The Unwritten: Tommy Taylor y la identidad falsa

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Edición original: may. 2009/dic. 2014; Vertigo (DC Comics).
Edición España: Planeta DeAgostini/ECC Ediciones (jun. 2010/-).
Guión: Mike Carey.
Dibujo: Peter Gross.
Entintado: Peter Gross.
Portadas: Yuko Shimizu.
Color: Chris Chuckry, Jeanne McGee.
Rotulista: Todd Klein.
Precio: 14,95 € (Rústica, 144 págs.)

 

Si algo resulta ser The Unwritten es una historia de conexiones improbables, casi imposibles, que aún así existen y se retroalimentan hasta componer una inabarcable y tupida red de relaciones ocultas. Y esta característica tiene la propiedad de invadir la realidad, la ficción, y la ficción que hay tras la ficción. Pero empecemos por el principio o, mejor dicho, por el Diablo: como muchos lectores sabrán ya, en los albores del presente milenio un guionista inglés llamado Mike Carey fue fichado para sacar adelante un spin-off de The Sandman en la línea Vertigo; un spin-off inmenso que empezó titubeante, que fue alcanzando la gloria poco a poco y que se centró en la figura de Lucifer. Pero los comienzos del proyecto, como ya apuntamos en su momento, fueron de todo menos tranquilos: tras la miniserie seminal con Scott Hampton a los lápices, Chris Weston abandonó la serie regular a los pocos números, y dejó todo manga por hombro y listo para el desastre. La situación la acabaría salvando providencialmente un artista americano llamado Peter Gross, que tenía un amplio bagaje en la línea gracias a la regular de Los Libros de la Magia, que se incorporó en el número #5 USA, y que resultó crucial para que Carey se afianzara y para que su Lucifer quedara en el recuerdo del aficionado.

Hasta ese momento ni Carey ni Gross habían tenido contacto alguno el uno con el otro, pero las experiencias marcan, y el guionista siempre quedó de lo más agradecido por el salvavidas que supuso el dibujante para su primer gran trabajo. La compenetración entre ambos fue tan buena que, de hecho, cuando Lucifer acabó en el 2006 tras setenta y cinco números intentaron volver a trabajar juntos en Vertigo, pero la «docena de ideas» que remitieron a los editores no acabó concretándose y ambos se fueron cada uno por su lado. Para Carey, en la línea eso significó dedicarse en cuerpo y alma a sacar adelante una nueva regular –Crossing Midnight– que pinchó definitivamente en el número #19. Una vez finiquitada la aventura, Carey y Gross retomaron conversaciones, y en la Convención del Cómic de San Diego del año 2007, abordaron a Karen Berger durante una comida y le comunicaron directamente su interés por sacar adelante un título creator owned. Con el fin de venderle la moto, Gross mencionó que «sentía que, tanto él como Carey, tenían aún un Predicador en el interior», refiriéndose al recorrido que Garth Ennis y Steve Dillon realizaron en Hellblazer –comparada por tanto con Lucifer– antes de ocuparse de las aventuras de Jesse Custer y compañía. La Berger, ni que decir tiene, aceptó encantada, los instó a realizar su propuesta en breve y les remitió al editor de la línea Pornsak Pichetshote, con el que ambos habían colaborado en el pasado (precisamente en Crossing Midnight en el caso de Carey).

Esta propuesta –que tiene una curiosa intrahistoria que exploraremos después– llegó en el otoño de ese mismo año fruto de dos ideas que Carey y Gross habían tenido por separado y que decidieron unir; pero, por lo que cuentan los implicados, Pornsak –a quien le atraía el concepto– albergó serias dudas acerca de cómo iba a trasladarse a una serie regular de forma efectiva. La pega descolocó especialmente al guionista y le hizo devanarse los sesos hasta que el editor se puso manos a la obra y les aconsejó centrarse en la mecánica de la trama. Muestra de lo fértil que acabó resultando la colaboración de Pornsak es que, en relación a la frase que empleó Berger en 2009 cuando dio a conocer la colección durante la Convención del Cómic de Nueva York –definió al equipo creativo como una «bestia de dos cabezas»– a día de hoy Carey y Gross insisten en que, en realidad, The Unwritten es una obra sacada adelante «por una bestia de tres». En palabras del guionista, «Pornsak les permitió hacer crecer el asunto de una forma increíblemente orgánica, con unas maneras muy distintas a las de cualquiera con el que hubieran trabajado antes».

Lucifer, la primera colaboración de Carey y Gross

Sea como fuere, y tras un arduo proceso de desarrollo en el que la comunicación entre guionista y dibujante «tuvo lugar en un 99% de las veces por correo electrónico», la serie debutó en mayo de 2009 con una apuesta brutal por parte de la editorial: un primer número de 40 páginas al precio de 1$. Para hacerlo lo más atractivo posible, se fichó a la diseñadora japonesa afincada en Nueva York Yuko Shimizu, de impresionante curriculum y para la que The Unwritten ha supuesto una notoriedad inesperada: «Crear portadas para cómics es muy diferente a dibujar para revistas empresariales […] Es maravilloso tener todo un nuevo grupo de público viendo mi trabajo. Creo que me he ganado mucho respeto por parte de mis estudiantes de la School of Visual Arts [risas]. Además, recientemente recibí un email de un veinteañero que me contaba que dejó de leer cómics cuando tenía trece años, pero que un amigo suyo lo había llevado a una tienda especializada recientemente y que, tras ver la portada del primer número de The Unwritten, le encantó, lo compró y desde entonces ha comprado cada número y ha disfrutado la historia cada vez más. Ahora vuelve a leer cómics. Fue algo muy muy bonito». No obstante, que nadie piense que ésta es la única conexión de Shimizu con Vertigo: fue compañera de cuarto de James Jean, ayudó a su amigo Paul Pope a colorear las portadas de 100% y, previamente a su trabajo en The Unwritten, ya había participado en las portadas de la adaptación de The Sandman: Cazadores de sueños.

¿Qué tal le ha ido a la colección desde su debut? Pues increíblemente bien. The Unwritten no sólo ha conseguido críticas positivas y entusiastas por doquier sino que, además, apenas se ha desinflado en ventas: tras un debut de casi veintisiete mil ejemplares, su segunda entrega se instaló en la franja de los dieciséis mil, y en estos mismos momentos parece haberse estabilizado –desde hace tres o cuatro números– en la de trece mil ejemplares largos al mes. Hay que observar la tendencia, claro está, pero de momento es uno de los lanzamientos más exitosos del sello en los últimos años; más aún si tenemos en cuenta que el primer recopilatorio, lanzado al otro lado del charco en enero, ocupó en los listados de Diamond la segunda posición en dicho mes –5.836 volúmenes– y que se ha seguido vendiendo decentemente en meses ulteriores. Si a eso le sumamos unas nominaciones a los Eisner que incluyen las de Mejor serie nueva, Mejor serie regular, y Mejor número único al #5 USA, podremos suponer el cuadro completo y entender la gran apuesta que ha realizado Planeta DeAgostini lanzando la colección prácticamente en solitario (sólo acompañada por una reedición de Heavy Liquid) durante junio de 2010.

Portadas de Shimizu para los cinco primeros números

La edición que la editorial española ha puesto a disposición del aficionado tiene sus puntos a favor y sus puntos en contra. Respecto a los primeros, el volumen nos llega muy bien encuadernado, sin fallos ni errores a la vista, con una buena reproducción, con numeración de colección y, ni que decir tiene, con todos los extras del TPB USA: una introducción a cargo de Bill Willingham algo ombliguista, portadas originales y sus bocetos y una curiosa alternativa para las páginas iniciales del primer número. En lo que respecta a la rotulación, decir que estamos ante una coedición y que por tanto casi todos los textos pasan a negro, perdiéndose en parte la riqueza tipográfica –especialmente la cromática– del original; no obstante, esto se ve atenuado por una efectiva variación tipográfica en cuanto a fuentes, que adaptan más que correctamente las muchas variaciones del material anglosajón (texto manuscrito, texto impreso, diálogos normales, etc.).

Por su parte, la traducción es correcta y ajustada –con algunas licencias– cuando se trata de diálogos y textos «corrientes»… pero ¡ay! la obra es profusa en referencias bibliográficas, y ahí el autor de la traducción (sin acreditar) no se ha tomado todo el tiempo que debería y no ha cotejado las tralaciones de los libros. Así, el No thoroughfare de Dickens y Collins se traduce como Prohibido el paso (en lugar de como Calle sin salida), el Coram Boy de Jamila Gavin se deja tal cual (ignorando que hay una traducción titulada Sinfonía de Coram), y el Our mutual friend de Dickens, clásicamente traducido en España como Nuestro común amigo, se convierte en Nuestro amigo común. Y ya para completar los aspectos negativos, destacar el precio del tomo: 5 números USA en 144 páginas (el primer número es más largo y viene con extras) a 14,95 €, frente a los 12,95 € que costaban hace unos meses.

NOTA: Tras una cincuentena de números, varias entregas dobles y un cruce con otra de las series de la editorial (la celebérrima Fábulas), en octubre de 2013 se anunció que la colección finalizaría tras un segundo volumen de doce números a publicar desde enero de 2014 hasta finales de ese mismo año (renumeración incluida).

Argumento

Cuando Wilson Taylor, un celebérrimo y exitoso autor de novelas fantásticas, concibió a Tommy Taylor –el niño mago que las protagoniza–, lo moldeó a imagen y semejanza de su propio hijo: Tom Taylor. Y cuando Wilson decidió esfumarse de la faz de la tierra tras el decimotercer y enigmático libro de la saga, fue su hijo Tom, ya adulto, el que recibió toda la atención mediática, el que se paseó por enormes convenciones firmando libros a los fans y, paradójicamente, el que no vio ni un solo dólar de la inmensa fortuna de su padre. La vida de Tom es, por tanto, buena y mala a la vez: asfixiado por una creación que no es suya y a la que personifica hasta el punto de no tener identidad, pero en el centro de una gran vorágine económica y de fama superlativa.

Un mapa literario de lo oculto

Sin embargo, todo esto está a punto de cambiar: durante una convención, alguien lo acusa de ser un fraude, de no ser el hijo de Wilson Taylor y de querer engañar a los seguidores de Tommy. Confundido y agobiado, el joven Tom emprenderá un viaje por el mundo con el objetivo de indagar en su pasado siguiendo la única herencia real que le legó Wilson: un mapa literario del mundo; lugares que, a lo largo de la historia de la humanidad, han estado relacionados con la gestación de obras que influyeron de manera decisiva en su época. Un mapa que una sociedad secreta que parece haber estado manipulando escritores desde los albores del tiempo intentará recuperar mientras busca destruir a Tom, a su padre y a las ideas que este último ocultó en su novelas.

Personajes principales

Tom Taylor. El hijo de Wilson Taylor y protagonista principal de The Unwritten es un veinteañero en crisis totalmente mediatizado por los libros que su padre, celebérrimo escritor, dedicó a un niño mago al que no tuvo otra que ponerle el propio nombre de su vástago. Incapaz de salir de una espiral de fama que, para colmo, le es ajena, su vida se trastocará radicalmente cuando una periodista de nombre Lizzie Hexam lo acuse de ser un fraude. Embarcado pues en una odisea en pos de su pasado, Tom tendrá como única guía un mapa legado por su padre y un conocimiento que este último se empeñó en grabarle a fuego: conexiones literarias aplicadas a la geografía. En efecto, Tom es una enciclopedia de datos cruzados sobre libros, autores y lugares… un extraño y en apariencia inservible bagaje, propio de un freak televisivo, pero que se revelará crucial en un viaje en el que todo el mundo –desde su agente hasta la ex-compañera de su padre– parece tener una clave oculta del misterio.

Tommy Taylor. El alter ego ficcional de Tom Taylor es un niño mago con gafas, una suerte de tatuaje en la mano que le duele cuando está cerca de algún peligro y tres inseparables amigos: Peter Price, Sue Sparrow y una fiel gata voladora de nombre Mingus (bautizada así en honor del jazzista Charlie Mingus y gráficamente inspirada por Narnia, la gata de la hija de Peter Gross). Hasta el momento ha conocido trece novelas –la última de las cuales, Tommy Taylor y la trompeta dorada, posee un enigmático final con Tommy muriendo a manos de su archienemigo, el Conde Ambrosio– y adaptaciones por doquier en el cine, los videojuegos, los cómics y multitud de medios. Se estima que el 40% de la población alfabetizada ha leído alguna vez un libro de Tommy, y mientras que los aficionados a las novelas esperan con fervor una hipotética decimocuarta entrega, se entretienen venerando a Tom como si en lugar de ser el modelo para el protagonista de sus fantasías, fuese la fantasía misma.

Lizzie Hexam. La primera vez que aparece en The Unwritten, Lizzie Hexam lo hace para arruinar la vida de Tom Taylor: lo acusa de ser un fraude, de ser el hijo de un matrimonio croata comprado por Wilson Taylor de forma ilegal y de un sinfín de tropelías que arruinan su imagen pública a golpe de click y velocidad ADSL. Sin embargo, poco después Lizzie reaparece para salvar a Tom de una muerte segura e insinúa saber mucho más sobre los acontecimientos que están teniendo lugar en la vida de nuestro protagonista. A partir de ahí, Lizzie aparecerá aquí y allá providencialmente a modo de Virgilio moderno para nuestro muchacho, ayudándolo y guiándolo en los momentos de duda y dificultad. La cuestión es… ¿para quién trabaja? ¿por qué destrozó su monotonía para luego salvarlo? Y sobre todo, teniendo en cuenta que su nombre es un pseudónimo tomado de un personaje de la novela de Dickens Nuestro común amigo ¿quién es realmente? Preguntas sin respuesta… ¡por ahora!

Wilson Taylor. El padre ausente que condiciona la vida de su hijo es otro arquetipo clásico y Wilson Taylor no es una excepción. Hombre misterioso, estricto, ligeramente violento y creador de una saga de libros millonaria, cuando comienza The Unwritten Taylor es un auténtico fantasma: misteriosamente desaparecido tras la publicación del decimotercer libro de las aventuras de Tommy, en paradero desconocido y sin una pista sobre su situación. Empero, las enseñanzas que inculcó a su hijo y su obsesión por crear un mapa literario del mundo relacionando determinados lugares parecen extrañamente relacionadas con las peripecias que vive su vástago y con el extraño y expeditivo grupo que le sigue los pasos a este último. Su papel en el drama está todavía por aclarar.

Sr. Pullman. Aparentemente inmortal, agresivo, violento, tendente al drama en sus asesinatos y con odio profundo por los Taylor, el Sr. Pullman es a día de hoy brazo ejecutor y miembro de alto rango de la logia que está detrás de toda la trama; una organización milenaria, con objetivos indefinidos y que parece haber guiado la historia de la literatura universal. Pero Pullman, además de haber sido visto con el mismo aspecto en distintos siglos, cuenta con una extraña habilidad: una suerte de mano mecánica capaz de reducir cualquier objeto animado o inanimado a viscosa sopa de letras gris. No obstante, el sufrido destino que le espera a los que prueban el ingenio parece reservado a enemigos de renombre pues, por regla general, Pullman prefiere el gore con toscas herramientas. Asimismo, también es un genio criminal capaz de organizar alambicadas tramas para inculpar a Tom de graves delitos. Una curiosidad: el efecto gráfico del toque de su mano está inspirado por un elemento diseñado por Shimizu para una portada alternativa –inédita– del primer número.

Hablan los autores

Mike Carey sobre los orígenes de la colección: «Inicialmente, cuando supimos que Lucifer estaba llegando a su fin, Peter [Gross] y yo tratamos de sacar algún nuevo proyecto adelante pero, por varias razones, ninguna de las propuestas que enviamos por aquel entonces llegó muy lejos; o bien llegaron muy lejos en el proceso para caerse antes del paso final. Más o menos a mediados del año pasado, los dos volvimos de repente a estar disponibles, y caímos en la cuenta de que ambos teníamos un hueco en nuestras agendas que nos permitiría trabajar en otro proyecto juntos. Nos lanzamos ideas el uno al otro que, inicialmente, parecían ideas inconexas. Peter le daba vueltas a un personaje que tuviera un alter-ego ficcional. La historia comenzaría en la ficción y usaría aspectos de esa ficción para explorar la vida real del tipo en cuestión. Yo tenía una historia centrada en los Yugas, las diferentes eras de la historia humana en la filosofía hindú, según la cual hay cuatro grandes Yugas –cuatro grandes eras para la Tierra– y la transición de una a otra está determinada por un acontecimiento decisivo y crucial. Así que yo tenía una historia sobre un tipo que sopla un cuerno mágico, que precipita el fin de un Yuga y que provoca el nacimiento de un nuevo mundo. Todo cambia excepto él; y entonces trata de encontrar a la mujer que amaba en el antiguo mundo y que ahora tiene una vida completamente diferente y ningún recuerdo de él. Habría sido una especie de ¡Olvídate de mí! pero con magia. El caso es que, inicialmente, estas dos historias parecían separadas por un millón de millas. Pero fuimos acercándolas con ideas elaboradas y, en un momento dado, nos dimos cuenta de que las dos ideas encajaban creando algo enormemente diferente a lo que cada uno por separado había imaginado, pero más excitante».

Mike Carey sobre el título: «Mi experiencia en Vertigo dicta que o tienes el título desde el principio y es la primera cosa que presentas, o agonizas por meses y tu vida se vuelve miserable. Tuvimos un título de trabajo provisional y, llegado cierto momento, la gente empezó a decir que no era bueno. Descriptivo pero no sexy. Íbamos a llamarlo ‘The Faction’. Porque es una palabra que recuerda a una cábala, un grupo con una agenda secreta o, al menos, un grupo que se escinde de otro grupo. Pero también es una fusión de hecho y ficción. Es como ‘pseudocumental’, o lo que sea. Tocaba algunos temas centrales del cómic, pero tampoco era una palabra con la que la gente tuviera una fuerte conexión. Así que empezamos a barajar otras ideas. Llegamos a manejar unas doscientas o trescientas […] Gross lo amplía: Fue horrible. Llegado cierto momento, la gente de marketing de DC se interesó realmente por el cómic, porque les gustó el concepto. Así que empezamos a recibir un montón de opiniones sobre el título. Fue un caos. Tomó mucho tiempo. Pero estamos muy contentos con ‘The Unwritten’. Otro de los que pensamos, ‘The Faction’, también iba bien porque daba pistas sobre la trama del cómic, a pesar de que tuvieras que resolverla por ti mismo. Pero ‘The Unwritten’ también las da. Y tiene resonancias más emocionales, además. Me gusta el tono que aporta a la relación entre Tom y su padre… hay tantas cosas que nos quedan por decir en la vida. El caso es que capta bien ese aspecto. Y también los secretos que hay tras las historias. Las cosas que no se dicen al hablar de lo que tratan las historias».

La «facción» del título original

Peter Gross sobre el equipo creativo: «Ha sido una verdadera coproducción entre Mike y yo. La premisa inicial era una combinación de ideas que tuvimos cada uno; la mía sobre un niño que se hace famoso por una historia y luego es abandonado por el padre/autor, y la de Mike sobre una conspiración tras la ficción. Combinamos las dos y añadimos la idea de observar cómo la ficción afecta al mundo real de forma causal, lo cual nos llevó un buen volumen de emails que iban y venían desarrollando esos conceptos más y más profundamente. Diría que fuimos co-creadores de la trama hasta llegar el momento de escribir un guión; momento en el que me pasé al asiento de atrás y dejé a Mike conducir. De hecho tiendo a ser el que inicialmente más hace avanzar los conceptos porque tengo un montón de tiempo cuando entinto y nada en que pensar salvo en la historia. Así que mientras Mike está ocupado escribiendo X-Men, las novelas de Felix Castor y diversos guiones, ¡yo estoy en el estudio empleando catorce horas al día en pensar sobre las implicaciones de de la mano ficcional de Pullman!» […] Carey amplía el tema: «No es en absoluto algo que pueda hacer con cada artista con el que trabajo. Funciona con Peter porque A) Estamos en la misma onda pero también porque B) nos conocemos muy bien y encajamos muy bien como equipo, y algo realmente interesante ocurre cuando intercambiamos ideas entre nosotros» […] Y Carey amplía con humor: «Además [le dejo hacer porque] mi peor hábito de trabajo es, probablemente, hacer descansos para jugar al Conecta 4 online o a algún juego tonto. Solía ser el Scrabulous, cuando el Scrabulous aún existía: las apps de Facebook son auténticas ladronas de tiempo».

Mike Carey sobre la duración de la colección: «Definitivamente tiene un comienzo y un final, pero no tiene un nudo definido. Ése fue el caso de Lucifer, también, y estoy seguro de que es el caso de un montón de historias serializadas. Sabemos más o menos el curso irregular de la odisea de Tom, y sabemos a donde le llevará finalmente, pero la ruta precisa es algo que ocurrirá mientras ocurre porque, simplemente, ocurre. Con Lucifer, nos dimos cuenta después de un determinado punto de que estábamos escogiendo contar ciertas historias y escogiendo no contar otras; siguiendo un posible camino a través de un bosque narrativo en el que muchos, muchos otros caminos eran posibles. Cada decisión abría algunas bifurcaciones y cerraba otras. Dejaba de escribir tanto como escribía. Así que sí, The Unwritten tiene una vida limitada, pero podría fácilmente llevarnos seis, siete, ocho años o así llegar a donde queremos terminar. Cruzamos los dedos y esperamos encontrar nuestro público, tal y como hicimos con Lucifer, para que la historia encuentre el espacio que necesita para desarrollarse».

Mike Carey sobre la estructuración de los arcos: «Vertigo lo está moldeando claramente con vistas a los recopilatorios. Es una concesión que, con el paso de los años, hemos hecho porque gran parte del éxito proviene de los recopilatorios. Así que lo estamos estructurando específicamente con la estructura en arcos en la cabeza» […] Gross lo amplía: «Dicho eso, comentar que estamos usando un modelo con el que nos sentimos muy cómodos cuando hicimos Lucifer, y que no es otro que plantear arcos largos punteados y separados con pequeñas historias sueltas. Y estas historias sueltas, al menos la mayor parte, aunque pueden disfrutarse como piezas independientes, iluminan la historia central desde distintos ángulos. Es una forma realmente bonita de jugar con la estructura secuencial y hacerla funcionar. Y la primera historia suelta es la del número #5. Cuando leí el guión de Mike… bueno, pensé que era el mejor guión de cómics que había leído nunca. Es simplemente una historia fantástica. Habíamos estado hablando de que lo dibujara un artista invitado, pero pensé que me iba a perder el Eisner si lo dejaba escapar [risas]».

Peter Gross, sobre la inspiración y la relajación: «Lo que ocurre es que cuando hablamos de una idea, tengo que gestarla o algo así. Tiendo a tomar largos baños porque el baño es donde nadie me molesta, donde puedo pensar y generar grandes ideas a partir de algo que Mike haya sugerido. Y entonces le digo ‘acabo de tener otra epifanía en el baño’. De hecho Mike me respondió una vez ‘creo que voy a dejar de ducharme y empezar a tomar baños’ [risas]. Cada par de meses, tengo una epifanía en el baño» […] «Cuando no trabajo intento pasar el máximo tiempo posible con mi mujer, Jeanne McGee, y con nuestra hija de 8 años, Alice (que para mi inmenso regocijo está leyendo ahora los archivos de la Legión de Superhéroes). Cada día me hace un test sobre la Legión, a modo de trivial, y se enfurruña las veces que acierto la mayoría de las respuestas».

La Tommy Con de Londres y sus locos seguidores

Mike Carey sobre Tom Taylor: «Tom Taylor está como anémico con todo el asunto. No le gusta el hecho de ser famoso por haber inspirado un niño mago ficcional y ha intentado alejarse del legado de su padre, pero siempre ha fallado a la hora de escapar de su conexión con el personaje. El resto de cosas que ha emprendido en su vida han fracasado; no ha conseguido nada con el resto de sus metas personales. Y ahora, siendo un veinteañero, se encuentra inmerso en el circuito de las convenciones, firmando los libros de su padre y asistiendo a lanzamientos de videojuegos basados en los libros y demás. Y lo odia. Está lejanamente basado en la vida real de Christopher Robin Milne, el hijo del mismo Alan Alexander Milne que escribió los libros de Winnie The Pooh, y que pasó gran parte de su vida rebelándose contra ese legado. De modo que así es como encontramos a Tom al principio de la historia. Pero entonces las cosas empiezan a ponerse feas cuando una mujer en una convención lo desafía, alegando que un montón de cosas de su vida no parecen encajar. Al parecer un montón de documentación prueba que su identidad ha sido una creación falsificada. Así que ella simplemente le pregunta quién es en realidad, y él tiene que afrontar la terrible posibilidad de ser, de hecho, un personaje de ficción en lugar de una persona real».

Mike Carey sobre Tommy Taylor: «Tommy Taylor, nuestro chico mago, es una encarnación de un arquetipo que incluye a Harry Potter, Tim Hunter, el Christopher Chant/Chrestomanci de las novelas de Diana Wynne, la Bruja desastrosa de Jill Murphy y muchos otros. Los magos jóvenes son un arquetipo, y aparecen en infinidad de permutaciones en la literatura del siglo XX. Nosotros simplemente estamos usando a Tom y a Tommy como una herramienta para explorar el rol que la ficción popular ocupa en las vidas de la gente, así como la multitud de creencias y emociones que la gente genera a partir de la ficción. Esta es en gran medida una historia sobre historias y sobre el papel que las historias juegan en nuestras vidas personales y en la vida de las culturas y las civilizaciones».

Mike Carey sobre la trama conspiranoica: «El otro aspecto del cómic es una suerte de elemento propio del thriller conspiranoico bajo la forma de un misterioso grupo de gente que tiene un interés poco amistoso por Tom. Parecen tener planes propios para él que él no puede comprender totalmente. Ellos son los «no escritos» del título del libro. Sea cual sea su meta final, parece implicar a la narrativa, especialmente las historias más populares o influyentes en la historia de la civilización […] El concepto de una conspiración secreta universal que tiene lugar en las sombras de la vida diaria lleva mucho tiempo entre nosotros. El nombre de esta cábala es muy significativo. Ninguno de sus miembros, con una excepción, ha sido nombrado o mencionado jamás en un texto literario. Y permanecen fuera del corpus literario humano por unas razones muy concretas. Nunca antes nadie los ha nombrado, o descrito, o señalado. Podría decirse además que la prevalencia de las teorías e historias sobre conspiraciones en la era actual y el hecho de que, desde 1950 hasta hoy, el thriller conspirativo se haya convertido en un género tan ubicuo tiene mucho que ver con este grupo».

Mike Carey sobre mitología y religión: «Es realmente remarcable la forma en la que escritores humanistas y ateos acuden a los temas religiosos y mitológicos en sus trabajos sin sentir ni una pizca de incongruencia o compromiso moral. Parte de la explicación que le doy en mi caso consiste en que, aunque ahora mismo soy ateo, crecí saturado de historias judeocristianas en la escuela, en la catequesis, en casa… y como las leí siendo niño y, por tanto, siendo receptivo al máximo, nunca han perdido su poder para mí. Y eso es cierto, probablemente, para un montón de gente. Entonces además está el hecho de que sabes que, cuando te refieres a estas historias, un gran porcentaje de tu público lo va a leer con la misma familiaridad y con el mismo conjunto de emociones: son puntos de referencia cultural altamente valiosos. Y en el fondo, aunque no puedo creer en un dios –o dioses– concreto, creo en lo divino y lo valoro; en la percepción de la presencia de un poder mayor que uno mismo. Las religiones, aunque creas que son cuentecitos, pueden ser rutas alternativas a esa percepción. Todo va sobre creencias. He hecho mía una cita de Wallace Stevens que dice que, en el fondo, uno tiene que creer en alguna ficción: sólo tiene que elegir en cual».

Curso de literatura para escritores

Mike Carey sobre la metaliteratura: «Bueno, historias sobre historias… puede que sea un zeitgeist en sí mismo. Pero es más que una sola cosa, en realidad. Por un lado tienes a Hollywood campando a sus anchas en el fondo de catálogo, haciendo remakes de todo lo que se mueva, porque cuando haces un remake la película original es la única carta de presentación que necesitas. Pero pienso que eso es muy distinto del enfoque juguetón de reinvenciones y múltiples capas que hemos visto en la ficción literaria y de cómics en los últimos quince años. Señalaría el Supreme de Alan Moore como una historia sobre historias que enriquece la apreciación del material original, y el Kavalier y Clay de Chabon como una meditación evocadora y profunda sobre las ficciones que colorearon nuestros sueños cuando éramos niños. Emocionalmente, es una llamada a volver atrás, a un manantial, a la fuente del Nilo. Todos tenemos historias que colonizan y habitan parte de nuestras mentes, y hay cierta magia en dirigir nuestra mirada hacia dentro para enfocarlas directamente. Conceptualmente, es como hacer una historia que sea una cinta de Moebius, retorciéndose y alejándose de la realidad ficcional y alimentándose a la vez de ella a través de un ángulo inesperado. Una cosa muy posmoderna, por usar una frase manida, pero que si se hace bien puede ser reveladora y divertida a un mismo tiempo».

Peter Gross sobre internet: «Pongamos que la Biblia es sólo una historia. Desde que fue escrita, tardó unos mil años en diseminarse y cambiar el mundo. Pero hoy en día, le llevaría sólo cinco minutos hacerlo en internet. Con esto en mente, una de las cosas que queremos explorar es cómo el poder de las historias cambia cuando la forma en la que se recibe la información cambia. Es como si las historias importaran menos pero consiguieran incorporarse a otros aspectos de nuestra cultura. Piensa en las celebridades, en las noticias, en el periodismo y en cosas como esas. Esas cosas han incorporado las historias a otros lugares distintos a los que deberían estar. Y eso es lo que estamos explorando realmente. ¿Qué son las historias? ¿Dónde deberían estar?».

Una conspiración literaria

En The Unwritten, la historia de la literatura tiene muchísimo que decir. El misterioso grupo que está detrás de la trama que amenaza a nuestros protagonistas parece haber controlado las historias que los seres humanos se cuentan entre sí desde tiempos inmemoriales, y lo ha conseguido a través de determinados autores a quienes han guiado los pasos –y encarrilado cuando trataban de rebelarse y revelarse– para condicionar nada más y nada menos que las ideas y los pensamientos de las culturas y sociedades. El alcance de su poder y la naturaleza de sus planes no está aún del todo clara, pero lo que sí es cierto es que tal red de conexiones le habrá costado a Mike Carey más de un dolor de cabeza. ¿Cómo se ha gestado esta conspiración? ¿Cómo vamos a guiarnos a través de ella? ¿Cuáles son las claves ocultas en The Unwritten y qué referencias podemos esperar? Eso mismo vamos a averiguar en esta sección.

Twain, Frankenstein, Kipling y Wilde en The Unwritten

La guía que, según parece, va a servir de GPS al autoestopista literario en el que se va a convertir Tom Taylor durante la colección es doble: por una parte, el propio conocimiento que su padre le inculcó de pequeño como si pretendiera presentarlo a un programa infantil. Estas aptitudes para relacionar lugares y libros ya se han visto de sobra en este primer recopilatorio de la serie: Tom las pone en práctica en multitud de ocasiones, a veces de forma inconsciente y automática, a veces de forma premeditada. Así, en un breve recorrido por Londres, a Tom le da tiempo de identificar la Biblioteca de la Casa del Senado de la Universidad de Londres (Ministerio de Información durante la II Guerra Mundial) y el famoso despacho 101 que ocupó George Orwell en sus instalaciones como la inspiración del escritor para crear el Ministerio de la Verdad –orientado a reescribir la Historia, como los conspiradores del cómic hacen prospectivamente– y su Habitación 101 en su famosísima 1984. En ese mismo paseo, Tom identifica los campos de Coram, bautizados así por Thomas Coram, el filántropo que en 1739 fundó en el lugar el Hospital de los niños expósitos de Londres, destinados a los pequeños sin familia y sin hogar (justo como Tom se encuentra cuando los ve). Además, nuestro héroe identifica el hospital tanto como la ambientación de Calle sin salida, de Dickens y Collins, como la inspiración para Sinfonía de Coram, de Jamila Gavin. Más adelante, por cierto, el mismo personaje identifica a Lizzie Hexam como un pseudónimo extraído de la novela Nuestro común amigo, también de Dickens, y en la que el protagonista pierde su identidad –y su herencia– cuando la policía lo confunde con un cadáver encontrado en el Támesis y lo da por muerto.

Por supuesto hay mucho más: cuando Tom se dispone a tomarse unos días de vacaciones en Pianosa se acuerda de Trampa-22, de Joseph Heller, justo cuando está a punto de caer él mismo en una trampa… pero es que en el núcleo mismo de la novela se encuentra un razonamiento circular utilizado por un sistema gubernamental del que es imposible salir (como una conspiración de la que no puede uno escaparse). De forma similar, cuando comienza su investigación, lo hace en la calle Baker, donde vivía Sherlock Holmes y su entrañable compañero de piso. Y cuando la trama se torna extraña y cercana a lo absurdo, se cita un poema acróstico que Wilson Taylor habría introducido en el último libro de las aventuras de Tommy y que, según Carey, esta inspirado por el gusto que le cogió a esta clase de composiciones Lewis Carroll, creador de la inmortal Alicia a partir de una niña real, Alice Liddell (a quien, por cierto, Carroll regaló el cuento original). Además, ¿a dónde va Tom para refrescar sus recuerdos de la infancia? ¿dónde alumbró Wilson al niño mago de sus novelas? Pues nada más y nada menos que a la Villa Diodati, originalmente construida por una familia amiga de John Milton (autor del célebre Paraíso perdido) y donde, en 1816, de una reunión entre el matrimonio Shelley, Lord Byron y John Polidori surgieron obras como Frankenstein o El Vampiro. ¿Lo mejor de todo? Pues que, cuando Tom visita la casa, ¡se encuentra con una reunión creativa de escritores de terror en busca de inspiración!

El mapa al detalle

Pero el alcance de los planes de Carey para la colección se ven ampliados cuando Tom rescata el mapa original de su padre, un Waldseemüller cuyos posits observamos con mayor detalle al final del recopilatorio –o al final del número #1 USA– y que indican muchos más lugares y autores. Entre ellos, los que vemos en el citado número #5 de la colección: de Mark Twain a Rudyard Kipling y sus Cuentos de así fue (una forma de señalar a los «no escritos» similar a la que empleó Mozart con la francmasonería en La flauta mágica), pasando por personajes como Stephen Wheeler o Edward Kay Robinson, y terminando en la condena a Oscar Wilde (parte de la «conspiración»). ¿Qué nos deparará el futuro? A juzgar por las palabras de Carey, de todo: de Moby Dick al Cantar de Roldán, todas serán tamizadas en el su complejo y fascinante pastiche. A tal efecto, tanto el guionista como el dibujante han mencionado en sendos textos sus lecturas favoritas (así como las más influyentes): Blyton, Moorcock, Peake, Powers (el escritor de Las puertas de Anubis), Baum… para dar, para tomar y con claves (o no) sobre The Unwritten.

Análisis conceptual

Aquellos que defienden la autobiografía como género o seña de identidad de una determinada producción artística olvidan que toda obra expresiva es, en puridad, autobiográfica, y que la narración de las propias vivencias y obsesiones simplemente se vehicula a través de propuestas más o menos explícitas, pero siempre reveladoras. Hasta cuando se ejecuta un trabajo de encargo o conceptualmente mediocre se encuentran, aquí y allá, ciertas vibraciones o, en última instancia, se acaba subrayando que el autor no tenía nada que decir o que necesitaba pagar facturas en ese momento de su vida. A este respecto, el propio vacío supone información. No obstante, en el cómic las claves autobiográficas son más complejas cuanto más se profundiza en la invención; cuanto más se pierde el ello del guionista en un yo ficcional mediatizado por el superyo de las exigencias comerciales y editoriales. En estos casos, averiguar cuánto hay de la persona en una determinada obra y cuánto hay de otras estructuras creativas se antoja complicado, pero resulta analizable a la luz de los puntos comunes que puedan descifrarse en trabajos pretéritos.

¿Por qué empiezo así este análisis conceptual? Pues porque The Unwritten, más allá de magos, conspiraciones y acción, es un cómic que permite averiguar quién es Mike Carey y, en menor medida, quién es Peter Gross; pero, sobre todo, porque por su vocación de obra magna de sus creadores, también es suma de sus obsesiones autorales. En primer lugar, y empezando por lo obvio, tenemos que es un tebeo que trata de reescribir la historia de la literatura, y uno sólo puede reescribir la historia de lo que conoce. The Unwritten será, por tanto, tan efectiva como el bagaje literario de su equipo creativo, y tan conseguida como su capacidad para integrarlo. En efecto, por su misma naturaleza constituye un tour de force reservado a nivel argumental a un puñado muy concreto de autores, como si fuera esa traicionera Hamlet de William Shakespeare cuyo monólogo sobre la actuación es temido por todo intérprete que se precie, pues al subrayar el protagonista los defectos y tics más comunes en el actor, aquel que lo esté representando corre el riesgo de destrozar su propio trabajo en plena escena y ante el público. Por tanto, ahí tenemos la primera clave: The Unwritten sólo podrá contener –no como guiño, sino como reinterpretación– aquello que Carey y Gross hayan leído y asimilado.

Un final no es sino un comienzo encubierto

A este respecto, los libros citados por los autores como sus preferidos o los que más les influyeron permiten determinar, junto a la obvia primera capa de lectura de The Unwritten, que nos encontramos ante un cómic de carácter netamente fantástico, pero de una fantasía con un toque muy británico, distinguida, sutil, que posibilita una mezcla de realidad y mundos ocultos rozando la metaliteratura de una forma que a Bill Willingham, en Fábulas, se le escapa. Por más que este último se empeñe en adscribir The Unwritten a una escuela que él bautiza como “triunvirato del LAH” –Literatura fantástica, historias de Animales y cuentos de Hadas–, la obra de Carey y Gross emparenta más fácilmente con los universos ficcionales de Neverwhere –cuya adaptación al cómic corrió a cargo de Carey– o Crossing Midnight; historias centradas en un protagonista muy definido, más que en un conjunto coral, que funciona a modo de arquetipo extraterritorial barthesiano en una tierra que desconoce. Una tierra en la que, además, tiene una misión concreta que se va desarrollando a modo de aventura gráfica, como si fuera una gymkana, y en el que diversos objetos juegan un papel crucial. Un modelo que Carey conoce bien tanto por su afición a los juegos de ordenador, como por los libros que señala como favoritos y por el hecho de que, algunos de ellos (Discomundo, Los nueves príncipes de Ámbar), han dado lugar a celebradísimos videojuegos homónimos en el subgénero mencionado.

Pero aún hay más, porque este punto de partida se desarrolla en The Unwritten de una forma que Carey –y Gross– conocen también a la perfección: un viaje de autodescubrimiento; un desarrollo físico, moral, psicológico y social del protagonista que lo llevará de ser un veinteañero en crisis de identidad (como los descritos en Faker o el Richard Mayhew Dick de Neverwhere) a erigirse como hombre totalmente maduro. En este sentido Carey y Gross acuden claramente al concepto alemán de bildungsroman –acuñado por Morgensten hace ya dos siglos y que significa, precisamente, «novela de aprendizaje o de formación»– para levantar un edificio narrativo que guarda no pocos paralelismos con, de nuevo, Neverwhere y Crossing Midnight. Una suerte de epopeya mágica, también mesiánica, que por su parte Gross emparenta voluntariamente no con Harry Potter, sino con el Tim Hunter que tan bien perfiló en las páginas de Los Libros de la Magia.

La realidad siempre supera a la ficción

Y, finalmente, allí donde hay un joven en crisis, debe haber un conflicto paternal, en este caso derivado de un padre distante y ausente. Por la biografía de Carey sabemos que su infancia en Liverpool transcurrió durante el período de declive de la ciudad, justo cuando se produjo una recesión que condujo al cierre industrial masivo y a la pérdida de empleo subsiguiente. En este contexto, su padre tuvo que hacer un esfuerzo ingente para mantener a flote a la familia con largas jornadas de trabajo en la fábrica Taylors Bakery; fábrica en la que, además, el pequeño Mike conoció lo que, hoy en día, describe como “su primer vistazo al infierno: negro como la noche, salvajemente caliente y lleno de trabajadores sudorosos que no podían parar ni por un segundo lo que estaban haciendo”. Este clima sin duda condicionó esa tendencia al fantástico del escritor, pero también el reflejo que hace de las relaciones paternofiliales en sus cómics: la mismísima Lucifer se estructuraba en torno a las ansias de un hijo por abandonar el legado de su padre, un conflicto que tiene su eco en The Unwritten mediante las pulsiones –idénticas– que genera Tom Taylor hacia Wilson Taylor, todo su legado literario y la forma en que éste condiciona y aprisiona su vida.

Más allá de todo esto, hay otros muchos detalles que permiten emparentar The Unwritten con la producción previa de sus autores, algunos de los cuales serían la conspiranoia de Faker o el terror gore, inequívocamente oriental, que ya era explorado en Crossing Midnight, que Carey introduce en el cuerpo central del arco de este primer tomo y que se inspira, confesamente, en películas como la reciente Dos hermanas (2003) de Kim Ji-woon. Pero lo fundamental está ahí: conflictos paternofiliales, crisis de identidad postadolescente, viajes de autodescubrimiento, fantasía y aventuras gráficas y, sobre todo, mucha literatura. Ya lo decíamos al principio: toda obra artística es en suma autobiográfica. Todas nuestras pulsiones quedan al descubierto en cada uno de los actos que ejecutamos y dejamos de ejecutar, en cada una de las frases que decimos y que callamos, en cada uno de los párrafos que escribimos o dejamos perderse. La única y verdadera clave para identificar lo que tiene de realidad una ficción, por tanto, consiste en saber mirar.

Análisis técnico

Si por algo sobresale The Unwritten es por su composición de página y sus efectos formales; sólo que, al contrario que en otras obras, estos no destacan sino que, en palabras de Gross «sirven a una historia que debe ser siempre la reina» y permanecen en el anonimato, sutiles, pero al mismo tiempo presentes. La diagramación de base impone una organización no estricta a base de viñetas cuadrangulares –cuadradas, rectangulares verticales u horizontales, y panorámicas– con una frecuencia de 6-8 por página, variable en función del número de planos detalle y medios exigidos por la narración. Desde un primer momento observamos además que la ubicación de estas viñetas es muy variable, que hay predominancia de superviñetas y falsas superviñetas, y que los espacios interviñeta tan pronto aparecen como desaparecen, que las páginas pueden ir a sangre o no hacerlo, y que en muchas ocasiones las viñetas aparecen recuadradas (con marcos negros, blancos, amarillos y azules pasteles). A estas características se suman como constantes una omnipresente superposición y la ausencia aún así de sensación de compresión de la página.

El objetivo es claro: el control total del flujo narrativo en la página y la evocación en el lector de un fuerte sentido rítmico, casi de urgencia. Por las palabras de Peter Gross en una ponencia online que apareció en el blog oficial de la línea Vertigo, observamos que su capacidad para proponer cambios en el guión –literario, detallado, preciso y muy técnico a la vez– que le proporciona Carey es considerable. Y también que el artista, heredero confeso de Jim Shooter, precisa totalmente la narración y dirige y maneja al lector (inconscientemente) con la habilidad de un auténtico hipnotizador. Tomemos como base la página del primer número que sirve de presentación a Tom Taylor: la línea de mesas de la viñeta uno hace dirigir el ojo a la segunda viñeta, mientras que la línea que sigue la multitud guía hacia la tercera. En la segunda viñeta la línea del libro que entrega Tom dirige a la tercera, y en la tercera, la inclinación de la cabeza de los autores guía a la cuarta, donde Tom recoge su pluma mientras mira a la derecha (donde habíamos situado a sus interlocutores). Finalmente, en la quinta y penúltima viñeta, la línea de mesas vuelve a guiar hasta la viñeta final inferior, efecto que se refuerza con el protagonista arqueando su espalda justo en medio de los dos escritores. Una fluidez perfecta y totalmente conseguida.

Del guión al cómic en cuatro pasos

Y esto sólo en las páginas de base; aquéllas que se refieren a la realidad cotidiana de Tom. Pero en The Unwritten hay mucho más: hay páginas webs, telediarios, fragmentos de novelas, películas, pasajes fantásticos, flashbacks, números históricos… una suerte de hipercómic en el que diversos formatos expositivos del audiovisual se dan cita sucesivamente y en los que Gross adapta la página a sus necesidades y borra cualquier pretensión de subrayarse al mismo tiempo. Ya lo comentaba Carey cuando recordaba cómo su compañero había insistido en que era capaz de dramatizar con el lenguaje del tebeo las primeras páginas de la colección (originalmente noveladas): «Peter es el perfecto y único artista posible para este cómic, que necesita su versatilidad, su cadencia y flujo narrativo, y su capacidad para variar. Escribo sabiendo que él es la otra cara de la moneda: que puedo pedir auténticas locuras y que él me las va a proporcionar». Pero es que además sus formas estilizadas, la adaptación de su línea de grosor medio a un trazo suave y continuo, plástico y ondulado, su sentido de la volumetría y su control sobre la gestualidad y la iluminación mediante el entintado le van al tebeo como anillo al dedo.

¿Cómo es el sistema de trabajo del dibujante? Bueno, lo primero que tenemos que saber es que en The Unwritten el mayor desafío que ha afrontado Gross ha sido hacer los bocetos, ya que aunque habitualmente no acostumbra a rotularlos, en este tebeo en concreto se dio cuenta de que el funcionamiento de los diálogos era muy importante de cara al apartado gráfico. ¿Por qué? Pues porque Carey afina mucho los diálogos y su sentido y, sin ellos, el dibujante era incapaz de cohesionar la expresividad del entintado con las líneas de los personajes. A este respecto cabe destacar que, aunque antaño se entintaba tras rotular, con las técnicas de rotulación digital todos los profesionales han pasado a entintar sin letras, y que el procedimiento seguido por Gross es inusual (aunque tampoco excesivamente anómalo). Sea como fuere, esta sistemática ha llevado al dibujante a más de una discusión con Carey, ya que en el transcurso de su trabajo, a veces, se veía obligado a cortar líneas o a reformularlas, y el bueno de Mike recuerda «todas y cada una de sus malditas líneas originales» (dicho con humor). Más allá de esto, Gross suele hacer múltiples bocetos mientras lee el guión para «aclimatarse» al número y hacerse una idea de la composición general de la página. Después ya pasa a hacer los preliminares en papel de tamaño de impresión con lápiz (mayor profusión al principio de la colección, para acostumbrarse a los rasgos de los personajes) y rotulador (predominante cuando la colección está avanzada). ¿Por qué ese tamaño de papel? Pues por dos motivos: para hacerse una idea de cómo quedará concretamente el ejemplar, pero también porque si trabaja con tamaños mayores tiende a detallar más allá de lo estético.

Libros, cine, internet y televisión reflejados en The Unwritten

Una vez resuelve este trabajo, lo escanea, se lo manda a Carey y a Pichetshote para su aprobación y, cuando recibe esta última, su asistente –Barb Guttman– limpia las páginas digitalmente, las imprime en tinta azul no fotográfica a tamaño de 6 ⅝» × 10 ¼» (17 x 26 cm.) y ejecuta el entintado de los fondos. Después, Gross ya pasa a la acción y realiza el entintado con pinceles, plumas con carga (fountain pens) y rotuladores. ¿Dos curiosidades interesantes? La primera es que cuando empieza un trabajo de largo recorrido se aprovisiona de materiales por si después los sacan del mercado; la segunda, que actualmente usa cargas para pluma de una tinta japonesa especial, resistente al agua, que es la única que no se corre –según el autor– en el papel Bristol que proporciona DC. Este proceso, el del entintado, es por cierto el que más tiempo le lleva: como muchos dibujantes que se entintan a sí mismos, Gross tiende a hacer gran parte de su dibujo directamente con la tinta. Después de eso, llegan la rotulación de Todd Klein y el color… un color que se realiza a cuatro manos: Jeanne McGee –la mujer del dibujante– se ocupa de las páginas de Tommy y otros pasajes ficcionales mediante una técnica a base de acuarelas que creó junto a su esposo para el Chosen de Mark Millar, y Chris Chuckry se ocupa del «mundo real». Y eso es todo.

Con esto ya sólo nos queda hablar de las portadas de Shimizu. En general, de ella sabemos que necesita dormir al menos ocho horas para estar en forma, que nunca trabaja durante la noche, y que a veces fantasea con ser diseñadora gráfica (se considera ilustradora). De su trabajo, por otra parte, podemos decir que sobresale en la primera entrega de la colección pero que se diluye en las subsiguientes, en las que pierde gran parte de su fuerza conceptual en aras de vehiculizar de forma deslavazada motivos y situaciones presentes en el arte interior de los números. A este respecto, tanto la charla que dio en Graphic Content como su web oficial resultan enormemente ilustrativas. ¿Cuáles fueron las claves para la creación de la portada del debut de The Unwritten? Muy probablemente, tanto la síntesis como el desconocimiento. Síntesis, porque Shimizu quería «retratar la sensibilidad de toda la historia, y no sólo la del primer número»; desconocimiento, porque hizo muchos bocetos –quince o más– en un complejo proceso en el que no tenía ni idea de quién era Tom y para el que contó con la inestimable ayuda de Pornsak Pichetshote. Así, con la única consigna de «reflejar a Tom, la literatura y volverse loca con la idea», Shimizu creó una primera portada que «no estaba mal, pero con la que no estaba contenta». «Demasiadas ideas en una, y todo muy cargado», apunta. Hasta la tercera tanda de bocetos no consiguió, por fin, lo que andaba buscando, y lo hizo gracias a las palabras clave que le mandaron Carey y Gross y que pueden leerse en la versión final de la cubierta (entre ellas, curiosamente, está la palabra «Faction»).

Dándole vueltas a la portada del número #1 USA

Dibujarla una vez aprobada le llevó en total una semana, especialmente porque no es tipógrafa y tuvo que dibujar cada letra una a una cuidadosamente. Lo demás, rodado: medio día para la figura retorcida, otro medio para unirla con los tipos y añadir color mediante Adobe Photoshop CS3 y retocar las letras… ¿Materiales? Tinta india Black Star Matte de Dr. Ph. Martin sobre papel de acuarela para el dibujo de Tom y tinta especial para film de la marca Mylar para los tipos. El resto, lo típico: MacBook Pro, pantalla de 23″ y una tableta gráfica Wacom. Un señor equipo para una obra que en su zona superior evoca poderosamente parte de la obra del escultor Jaume Plensa.

Valoración personal

Hacer una valoración de The Unwritten no es nada fácil; y no lo es por las peculiaridades que un guionista tan notable como Mike Carey imprime a sus series regulares en el sello Vertigo. Hellblazer aparte, el escritor británico ya dio las claves de su método en la a la postre excepcional Lucifer: empezar a ciegas, con un esquema no demasiado cerrado, y perfilar sobre la marcha las claves de la colección hasta encontrar la «propia voz». Por supuesto, esta dinámica pasa mucha factura: muchos lectores se cayeron en esos primeros números, y la obra consiguió subsistir en base a los fieles incondicionales –que se vieron recompensados a la larga– y los tomos recopilatorios. Peor suerte corrió Carey con su Crossing Midnight, otra colección que empezó bien, se perdió en la problemática japonesa y localista de la Enjo kōsai, y diluyó toda su potencia argumental para no recuperarla hasta el último tercio. Resultado: una cancelación en el número #19 que decepcionó a todos aquellos que, tras haber llegado a ese punto, intuimos la potencia argumental de la que habrían gozado las aventuras de Kaikou y Toshi Hara de haber tenido más tiempo.

Y el problema de este The Unwritten, a juzgar por este primer recopilatorio, es parecido a nivel de la trama (las ventas en EE.UU., empero, están funcionando bien), aunque aún así se note que Carey se ha tomado su tiempo y no ha empezado tan «virgen» como otras veces. Así, tenemos un primer número efectivo, que nos sumerge de lleno en la historia y que deja con ganas de más. Los enigmas de la colección quedan claros, el oficio se le presupone al maestro, los personajes –sin cobrar todavía cuerpo ni generar excesiva empatía– se articulan bien y, aunque muchos le tenemos una tirria tremenda al mago de Hogwarts, pronto queda claro que este trasfondo es sólo una excusa.


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El primer número de The Unwritten resumido en 1 minuto

Lamentablemente, el resto del arco es frío –salvo momentos puntuales en los que se indaga en la naturaleza del mundo que habita Tom Taylor– y Carey vuelve a perderse en una historia de género (concretamente, de terror) un tanto extraña y metida con calzador. En efecto, todo apuntaba a un primer recopilatorio medianito tirando a bajo… pero, en el último de los números incluidos, De cómo las ballenas llegaron a ser ballenas (número #5 USA, no por nada nominado en 2010 al Eisner al mejor número único), el inglés se quita la careta, se marca una entrega dedicada a Rudyard Kipling y nos cuenta, básicamente, lo que pretende: reescribir la historia de la Literatura en clave conspiranoica. Y nos gana; vaya si nos gana.

La cuestión es que, en base a lo que llevo leído a ritmo americano, éste será el esquema que ofrezcerá la colección: arcos ligeros, unos mejores que otros, hasta que Carey coja fuerza y proporcione empuje a la línea argumental principal. De momento parece que lo está haciendo, pero lo importante aquí es dejar las cosas claras: si ese número #5 no cambia para nada el balance que el lector haga mentalmente del tomo al finalizarlo, si no maravilla o, al menos, deja con ganas de más, lo mejor que puede hacer es interrumpir la colección. Si, por contra, la serie atrae y la entrega final hace exclamar un «¡eureka!», conviene seguir. Carey, ya se sabe, siempre va a más. Y The Unwritten no va a constituir una excepción a la regla: al británico siempre le cuesta, pero a la larga recompensa de sobra a los lectores que han tenido la paciencia de dejarle hacer.

Enlaces recomendados
Más números de esta colección
  • The Unwritten vol. 2: El topo. 168 págs. 16,95 €. Planeta DeAgostini.
  • The Unwritten vol. 3: El muerto llama a la puerta. 152 págs. 14,95 €. Planeta DeAgostini.
  • The Unwritten vol. 4: Leviatán. 136 págs. 14,95 €. Último número en Planeta DeAgostini.
  • The Unwritten vol. 5: Hacia el Génesis. 136 págs. 13,95 €. ECC Ediciones.
  • The Unwritten vol. 6: Tommy Taylor y la Guerra de las Palabras 1ª parte. 136 págs. 12,95 €. ECC Ediciones.
  • The Unwritten vol. 6: Tommy Taylor y la Guerra de las Palabras 2ª parte. 136 págs. 12,95 €. ECC Ediciones.

Última actualización de este artículo: 13 de octubre de 2013

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John Custer
John Custer
Lector
11 junio, 2010 8:36

Impresionante artículo, enhorabuena!!

El otro día me leí el cómic y es bastante bueno, por fin otra serie vertigo nueva que seguir con interés.

David Fernández
11 junio, 2010 8:54

Tremendo artículo, como suele ser habitual. Para leer y degustar con calma. De The Unwritten decir que el primer tomo me ha dejado con ganas de más: el desarrollo de la trama literaria ficcional (con Kipling, Wilde y demás) me ha encantando, y parece que jugará un papel determinante en el desarrollo argumental de la colección.

Fue todo un alivio descubrir esta serie: tras X-Men Legado necesitaba urgentemente reencontrarme con el mejor Carey. Y todo apunta a que así será.

Enhorabuena, José!

Juanjo Palacios
11 junio, 2010 9:07

Pedazo artículo José, como de costumbre de uan calidad excelente. Enhorabuena.
Ayer mismo me compré el primer tomo de esta serie, y mira que me fastidia el precio que le han puesto.
De esta manera Planeta lo que está consiguiendo es que cada vez compre más material original.

Un saludo!

Fletcher
Lector
11 junio, 2010 9:09

Graaan artículo…

Pues a mi me ha dejado un poco frio… tenía puesta muchas esperanzas en este primer tomo, habia escuchado muchisimo sobre esta nueva serie y sobre sus buenas criticas, pero tantas expectativas creo que me han pasado factura… con el tiempo lo volvere a leer y vere si sigo con la historia…

Fletcher!!

R.I.P.
R.I.P.
Lector
11 junio, 2010 9:24

Hola Jose.
Echaba de menos uno de estos intensos artículos tuyos. Lo imprimo para leer despacio.
Seguí tus indicaciones y compré y leí Skreemer, The Mistery Play e incluso Mata a tu novio (no me dejaron otra opción al incluirlo en el mismo tomo que el anterior). Las tres me dejaron muy buen sabor de boca.
Skreemer es una «novela gráfica» intensa y dura. Me gustaron muchas cosas, los continuos flashbacks, las resolución de tramas en paralelo, los constantes homenajes al Cine y la Literatura (la escena de la rata, imborrable), el uso de la música como hilo narrativo unificador…
The Mistery Play me dejó perplejo. Tengo pendiente leerla de nuevo, pero antes quisiera leer esos análisis cuyos enlaces dejaste en las notas a tu artículo. La idea, tal y como tú la expusiste, me pareció enormemente prometedora, pero creo que la resolución no terminó de satisfacer mis expectativas.
Justo lo contrario me ocurrió con la gamberra historia que le acompañaba. No esperaba absolutamente nada, la leí por amortizar lo que me había costado… y mira por dónde, me hizo gracia. Mi interpretación fue que toda la rebeldía de la juventud, esas aspiraciones ácratas, terminan siendo sometidas y suprimidas por una sociedad que lo absorbe y aplasta absolutamente todo. Pero hasta en el conformismo de las clases medias hay posibilidad de manifestar un breve destello de individualismo y originalidad. Desde esa perspectiva, no está todo perdido.
En fin, que muchas gracias por esos artículos y recomendaciones que nos ayudan a descubrir obras que de otro modo, difícilmente habríamos comprado.

Respecto al Unwritten (y perdona la divagación anterior), y como empezaba diciendo, te leeré primero antes de decidirme. Pero probablemente termine pasando… y es que la política de precios de Planeta me desespera. Eso de esperar a «engancharnos» a una serie, para acto seguido, subir de forma desorbitada y sin la menor explicación los precios (caso de SCALPED, por ejemplo) me lleva a pensármelo mucho antes de iniciar una nueva colección. En vista del buen trabajo que está haciendo con los tomos recopilatorios, creo preferible esperar unos años y comprar el Omnibus correspondiente. Una pena, sí, porque la lectura por etapas tiene su encanto (es la razón de ser del cómic, su «serialización»).

Old Mad Poet
Old Mad Poet
11 junio, 2010 9:53

¿Alguna idea de cuando llega a España?

Raúl Martin
Lector
11 junio, 2010 9:55

Sigo la serie a ritmo USA y he de decir que me está gustando. Pero para mí lo mejor hasta ahora están siendo las historias cortas (la de Kipling, la de la Alemania Nazi y la del mundo de los animalitos parlantes). Creo que Carey se ha embarcado aquí en un proyecto muy ambicioso que a veces se le escapa de las manos en cuanto a trama. Sobretodo cuando los autores tratan de integrar realidad y ficción, hay veces que las reacciones de los personajes no son muy creíbles. O directamente contradictorias de un número a otro. En resumen, que la serie apunta maneras pero esperaba que Carey controlase mejor una historia tan grande.

John Space
John Space
11 junio, 2010 10:37

Por ahí se ve un cameo del asqueroso Scott Pilgrim.

Daniel Gavilán
11 junio, 2010 10:43

Excelente artículo, José.

Yo por mi parte decir que el primer número me dejó enganchadísimo, pero el resto del primer arco, si bien lo de ver a los escritores de terror metidos de lleno en una trama propia de sus obras tenía su coña negrísima (más con puntos tan delirantes como la exposición de Pullman o lo de Sick/Sickle) me pareció bastante deslavazado.

Aviso de Spoiler

Creo que fue con el número de Kipling y, sobre todo, Inside Man con los que la serie me ganó de verdad. La última es que consiguió emocionarme de verdad tanto por la parte del alcaide como por lo relativo al Cantar de Roldán.

A mi sin embargo Jud Süss discrepo, pues me pareció un tanto artificiosa y estática. Creo que Carey prolonga demasiado la escena con Goebbles y lo que sigue… bueno, digamos que se me empachó un tanto.

Continuaré atento a la serie a ver si mantiene el tipo durante los próximos arcos, que su premisa me parece realmente interesante.

Mazziken
Mazziken
Lector
11 junio, 2010 10:59

Vaya, tengo que conseguirlo pronto. No quiero leer tu artículo todavía hasta no leer el primer número, me he quedado sólo con la valoración personal, pero iremos comentando, :).

Raúl Martin
Lector
11 junio, 2010 11:26

También habría que destacar que otro punto a favor de Unwritten es su buen nivel intelectual. No es por desprestigiar al resto de colecciones actuales y recientes, pero hacía tiempo que no se veía en Vertigo una serie en la que se descubran tantos datos y curiosidades sobre una materia. Servidor personalmente echaba a faltar este tipo de obras.

Carlos Panz
Carlos Panz
11 junio, 2010 12:30

A mí ésta me tiene muy enganchado. Es cierto que parecía perderse un poco , pero los últimos números USA parecen atar cabos y abrir nuevos de una manera más natural. Los episodios independientes son gloriosos y ayudan a coser todo el tapiz. Yo cruzo los dedos para que no se pierda Carey porque me tiene muy contento. Quizás le pierda la ambción la final pero para mí que tanto él como Gross están poniendo muchísmo de su parte. The Unwritten, como mínimo, mínimo, mínimo merece ser probada. Ojalá todas las series fueran como ésta. Te hace reir, te plantea conceptos, te entretiene y a mí personalmente me ha hecho volver a tener fe en el comic book. Carey, sigue así!!

Ivan
Ivan
Lector
11 junio, 2010 13:19

A mi me ha encantado.
Me ha ganado Carey con este tomo.
A ver si pillo Crossing Midnight y creo en frankey y saco del baul lucifer y me la leo.
A ver como sigue, pero de momento, me gusta más que northlanders, DMZ y Scalped.
Por otro lado, los precios y las coediciones de planeta me parecen una verguenza. Buffy o The Boys de norma son más baratas que este Unwritten y están mejor editadas.

Mazikeen
Mazikeen
Lector
11 junio, 2010 13:21

Me encanta Creo en Frankie! Muy cortito y genial, perfecto para algún regalillo.

Old Mad Poet
Old Mad Poet
11 junio, 2010 14:13

@José Torralba:

Perfecto y gracias por el dato, soy relativamente nuevo en la Zona

JAVIE
JAVIE
Lector
11 junio, 2010 14:23

Vaya articulo que se ha marcado señor mio,tiene que saber que esto juega en su contra ya que esta situando el liston demasiado alto,luego vendran epocas de pereza y ya no podra bajar del minimo expuesto.

En cuanto a the unwritten tengo muchas ganas de pillarla(sobre todo depsues de leer tu articulo)ya comentare mas a fonde cuando me haya hecho con el primer numero.

p.d:seria mucho pedir que en una  de tus muchas entrevistas con el señor «VERTIGO» le preguntaras por la posibilidad de publicar Y-ULTIMO HOMBRE  en tomos para el año que viene,me estoy planteando muy seriamnete la posibilidad de empezarla en estos dias y no quisiera que saliera una nueva edicion mientras yo voy por la mitad de la serie….

JackHawksmoor
JackHawksmoor
11 junio, 2010 14:30

Yo Y: El ultimo hombre me la pille por tomos hace poco, no es dificil de encontrar en Madrid en librerias especializadas, JAVIE. Eso si, es un paston cogerla de un tiron, claro, como cualquier serie larga.

JAVIE
JAVIE
Lector
11 junio, 2010 14:35

Ya si lo decia por eso,es que me veo comprandola en tomos sueltos y cuando no haya llegado ni a la mitad de la serie,fijo que sale planeta y saca unos tochales con el material recopilado(mucho mas practico)

Me he explicado mal,he dicho «salir en tomos» cuando queria decir » salir en tochos» como the sandman,claro en tomos es como se publica todo en vertigo,perdon por el error.

Jacob
Jacob
11 junio, 2010 14:39

Hola,

yo creo que podrían haberse guardado la serie para más adelante, para incluirla en la nueva revista de kiosco de Planeta que van a sacar. Por cierto, José, ¿qué noticias más hay sobre esta revista? Creo que decían de sacarla en septiembre, pero no deberían haberla anunciado ya?

Toni Boix
Autor
11 junio, 2010 15:16

He estado alejado de Vertigo durante una temporada, pero tras este artículo tengo claro que The Unwritten será uno de los lugares por los que empezaré mi retorno a la línea 🙂

Estupendo artículo y una trama muy prometedora.

Prometheus
Prometheus
11 junio, 2010 15:27

¿Revista? ¿Vertigo? ¿Kiosco? ¿¡De dónde sale semejante noticia!? No he leído nada al respecto, ¿nos echas un enlace Jacob? Si Planeta hace eso, sumaría muchos puntos. Precisamente era lo que se reclamaba no hace mucho.

Raúl Martin
Lector
11 junio, 2010 15:36

Siento tener que ir a contracorriente en este ambiente tan eufórico, pero me reitero en que no creo que The Unwritten sea hoy por hoy la mejor serie del sello. Concedo que parte de una idea que ya le hubiera gustado ocurrírsele al propio Neil Gaiman. Pero a la colección le queda todavía mucho por mejorar. No tiene ni los personajes creíbles ni la solidez argumental de Scalped, tampoco su dominio del tempo argumental. El mundo de Unwritten, por mucho que tenga una hoja de ruta estructurada, no es tan consistente como el de DMZ. Yo diría que hasta Fábulas la supera a la hora de consistencia de personajes.
Por otro lado, me alegra que a la gente le interese esta novedad, porque presumo que es una serie con gran proyección. Pero para mí todavía se está formando y aún le queda para adquirir la envergadura de otras colecciones Vertigo.

Ziggy
Lector
11 junio, 2010 16:32

Vay, parece que debo empezar a leerla. Aun es tiempo.

JAVIE
JAVIE
Lector
11 junio, 2010 17:10

Gracias amigo,no se por que me daba en la nariz que este era el lugar idoneo para preguntar…..

Clavos
Clavos
11 junio, 2010 19:00

Una vez más, gran trabajo, José. Tengo muchas ganas de incarle el diente a esta Lo No Escrito (¿funcionaría la serie con su nombre traducido aquí en España? Igual no xD), ya que tiene pinta de ser trabajo ‘mayor’ de Carey, pero sobre todo por ver de nuevo en marcha a la dupla Carey/Gross. Pero antes he de hacerme con Air y El Soldado Desconocido, ya que voy atrasadillo y no me gusta saltarme las series de Vertigo conforme van saliendo en España. Pero ya caerá…
Y me intriga sobremanera, por otra parte, qué será eso de revista Vertigo. Pueder ser cualquier cosa, ¿la compondrán números perdidos de toda calaña, tipo números entre-sagas de Hellblazer, cosas de The Dreaming, one-shots de la línea, historias cortas, más primeros números de series nuevas, entrevistas, art-work? A ver con qué nos salen…

Parábola Durden
Parábola Durden
11 junio, 2010 19:27

Grandísimo artículo. Lo compraré para probar (y pq no podré resistirme a las portadas de Yuku) pero mis dudas solo se acrecentan.

(No sé si el Ziggy de arriba eligió nombre en honor al magnífico personaje de The Wire, pero a mí me ha sacado una sonrisa recordándolo)

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11 junio, 2010 20:29

En dos palabras IM-PRESIONANTE el artículo sobre Unwritten. Me han entrado ganas de leer la serie y eso que no soy fan de Carey 🙂 José, ¿alguna posibilidad de que veamos artículos sobre otras colecciones Vertigo? Pienso en cosas como ‘Testament’, ‘Daytripper’ o ‘Young Liars’. La de ‘Testament’ especialmente me parece sangrante que no esté editada en España. Para mí era una serie que tenía ideas muy interesantes y creo que no se merecía que la cancelaran tan pronto, (lástima de malas ventas, en fin)…