Green Lantern Corps: Eclipse Esmeralda

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Guión: Peter Tomasi
Dibujo: Patrick Gleason
Correspondencia Original: Green Lantern Corps #33-38
144 páginas – 12,95€

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Un comentario breve…

Antes de entrar en harina, la portada. Sí, sabemos que, como cuerpo interestelar dedicado a erradicar el mal en todas sus formas (y mira que tiene…), el cuerpo de linternas verdes está sujeto a un número de bajas aceptable… pero de un tiempo a esta parte – desde su misma reestructuración, desde hecho – da la impresión que un villano no puede estornudar sin llevarse por delante a media docena de reclutas entrenados equipados con el arma más poderosa de la galaxia. Sí, los conflictos han sido graves – Crisis, Sinestro, Superboy, La Noche más Oscura – pero ya son demasiados los momentos del tipo “oh, dios mío, han muerto tropecientos linternas verdes” que degrada la imagen del cuerpo. Hay una línea muy delgada entre reflejar la triste realidad de un cuerpo pseudo-militar y las bajas a las que está sujeto y tener un suministro ilimitado de gente a la que masacrar para darle drama gratuito a un arco argumental. Ojito con no caer en lo segundo.

Sobre los cuerpos implicados

En primer lugar, Tomasi sigue haciendo un buen trabajo a la hora de conducir, que no desarrollar, los conceptos desarrollados durante el renacimiento del cuerpo esmeralda. Por poner un ejemplo, toda la secuencia relativa a las celdas es inquietante, tenebrosa y opresiva, creando una atmósfera muy adecuada y chula. No obstante, un comentario: resulta cansado comprobar que el motín carcelario a gran escala sigue siendo el detonante estándar para un porcentaje preocupante de conflictos. Es comprensible que, conteniendo a la gente que contiene, las celdas de Oa sufran alguna que otra fuga, pero así empezó el psiquiátrico Arkham y acabó convertido en una broma. A ver si en futuros casos hay algo más de originalidad. No obstante, la ambientación es impecable y es de agradecer que retraten a miembros del cuerpo con algo más de carácter y, por qué no, mala leche. Empezaba a cansar ver a tanto linterna verde con pinta de esponjoso alienígena simpático.

El funcionamiento del cuerpo como unidad militar también tiene luces y sombras: por un lado es de agradecer que se contemplen protocolos de acción conjunta y estrategias, pero por otro, siguen encontrándose tendencias que dibujan una estructura indisciplinada, más cercana a un grupo de superhéroes al uso al estilo de la JLA que a un cuerpo cohesionado. No es especialmente grave, no es un error garrafal, pero sí que merecía la pena invertir algo más empeño en este apartado. Por otra parte, esa misma individualidad está bien aprovechada en el sub-argumento de Kyle y Soranik: da pie a varias escenas y situaciones agradables, bonitas, y en general representa la cara más interesante de la iniciativa personal de los linternas verdes. Por supuesto, como toda relación entre superhéroes, acabará con una ruptura con drama en cantidades industriales… ¡así que aprovechemos mientras dura!

Uno de los aspectos que resta credibilidad es la profunda preocupación de Guy y Kyle por la ejecución de miembros del cuerpo amarillo. A primera vista puede parecer un sincero alegato a favor de la vida y de la resolución justa de conflictos, pero veámoslo con un poco de perspectiva: “Hola, somos Kyle y Guy, linternas verdes del planeta Tierra. Sí, ese en el que se ejecuta, quizá de una forma más sutil que ésta, a cientos de personas al mes, probándose a posteriori la inocencia de muchas de ellas (cuando hay un sistema judicial de por medio). El caso es que nunca nos hemos molestado en impedir la ejecución de criminales de dudosa culpabilidad… ¡pero encontramos muy reprobable vuestra ejecución de prisioneros enemigos cuyo único objetivo es extender el terror en un contexto claramente bélico!”. Se trata de una situación impactante que busca, con prístina claridad, retratar la naturaleza deshumanizada de los linternas alfa. También refleja la necesidad de unos códigos dentro de la propia guerra que garantice un trato digno y que no se anden llenando zanjas cósmicas con gente. Sin embargo, no está conducido de la forma más acertada y los linternas terráqueos acaban quedando como dos grandes hipócritas.

No es el verde el único cuerpo que recibe algo de definición: en este tomo también se profundiza en el amarillo, anteriormente de Sinestro. El ascenso de Mongul al liderazgo es interesante, encarnando una versión más directa y brutal del miedo que da pie a un personaje que, si bien no es muy interesante por sí mismo, las situaciones a las que da pie sí lo son. La invasión de Daxam o el enfrentamiento con Arkillo son dos de ellas. Y ya que hablamos de Mongul, parece que está confirmado: los anillos de poder han dejado de ser medios para canalizar aquello en lo que se especializan (fuerza de voluntad, miedo, etc.) para ser, literalmente, armas, sujetas a la regla de cuantas más, mejor. Así, un personaje con diez anillos sería más poderoso que uno con cinco, etcétera. Pronto veremos, supongo, a Mongul enganchándoselos en la nariz, como si fuesen pierciengs, para tener ventaja sobre sus enemigos. Genial.

El cuerpo rosa del amor también aparece en algunas páginas y la secuencia que protagoniza está realmente bien hecha. Mantiene un adecuado halo de misticismo sobre él, haciendo que resulte misterioso y hasta atractivo. Un uso muy inteligente de su imagen y una prueba fehaciente de que, en ocasiones y cuando se hace bien, menos es más.

Las tramas

Así pues, una vez cubiertos los distintos cuerpos, vamos a las tramas que se desarrollan. Son tres: el “tren en uno” de Sodam, Daxam y Mongul, Soranik descubriendo sus orígenes y el “eclipse esmeralda” que ocurre en Oa y da título al tomo.

El primer arco empieza muy bien, con Sodam dando la espalda y despreciando con todas las letras a los ideales cazurros, ignorantes y extremistas inculcados por su propia gente después de haber descubierto que el mundo – o el universo – real y quienes lo habitan no es un lugar tan tenebroso y horrible como le querían hacer ver, convirtiéndose en una secuencia que debería enseñarse en los colegios. El desarrollo es correcto, pero el final tiene algo de chapuza. La idea en sí es buena, pero no funciona porque cualquier lector con más de dos ejemplares relacionados con los linternas verdes sabe que Sodam Yat no va a morir todavía. Se menciona en la profecía de Oa, ha aparecido en el futuro, etcétera. No cuela. Eso le resta mucha carga dramática al final, generando escepticismo y pitorreo donde debería haber preocupación. Eso sí, la nueva “cara” de los daxamitas da lugar a una situación interesante, y puede ser entretenido ver cómo se desarrolla la idea de un planeta poblado por racistas superpoderosos. Puede estar bien. Mongul es Mongul y Tomasi no parece demasiado preocupado en darle más personalidad que ser bestia y ególatra. Funciona en su sencillez, así que no hay motivos para tocarlo.

El de Soranik está aceptablemente bien escrito y aporta momentos de calma a un tomo lleno de acción por dos frentes. Aporta cosas interesantes, revelaciones potentes, diálogos bien conducidos y caracterización. No se puede pedir mucho más.

Por último tenemos la gran batalla en Oa. Su inicio es potente y espectacular, algo tópico por aquello del motín y por dibujar al linterna rojo que lo provoca como un ser mucho más poderoso que cuantos le rodean, pero cumple bien su propósito. El desarrollo es lo esperable, combate a gran escala con varios dibujos de un Patrick Gleason que puede hacerlo mucho mejor. Es más que aceptable, vistoso y espectacular, pero puede dar más de sí y tiene trabajos bastante mejores de no hace tanto tiempo. Aquí también hay muchos momentos chulos, acción a rebosar y todo lo esperable de una buena batalla cósmica. El final es genuinamente impresionante, constituyendo un pistoletazo de salida inmejorable para La Noche más Oscura.

En conjunto, Eclipse Esmeralda es una buena historia, con luces y sombras. “Irregular” sería una buena palabra para describirlo: el desarrollo de las tramas o el análisis de los personajes son buenos, con algunos momentos de brillantez, pero el resultado se ve empañado por situaciones forzadas, decisiones mejorables y patadas a la continuidad, no siendo el abajo firmante un maniático en este aspecto, precisamente. No obstante aporta nuevos sub-argumentos, profundiza en una amplia variedad de aspectos y ofrece una generosa dosis de acción. En líneas generales es una compra interesante. Si has disfrutado de Green Lantern Corps hasta ahora, con sus virtudes y sus defectos, hazte con él sin pensártelo. En cambio, si solo te interesa como prólogo a La Noche más Oscura, tiene algunas páginas memorables pero es prescindible.