Lucy Weber, la hija el superhéroe conocido como Martillo Negro, ha conseguido llegar a la granja del pueblecito llamado Rockwood en la que aparecieron su padre y el resto de compañeros superheroicos hace años, tras ser dados por muertos sacrificando sus vidas para salvar la ciudad de Spiral luchando contra la cósmica amenaza del Anti-Dios. Ella llevaba toda su vida albergando esperanza de que Martillo Negro hubiese sobrevivido, negándose a aceptar como el resto de la ciudadanía que aquellos superpoderosos salvadores hubiesen fallecido. Una lástima que solo tuviese razón en parte, y que precisamente su padre Joe fuese el único de ellos que sí murió, poco después de llegar a esa población rural que tiene unos límites que no pueden atravesar. Lucy, ahora también atrapada, intentará adaptarse a la vida allí, mientras vamos descubriendo con ella más extraños secretos sobre Rockwood, detalles sobre las circunstancias de la batalla contra el Anti Dios, más sobre la vida de esos superhéroes que parecen resignados en su mayoría a su exilio rural haciéndose pasar por una disfuncional familia… y algunas revelaciones que sacudirán el rumbo de esta historia en su próximo transcurrir.
No es ningún secreto que aquí en Zona Negativa nos encantó el primer tomo de Black Hammer, y en particular, un servidor debe confesar que es uno de los mayores entusiastas de la propuesta de Jeff Lemire y Dean Ormston. En este segundo volumen, Lemire continua con la historia en la que ha sumergido a estos personajes, análogos cada uno de otro héroe de DC, ofreciendo guiños metatextuales que enriquecerán la lectura de los aficionados de largo recorrido, pero sobre todo prestando atención a las relaciones y personalidades de su elenco y haciendo avanzar el relato. Porque quizás haya sido ese envoltorio que nos parece tan familiar lo que nos ha atraído a aficionados a la DC clásica, casi rancia, pero lo más importante de Black Hammer es que tiene su propia historia que contar, que el resto son bellos adornos, pero que no olvida su propósito principal ni se pierde en quedarse en una marea de (por otra parte muy bien construidas) referencias nostálgicas.
Si solo hiciese eso, y lo importante fuese ver cómo se amalgaman a un héroe urbano afroamericano setentero (Un poco en plan Black Lightining) con los conceptos más colosales de Jack Kirby en el origen de Martillo Negro, estaría bien. Pero, con esa premisa un poco como si fuese un Perdidos rural (y tranquilos, que no sugiero nada con esa alusión y no tiene pinta de que esto termine siendo un desastre de aquella envergadura: de momento Lemire se ha ganado nuestra confianza con la solidez de la historia, cómo se van mostrando las revelaciones y cómo van encajando), aprovecha para lo que mejor se le da al autor canadiense: explorar los interiores de personas y sus interrelaciones. Sí, es estimulante ver el pasado de Golden Gail y averiguar más sobre su proximidad temática con la familia Shazam, pero lo que nos desgarra es la amargura que le despiertan esos recuerdos de otra época. Sí, es hasta divertido ver cómo Abraham Slam pasó por una etapa en los noventa sumándose a la moda de trajes con hombreras y rodilleras, multitud de bolsillos y demás achiperres y tropos visuales Liefeldescos. Pero al final lo que nos conmueve es que es ver a un hombre dándose cuenta de que era incapaz de aceptar que se estaba haciendo quizás demasiado mayor para esos juegos y que trataba de parecer más joven y cool. Todos esos elementos tan bien elegidos, que nos garantizan al lector de superhéroes que quien nos habla no está siendo condescendiente sino que nos habla de tú a tú, son recursos que toma para enhebrar su propia historia de enigmas y relaciones humanas.
Dean Ormston sigue plasmando, como en el primer tomo, perfectamente la atmosfera a medio camino entre lo bello y lo grotesco que el libreto de Lemire nos sugiere, y la paleta del colorista Dave Stewart no hace sino subrayar su buen hacer. Hay un episodio dedicado a contarnos cómo se conocieron el Coronel Weird y Talky Walky de cuyo aspecto gráfico se encarga David Rubín, y lo cierto es que no se puede decir otra cosa que su labor resulta espectacular, sobresaliente.
Esto último, nos lleva a otro punto, algo más feo: porque es necesario comentar que esta recopilación (que para ser justos sigue el mismo modelo que el tomo editado originalmente en EEUU por Dark Horse) se salta el número 12 de la serie, también dibujado por Rubín. Hasta aquí, en realidad tampoco es nada grave; se trataba de una historia retrospectiva sobre Lucy que es fácil justificar que se inserte en el tomo que recopila la miniserie Spin-off Sherlock Frankenstein and the Legion of Evil: ésta está dibujada al completo por Rubín, con lo cual se aumenta la unidad visual, y temáticamente quizás engarza mejor. El problema viene porque tampoco se ha incluido el Annual de la serie, que iba entre los números 6 y 7, y que transcurre lógicamente entre ambos episodios. Quizás precisamente porque en él se nos puede sugerir una dirección de las sorpresas que va a trufar este libro, se habrá elegido (espero) incluirlo en el que acabe siendo el primer recopilatorio de lo que será la nueva serie de Black Hammer, Age of Doom. Y lo cierto es que dada la premisa argumental de ese anual, sin entrar en spoilers, puede justificarse que sea contado luego a modo de prólogo recapitulando antes de reanudar la historia. Pero no deja de ser una cuestionable decisión por parte de Dark Horse que Astiberri no ha enmendado.
Black Hammer: El Suceso, termina junto a la cabecera norteamericana en su número 13, con un poderoso Cliffhanger que promete darnos explicaciones por fin más adelante, en —como decíamos— la ya próxima colección, que se estrenará en EEUU a mediados de abril. Lemire, Ormston y Rubín han conseguido proporcionarnos una adictiva historia que nos hace pedir más, pero parece que para nuestra próxima dosis falta un tiempo. Mientras tanto, las miniseries que amplían este universo superheroico no paran de multiplicarse, sumándose a la mencionada Sherlock Frankenstein otras que ya han comenzado su andadura, como Doctor Star and the Kingdom of Lost Tomorrows, y otras recientemente anunciadas como Black Hammer: The Quantum Age, que transcurrirá 100 años en el futuro. Y quizás esta franquicia, basada en ofrecer otras visiones sobre el universo superheroico de otra editorial, termine siendo uno de los nuevos pilares de una Dark Horse que en los últimos tiempos se ha visto privada de algunas de sus más rentables licencias, como Star Wars y Conan. Y habrá que ver qué acaba pasando con Aliens, Predator, etc, dada la compra de Fox por parte de Disney.
Por un lado, resulta reconfortante como aficionado que haya un refugio donde poder leer historias que nos remitan directamente a personajes y situaciones que en su casa madre ya no paree interesados en contarnos, vistas además desde un prisma algo más sofisticado. Por otro, uno no puede evitar hacer un mínimo de autocrítica sobre sus gustos lectores y dejar en el aire si en realidad dice algo bueno de él que el tebeo que más le apasiona en el fondo no es más que un producto derivativo de unos cómics que le apasionaban cuando supuestamente era menos maduro, por mucho que su calidad sea tan alta como en este caso. Qué le vamos a hacer.
Muy buena reseña, yo estoy encantado con este cómic, solo espero que no tarden mucho en publicar el siguiente
Excelente cómic, de los mejores de los últimos años.Muy buena reseña Sergio,pero no todos son homenajes a DC,por poner un ejemplo: fíjate en el perro que aparece en las primeras páginas,te suena???.
Cierto!!!!! Efectivamente, cuando he dicho lo de los análogos centrados en DC, he perdido de vista que los Jinetes de la luz son un tributo a las civilizaciones superpoderosas concebidas por Kirby en general, y aunque tengan mucho de los Nuevos Dioses, también podemos adivinar ahí a su Asgard, incluso si queremos a los Eternos… y por supuesto a los Inhumanos.
Muy bien visto, Antonio, gracias por señalarlo y por valorar tan positivamente mi humilde reseña (hago extensivo, claro, este agradecimiento a Ossho)
Un saludo!
Gracias por la reseña Sergio, hace unas cuatro horas que le he encargado a mi librero que me guarde los dos tomos, para nada mas tener un poco de tiempo, y animado por tu reseña, pasar para disfrutarlos los dos.
Muy buen cómic, con un arranque apasionante y un segundo tomo un poco más flojo. La forma en la que se encuentre Lemire es increíble, no obstabte, considero esta obra un peldaño por debajo de Descender (el mejor trabajo de Lemire para mi gusto), con lo que se encontraría mirando de tú a tú a Essex Conty, Bloodshot Reborn y a su Caballero Luna, por encima de obrones también como Trillium, Plutona, Sweet Tooth, The Valiant, Thanos, Animal Man, Green Arrow, Viejo Logan u Ojo de Halcón. Cuesta creer que alguien que escribe tan bien, y haciendo uso como nadie de los cuadros de exposición Claremontianos y mujeres empoderadas, haya fracasado de manera tan estrepitosa en X-Men, pero con los designios editoriales de la Marvel de 2015 y 16 en la parcela mutante se entiende que no le fuera bien la cosa…
Totalmente de acuerdo contigo al respecto de Descender.Tim-21 no es…..Esperando el quinto tomo con ansia.Buen comentario elBlueNules.
Sus mutantes fue por que Marvel lo saboteo, Lemire en condiciones editoriales decentes tremenda etapa mutante se marcaba
una lastima
el segundo tomo baja un pelo pero sigue siendo una serie notable como conjunto
solo las minis no me llaman… menos despues de leer ese que dibujo Rubin
Una gran decepcion
La verdad es que tras escuchar por todos mis compañeros de ZN en repetidas ocasiones que me hiciera el favor a mí mismo de leer Black Hammer no puedo haber alucinado más con la obra.
Estamos ante un cómic que para mí hereda al clásico superhéroe Kirbyano y los conceptos de los eternos que este desarrolló, lo mete en la mezcladora con Hellboy y su cosmos, aderezado con una apariencia (pero no esencia) DC y Marvel y se saca de la chistera una obra increíble.
A fecha actual me estoy leyendo la serie a ritmo americano, considerando como bien dices Sergio, que el no haber incluido el Annual ni por el TPB de Dark Horse ni por Astiberri (que a lo mejor no tiene la culpa y hace lo que le ordena Dark Horse, no lo sé) es un error garrafal, porque además es una historia que aporta bastante al cosmos de Black Hammer.
Estamos señores ante el nuevo Watchmen, y lo digo sin pelos en la lengua y sin ánimo de ser exagerado. Nuevo Watchmen no tanto por lo que cuenta (superhéroes del pasado que en el presente ya no so tan héroes) si no porque constituye otro enésimo ejemplo de la deconstrucción del superhéroe que iniciarían Moore y Miller cada uno en sus respectivas obras, pero esta vez aportando algo de novedad al asunto más allá del cuelgue de la capa y las razones que motivaron a ello, y además, sin dejar de lado el elemento fantástico que es algo que le suele faltar a estas obras.
Lo siguiente en ser atacado por mi parte serán los spin offs, dos hasta ahora inconclusos en EEUU con un tercero que se avecina.
Finalmente, no puedo evitar sentirme contento por los señores de Dark Horse, que entre la compra de Star Wars por Disney y la compra de Fox también por el ratón, más la vuelta de Conan a Marvel, se estaban quedando sin licencias muy importantes en su producción, por lo que todo lo que sea alimentar nuevos universos más allá de Hellboy siempre es una buena noticia!
Edito: Gracias por la reseña Sergio! Lo que me ha animado a leer esta obra habéis sin duda vosotros compañeros!
«Estamos ante el nuevo Watchmen»
Pues yo acabo de leerme el último tomo y… No. Pero ni de lejisimos. Ni de broma vamos. Como va bajando el nivel a partir del tomo 3 es brutal. Es una serie entretenida, amena, y ya. No es ni top 10 de lo que se está haciendo en el indie actual. Está a años luz de Watchmen, y una vez evaporado el hype, cada vez queda más claro el nivel aproximado y real que tiene.
Y Lemire es un buen guionista. A mí me gusta. Pero no le llega a Moore ni a la altura del tobillo.