra la huída de Martha del frente para no caer víctima de los bombardeos y una vez a resguardo reflexionar sobre la inutilidad de los conflictos bélicos como en los que se ha visto envuelta toda su vida. El segundo muestra a Martha y otros soldados de PAX saboteando las granjas de animales de la Corporación Fat Boy Burgers, para después de la misión ir todos a una hamburguesería de dicha empresa a degustar la comida rápida que supuestamente están intentando desmantelar. El tercero es una pequeña joya de cuatro páginas en el que Martha y una soldado de la Primera Confederación Feminista se enfrentan la una a la otra en la jungla con un inesperado final que es todo un un homenaje a la figura de la mujer por parte de Miller. El cuarto y último es un canto patriótico y una carta de amor al Capitán América como icono del país de las barras y estrellas y un homenaje sincero hacia la figura del gran Jack Kirby por crearlo.
Martha Washington Stranded in Space, dividido en dos partes tituladas Crossover y Attack of the Flesh-Eating Monsters, es la «cara oculta» de Martha Washington Saves the World, una aventura especial que en vez de rendir cuentas con autores como Aldous Huxley o Arthur C. Clark lo hace con la Serie B cinematográfica de los años 50 y 60. Primero Martha y la Teniente Pearl cruzan sus caminos con The Big Guy (el robot creado por el propio Frank Miller y el dibujante Geof Darrow en la colección The Big Guy and Rusty the Boy Robot en 1991, también para Dark Horse Comics) y después se enfrentarán a unos alenígenas antropófagos que no son lo que parecen a primera vista. Finalmente el tomo se cierra con Martha Washington Dies, que como ya hemos confirmado, relata las últimas horas de vida de una Martha Washington en paz consigo misma, siendo consciente de todo lo que ha conseguido a lo largo de sus cien años de vida y tomando antes de desaparecer de nuestro planeta un rol mesiánico que la convierte en inspiración para todos sus pupilos, entre ellos su nieta, que continuarán luchando contra las fuerzas opresoras que han convertido Estados Unidos en un páramo de muerte y radioactividad.
Con un Dave Gibbons que ofrece, sobre todo en los cuatro relatos de Happy Birthday, Martha Washington, su mejor trabajo dentro de la saga justamente después de Give Me Liberty las historias contenidas en el tomo Martha Washington Dies pusieron fin a la vida editorial del personaje creado por Frank Miller y Dave Gibbons. Con estas historias recuperamos gran parte de la magia que acompañó a Martha en sus primeros compases allá por 1990, pero nada volvió a ser como aquel entonces por mucho que ambos autores intentaran ofrecer nuevas y variopintas aventuras a la revolucionaria afroamericana. No sabemos si en un futuro los creadores del personaje decidirán publicar nuevas miniseries o relatos cortos localizados en el este peculiar microcosmos, pero el hecho de que haya un enorme vacío de décadas desde su última misión hasta el día de su defunción deja mucho espacio para que Miller y Gibbons puedan idear una incontable cantidad de precuelas que nos cuenten qué fue de ella a lo largo de esos años. Aunque viendo que las distintas entregas de la saga nunca estuvieron a la altura de Give Me Liberty sería mejor dejar a la buena de Martha Washington dormir el sueño de los juntos de manera indefinida.
La saga de Martha Washington es un claro caso de algo que pudo ser glorioso y se quedó a mitad de camino. Toda la osadía, los planteamientos ingeniosos, la ambigüedad social y política propia del Frank Miller de los 90 o la experimentación con la narrativa a la que apelaban tanto él como Dave Gibbons que destilaba una pieza tan brillante como Give Me Liberty muerieron con ella y desparecieron de manera radical en las siguientes secuelas. Martha Wahington Goes to War supuso el punto más bajo, el paso en falso y Martha Washington Saves the World recuperaba gran parte del punch incial, pero volvía a perderse entre tramas livianas y una predisposición por la space opera que cada vez se alejaba más de los orígenes del personaje y su entorno. Los relatos cortos incluidos en Happy Birthday, Martha Washington trataban de volver a las raíces y Martha Washington Dies supuso una despedida a la altura, pero el la inanidad de Martha Washington Stranded in Space dejaba claro que Frank Miller y Dave Gibbons habían dejado pasar la oportunidad de crear una de las obras capitales del cómic de ciencia ficción distópica de los 90. Por desgracia lo único que quedó fue una miniserie que está entre los mejores trabajos de ambos autores y una serie de secuelas tan entretenidas de leer como intrascendentes si las comparamos con esa Give Me Liberty a la que nunca se le volví a hacer verdadera justicia.
Give me liberty, injustamente, no suele ser considerada una de las grandes obras de Frank Miller. Y LO ES. Casi 30 años después es una distopía que sigue vigente, aún nos sigue hablando de nuestro mundo y hacia donde va.
El resto de obras de Martha Washington para pasar el rato y poco más. Lástima, porque su universo daba para más.
Totalmente cierto,mespinpe.Tengo a Give me liberty en mi top-ten personal del comic americano.Una distopia cruel pero a la vez esperanzadora como pocas se han escrito.El volumen que recoge Martha Washington dies,también está muy bien,sin ir más lejos la historia del «capitan america»made Frank Miller
Pues a mí esta me encanta. No es mi favorita del Miller de la época (ese honor le corresponde a Big Guy) pero tiene sus cosas interesantes. Eso sí, lo malo es que este cómic demuestra que lo de Elektra fue un one-hit wonder, y que a Miller no se le da muy bien guionizar personajes femeninos 🙁
Me gusto el articulo. Lamentablemente leí solo unas dos grapas de Martha Whasington y fue hace años.
Tal vez ahora si lo lea completo.