El legado de Stan Lee es tan rico y lleno de obras tan destacadas que cuando en la redacción de Zona Negativa nos propusimos rendirle homenaje tras la triste noticia de su fallecimiento me encontré con la dificultad de qué obra escoger. Podría haber escogido las etapas iniciales de mis dos personajes Marvel favoritos: Doctor Extraño y Nick Furia, o podría haber escogido cualquiera de las brillantes aportaciones que hizo a la historia de Estela Plateada o incluso podría haberme decantado por alguna de las aventuras del mayor icono surgido de su imaginación: Spiderman. Todas las opciones hubieran sido igual de válidas pero al final mi selección fue para la obra que lo empezó todo, la que dio el pistoletazo de salida al Universo Marvel y aquella que siempre ha estado más ligada al éxito que supuso la fórmula Marvel: Los Cuatro Fantásticos, y en concreto la saga que para mi supone el momento cumbre de dicha serie, la conocida como La Trilogía de Galactus.
No es mi intención realizar un análisis exhaustivo de esta obra porque de eso ya se encargó nuestro compañero Arturo Porras en un artículo insuperable. Prefiero hacer una revisión más personal sobre la obra y su influencia tanto en mí como lector de cómics.
La saga conocida como La Trilogía de Galactus comprende los números 48 al 50 del primer volumen de la serie de Los Cuatro Fantásticos y vieron la luz en 1966, escritos por Lee y dibujados por Jack Kirby y Joe Sinnot. La historia de la presentación de Galactus fue concebida como la celebración de la efeméride del número 50 de la colección y la intención de sus responsables era la de enfrentar al cuarteto protagonista con el mismísimo Dios. O por lo menos con algo tan poderoso como un dios. Era una idea que llevaba rondando por la cabeza de Lee desde hacía tiempo y esta ocasión parecía el momento adecuado para hacerlo. Los Cuatro Fantásticos eran un éxito y habían servido como un generador de ideas que había permitido crear un universo compartido. Había llegado el momento de ir un paso más allá y presentar la aventura más grande a la que se hubiera enfrentado ningún personaje del Universo Marvel.
Tras un intenso encuentro con la raza de los Inhumanos, los Cuatro Fantásticos regresan a Nueva York para encontrarse con una serie de situaciones apocalípticas que aterrorizan a la población. Cielos en llamas o cubiertos de rocas, tienen desconcertados a todos hasta que al fin se revela a su responsable: Uatu, el Vigilante. El alienígena que había jurado no intervenir en los asuntos humanos es la causa de estos extraños fenómenos. La razón por la que ha decidido pasar a la acción se encuentra más allá de las estrellas. La Tierra ha llamado la atención de un ser cósmico conocido como Estela Plateada y eso sólo puede significar que su amo está a punto de llegar a la Tierra: Galactus, el devorador de mundos.
A pesar de los trucos del Vigilante, Estela Plateada consigue llegar a la Tierra a la que considera un mundo apto para ser consumido por su amo. Nuestros valientes héroes le hacen frente y consiguen derrotarlo gracias a la fuerza bruta de La Cosa pero no antes de que envíe la señal de aviso a Galactus. Cuando por fin éste llega a la Tierra, todo parece estar perdido.
El poder combinado de Los Cuatro Fantásticos es insuficiente para detener a un ser cósmico como Galactus y tampoco se puede razonar con él ya que considera a la humanidad como simples insectos que no merecen su consideración. El Vigilante tiene un plan, viajar hasta la base de Galactus, en los confines del cosmos, y encontrar un arma de un poder tal que hasta el mismísimo Galactus tema. El elegido para esta tarea es la joven Antorcha Humana, mientras el resto de sus compañeros afrontarán la arriesgada tarea de ganar tiempo enfrentándose a Galactus directamente.
Mientras tanto Estela Plateada se recupera de las heridas provocadas por La Cosa gracias a los cuidados de Alicia Masters. La compasión mostrada por Alicia y su talento, despiertan la conciencia de Estela quien juzga que la raza humana no debe ser destruida y decide volverse contra Galactus y desafiarlo en combate.
La confrontación entre amo y heraldo alcanza unas proporciones tales que los miembros del cuarteto fantástico que permanecen en la Tierra sólo pueden asistir como meros espectadores. Pero ni siquiera el poder cósmico de Estela Plateada parece ser suficiente para derrotar al ser Devorador de Mundos y solo la llegada in extremis de Johnny portando el arma que encontró en la nave de Galactus, el Nulificador Supremo, consigue poner punto y final a la lucha. Galactus acepta la derrota y se retira de la Tierra, jurando no regresar nunca. Su último acto antes de partir hacia el espacio es condenar a su heraldo rebelde al exilio de las estrellas, confinándolo a la Tierra.
Mi primer contacto con esta historia fue en el ya lejano 1991 gracias a un retapado de la serie Clásicos Marvel de la desaparecida Forum. Compré aquel tomo porque incluía la miniserie Honor protagonizada por Lobezno ya que en aquella época yo era un gran fan de los mutantes marvelitas y apenas conocía nada del resto del Universo Marvel. Aquella historia de Los Cuatro Fantásticos se notaba que era “vieja” en comparación con la historia de Lobezno pero tenía una fuerza especial que me cautivó tanto por la energía de sus imágenes como por el carisma y la humanidad de sus personajes.
Esos cómics todavía los tengo y los habré leído decenas de veces pero de esa primera lectura recuerdo con claridad quedarme prendado del personaje de Estela Plateada y sentirme fascinado por la figura de Galactus. A día de hoy siguen siendo dos de mis personajes favoritos y no tengo duda que la lectura de esos números marcó mi gusto por todo lo relacionado con el rincón cósmico de Marvel.
Con el tiempo fui conociendo más cosas sobre el proceso creativo que llevó a la existencia de estos números y no pude evitar maravillarme al comprender como funcionaba el equipo creativo formado por Lee y Kirby. La idea de enfrentar a Los Cuatro Fantásticos con un ser casi divino fue de Lee quien dio libertad a Kirby (el famoso método Marvel) para ilustrar la historia como considerará más adecuado. El resultado del primer número de la trilogía ya incluía a Estela Plateada y a Galactus, por lo que la paternidad de estos personajes es indudablemente de Kirby. El propio Lee nunca tuvo reparos en reconocerlo pero lo fascinante de la situación es la capacidad del propio Lee de adaptarse y convertir a Estela Plateada, un personaje con el que ni contaba cuando empezó la historia, en casi el protagonista final del relato. Fue tal la fascinación de Lee por la creación de Kirby que durante muchos años fue el único autor que podía usar el personaje en los comics Marvel.
Esta capacidad de Lee de fomentar y aprovechar el talento de sus colaboradores fue una de sus grandes virtudes como artista. Muchas veces se ha dicho que sin las aportaciones de Kirby o Ditko el Universo Marvel no sería lo que es ahora. Es posible, pero eso no ha servir para ningunear la aportación de Lee a todo el conjunto. Muchas de las ideas de base fueron suyas y él era el encargado de poner voz a todos aquellos personajes. Una voz que definía a todos y cada uno de ellos dotándoles de una personalidad y una humanidad que fueron factores clave para que aquellos personajes y conceptos calaran entre el público.
En definitiva, La Trilogía de Galactus es el exponente máximo de esta filosofía aunando de forma magistral la creatividad desbocada y la querencia por lo cósmico de un genio como Kirby con la maravillosa caracterización de personajes y la humanidad de Lee. Las escenas entre Estela Plateada y Alicia Masters o la desesperación de Mr. Fantástico cobran tanta fuerza como la batalla entre Galactus y Estela permitiendo disfrutar de lo mejor de estos dos maestros en su momento de mayor esplendor. Sin ninguna duda un logro a la altura de muy pocos que se ha convertido en el legado de una figura única en la historia del cómic. ¡Gracias por todo lo que nos diste Stan Lee!
Valoración
Guión - 9
Dibujo - 9
Interés - 10
9.3
Nuff said!
Un clásico y referente indiscutible de una época dorada en la Stan Lee y Jack Kirby reinaron sobre los superheroes.