¡Creo que el mundo no nos merece!¡Nosotros solitos hacemos temblar a los poderosos e impulsamos la economía!
En su plan editorial del último semestre Norma Editorial indica que van a publicar el cuarto álbum de
Wilfrid Lupano es un guionista francés nacido en 1971. Es uno de los más interesantes que han surgido en los últimos años. En España le han publicado Alim el curtidor(Norma) con
Paul Cauuet es un dibujante y colorista francés nacido en 1980. Debutó en el 2003 con la serie de fantasía Aster guionizada por Guillaume Clavery de la que realizaron cuatro álbumes. En 2010 comenzó su colaboración con Lupano con la serie de ciencia-ficción L’honneur des Tzarom, una colaboración que también incluye el álbum infantil El lobo en calzoncillos (Astronave) además de Los viejos hornos.
Los viejos hornos nos cuenta la historia de amistad de tres ancianos, Antoine, Mimile y Pierrot, muy distintos entre sí pero amigos desde la infancia, que se reúnen de nuevo tras un suceso trágico. Junto a ellos participa de sus desventuras Sophie, casi siempre siendo la voz de la razón que les ayuda a ver su pasado y presente con perspectiva. Son una especie de Athos, Porthos y Aramis avejentados en un mundo moderno, pero ya no son nobles u obispos, como en la obra de Dumas, sino sindicalistas y anarquistas. Una obra que es un canto al amor y a la amistad pero sin resultar empalagosa ya que Lupano sabe dotarla de un justo toque de humor negro.
Cada uno de los álbumes está relacionado con un suceso del pasado de uno de los protagonistas que afecta a los acontecimientos actuales y crea una intriga en cada álbum que debe resolverse. Así en Los que se quedan vemos el pasado de Antoine dentro de una historia con aires de road movie. En Bonnie y Pierrot buceamos en el pasado de Pierrot y en El que se va conocemos el pasado de Mimile. Es de suponer que en el cuarto sea el turno de Sophie. Los tres álbumes tienen tramas cerradas pero con un claro continuará que hace que sea necesario leerlos en orden para disfrutarlos en su totalidad. Pero a pesar de que parezcan álbumes similares entre sí, una de las grandes cualidades de la serie es que cada uno es diferente del otro y cada nuevo álbum, partiendo desde puntos comunes, construye una historia novedosa. Una serie que nos muestra que para llevar una vida plena la edad no es un impedimento.
Estamos ante una historia en la que lo primordial son las relaciones entre los personajes. Unos personajes ancianos que casi nunca tienen voz en una sociedad empecinada en apartarles. Lo mismo sucede con la cultura, en la que rara vez son protagonistas de las historias y se quedan como alivio cómico o solo sirven para reflejar ternura. En cambio en Los viejos Hornos, son los reyes de la función, sus problemas pasados y actuales son los que conforman la trama de las historias pero la preocupación de los autores es conseguir unas historias simpáticas y tiernas, que se leen con una sonrisa y que tienen gags que hacen que estalles en carcajadas.
Pero también es una obra crítica con muchos de los problemas que tiene la sociedad occidental. Aunque en un diálogo memorable del primer álbum Sophie culpe a los ancianos de los problemas actuales, los protagonistas nos muestran cómo la lucha por mejorar el sistema no es cosa de edad sino de ganas. En los tres álbumes de la serie vemos gran parte de los problemas por lo que pasa la sociedad occidental como el abandono del entorno rural, la deslocalización de las empresas, el expolio de materias primas de occidente a los países del tercer mundo a cambio de migajas, la corrupción, los prejuicios, etc… Contra todo esto luchan nuestros protagonistas, desde diferentes posiciones políticas, pero demostrando que son problemas que no se resolverán sin lucha y que todos los combatientes son buenos independientemente de su edad. Todo ello sin caer en unas historias que sean panfletarias ni maniqueas.
Cauuet hace un gran trabajo, como sucede con el guión, en un principio nos recuerda a los dibujante que colaboran con Zidrou, pero al igual que los guiones de Lupano, su dibujo también tiene un punto cínico que hace que brille con luz propia y se aleje de esa amabilidad. El dibujo nos recuerda al clásico de la escuela de Marcinelle con algún toque manga, con sus personajes caricaturescos, algo que ayuda mucho a transmitir el mensaje de crítica social de la obra. Narrativamente son cómics que tienen un gran ritmo y son muy claros, con una composición de página sencilla que no recurre a artificios. Los personajes están muy bien diseñados, con unos físicos que reflejan sus distintos caracteres, y que son muy expresivos. Los fondos están muy bien trabajados y son de gran realismo. El color tiene un uso narrativo alejándose de la realidad cuando es necesario para expresar alguna emoción o algún elemento narrativo que se quiere destacar. Tiene una paleta de colores más bien apagados pero que le va muy bien al tono que requiere la historia.
Norma Editorial hace una gran edición, con buen papel, reproducción y tamaño. Además de respetar el precioso diseño original. Es bueno que publiquen este tipo de BD, alejada de lo que se lleva publicando casi un siglo.
Los viejos hornos es una serie distinta la que nos suele llegar del mercado francobelga, que recuerda a parte de la obra de Zidrou pero con una mala uva y un humor negro que su obra no tiene. Una obra que reivindica la vejez y la libertad de construir una vida alejado de los cánones que nos impone la sociedad con unas gotas de intriga en medio de la crisis económica, las luchas sindicales y los conflictos intergeneracionales. Cuando envejezca quiero que me escriba Lupano, me dibuje Cauuet y ser un viejo horno.
Pienso que para ser unos viejos filibusteros os conserváis bastante bien.
Guión - 8.5
Dibujo - 8.5
Interés - 8.5
8.5
Libertad
Lucha política y generacional, vejez, amistad todo con muy mala leche, humor y ternura. Una obra que se lee con una sonrisa en la boca y que se conserva mucho después de cerrar cada álbum.
Una obra muy interesante desde mi punto de vista, tanto a nivel artístico como creativo. Además me he reído un montón con cada uno de los tres números, y espero con ganas el cuarto. Para mí una obra muy recomendable.
Es una delicia