Los 4 Fantásticos: Cartoon Series 1978

La segunda serie de televisión de Los 4 Fantásticos

Con la escasez de tiempo espoleando mi ánimo y saliendo de un embrollo para ir directo a otro, el guerrero requiere unos minutos de solaz con los que relajarse antes de regresar al duro combate.

No soy un gran aficionado a las series de televisión animadas. En nuestro país continúan representando en esencia algo infantil que las cadenas tienden a maltratar en cuanto a horarios, rigor en la emisión ordenada de las temporadas o los capítulos y el traspaso de una franja a otra sin previo aviso para el público. A fin de cuentas, son cosas para niños y estas criaturillas se lo tragan todo a su antojo. Pero, o pero, no contaban con el fan comiquero. Esa extraña entidad dispuesta a deglutir absolutamente cualquier producto que surja de sus amados personajes. Y aquí es, más o menos, donde entro yo. Ejem…

Decía que con escaso tiempo, pocas ganas de engancharme a un serial y siendo poco aficionado al cartoon, no debería escribir este post. Pero aquí estamos. Todo por un mero accidente. Una de esas tonterías casuales que te conducen, picado por la curiosidad, a ver la “nueva” serie de animación dedicada a Los 4 Fantásticos. La culpa la tuvo Iron Man y los gráficos de ordenador, pero eso es otra historia.

Decidido a no pelearme con la tele, opté por ver la serie a través de internet –maravillas de la tecnología–. Y me enganché. Asco de facilidad que tengo para eso, oye. Vamos, que me la tragué enterita. Al menos la primera temporada.

Podría dedicar el presente texto a la serie actual, pero no lo haré. Os dejo la responsabilidad de formaros una opinión. Por mi parte, regreso al tema.

Intentando acertar con los capítulos, me hice por error con uno de la nefasta serie de los años noventa –en la que los actores de doblaje intentaban hacer hablar a la Cosa como… bueno, como un señor con estreñimiento en lugar de cómo un ser humano–. ¡Por favor! ¡Qué mala pero mala malísima era! Y qué risas me eché a su costa… A esta no me enganché. Una y no más, Santo Tomás, que ya he mencionado dos veces que el tiempo escasea.

Total, a lo que íbamos. Al ver aquél dibujo peripatético de la Cosa algo despertó en mi memoria. Tardes de bollería industrial –que me ha convertido en la criatura mutante que soy– y el reposo de los deberes ante la tele para ver por la segunda cadena de TVE las increíbles aventuras de Los 4 Fantásticos. ¡Santo Cielo! La serie de los noventa traía el recuerdo de una bastante anterior. ¿Cuántos años tenía yo por aquel entonces? ¡Si sólo era un gurripato!

Y claro, ante la carencia de horas que dedicarle a ZN y la ausencia de temas –porque no hay tiempo para documentarse–, esa serie se convertiría rápidamente en materia de post. Sólo tendría que investigar un poco.

En mi memoria quedaba el retrato de unos dibujos que, entonces, me parecieron asombrosos pero, sobre todo, quedaba la sustitución de uno de Los 4 Fantásticos por la primera versión de cierta simpática inteligencia artificial. Si podía evocar la imagen de Reed, Sue y Ben, el sustituido no podía ser otro que Johnny. Y aquí es donde el asunto se ponía interesante. ¿Por qué? ¿Qué motivó que el personaje más juvenil y atractivo del cuarteto para los infantes cediera su sitio a un robotillo alegre y juguetón? Ummm… aquí había tomate.

Allá que me lancé a los infinitos horizontes de la red para averiguar los cómos y porqués de esta sustitución y las bases que dieron origen a la segunda serie televisiva de Los 4 Fantásticos, porque hubo una anterior, allá por 1969.

Y los encontré. Tras tantos años pasados, después de tantas estaciones, todavía hay quien, como un servidor, recuerda aquellos maravillosos episodios y ha investigado en la materia, buceando en un universo de polvo y celuloide, hallando las respuestas.

Pues sí, amigos, el robot al que hacía mención no es otro sino la primera versión de H.E.R.B.I.E., creación de Reed Richards que en el cómic ejercería como niñera de Franklyn, hijo del científico y Sue Storm. La mente no me traicionaba tanto como cabía esperar.

Resulta que a finales de los años setenta se crearon unos dibujos animados basados en el popular cómic de Stan Lee y Jack Kirby. Venía custodiado por la productora DePatie-Freleng Enterprises y contaba con la colaboración de sus autores, Stan Lee y Roy Thomas en los guiones y el mismísimo Jack Kirby en los diseños y en la realización de los storyboards. Desgraciadamente, la serie no adquiriría popularidad por el trabajo de los artistas sino por algo mucho más llamativo, la sustitución de la Antorcha Humana por H.E.R.B.I.E.

Cuentan las malas lenguas y la rumorología en general que la razón se fundamentaba sobre el temor que tenía la NBC, cadena que emitía los dibujos, de que los espectadores más jóvenes pudieran prenderse fuego intentando emular a la Antorcha. Curiosamente, esta historia sirvió de base a John Byrne años después inspirando una narración que llevaría a cabo en el número 285 de Fantastic Four en el que un fan del héroe se inmolaba tratando de imitar a su ídolo.

Lejos de habladurías, la razón era otra bien diferente.

Durante el año 1977, Marvel firmó varios contratos con los Estudios Universal. Contratos que deberían materializarse en proyectos fílmicos de algunos de sus héroes y que, por tanto, cedían los derechos necesarios para la consecución de estos objetivos. Muchos llegaron a buen puerto, como la serie en imagen real de The Incredible Hulk (protagonizada por Bill Bixby y Lou Ferrigno) o las nefastas películas del Capitán América y el Doctor Extraño. En cambio, otras jamás llegarían a concluirse, como la versión en celuloide de la Antorcha Humana. Aún así, los derechos continuaban en 1978 en poder de la Universal, razón por la que la serie de dibujos animados –firmada con otra productora– no podía contar con la presencia del pequeño de los Storm.

¿Cómo emplear a un equipo que se denomina Los 4 Fantásticos cuando sólo se cuenta con tres protagonistas? Todo un dilema.

Fue el propio Stan Lee quien pensó en ocupar el hueco dejado por la Antorcha Humana con un pequeño robot y Dave Cockrum sería el encargado de diseñarlo. Parece ser que al dibujante no le entusiasmó demasiado la idea. Cambiar a Johnny Storm por un robot le parecía patético, tanto que todo cuanto se le ocurría lo hacía parecer aún más estúpido. Según palabras del autor: “Uno de los conceptos parecía un cubo de basura sobre ruedas con un 4 sobre la carcasa. Otro parecía una lámpara motorizada. Tras media docena de bocetos absurdos, Stan decidió que resultaba muy complicado trabajar conmigo, llamó a Jack y él lo hizo.” El resultado de las ideas de Kirby se materializó en un robot al que denominó “ZZ 1-2-3”, nombre que Stan Lee no tardaría demasiado en transformar llegando al resultado final ya conocido: H.E.R.B.I.E. (Humanoid Experimental Robot B-Type Integrated Electronics). Afortunadamente, debo añadir.

Tanta popularidad llegó a alcanzar el pequeño cuarto miembro televisivo que, ya en 1979, en el número 209 de Fantastic Four, Marv Wolfman y John Byrne introducirían su versión en papel en el seno del Universo Marvel como una especie de ayudante de laboratorio de Mr. Fantástico.

Como colofón del número, la misma Antorcha Humana explicaba al héroe Nova los motivos de su ausencia en la serie animada. Sencillamente: “Estaba fuera de la ciudad el día que tenían que firmarse los contratos”. Queda patente que los autores estaban dispuestos a aprovechar el éxito de la pequeña pantalla tanto como bromear a su costa.

Lejos de caer en el olvido, H.E.R.B.I.E. ha continuado sus andanzas con mayor o menor suerte dentro de la continuidad Marvel e incluso ha llegado a tomar forma en una de las recientes adaptaciones cinematográficas de Los 4 Fantásticos demostrando que ha conseguido hacerse un hueco en el corazón del fandom de cierta edad y quizá, sólo quizá, también en el de las nuevas generaciones.

Stan Lee demostró, una vez más, que la necesidad es la madre de la inventiva y que una improvisación puede adquirir por accidente cierta trascendencia.

Sea como fuere, espero que vosotros le tengáis al robot tanto cariño como un servidor y que Jonathan Hickman se acuerde de él como hicieron otros autores en el pasado y, esperemos, en el futuro.

Incluso en la actual serie animada de la Primera Familia le han concedido una posición de cierta importancia…

¿Qué hacéis aún ahí? Corred a buscar los capítulos de la serie en internet. Es vieja –cuento con vuestra comprensión– pero lo pasaréis bien, aunque sólo sea por ver una curiosidad antigua con la perspectiva moderna.

Yo os dejo la cabecera aquí mismo para ir abriendo el apetito.

Ah, qué tiempos.

Desde las fronteras del recuerdo, informó Iván para Zona Negativa –¿por qué de repente me apetece un Bollicao?–