Lobezno en la Guerra Civil Española

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Edición original: Marvel Comics – enero – marzo – 1991
Edición España: Panini Comics – noviembre 2018
Guión: Larry Hama
Dibujo: Marc Silvestri
Entintado: Dan Green, Mark Chiarello
Color: Glynis Oliver
Portada: Marc Silvestri, Dan Green, Glynis Oliver
Precio: 13,30 euros (tomo en tapa dura de ochenta páginas)

 
Prólogo: una historia con dos significados bien diferentes

No es la primera vez que tengo ocasión de hacer reseña de la aventura recopilada en este tomo. Hace cosa de tres años y medios, me dediqué a hacer repaso del primer volumen de la colección prestigio de Comics Forum y, en julio de 2015, publiqué una entrada que versaba en torno a Sangre, arena y garras, un tomo en aquel formato, que recopilaba la aventura conocida en origen como Blood and claws. Aquellos números, pertenecientes a la colección de Lobezno, habían sido separados en España por decisión editorial, para convertirse en la materia prima de un lanzamiento especial. A principios de los noventa, el formato prestigio era algo así como el no va más en el mercado estadounidense. Algo más lujoso que el tebeo de grapa y algo menos caro que la novela gráfica, estaba reservado a proyectos especiales hasta que, a la larga, feneció por exceso de explotación. El hecho de que en Forum se tomaran la molestia de dar a los números trigésimo quinto, trigésimo sexto y trigésimo séptimo de Wolverine un empaque tan especial tenía una razón de ser. El motivo no estaba en la historia que, sin estar mal, tampoco era nada del otro viernes. Tampoco se escondía en el dibujo, fiel reflejo de su autor y de una época. El auténtico motivo, y así lo explicaba el editor Antonio Martín, radicaba en la ambientación de la historia: la España de la Guerra Civil. Lobezno y Puck viajaban a 1937, a los días en los que la Legión Cóndor bombardeaba Guernica. En Forum aprovecharon la ocasión para hacer un sano y necesario ejercicio de memoria histórica, en unos tiempos en los que los testigos directos de aquel conflicto fratricida desaparecerían y la vivencia dejaba paso al conocimiento indirecto. Lo mejor de aquel tomo -que aún conservo- eran la portada y los textos de acompañamiento. La narración de Hama y Silvestri no es especialmente relevante para la colección y serán los sub-argumentos que se van colando en el presente, los que hayan de ser importantes. Sin embargo, desde la perspectiva española lleva a los dos canadienses a unos acontecimientos que marcaron profundamente la historia de nuestro país y cuyos ecos siguen resonando a día de hoy. Hoy, en 2018 como entonces, en 1992, resulta imposible mirar estos tebeos sin evocar aquel conflicto, que dividió familias, enfrentó a sus integrantes y dejó al país bajo el yugo de una dictadura que se prolongaría durante casi cuarenta años.

Un cuarto de siglo después, es Panini la que da un formato especial -en tapa dura, nada menos- a aquella aventura de tres números en la que Logan y Eugene, amigos y antiguos camaradas en Alpha Flight -o casi- se veían atrapados por una tormenta temporal y retornaban a un período que ambos conocían bien, para batirse en combate con una vieja conocida de ambos: Yuriko Oyama, Dama Mortal.

Un remanso de cierta calidad en medio del marasmo

A principios de los noventa del siglo pasado, la franquicia mutante, la escudería más exitosa de la casa de las ideas (con permiso de la división arácnida) pasaba por un proceso de profundos y traumáticos cambios. El principal artífice del éxito de la Patrulla-X y de su posterior expansión, el guionista Chris Claremont, se marchaba de las colecciones mutantes y de la editorial que las publicaba, tras verse subordinado en su posición frente a un puñado de dibujantes estrella. Los servicios prestados pesaban poco, si se comparaban con las cifras de ventas que generaban aquellos jóvenes aunque no tan sobradamente preparados ilustradores. En honor a la verdad, la expansión de la escudería-X había traído consigo la imposibilidad de que el patriarca mutante pudiera escribir todas las series. Durante un tiempo, pudo mantener cierto control -sobre todo cuando las iniciativas que empezaron como independientes se saldaron con sendos fracasos- pero, pronto, se vio obligado a descargarse de tareas. Primero fueron las andanzas de los Nuevos Mutantes, que pasaron a manos de su colega y amiga Louise Simonson. Luego le tocó el turno a un Factor-X que nunca pasó de controlar indirectamente, a través de la citada guionista. Más tarde, sería la colección de Lobezno la que le tendría que abandonar, tras firmar unos escasos diez números, en los que intentó ir en una dirección distinta de la que se había fijado para la Patrulla-X.

No era la primera vez que el mutante de las garras tenía su propia cabecera. Sin embargo, sí era la primera ocasión en la que contaba con una serie regular abierta. La presentación de la misma había sido en las páginas de la colección antológica Marvel Comics Presents. Allí, un Logan al que todo el mundo daba por muerto -tras La caída de los mutantes- se reencontraba con Jessan Hoan, una ejecutiva hongkonesa a la que la Patrulla-X había rescatado, en una de sus primeras misiones como equipo clandestino / furtivo / legendario con base en un desierto de Australia. Claremont había decidido plantar a un Lobezno que escondía su rediviva identidad tras un parche en el ojo izquierdo, a un ambiente totalmente distinto. La ciudad ficticia de Madripur -mezcla entre Singapur, Hong Kong y Macao- es un enclave portuario que evoca, como he dicho en más de una ocasión, las aventuras de Terry y los Piratas o de Cuentos del Mono de Oro. Historias de marineros, tabernas de baja estofa, crimen organizado, piratería y todo tipo de oportunidades como para que un broncas como Logan se meta en líos. Las premisas son interesantes: Lobezno quiere ir de necesario incógnito, por lo que el uso de las garras queda circunscrito a las circunstancias de último y letal recurso. Al final del serial de presentación, Hoan ocupaba el puesto del Tigre, una suerte de señorío de los bajos fondos de la ciudad y Lobezno tenía en aquel corrompido y putrefacto lugar una especie de santuario. En lugar de jugar sobre seguro, don Chris había decidido arriesgarse, haciendo equipo con el veterano John Buscema. El hermano mayor, que sabía lo suyo del dibujo de ambientes sórdidos, gracias a su paso por las colecciones protagonizadas por Conan de Cimmeria, ayudó poderosamente a conseguir una ambientación adecuada, presentando a un Lobezno más peligroso que nunca. Sin embargo, el experimento no duró demasiado y, durante casi dos años, la colección se convirtió más bien en una sucesión de aventuras, con distintos equipos creativos. Nombres como los de Archie Goodwin, Peter David, Jo Duffy o John Byrne se sucedieron, usando ora la ambientación aventurera, ora la súper-heroica. En septiembre de 1990, llegaría a la serie un caballero, de nombre Larry Hama, que había ganado cierta popularidad con la adaptación tebeística de las aventuras de G. I. Joe. Aquí firmaría uno de sus mejores trabajos, amén de una larga etapa, que se extendería durante casi ocho años.

Hama tendría ocasión de dejar su impronta en la serie, aprovechando los elementos precedentes para llevar al protagonismo por derroteros novedosos y, de paso, jugar con el misterio de su origen y sus relaciones con otros personajes, como Dientes de Sable. Sin embargo, aquí está aún tanteando el terreno y, para ello, decidirá jugar sobre seguro y emplear elementos bien conocidos en la historia de Lobezno: sus vínculos con Alpha Flight y su enemistad con Dama Mortal.

Sangre, arena, carne, metal y viajes espacio-temporales

La historia comienza cuando Logan hace una visita a Eugene Judd, más conocido como Puck. Entre ambos hay una amistad muy antigua, que es anterior al paso -no coincidente, en principio- por Alpha Flight y está relacionado con la longevidad de ambos. En ese momento, Lobezno desconoce buena parte de su pasado, pero sí es conocido el hecho de que ya armaba jarana desde principios del siglo veinte. Lo mismo puede decirse de Puck, que ha recorrido el mundo y hecho de todo un poco. Ambos son canadienses, pendencieros, juerguistas, leales con sus amistades y de estatura no muy elevada. Ambos están presentes cuando hace su aparición la guerrera Dama Mortal, en la colección de Alpha Flight. Heather Hudson, la viuda de Guardián, busca a alguien que le entrene para asumir el legado de su difunto esposo y vestir el traje con los colores de la bandera del reino. Tras ser rechazada por Puck -que teme que sufra el aciago destino de Mac- va en busca de Lobezno, solo para unirse a él en ese primer duelo con una misteriosa guerrera armada con una catana. Dama Mortal se revelará como hija de Lord Viento Oscuro, el creador del proceso que dio a Logan sus garras de adamantium. Esto dará a Heather una pista sobre la posible implicación de su esposo en esa operación, al tiempo que desvelaba la identidad de la espadachina era la de Yuriko Oyama, un personaje que había aparecido por primera vez en la colección de Daredevil. El hombre sin miedo había viajado a Japón para evitar que Lord Viento Oscuro restaurara el destrozado espinazo de Bullseye, usando una versión de su técnica para infundir metal en el hueso. En esa aventura, Yuriko se presenta como aliada del cuernecitos y enemiga de su progenitor; tras la misma y, una vez fallecido su padre, decidirá asumir su legado y continuar su misión. Al considerar que el esqueleto y las garras de adamantium de Lobezno constituyen la prueba de un latrocinio de la forma original, intentará infructuosamente eliminarle. Heather, ya con el nombre asumido de Vindicador, frustrará esa empresa. Obsesionada con el deseo de vengar a su padre y recuperar su legado, Yuriko sacrificará su humanidad y se someterá a un proceso que la transformará en una ciborg. Su siguiente encuentro con Lobezno será a otras tres persons, parcialmente mecánicas. Cole, Reese y Macon son tres antiguos guardias del Club Fuego Infernal, a los que Logan habría dejado gravemente heridos durante La saga de Fénix Oscura. Los cuatro buscan venganza y, bien por circunstancias, bien por mero deseo de venganza, renunciarán a su humanidad, solo para verse vencidos por su viejo adversario, con la ayuda de Katie Power, la más pequeña de los integrantes del grupo familiar Power Pack.

El personaje de Dama Mortal es un buen ejemplo de que todo se puede aprovechar en el convento, si surge la ocasión adecuada. Yuriko Oyama fue presentada en la colección de Daredevil, siendo precisamente Larry Hama su creador gráfico, sobre guiones de Dennis O’Neil. Su transformación en Dama Mortal la brindarían Bill Mantlo y Sal Buscema, atreviéndose el guionista a meterse en el terreno de Claremont, al insinuarse que Guardián podría haber participado en el proyecto Arma-X. Más tarde, el mismo autor dejaría caer que esa idea era infundada pero, durante un tiempo, una sombra de desconfianza se cernió sobre el recuerdo del caído -o eso se creía- esposo de Heather McNeil Hudson. Sería Claremont -¡cómo no!- el que, en un espectacular episodio dibujado por Barry Windsor Smith, mostraría el proceso de pérdida de humanidad -física- de Yuriko y la absurdidad de ese sacrificio. Cuando Hama la recupera para la aventura aquí recopilada, sigue unida a los Cosechadores de Donald Pierce -a los que se ha ido viendo en las páginas de La Patrulla-X- y, por supuesto, obsesionada con Lobezno.

El desembarco de Larry Hama en la colección se verá prontamente complementado con un dibujante de primera fila: Marc Silvestri. El dibujante floridano, uno de los niños bonitos de Marvel en aquellos días, viene de cerrar una exitosa etapa en la colección mutante principal y busca un encargo más tranquilo. Lobezno es, para él, un viejo conocido, pero se ahorra el trabajo de tener que dibujar al resto de la Patrulla-X. Su presencia será el gancho necesario para que el público pique el anzuelo de una serie que ha estado casi dos años navegando un poco a la deriva. Cuando marche junto al resto de los «siete magníficos» para fundar Image Comics, Hama estará ya bien aposentado en la cabecera. Sin embargo, aún falta tiempo para que todo esto suceda.

Volviendo al reencuentro entre Logan y Eugene, vemos cómo este último enseña al primero una foto de sus días durante la Guerra Civil. En ella están unos amigos que lucharon en el bando republicano y Ernest Hemingway, el novelista que ejerciera de corresponsal bélico. Para sorpresa de Judd, su amigo identifica a una de las personas que están en la fotografía. ¿Cómo podría saber ese nombre, si él no estuvo allí? Pronto se presentará la respuesta, en la forma de una viaje en el tiempo, en el que les acompañará la citada Dama Mortal. Yuriko Oyama se encuentra en Australia, junto a Donald Pierce y el resto de los Cosechadores. Este equipo de ciborgs ha recuperado su antiguo cuartel general, brevemente ocupado por la Patrulla-X. Con ellos está, una vez más, Pórtico, el mutante aborigen con capacidad para el tele-transporte. La antigua espadachina reclamará a su prisionero que lleve en pos de su enemigo y esta decisión concurrirá para producir el resultado que ya conocemos. Varados en la Guerra Civil Española, Lobezno y Puck harán causa con el bando republicano, en tanto que Oyama se aliará con los sublevados y, más específicamente, con la Legión Cóndor. Los primeros actuarán como héroes, altruistamente, combatiendo junto a quienes defienden la II República y pese a que saben, por historia y experiencia, que la causa está condenada. La segunda ve su circunstancial alianza con las fuerzas alemanas una vía para cambiar su aciago destino y modificar el curso de la historia: si el cadáver de Lobezno es entregado a su padre, un joven Lord Viento Oscuro, este no se convertirá en un kamikaze fracasado y no empeñará su vida y la de sus hijos en una existencia de frustración y amargura. El desarrollo de la historia demostrará que, más allá de la cuestión material, la humanidad reside en el alma de cada persona. Lobezno es un héroe por elección propia e intentará siempre hacer lo correcto, pese a que no resulte siempre agradable. Dama Mortal es inhumana, y no precisamente por el hecho de que su cuerpo sea mayormente mecánico. No será la última vez que uno y otra crucen sus cuchillas, pero esta será la primera vez que Hama esté a los mandos de la historia.

Epílogo: así se hacían las cosas antes de Internet

La historia refleja cómo funcionaba el asunto de la documentación, en los días en los que Internet no era el pan nuestro de cada día. La ambientación que desarrollan Hama y Silvestri de la España desangrada por la Guerra Civil, evoca disparates como la Barcelona visitada por Indiana Jones -cortesía de David Michelinie y Kerry Gammil- o la «guerrilla» vasca que conociera MacGyver -en la serie televisiva de 1985-. La presencia de Hemingway se justifica por la relación entre este y Puck -nombrada por John Byrne en Alpha Flight, pero que Hama se equivoca al aplicar, pues el célebre novelista conoció a Judd cuando este era víctima de una maldición acondroplásica-. Los títulos de la saga -Sangre y garras- o de algún capítulo -Están doblando por ti- evocan otras obras que redundan en esa imagen estereotipada y cañí que se tenía de España hasta no hace tanto. Los nombres de personajes -Inez en lugar de Inés- y lugares -el paso de Eroica- y un mapa de geografía disparatada, completan un festival del desbarajuste que, a día de hoy, permite comprobar que algo se ha avanzado en ese punto. La Red se ha convertido en una herramienta que acorta distancias y aporta datos que permiten construir una ambientación más conseguida, al tiempo que se separa del tópico -atribuido a Byrne- según el cual el escenario exótico de turno debe de incorporar todos los tópicos del lugar. Así, en España debía de haber toros, toreros y sangría; en Alemania, bebedores de cerveza con vestimenta tirolesa; en Francia, boinas, baguettes y cierta flojera combativa y así sucesivamente.

Pese a todo lo anterior, solo me queda repetir lo que dije hace tres años y medio, en torno al valor intrínseco que esta historia tiene para el público español.

Ilustración de Marc Silvestri
Detalle de una de las portadas originales

  Edición original: Marvel Comics – enero – marzo – 1991 Edición España: Panini Comics – noviembre 2018 Guión: Larry Hama Dibujo: Marc Silvestri Entintado: Dan Green, Mark Chiarello Color: Glynis Oliver Portada: Marc Silvestri, Dan Green, Glynis Oliver Precio: 13,30 euros (tomo en tapa dura de ochenta páginas)  …

Una añeja curiosidad

Guión - 7.4
Dibujo - 7.4
Interés - 7.3

7.4

Entretenimiento intrascendente

Una historia cuyo valor no está ni en el guion ni en el dibujo, sino en el contexto de la misma.

Vosotros puntuáis: 5.88 ( 12 votos)
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