Esta miniserie de 12 capítulos publicada en Estados Unidos por Image Comics y recopilada en un álbum unitario por Evolution Comics en España, nos describe la podredumbre moral imperante en la industria cinematográfica de Hollywood a finales de los años 40 en plena caza de brujas macartista.
Ed Brubaker, el guionista y autor de The Fade Out, recorre todos los recovecos – los ocultos y también los más visibles – que componen el enloquecido microcosmos de un estudio de cine durante el rodaje de una de sus superproducciones. Acompañado por un fiel e inspiradísimo Sean Phillips a la realización gráfica, el autor de Lowlife se centra en las devastadoras consecuencias personales que la industria del cine causa a sus componentes en su enloquecida e inhumana carrera por cautivar al público norteamericano.
El alcohol como anestésico, el sexo como instrumento de sumisión, la violencia como reglamento y la hipocresía como ideología es el cóctel mortal que saborean como dieta única los torturados y sumisos creadores que nutren de fantasía y arte a la que se llamó “la fábrica de los sueños”.
El mito de la Gran Novela Norteamericana
Cíclicamente van apareciendo artículos y debates que elucubran sobre la existencia de una novela que resuma el alcance global de la supremacía norteamericana durante todo el siglo XX. Una novela que ilumine las sombras y matice los triunfos de la última superpotencia hegemónica en el planeta hasta el día de hoy. Sería una obra que retratase el american way of life desde dentro y con todas sus miserias.
Como el mito de la gran ballena blanca, esta novela aparece y desaparece cíclicamente para desesperación de los críticos obsesionados con cazarla y poder así mostrar su trofeo a la comunidad literaria y cultural de todo el mundo.
El gran Gatsby de Scott Fitzgerald ha sido una de las principales favoritas a la hora de erigirse como la novela resumen del siglo pasado. Pero este mito no se ha circunscrito solamente al género literario, el cine como gran agente cultural del siglo XX también ha participado de esta búsqueda y ha ofrecido obras como Ciudadano Kane de Orson Welles en la lista de candidatos. El teatro con Muerte de un viajante de Arthur Miller y Glengarry Glen Rose de David Mamet y las novelas Las uvas de la ira de John Steinbeck o las más modernas El guardián entre el centeno de J.D. Salinger, La conjura de los necios de John Kennedy Toole y La hoguera de las vanidades del recientemente fallecido Tom Wolfe son otras de las más citadas por los críticos en este interminable casting de aspirantes a El Quijote norteamericano.
Personalmente creo que la mejor novela norteamericana del siglo XX es una obra de género negro, escrita por Raymond Chandler y que se titula El largo adiós. Pero esta es una opinión no muy valorada por el pensamiento crítico más ortodoxo…
Volviendo al presente, si resumimos someramente las características de todas estas obras apreciaremos algunos rasgos comunes que acaban definiendo a la perfección la sociedad donde fueron creadas. La hipocresía, la mentira y el engaño como fachada frente a la infelicidad y la soledad, el alcohol como una enfermedad social e individual, el sexo entendido en su faceta de lucha de poder y no de realización personal y por encima de todo el inmisericorde rodillo social que aplasta a los más débiles; a los niños, a las mujeres, a las minorías, a los vulnerables y en definitiva a los considerados perdedores. The fade out participa de todas estas temáticas y leyéndola participamos de una obra con parecidas características a otras tan trascendentes como la novela Gone, baby, gone (Desapareció una noche) de Dennis Lehane o a las películas L.A. Confidential de Curtis Hanson y ¡Ave Cesar! de los hermanos Cohen.
Hollywood al desnudo
Ed Brubaker por fin se ha atrevido a explicar SU historia sin usar coartadas de género negro, superheroicas o lovecraftianas. En la introducción del álbum recopilatorio el creador de Fatale explica que John Paxton, un guionista de la época dorada de Hollywood que fue testigo de la persecución a los artistas acusados de comunistas, era su tío y que su mujer Sarah Jane Paxton fue relaciones públicas en la 20th Century Fox. Por lo que el bueno de Bru conoció de primera mano las interioridades del mundo del cine y las consecuencias dramáticas de la paranoia macartista.
Las grandes lacras, las bestias negras de los poderosos de aquella época eran el comunismo y la homosexualidad. Lo empresarial y lo moral. Y sin dudarlo aplicaron todo su dinero y todo su poder en combatirlas. Por ideología y también por interés, los poderosos norteamericanos demolieron cualquier posible atisbo de oposición, cualquier competencia y cualquier planteamiento alternativo a su reducida escala de valores. La tesis implícita en esta obra puede resultar diabólica y terrible. El nazismo fue derrotado militar y políticamente pero no socialmente y sus mecanismos ideológicos y de represión perduraron y florecieron en la Rusia estalinista y también en la Norteamérica de la caza de brujas. Por esto el entramado humano que forma un estudio de cine de Hollywood se convierte en un reflejo exacto de la sociedad norteamericana. Los empresarios explotan a los trabajadores, los artistas son utilizados, exprimidos o marginados y los componentes del departamento de seguridad actúan como un cuerpo policial que reprime o encubre dependiendo de los intereses de los que mandan igual que las diferentes fuerzas de seguridad del estado.
Pero por encima de todo Brubaker nos muestra lo pernicioso que era para una mujer de aquella época, no sólo ser inteligente sino además demostrarlo. El personaje de Valeria Sommers, con su arrebatadora belleza, su compacta fragilidad, su excitante inteligencia y su hermosa valentía se erige en la representante de una generación que pudo ser resplandeciente y que se apagó por la violencia del sistema y por sus propias contradicciones. Frente a Valeria, Brubaker contrapone a Maya Silver, mucho más pragmática, más conformista pero igual de valerosa y obstinada a la hora de luchar por sus sueños que habitualmente en Hollywood acaban convertidos en una tenebrosa pesadilla. Charlie Parrish, un guionista con problemas de inspiración, deambula borracho por los platós, las oficinas y las salas de fiesta de Los Angeles lamentándose de su suerte, intentando comprender lo que sucede y renunciando a todo lo bueno que le pasa por delante por cobardía y conformismo.
The Fade Out tiene, además de todas sus virtudes, el don de la oportunidad. La eclosión del movimiento #MeToo le da un gancho de actualidad y nos demuestra que el productor y distribuidor Harvey Weinstein aplicó el libreto que había heredado de sus abuelos espirituales de los grandes estudios. El gran predador del cine independiente norteamericano no era ni tan solo original, sino una mera consecuencia de décadas y décadas de abusos, torturas y humillaciones cotidianas hacia las actrices y aspirantes a actrices.
Sean Phillips dibuja en este álbum como nunca. Parte de un esquema de página fijo de tres tiras con dos viñetas cada una pero lo modifica constantemente según se lo pide la historia. La narrativa es modélica, digna de estudio. La dificultad de una obra como esta consiste en superar la rutina de diálogos y discusiones constantes, con escasos momentos de acción y Phillips lo resuelve de manera sobresaliente. Se pone al servicio de las grandes frases de Brubaker pero no renuncia a la espectacularidad ni a la profundidad. Las ideas que vierte en su storytelling son abundantes y magníficas firmando lo que es sin duda su mejor trabajo hasta el momento.
Además consigue que los rostros de sus personajes sean conmovedores, atormentados, maléficos y angelicales. Retrata a las estrellas “reales” como si realmente estuvieran vivas. Clark Gable, Montgomery Clift o Carole Lombard reviven entre los lápices y la tinta del dibujante inglés.
Por otra parte sería injusto olvidarse del fabuloso trabajo que realiza la excelente colorista Elizabeth Breitweiser en esta obra. El tono y la atmósfera de la serie están colgados del talento de esta joven artista que ha enriquecido el arte de Phillips a la perfección. Breitweiser usa una paleta de colores vibrantes y tensos que iluminan las densas masas de negros del dibujante inglés y que aportan al conjunto de las páginas un aspecto acorde a la época en que transcurre la acción. Además le da un uso narrativo al coloreado ayudando a Brubaker en la densidad dramática de las situaciones. La gama usada por la colorista oscila entre los diversos tonos del naranja y amarillo chillón, los azules apagados o el gris metálico del celuloide en blanco y negro.
A estas alturas presentar al tándem formado por Ed Brubaker y Sean Phillips resulta algo superfluo pero vamos a intentarlo aunque sea someramente.
El guionista de Sleeper nació en una base naval de Maryland en 1966. Tras varios trabajos independientes, entre los que destaca la serie autobiográfica Lowlife (1995) dibujada por él mismo y An Accidental Death (1992) dibujada por Eric Shanower y que obtuvo una nominación para los Eisner para los dos, Ed Brubaker se convirtió en un guionista cotizado del cómic norteamericano más comercial.
Su entrada en el mercado mainstream se produjo, como tantos otros artistas de esta época, a través del sello Vertigo de la editorial DC; concretamente con la magnífica miniserie La escena del crimen (1999) donde colaborará con dos de sus artistas más habituales; Michael Lark al dibujo y Sean Phillips a los colores. En el 2000 entra en el mercado de los superhéroes con series como Batman, Catwoman o Gotham Central, esta última a dúo con el también guionista Greg Rucka. Paralelamente a partir del 2002 comienza su colaboración con Wildstorm, una filial de DC, donde realizará Point Blank con Colin Wilson de dibujante y sobre todo Sleeper (2002-2003), una miniserie que contará con el arte de Sean Phillips en lo que supone el inicio de este tándem creativo.
En 2004 empieza a trabajar en Marvel donde se encargará de series como Capitán America con Steve Epting de dibujante, Daredevil junto a Michael Lark y The Uncanny X-Men con varios artistas. En su etapa en Marvel escribió un arco argumental bastante recordado y publicitado que se tituló La muerte del Capitán America.
En 2006 crea para la editorial Icon la serie Criminal junto a Sean Phillips. Esta obra consta de hasta 6 arcos argumentales y varios números sueltos y se ha convertido en una de las series fundamentales del cómic de serie negra del siglo XXI. También para Icon, el mismo equipo crea Incognito (2008) que no acabará teniendo la misma repercusión que su precedente.
Finalmente el guionista ha encontrado refugio en Image Comics donde ha publicado, junto con su inseparable Sean Phillips, las miniseries Fatale (2012) que es un intento fallido de cruzar la serie negra con el terror lovecraftiano y The Fade Out (2014-2014) una obra que lo vuelve a situar como uno de los escritores más importantes del cómic contemporáneo. Actualmente escribe la serie Kill or be killed que dibuja por supuesto nuestro amigo inglés.
Por su parte Sean Phillips nació en Gran Bretaña en 1965. Empezó su carrera en la editorial Fleetaway donde dibujó series como Judge Dreed. En 1990 empieza a colaborar con el sello norteamericano Vertigo en las series Hellblazer y Kid Eternity. Al mismo tiempo empieza a colaborar en trabajos de segundo orden en la editorial DC como Legends of the Dark Knight o Gotham Knights y en una novela gráfica llamada Gotham Noir con guion de Ed Brubaker en lo que será su primera colaboración como dibujante y guionista. A partir de este momento la carrera de Phillips se resume casi exclusivamente en sus trabajos con el guionista de Maryland; Sleeper (2003-2005), Criminal (2007-2011), Incognito (2008 -2011), Fatale (2012-2014), The Fade Out (2014-2105) y finalmente Kill or be killed que empezaron en 2016 y que sigue publicándose en la actualidad.
Evolution Comics, el sello de Panini que publica obras del mercado independiente norteamericano, ha tenido el gran acierto de ofrecernos The Fade Out en un único álbum. Esto nos permite apreciar mejor una obra con una vocación clara de novela gráfica, de historia que se lee de un tirón.
La realización técnica del libro es excelente. Tapa dura, buen papel y extraordinaria reproducción se unen a los numerosos extras que presenta la edición y a una asombrosa galería de portadas e ilustraciones que le dan a este producto una atmósfera única e irrepetible. El precio es elevado pero no abusivo por la cantidad de lectura que ofrece.
Estamos ante un trabajo trascendente que seguramente adquirirá más importancia con el paso de los años. Yo, enloquecido como el capitán Ahab, acabo de avistar el geiser de una ballena blanca en medio del océano y grito ¡Por ahí sopla!
Sólo el tiempo nos dirá si The Fade Out es realmente la Gran Novela Norteamericana de nuestra época o “simplemente” una obra brillante. Mientras tanto disfrutémosla como se merece porque ocasiones como esta, donde todo va a favor para que lector pueda deleitarse con un producto tan interesante y atractivo como este, no se dan tan a menudo.
Salut!
Guión - 9
Dibujo - 9
Interés - 10
9.3
Demoledora
El retrato inmisericorde de una época llena de hipocresía
¿Sobre la publicación de Kill or be Killed se sabe algo?
Yo de momento no. Pero seguro que pronto cae. Es una serie muy interesante.
Lo leí con ganas… y según avanzaba página tras página, las ganas se iban a otra fiesta.
Me gusta todo menos el protagonista, Charlie, que se me hace muy pesado y con poco interés. Ojalá Dottie de protagonista, ella y los asuntos que manejaba sí que me parecían muy interesantes, pero ahí estaba Charlie para ponerse a hablar sin hacer gran cosa.
Soy fan de Bru&Phillips, pero tanto Fatale como Fade no me han calado, así que igual se me ha acabado el amor.
Personalmente, se me ha hecho bastante tediosa esta serie, contrariamente a los relatos de Criminal y Kill or Be Killed. Al igual que José Angel, tampoco me ha gustado Fatale. El arte de Phillips es maravilloso y Brubaker tiene una manera hermosa de contar sus historias y dar vida a los personajes, pero creo que en este caso la obra está dirigida a un público demasiado específico. Quizas merezca relectura en un futuro, porque Bru sigue siendo un de mis escritores favoritos. Saludos!
El desarrollo de los personajes, la ambientación y el apartado gráfico me parecieron bastante buenos pero no me gustó como se cerró la historia. La resolución de la trama es demasiado simple y parece que es más importante el camino que el propio final.
Es cierto que el final no es el mejor, al menos desde un punto de vista de generar un clímax intenso (es más bien como un «golpe de realidad»), pero a mí la verdad es que me encantó. La puesta en escena es tremenda, y toda la ambientación en el Hollywood clásico y sus trapos sucios es una delicia.
Por cierto, ¿qué extras tiene la edición de Panini? En las grapas de USA había en cada número un artículo sobre estrellas de Hollywood de la época que son superguays, muy recomendables.
Panini incluye una selección de los artículos que comentas. Todas las portadas y las iustraciones finales que son sobrecogedoras por su intensidad. Además numerosos bocetos y pruebas de color. Salut!
Ah! Y se me olvidaba también incluye un trailer de 3 páginas que se publicó en su momento. Salut!
Evidentemente a mi si que me ha gustado… Y mucho. Creo que tiene más lecturas que la primera y superficial. El personaje de Charlie me parece espléndido y el final muy adecuado pero seguro que hay tantas opiniones como lectores…