Marvel Deluxe. Los Cuatro Fantásticos. El Maestro de Muerte.

 

Edición original:Fantastic Four 564-569 y Annual 32 USA.
Edición nacional/ España: Panini Comics.
Guión:Mark Millar.
Dibujo:Bryan Hitch.
Formato:Libro en tapa dura. 156 páginas.
Precio:25€.

 

La Primera Familia está ahora de moda. Tras prácticamente tres años en el dique seco, sin que supiéramos prácticamente nada de ellos tras la gran despedida que fue para ellos el evento Secret Wars (las últimas, las de 2015), dentro del cada día más abultado y prometedor programa de Marvel Fresh Start ya sabemos que Dan Slott y Sara Picchelli se encargarán de la nueva colección de los héroes que dieron comienzo a la Era Marvel de los Cómics.
Esto no es nuevo en Marvel. Muchos los personajes que se han marchado por diversas razones (en este caso, su carencia absoluta de importancia en el cine) para después volver con fanfarria y trompetas anunciándoles. Publicitariamente, es algo que funciona, y si además, la espera sirve para que se nos aporten visiones de los personajes que afronten los cambios sufridos por su universo mientras no se encontraban en el centro de todo, con autores que poco o nada han podido usarlos, yo firmo.
Pero se acabó la especulación sobre lo que serán los Cuatro Fantásticos del mañana inmediato. Hoy es el día de hablar de lo que fueron los Cuatro Fantásticos del pasado reciente, en concreto los de Mark Millar (Kick Ass, Nemesis, Lobezno: Enemigo del Estado) y Bryan Hitch (Ultimates), quienes hasta el cómic que es objeto de nuestra reseña habían firmado ya una etapa de los imaginautas que sin ser ni de lejos merecedora de estar en el pódium de sus mejores historias, como mínimo resulta interesante y entretenida, algo que no siempre es fácil de conseguir en el cómic mainstream.

Este tomo de Marvel Deluxe, se dedica a explorar entre otras cosas, los orígenes del poder del más temible enemigo de los 4F, Víctor Von Doom, el Dr. Muerte. Y es que, quien fuera en los tiempos de Stan Lee y Jack Kirby un villano más bien plano con mucho que desarrollar, en la primera década del Siglo XXI era un enemigo de todo el Universo Marvel que tenía mucho que contar. Gitano de raza, había conocido el desprecio desde bien joven, y el amor perdido, refugiándose en la magia primero, y en la ciencia después para hacerse cada día más fuerte y mejor conocedor de los secretos del Universo, lo que inevitablemente le llevaría a generar un ansia de poder, en busca de un trono desde el que poder transformar el mundo según sus designios. Este trono era Latveria, país imaginario de Europa del Este que Doom gobernaba con mano de hierro, en un sistema autoritario rodeado por la democracia de los Estados vecinos, permitiendo la ONU (al igual que con Magneto) que este status quo siguiera así, siempre y cuando sólo afectara a los Latverianos. Desgraciadamente, algo que a día de hoy sigue ocurriendo con muchos países cuyos ciudadanos solo pueden soñar con la libertad.

Pero siempre, entre los viles deseos de Muerte se había interpuesto Reed Richards y su querida familia, llegando a establecer frágiles alianzas cuando no quedaba más remedio, conociéndose ambos archienemigos desde sus años juntos en la universidad. El drama estaba servido y es que, de alguna retorcida manera, Víctor Von Doom siempre ha sido ese tío lejano que aparece de vez en cuando en la puerta de tu casa, anunciando una llegada que sólo puede significar problemas.

Este cómic comienza con una historia ambientada en Escocia, país natal de Millar, donde Los Cuatro Fantásticos tendrán que enfrentarse a un curioso misterio relacionado con la desaparición de los niños de la ciudad, muy relacionada con el pueblo y con sus antiguas costumbres. De este modo, Mark Millar utiliza como arranque la conspiración que tanto le gusta como catalizador de la batalla que vendrá.

Esto sólo sería el aperitivo. El siguiente arco argumental, el cual da nombre a este tomo, es aquel en el que Latveria se prepara para la llegada del Marqués de Muerte, misterioso personaje que ha enseñado a Víctor todo lo que sabe, y único ser al que este egoísta megalómano considera por encima de él. Interesante cuanto menos. Y difícil de cuadrar con la continuidad Marvel también, pero obviemos este punto.
Narrar los aspectos a destacar de la reunión de Muerte y de su maestro y líder supondría caer en spoilers muy jugosos que entorpecerían la lectura del tomo, pero dejémoslo en que los Cuatro Fantásticos (como no podía ser de otra manera) tendrán un protagonismo importante a la hora de parar los pies de no uno, sino de dos Execrables Dictadores que desprecian la vida humana, considerada sólo como un vehículo para cumplir con sus planes.

El volumen cierra con los preparativos para la boda del sobrino de la Tía Petunia, Ben Grimm, quien encuentra el amor en un personaje que a pesar de los esfuerzos de Millar resulta demasiado plano y vehicular, lejos de lo que otrora fuera Alicia Masters. No obstante, resulta interesante leer esta trama aunque solamente sea por las conversaciones que Ben mantendrá con Spidey y con Daredevil acerca de ser un héroe y de la responsabilidad que cómo esposo deberá unir a ya de por sí complicada vida.
Lo interesante de estos números es que de una forma que prefiero no desvelar, conectan con otras dos obras de Millar para Marvel: Lobezno: el Viejo Logan, y 1985, compartiendo esas dos y esta etapa de los 4F un nexo común en el Universo Marvel diseñado por Millar que, como guiño a sus lectores, resulta simpático.

En cuanto a Bryan Hitch, esto es harina de otro costal. Estamos ante posiblemente uno de los mejores dibujantes del género superheroico que existen, cuya labor también junto a Millar, en Ultimates será siempre recordada con cariño y respeto. Escenas de acción imparable, realismo que no se impone por encima de la epicidad y de lo imposible, trazo firme que a pesar de ser canónico, consigue tener un punto de originalidad que hace que en cuanto abres el cómic en tu librería quieras hacerte con él.
Quizás uno de los ilustradores que sí merezca un puesto en el Top 5 de dibujantes de los 4F, al menos en opinión de este redactor.

Un cómic que, si a nivel de guión no es nada del otro jueves (a pesar del esfuerzo de Millar por alejarse de su estilo convencional más socarrón y reiterativo) en su dibujo resulta atractivo y merecedor de su compra.