Cómics y política siempre han estado relacionadas. Incluso en épocas en las que el noveno arte era visto principalmente como un producto infantil, los cómics han reflejado la situación política del momento, empezando por todos los héroes patrióticos que surgieron en plena Segunda Guerra Mundial, vistiendo la bandera americana de pies a cabeza como el Capitán América y Wonder Woman. Desde entonces y hasta hoy, esta traslación de las inquietudes socio-políticas ha llegado a las viñetas acentuándose en las horas más duras del clima político americano o internacional e inspirando a los autores y sacando lo mejor de ellos. Alan Moore y David Lloyd crearon V de Vendetta durante el mandato de Margaret Thatcher en Reino Unido a mediados de aquellos grises ochenta. George Bush puso en bandeja a Mark Millar y Bryan Hitch la razón de existencia de Los Ultimates en Marvel donde la intervención militarista en países extranjeros estaba a la orden del día bajo la carta blanca de «seguridad nacional». Y mientras Ronald Reagan prestaba equipación, tanques y portaviones en cantidades industriales a media industria de Hollywood a cambio de que produjeran películas patrióticas (con Top Gun a la cabeza) con las que animar a un país deprimido post-Vietnam, Doug Murray Larry Hama y Michael Golden mostraron en el best-seller The ‘Nam toda la crudeza y miseria que vivieron los soldados a mediados de los años setenta en una guerra que nadie quiso. Los ejemplos son numerosos y nos darían para un artículo extenso (¡Pídenoslo, fiel lector!), ya que la lista es interminable (Dios Ama, Hombre Mata, Ex-Machina, la trilogia March, Watchmen…). De hecho, como curiosidad, el cómic más vendido del presente siglo XXI tiene como co-protagonista en portada e historia de complemento a Barack Obama, haciendo team-up con Spiderman…
Este mes de Diciembre concluye en España de la mano de Panini Comics el último gran evento de Marvel, Imperio Secreto, reciclando el titulo de otra gran saga de cargado matiz político de su historia, aquella realizada por Steve Englehart en el contexto del Watergate. Esta maxi-serie de doce capítulos (once números más un prólogo) a cargo de Nick Spencer con ayuda de Andrea Sorrentino, Steve McNiven, Daniel Acuña, Leinil Francis Yu o Rod Reis es un evento que promete sacudir los cimientos de la Casa de las Ideas como nunca y que cerrará muchas de las tramas y sub-argumentos que tanto Nick Spencer en sus series del Capitán América como otros guionistas de la editorial han ido plantando durante estos dos últimos años. De hecho, en Imperio Secreto Spencer ha demostrado que es un jugador de equipo y que sabe retroalimentarse de ideas y aportaciones de otros compañeros en Marvel, al contrario que los eventos previos desarrollados más a su bola como Jonathan Hickman y sus Secret Wars o el AXIS de Rick Remender. Precisamente por ese motivo, advertimos que en el presente texto pueden desvelarse detalles importantes sobre Capitán América, Civil War II y su epílogo: El Juramento.
En 2006, Marvel publicó la que probablemente haya sido una de las más exitosas sagas de toda su historia, Civil War. Escrita por Mark Millar y dibujada por Steve McNiven, este evento reflejaba una de las inquietudes del momento. La base de la historia eran superhéroes pegándose unos a otros, pero el trasfondo, apenas oculto en las páginas, hablaba sobre libertades sociales. En plena era Bush, el control por parte del gobierno de la vida de los ciudadanos era un tema candente a favor de una mayor seguridad, y dio pie a Millar a contar esta historia en la que un racionalista Iron Man pretendía aprobar una ley que obligase a todo superhéroe enmascarado a registrarse y estar de este modo controlado. Por otro lado, un idealista Capitán América luchaba en contra de ello abogando con un carácter contestatario por la libertad total, el dejar hacer sin control. Civil War fue todo un éxito de ventas y durante todos estos años ha tenido buena consideración por parte de aficionados y crítica, culminando en forma de blockbuster de Marvel Studios en una película de digestión más sencilla que el cómic. El año pasado, en 2016, y aprovechando el rebufo del mencionado largometraje, Marvel Comics volvió a apostar por un nuevo evento anual de idéntico título: Civil War II. El título apelaba a la nostalgia y al bolsillo de los aficionados, y desde la editorial se apresuraban a asegurar que esta secuela tendría idéntico tamiz político y social que la original, aunque más cerca del Minority Report de Steven Spilberg, donde se debatiría sobre el castigo preventivo (#TeamCapitanaMarvel) y la inmoralidad de este (#TeamIronMan). El guionista elegido fue Brian Michael Bendis, quien ya tuvo su cuota de responsabilidad, según la rumorología, en el desenlace de la versión de Millar. El resultado fue desigual, con un comienzo prometedor que pronto se convirtió en una mitad decepcionante y un final entre lo vergonzoso y lo conveniente. En medio de la crispación política americana del momento y donde los prejuicios, el racismo y los policías de gatillo fácil acaparaban titulares al otro lado del charco, cualquier promesa de ahondar en lo político se evadió enseguida en una sucesión de viñetas donde Bendis se limitaba a promocionar sus propias series (Iron Man, Guardianes…) y ridiculizar a Carol Danvers con una torpeza dolorosa, a quien la pérdida de su novio y su mejor amiga cambiaron casi por completo. Las reflexiones sobre el alcance que debe tener la autoridad, la comunicación o la responsabilidad del poder quedaron para otro día para dar paso a una secuencia de enfrentamientos superheróico poco inspirados, donde el título pesaba más de lo esperado. Civil War II poco o nada acabó teniendo que ver con la versión de Millar/McNiven.
Sin embargo, oculto a plena vista, resulta que la editorial dirigida por Axel Alonso ya estaba publicando una secuela espiritual a Civil War, disfrazada en la reciente etapa de Nick Spencer con el Capitán América, en las colecciones dedicadas a Sam Wilson y Steve Rogers. Durante el relanzamiento All-New All-Different Marvel, en 2015 el también guionista de Morning Glories tomó las riendas de la cabecera del Capitán América tras la salida de la editorial de Rick Remender (de hecho, el propio Remender había introducido la idea de un traidor o traidores entre los héroes, en palabras de Misty Knight. Un subargumento que parecía que había quedado en el olvido pero que Spencer acabó transformando en el actual Imperio Secreto). En ese momento, el statu quo de la serie presentaba al antiguo Halcón como el portador del escudo de barras y estrellas y un traje para la ocasión diseñado por Carlos Pacheco, mientras que un envejecido Steve Rogers se movía en un segundo plano. Spencer, canalizando las habilidades combinadas con las que triunfaron en su día Ann Nocenti o Matt Fraction, se aprovechó de la titularidad de Sam Wilson para radiografiar la sociedad americana del momento, incidiendo en temas sobre los que el cómic mainstream no suele tratar, como el racismo, la discriminación, la manipulación informativa (con pantallas omnipresentes al más puro estilo Dark Knight), el abuso policial o la corrupción. El altavoz que supone guionizar la serie del Capitán América sirvió para recibir críticas y alabanzas a partes iguales, desviando la atención del lector de pequeñas subtramas que irían a desembocar en el actual Imperio Secreto. En paralelo a las elecciones al candidato republicano primero y presidenciales después, Spencer enfrentaba a Sam Wilson a políticos, corporaciones y hasta el mismísimo gobierno norteamericano con gran acierto. La actualidad política de la realidad le facilitaba los guiones para la ficción, y no parece posible que tuviera que esforzarse mucho para documentarse sobre el progreso de los movimientos radicales de derechas, el racismo y el rechazo creciente hacia pueblos vecinos como Méjico, además de la manipulación mediática continua, con una interpretación de Maria Hill inolvidable en el centro de todo y la recuperación de muchos de los conceptos que Mark Gruenwald (gran influencia confesa de Spencer) introdujo durante su etapa al frente del Capitán América, la cual por cierto es la más larga que haya escrito un mismo guionista hasta la fecha.
El primer año de tramas eclosionó en un evento bautizado como Punto Muerto. Más allá de ser un evento donde convergían todas las series vengadoras, Punto Muerto fue un arco argumental más de Nick Spencer que sirvió para traer de vuelta al Capitán América original, rejuvenecido por un Cubo Cósmico convertido en todopoderosa niña de carne y hueso de nombre Kobik. Al contrario de lo que muchos temían, la vuelta de Steve Rogers no desplazó al banquillo a su sustituto, sino que ambos contaron con su propia serie regular, ambas por el mismo guionista y dibujadas excelentemente por Daniel Acuña y Jesús Saiz. El debut de la dedicada a Rogers guardaba bajo la manga un cliffhanger de infarto, salvaguardado de filtraciones y spoilers como rara vez ocurre en la industria del cómic hoy en día. De esto hace ya un año, así que nos tomamos la libertad (por necesidad) de mencionarlo en este análisis. El Capitán América era y siempre había un agente secreto de HYDRA, la organización terrorista más famosa de la editorial. Cráneo Rojo había manipulado y utilizado el poder de Kobik para reescribir la realidad, desvelando que los más de 75 años de aventuras de la creación de Jack Kirby y Joe Simon han sido una farsa encubierta. La locura entre el fándom no se hizo esperar y las ventas de la serie subieron como la espuma, a la vez que Nick Spencer recibía insultos y amenazas de muerte a través de redes sociales y varios lectores americanos quemaban copias y lo difundían por redes sociales, olvidando que los mismísimos nazis fueron de los primeros en quemar libros no hace tantos años.
Lejos de amilanarse y dar marcha atrás en su plan, Spencer utilizó ambas colecciones para criticar la política y sociedad estadounidense desde dos (o incluso tres) puntos de vista complementarios, en pleno ascenso al poder de Donald Trump. Se da además la casualidad de que el dueño de Marvel Entertainment, Ike Pelmutter, es donante habitual y amigo íntimo del presidente de los Estados Unidos, habiendo sido nombrado recientemente como consejero oficial del comité de asuntos para los veteranos de guerra. La publicación por tanto de estos cómics bajo esta cobertura tiene aún más mérito. En paralelo a esta revelación, donde mes tras mes el lector podía conocer más detalles (Helmut Zemo es el mejor amigo de la infancia de Steve Rogers, Madame Hydra ha asumido el papel de madre de Rogers…) estalló la segunda Guerra Civil superheróica, amenazando con interrumpir de lleno la trama a largo plazo de Spencer. Sin embargo, la colaboración y retroalimentación entre Bendis y Spencer fue precisa y el Capitán América asumió un papel clave en el evento pero sin desvelar sus cartas ni desbaratar los argumentos de su propia serie. Quien lea esta Civil War II sin leer las colecciones del Capitán América no detectará ninguna anomalía en el comportamiento del Centinela de la Libertad. Y quien siga ambas series, apreciará los pequeños detalles incluidos para tal efecto. La única serie que se vio ligeramente afectada fue Imposibles Vengadores, donde desde la editorial apremiaron a Gerry Duggan a concluir el mega-arco argumental de más de cuatro años con el que comenzó la serie, para liberar a Cráneo Rojo de la búsqueda eterna del cerebro de Charles Xavier.
Donde se hizo evidente, por primera vez fuera de la cabecera Steve Rogers: Captain America, que algo gordo se estaba preparando en las cocinas de Marvel Comics fue en el epílogo de Civil War. Titulado como El Juramento y evocador del mismo epílogo que hiciera Bendis a la obra original hace diez años, en este episodio auto-conclusivo Nick Spencer disfraza de epílogo de Civil War II lo que es en realidad el prólogo de Imperio Secreto. Con Tony Stark en coma y la Capitana Marvel como vencedora moral, el gobierno norteamericano le concede un cheque en blanco por parte del gobierno norteamericano y plena libertad para, bajo la bandera de seguridad nacional, hacer lo que desee. En estas páginas, Rogers se dirige al cuerpo en coma de Tony Stark para echarle en cara el comportamiento reciente de la comunidad superheroica, cada vez más preocupada por su propia supervivencia y alejada de la realidad de la ciudadanía. Toda una metáfora muy difícil de obviar. “Os llamáis líderes mientras os peleáis por la autoridad y el derecho de primacía, intentando quedar bien mientras que la verdad es que os habéis divorciado por completo de las personas que afirmáis proteger. No entendéis lo que quieren o necesitan de vosotros.”, espeta Rogers al cuerpo casi sin vida de su antiguo aliado. “Pero esta gente es real, Tony”, continua. “No tienen tanta suerte. Y tal vez no quieran esta utopía progresista y futurista que estáis construyendo. Tal vez te lo hubieran dicho si te hubieras molestado en preguntar. Si no hubieras hecho como si no existieran. Y eso es lo que más les enfurece, supongo. Ver como voláis cada vez más alto mientras que ellos se hunden cada vez más bajo. Levantáis torres refulgentes llenas de nuevas tecnologías, abrís puertas a nuevos mundos, y luego los dejáis atrás revolcándose en el polvo.”
Y, por fin, el monologo concluye en forma de amenaza: “Voy a destruir todo lo que has levantado. Voy a derribar las instituciones que habéis utilizado para daros poder. Voy a reducir todo por lo que habéis trabajado, todo por lo que habéis sangrado, a un montón de escombros y cenizas…”. Una declaración contundente, que bien podría haber firmado el propio Donald Trump, que prosigue con la sugerencia y/o manipulación a la Capitana Marvel de construir un muro. No en la frontera entre Méjico y Estados Unidos (ni al norte de Invernalia), pero sí en la estratosfera de La Tierra a modo de defensa planetaria que impida que nadie salga ni entre del planeta sin control. La metáfora se explica por sí sola, a la voz (fascista) de “separarnos del resto del universo, aislarnos…eso no es defensa, eso es un mensaje. Sabes exactamente lo que estaremos diciendo a todas las criaturas vivientes a ambos lados.” El muro, efectivamente, sería uno de los puntos clave del arranque de Imperio Secreto. Este prólogo concluiría con una visión futura (¿o pasada?) de Rogers de su sociedad ideal: campos de concentración, adoctrinamiento escolar y persecución social. Todo esto y mucho más tomaría formas, un par de meses después, en las páginas de Imperio Secreto, además de otra profecía surgida de las páginas de Civil War II con Miles Morales y Steve Rogers como protagonistas.
En Abril de este año (y Agosto en nuestro país), debutaba el número cero de Imperio Secreto, donde Nick Spencer acompañado de Daniel Acuña cumplía la promesa que había hecho a la hora de promocionar el evento. “En el primer capítulo de Imperio Secreto el Universo Marvel vivirá el peor día de toda su historia”. Dicho y hecho. Tres amenazas que por separado hubieran puesto en jaque a todos los héroes Marvel coincidirán en un mismo momento, orquestadas por un Steve Rogers que se descubría como un agente de HYDRA ante una estupefacta Sharon Carter y ante todo aquel lector despistado que no hubiera seguido las series del Capitán América durante el último año. Primero, una invasión Chitauri pone en alerta roja a todo el programa Alpha Flight comandado por la Capitana Marvel, con apoyo logístico de Los Ultimates o los Guardianes de la Galaxia. El trillón de alienígenas que se presentan en la puerta de La Tierra es demasiado incluso para el mismísimo Hyperion y o para la nueva Quasar, obligando a Carol a activar el escudo interplanetario sin saber que, manipulado por el Capitán América, dicho muro no se volvería a desactivar, impidiendo a todos los héroes presentes más allá de la atmósfera terrestre a regresar al planeta en ayuda de sus compañeros. Por otro lado, los antiguos Amos del Mal y recientes presos de Maria Hill en Pleasant Hill durante Punto Muerto aterrorizaban Manhattan convocando a la mayoría de los héroes de la Gran Manzana para hacerles frente… Una escalada de violencia que concluiría con la aparición del villano Apagón, quien bajo la orden del Barón Zemo erigiría un yelmo de oscuridad sobre Manhattan, confinando en sus calles a los Héroes de Alquiler Defensores, Doctor Extraño, Daredevil o Capa y Puñal. Precisamente esta última utilizaría hasta la última gota de su poder para mantener la luz bajo la cúpula de oscuridad en las calles de Nueva York, donde el caos y las reyertas se dispararían en una carrera por la supervivencia sin cuartel. El tercer y definitivo golpe de esta orquestada escalada de violencia es la llegada de las tropas de HYDRA a la Casa Blanca, dejando un rastro humeante de helitransportes de S.H.I.E.L.D. detrás suyo y con el Capitán América al frente de un gran ejercito fascista que cuenta entre sus filas, además del Barón Zemo, con el Kraken, Armin Zola, Madame Hydra o el Doctor Fausto.
Y cuando ya nada podría ir a peor, en el segundo episodio del evento (disfrazado como cómic del Día del Cómic Gratis, ya publicado en España hace más de medio año), en el primer enfrentamiento entre el bando del Capi y el de los héroes, el primero limpia el suelo con los segundos y, ante la atónita mirada de todo el Universo Marvel, consigue levantar Mjolnir. ¿Cómo es posible, si este Capitán América es en realidad un fascista encubierto, que Mjolnir lo considere digno de levantarle? ¿Será esta la culminación una de las apocalípticas visiones de futuro que se presenciaron en el Renacimiento de Ed Brubaker y Bryan Hitch hace ya unos años?
No estamos ante un What If? ni una realidad alternativa como en Dinastía de M o Secret Wars. Por mucho Cubo Cósmico que se empleara para alternar la personalidad de Rogers, la acción sucede en la continuidad oficial y todo lo que ocurre cuenta como tal. Un nuevo mundo cambiado de la noche a la mañana, donde las banderas de HYDRA decoran cualquier ciudad del territorio norteamericano. El cambio es real. Y Nick Spencer se encarga de que todos y cada uno de los héroes de la actual Marvel aparezcan en este fatídico número, como testigos del “peor día del Universo Marvel”. A lo largo de los diez siguientes números del evento, Spencer aprovecha la duración especial de las entregas (siempre más de treinta páginas) para analizar las consecuencias de este nuevo statu quo desde la perspectiva de varios héroes. Esta exploración, tradicionalmente, suele realizarse en los títulos anexos al gran evento. Sin embargo, aquí Spencer narra un relato con mil frentes abiertos demostrando un conocimiento exquisito de la continuidad y de la personalidad de los personajes Marvel, tanto los más antiguos (desde Capa y Puñal a Rick Jones) como las nuevas creaciones (desde la nueva Avispa hasta los Campeones), además de reservar un hueco especial a juguetes suyos como Boomerang, el Hombre Hormiga o el nuevo Hombre Gigante. Hasta Kinping recibe su propia cuota de pantalla…
El espacio dedicado a cada frente esta milimétricamente distribuido para adelantar la trama en cada capítulo y explorar el nuevo mundo. La resistencia, liderada por Ojo de Halcón y la Viuda Negra, se ha reorganizado en la antigua base de los operaciones del Panteón (y posteriormente de los Thunderbolts, precisamente durante la etapa de Ojo de Halcón, en otro guiño a la continuidad made in Spencer muy de agradecer). Entre los miembros de estos Vengadores se encuentra un “digitalmente reencarnado” Tony Stark, quien lanzará a sus compañeros a una búsqueda por todas las latitudes y longitudes del Universo Marvel para recuperar distintos fragmentos del Cubo Cósmico, con cual restaurar la continuidad oficial. Esta búsqueda, al más puro estilo JLA/Vengadores o Contest of Champions, enfrentará a Los Vengadores con el grupo de asalto de Steve Rogers, formado por una Visión corrompida por un virus, una Bruja Escarlata controlada por las fuerzas de Chthon, el Doctor Octopus, Eric O’Grady (conocido ahora como Hormiga Negra), El Supervisor y un Odinson realmente confundido por el hecho de que Mjolnir haya considerado digno a Steve Rogers. Latveria, Atlantis, Wakanda o hasta el nuevo Reino de Ultrón/Hank Pym sirven para enseñar el catálogo del Universo Marvel a la vez que el conocimiento de Spencer. El resto de la trama nos lo guardamos bajo llave para no fastidiar la lectura ya que en el momento de publicación de este artículo todavía será considerado spoiler.
Como no podía ser de otra manera, la maxiserie de Imperio Secreto se verá acompañada de varias miniseries, números autoconclusivos y cruces con otras colecciones del Universo Marvel. En una época en la que el Renacimiento de la Distinguida Competencia ha recortado las distancias en las listas de venta acompañándose de buenas críticas por parte de los lectores, la editorial ha aumentado aún más si cabe los números relacionados de series en curso. Excepto los mutantes, demasiado ocupados con su relanzamiento reciente, el resto de series Marvel se han cruzado con Imperio Secreto, pasando en general con más pena que gloria, con las obvias excepciones de Sam Wilson y Steve Rogers, guionizadas por el propio Spencer. En cuanto a ventas, el primer capítulo de Imperio Secreto (Abril) vendió 162,000 unidades, quedando sin embargo en tercera posición entre los más venidos al verse superados por los números de Batman y Flash correspondientes al crossover The Button. Más aún contrasta con las ventas del primer número de Civil War II, el cual hace un año se alzó hasta las 390,000 copias y casi la mitad en sus dos siguientes entregas. ¿El tirón de Bendis es tan superior al de Spencer o está realmente el seguidor Marvel cansado de tanta carga política en sus cómics? El tercer episodio descendió hasta la frontera de las 100,000 unidades, perdiendo 10.000 copias en sus episodios sucesivos. Las miniseries satélite han cosechado cifras más modestas: Secret Empire: Brave New World (30,000), Secret Empire United (26,000) o Underground (24,000). Entre el resto de ventas, destaca la divergencia entre las ventas de la serie de Steve Rogers (en torno a los 40,000) y las de Sam Wilson (apenas 18.000, fuera del Top 100). Quizá este resultado sea uno de los motivos que condicionarán el futuro inmediato de los personajes
Como ya es sabido, Marvel Comics ya ha anunciado algunos detalles posteriores al final de Imperio Secreto en el relanzamiento Marvel Legacy. Para empezar, Nick Spencer ya no guionizará la serie regular del Steve Rogers, cuyo privilegio recaerá por tercera vez en los hombros de Mark Waid, acompañado del espectacular Chris Samnee bajo el número 695 de la serie. “Esto es Steve escuchando a la gente para descubrir cómo se sienten sobre él y lo que quieren de él en adelante” promete Waid. “Steve no ha tenido un lugar de residencia en mucho tiempo, salvo la mansión de los Vengadores, así que irá de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, buscando un sitio donde encajar. Si quiere ser el verdadero Capitán América, tiene que formar parte de Estados Unidos.» En lo que respecta a Sam Wilson, es conocido que abandonará la identidad de Capitán América y recuperará el traje y las alas del Halcón, en una serie regular a cargo del guionista de televisión Rodney Barnes y el dibujante Joshua Cassara. Al respecto de la serie, Barnes comenta que “veremos un Sam en estado de transición, sintiéndose culpable por su relación con Steve y preguntándose por qué razón no fue capaz de descubrir que su antiguo amigo era un agente de HYDRA”. “Necesita un tiempo para reenfocar su esfuerzo para hacer del mundo un mundo mejor”, continua, “y para ello contará con su propio sidekick: El Patriota (Rayshaun Lucas), quien es uno de los nuevos personajes creados por Spencer en Imperio Secreto. Un milenial optimista que le permitirá conectar con la gente joven de una manera más directa”. Sobre el futuro de Nick Spencer en la Casa de las Ideas todavía no existe información, más allá de lo que indica la rumorología de un futuro poco probable como guionista titular de Amazing Spiderman, pero habrá que seguir a cualquier serie de la que se encargue.
Ya lo he dicho anteriormente. Más allá de lo mucho que perjudica el baile de dibujantes, lo peor de este evento es el final. Se suponía que el gran drama de esto es que el auténtico y verdadero Capitán América se había pasado a los malos (incluso peor, siempre lo había sido) y la realidad es que a la hora de verdad no era más que un doble malvado más como los que tantas veces hemos visto en los cómics de superhéroes dejando prácticamente sin efecto todo lo que nos habían vendido.
Sí es cierto que con lo largo e intenso que es el evento se podría esperar un final más espectacular, pero en realidad el Capi Hydra es el Capi de toda la vida y el nuevo “bueno” es verdaderamente el doble
En realidad, el Capi de toda la vida es el de Hydra, afectado por la manipulación de realidad del cubo cósmico. El Capi bueno interpreto que es el recuerdo que guardaba el propio cubo (Kobic) del Capitán América antes de torcer la realidad. Lo cual me parece genial, y me evoca al diario de Tom Riddle en Harry Potter (también un recuerdo, en forma de horrocrux).
Lo cierto es que, dibujantes aparte, no entiendo las críticas a este evento. Es verdad que, tal como pasaba con las Secret Wars de Hickman, gana muchísimo si has leído lo que ha ido construyendo Spencer hasta su clímax en Imperio Secreto. Pero es igualmente muy disfrutable.
Desde el #2 de Steve Rogers: capitán América se explica claramente que este no es el el cap de toda la vida.
Lo que si es cierto es que spencer había prometido que secret empire no se resolvería justo como acabo haciéndolo. Por lo menos dejo ambiguo el final de quien es el verdadero: tu dices gallina, yo digo huevo
Bueno, no sé qué decirte. Siempre nos dijeron que el malo era el Capi de toda la vida cuya realidad había sido alterada. Es decir, que no es que fuera una copia, ni un clon, ni un skrull, ni un androide, ni un doble. Al final resulta que sí era un doble, lo es desde el momento en que se ve que hay un Capi bueno y un Capi malo, y así la cosa no tiene mayores consecuencias. A efectos de la gente y de sus compañeros superhéroes no pasa nada, el Capi bueno derrota al malo y pelillos a la mar, aquí no ha pasado nada.
Si querían haber hecho algo con impacto que dejara huella en el personaje y su entorno tendría que haber sido verdaderamente el auténtico Steve Rogers sin dobles ni leches. No es que me moleste que el Capi haya vuelto a ser el de toda la vida (al contrario, y a ver si el siguiente es Thor) pero la historia tal y como nos la habían prometido se queda en poca cosa.
Hasta que a algún otro guionista en el futuro se le ocurra decir que el Capi que existió a partir de Legacy no es el real sino una copia, tendremos que asumir que este Steve Rogers es el autentico. Porque sacarse un cambiazo asi basándose en una ambigüedad narrativa si que eso le funciono tan bien a Spider-man y su clon. Es decir, ¿qué podría salir mal?
Habiéndome gustado el evento creo que, por premisa y el camino previo recorrido por Spencer, la historia daba para más, quizá haber dedicado menos tiempo a la búsqueda de las Bolas de Dragón/Fragmentos del Cubo Cósmico y pasar más tiempo en la América controlada por Hydra, o usar alguno de los tie-ins para profundizar en esta parte del relato, porque tal y como esta planteada la historia realmente no se diferencia tanto de otros eventos tipo: malo conquista el mundo,necesitamos macgufin para derrotar al malo en cuestión.
En el terreno de las ventas, a Imperio Secreto le ha tocado pagar el pato de la saturación de eventos por parte de Marvel y el descontento de una parte del famdon respecto a muchas decisiones recientes de Marvel y es una pena porque este era el evento que menos lo merecía.
Buen evento, no hay cosa peor que tu aliado de toda la vida se vuelve contra ti, El Capitán Hydra y sus aliados golpearon fuerte y aunque su reinado fuera breve es una etapa que no se olvidará
Un globo hinchado de saga donde encima los dibujantes no pegan entre si , ¿ tanto les costaba que el estilo de dibujo al menos se pareciese ? .
Luego esta el tema de la historia , en vez de mostrarnos la América fascista de Hydra se tiran media saga viajando por otros países y la parte de la Viuda Negra com sus críos aprendices de asesinos induce al coma por somnolencia .
Spencer es un brasas mucho cuidado con sus diálogos interminables , después del Hype de este zurullo parece que la gran etapa reciente del Capi seguirá siendo la época Brubaker .
Para mi gusto el artículo está bien,pero se queda cojo al obviar los muchosproblemas que tiene este evento:
1. Spencer es un guionista estupendo, de lo poco salvable de la Marvel actual,pero no es guionista para grandes historias. En este caso se ve que le ha venido grande la responsabilidad y me sorprende que el artículo alabe su conociemiento de los personajes del universo Marvel cuando,desde mi punto de vista, se cometen una serie de aberraciones que son para echarse las manso a la cabeza.
2.Es inexplicable que un evento de estas caracteríticas, que supongo llevará meses preparándose, tenga ese baile de dibujantes, fruto supongo de una periodicidad que parecía que la habia decidido un mono ciego de speed.
3. El tema del doble ya se ha comentado ampliamente. Una solución baratucha, y es una pena porque la etapa de Spencer, hasta el evento había sido muy disfrutable.
4. ¿A nadie le ha escandalizado el hecho de que los mutantes acepten un gobierno fascista así como así, siempre que les dejen su parcelita? ¿ Eso que ha sido, por dios? La actitud de la Bestia ha sido vomitiva y sin ninguna logica, como lo del martillo, que tampoco se ha explicado.Por no hablar de como los americanos aceptan un golpe de estado alegremente y que tengan a un presidente fascista…estoo, no espera, esto no me parece tan raro.
En definitiva, el evento me ha parecido un borron en una etapa,q ue por otro lado, ha sido arriesgada y entretenida,pero se le ha hecho custa arriba a Spencer.
Saludos!
Me uno al debate.
En primer lugar, muchas gracias por el artículo Pedro, sobre todo porque analiza el evento desde un punto de viste diferente al de Daniel Gavilán o al de Nacho Teso que también son increíbles, pero siempre se agradece que tengamos distintos puntos de vista de estos eventos que tanto influyen en Marvel y en el cómic en general.
En mi opinión, Imperio Secreto me ha devuelto a esos días de Civil War, para mí ha sido tan innovador en su planteamiento cocinado a fuego lento en las dos colecciones de ambos capitanes américa como lo fue en su momento la guerra civil de superhéroes.
Coincido con Doop_Maister en cuanto a que a mí personalmente me habría encantado saber mucho más de la América ocupada por Hydra, pero estamos ante un evento de una duración limitada, y nada puede durar eternamente.
Ello enlaza con el siguiente punto de mi análisis, el cual viene más que nada a decir que poco me importa si finalmente el Steve Rogers malo era nuestro buen capitán de toda la vida, el real o uno falso. Tenía muy claro desde que las redes ardieron con aquel «Hail Hydra» pronunciado por Rogers en el número 1 de su colección que más pronto que tarde arreglarían todo aquello, y es que así es (y podría decirse que hasta cierto punto, debe ser) en el cómic superheroico de las majors. Hablamos de personajes que son auténticas franquicias, las cuales venden lo indecible por ser siempre fieles a un status quo. Por eso está genial jugar con esos personajes introduciendo cambios radicales pero siempre que esos cambies no duren para siempre, porque está demostrado que en el momento del cambio (como bien explica el artículo) las ventas se disparan, pero es claro que si eso se mantuviera las ventas acabarían por caer en picado, al habernos «quitado a nuestro capitán».
Por discutible que esto nos pueda parecer es así como funcionan las grandes empresas, y es por eso que ante esos eventos yo me quedo con el desarrollo de cada trama, no con si una muerte es definitiva o no, con quién es el verdadero Capitán América o con otros detalles que para mí son menores.
Finalmente, coincido con el artículo en el gran conocimiento que demuestra Spencer del Universo Marvel. No me parece un guionista soporífero en absoluto, si no todo lo contrario. Es capaz de condensar en 300 páginas de cómic un punto de vista político y social que necesitaría de miles de páginas de novela sin ilustraciones para comenzar a ser explorado, y consigue hacer todo eso sin quitarnos la acción desmesurada que todo buen cómic de supers siempre tiene. Y ese conocimiento de Spencer se demuestra en cómo encaja Imperio Secreto como evento dentro de Marvel, puesto que es el broche final a todo lo que empezó Bendis con Secret War y con Vengadores Desunidos, dos eventos que como quien dice fueron un reboot para el Universo Marvel y a partir de los cuales se ha construido todo un Universo Marvel mucho más complejo que el que existía hasta entonces y que tiene los pies en el suelo sin perder la epicidad que lo caracteriza, y nos deja la puerta abierta a algo que no sabemos lo que es, que llamémoslo Legacy o no, ya no formará parte de lo mismo, pues el Universo Marvel vuelve a evolucionar empujado por esos eventos a los que Secret Empire ha puesto la guinda del pastel.
Muchas gracias por el artículo Pedro, muy bueno el análisis realizado por ti tanto por el resto de la gente de ZN en su momento.
Aunque antes no quise opinar mucho sobre este evento, ahora me doy un tiempo para hacerlo, y aquí yo parto de una premisa distinta al resto, para mi todo lo ideado fallo desde un principio, todo cuanto se pudo hacer mal terminó peor y Spencer es uno de los grandes responsables de ello.
La bendita retro continuidad o la historia en sí, de un par de años para aquí Marvel tomo como política reemplazar a los personajes principales por otros de distinto género, raza o religión; pero no conforme con eso tuvieron que meter en el medio retcons que arruinaron todo lo que uno sabía en forma gratuita de ciertos heroes (casos como los de Steve, Thor y Tony) y tomando el caso del Capi que es de lo que nos interesa, el autor ideo cosas que ni el sabía como aplicar, donde varios ven un trabajo detallista de continuidad para mi fueron puras incoherencias, de repente todo lo que uno sabía era pura mentira.
La estrategia con dos series al mismo, más allá de algunas cuestiones la serie de Sam me parecio entretenida y bien llevada, pero la del Capi por más que fuera bien dibujada era un desastre a nivel argumento, y las ventas terminaron de demostrar, eso fue un gran error y Marvel tomo nota y evito cometer el mismo traspie con Thor.
Para los que eramos criticos del camino tomado desde un principio (y con esto me refiero a un buen segmento de la base de fans y no a los pocos idiotas que prendían fuego cosas por la web) no había nada atractivo por lo cual seguir esa trama y menos esperar algo bueno después de leer las palabras de Spencer, si quieres hacer un curso acelerado de como vender pésimo un producto busca las entrevistas hechas a ese autor y sabras de lo que hablo; para colmo el final para congraciarse no sirve de nada, si la idea desde el principio fue mala ¿por qué voy a comprar el final de la historia?, no les gusto a lo que siguieron la historia y tampoco a los que la odiaban desde el principio.
Las benditas redes sociales, con el transcurso de los años muchos autores han caido en la tentación de emplear las redes sociales para promocionar o comunicar nuevos proyectos, y no estoy en desacuerdo con eso, pero el tema es que muchos terminan por caer en el lodo para debatir como cualquier aficionado ante la mínima critica o para expresar sus opiniones políticas y siempre que se da eso salen perdiendo, tal vez el caso que más me viene a la mente ahora es el Reginald Hudlin hace ya varios años, pero desde entonces y hasta ahora la cosa solo empeoró, y para colmo si sumamos cierta soberbia en sus declaraciones todo fue para mal.
Se habla del conocimiento de los personajes que hace Spencer, a mi me parece todo lo contrario, solo con hablar de lo fuera de si que estaban retratados Punisher y Thor da bronca, y ni hablar con el tema del martillo..
Las consecuencias: las muertes y destrucción causadas durante este evento, no pude evitar comparar esto con Blackest Night, en que algunos personajes morian y otros revivian en forma totalmente forzosa, cuanto tiempo van a seguir muertos en realidad, en serio me tengo que creer que esto sirve para mostrar las cicatrices que dejo todo esto.
Lo de puniher y thor esta muy bien explicado en la misma serie: el primero diciendo que no se cambio de bando porque nunca estuvo en el bando de los heroes en primer lugar, thor tambien explica que en cientos de años ha visto como los humanos han cambiado de gobernantes sin tener sentido para el (trump) pero lo respeta y mas si eligen al humano mas digno que ha conocido. Se muestra el conflico interno que tiene y al final cambia de bando como debe ser. aplausos para spencer
Que Punisher no tenga bando no quiere decir que no tenga un código o una lógica de acción, ha matado y combatido toda su vida a criminales de todo tipo, y ahora resulta que de un día para el otro sirve a una de las organizaciones delictivas más importantes como si nada, y Thor hasta donde sabía podía diferenciar entre lo que esta bien o mal, no se puede usar como excusa el tema del martillo después de todos los cambios de mano y aberraciones que hicieron, incluso no era dificil chequear si no había nada raro, es una excusa muy pobre lo del conflicto interno.
Sigamos aplaudiendo..
No sé por qué tanta gente se empeña en decir que lo que ha hecho Spencer con el personaje es equivalente al trabajo de Englehart hace 40 y tantos años, cuando lo único que tienen ambas etapas en común es el hecho de coger sucesos y debates de la actualidad política y establecer paralelismos con las tramas de la serie.
Sin embargo, el sentido de esos paralelismos y el tratamiento del personaje del Capi es exactamente el contrario en uno y otro.
Cuando Englehart entró, se encontró un héroe anclado en el pasado, bastante rancio y absolutamente desacompasado con la actualidad de los primeros 70, es decir, toda la lucha por los derechos civiles (para todos) y el antimilitarismo creciente en esos años. Por si fuera poco, el personaje arrastraba una mancha en su historial: los episodios publicados en los años 50, mostrando un capi furiosamente anticomunista en la plena paranoia de la guerra Fría, que seguían estando en continuidad.
Con ese marrón heredado como fardo en la mochila, Englehart fue capaz de renovar completamente al personaje y conectarlo con las nuevas sensibilidades de la juventud como ninguna otra serie de esos años. De paso, limpió su nombre (nunca habría sido un caza-comunistas) y lo convirtió en todo un símbolo progresista, por contraste con los políticos corruptos y los conspiradores que se envuelven en la bandera. Como se suele decir, cuando dejó la serie, el personaje estaba cargado de futuro y potencial.
Ahora veamos, en resumen, el balance de Spencer en su tratamiento del Capitán América:
Cuando el guionista coge los mandos, el personaje no atraviesa su mejor momento de popularidad pero, al menos, no tiene ‘cargas’ en su mochila. Está semiretirado por haberle caído todos los años de golpe, pero su último gesto ‘activo’ ha sido de nobleza, cediendo el escudo al Halcón. Hacerlo es en sí mismo un síntoma de que el capi en su hombre que evoluciona y sabe cuál es el signo de los tiempos y quién su sustituto natural: un hombre nuevo, para un tiempo nuevo.
Ahora, en el momento de dejar Spencer la serie, tras Secret Empire, Steve Rogers vuelve a ser un símbolo de todo lo carca y fachoso. Con independencia de un final cutre e improvisado (que huele a imposición editorial por los cuatro costados, como toda esa trama que tiene lugar en el cerebro de Kobik, un ‘chorizo’ insertado artificialmente en el serial), todo el último año y medio de la serie ha sido un intento de marcar contrastes entre un capi bueno (Sam Wilson) y un capi malo (Steve), por más que se introduzca como excusa el Macguffin del cubo cósmico para justificarlo.
Esta no la «típica historia en que el malo reemplaza al bueno, o le lava el cerebro». No. Para eso no hacían falta tantos flashbacks explicativos. Es una historia de cómo el Capitán América, el mismo de toda la vida, podría haber llegado a convertirse en un dictador solamente con que hubieran variado un par de circunstancias accidentales de su biografía. Es decir, más claro por si aún no se entiende: la tesis de Spencer es que Steve Rogers lleva un fascista potencial dentro. Solo hace falta rascar un poco.
Y no, como han dicho algunos en este mismo hilo, me temo que no es el capi malo el que es un doble: basta leer el final con un poco de atención para entender que el doble es el bueno: solamente es una ‘copia de seguridad’ guardada por Kobik en su cerebro, que ni siquiera tiene por qué ser el original, sino una mera idealización creada por la niña Kobik.
Así que ese el balance Spencer: encontrarse un capi limpio, y dejarlo convertido en su fascista recalcitrante encarcelado. Un capi que le rebate todos sus argumentos a la ‘fotocopia buena’ cuando lo visita en la cárcel. Es más, este queda retratado como un tipo simplón que no sabe qué responderle la mitad de las veces: debe de ser que en el fondo también le va la marcha facciosa, pensará Spencer.
Como resolver este marrón es la dura tarea que le queda a los guionistas futuros.
Vamos, igualito, igualito que Englehart, sí.