SIEGE: Los Resúmenes #15 (2ª Parte de Tie-ins – Mayo)

Recapitulemos: El Vigía ha muerte. Fin de la recapitulación.

Observamos a un hombre, tullido de un brazo, pasear por un cementerio solitario. Se trata de Scout, el que fuera compañero del Vigía en sus tiempos de gloria.

Susurra al perro que ya pueden marcharse, nadie va a aparecer. ¿Qué sucede entonces? ¡Claro, chicos, esto es un cómic! La frase sirve de entrada para todo un nutrido grupo de superhéroes. A saber: Los 4 Fantásticos al completo, Daredevil, el Doctor Stephen Extraño, Tony Stark, Cíclope, Emma Frost y Pícara por parte de la comunidad mutante (Patrulla-X) y el Capitán Steve Rogers, the man in person.

Reed Richards se disculpa por no haber podido asistir al funeral. El viejo side-kick confiesa que ni tan siquiera llegó a producirse. El sacerdote no apareció.

Scout está molesto y no tiene problemas en hacerlo notar. Reed lamenta que las cosas tuvieran que resolverse de este modo. Thor no tuvo otra elección. El Vacío se había apoderado de Bob y ya no había vuelta atrás.

El joven está abatido. Aún no ha reunido el valor suficiente como para visitar a la madre de Robert en el asilo y decirle que su hijo ha fallecido.

Sue, Johnny y Pícara se disponen a ofrecer sus respetos cuando se percatan de que Robert no ha muerto solo. A su lado reposan los restos de su bienamada esposa, Lindy.

Tony afirma que Vigía fue un buen amigo. Desgraciadamente, él no siempre le correspondió. Su caída al pozo del alcoholismo sirve de paralelismo para la lucha interna que Bob debió llevar la mayor parte de su vida contra el Vacío.

Recordando las conversaciones con Vigía y los momentos que le prodigó, aún en sus horas más complicadas, Tony realiza un pequeño homenaje ofreciendo cervezas a todos los invitados y un agua mineral para él mismo. Alcohol de parte de un ex-alcohólico, porque como le dijo Robert: “Siempre tendrá elección”.

Johnny Storm disculpa la ausencia de Spider-man y Thor ante Scout. Ambos quisieran haber podido asistir.

En otra parte, para ser exactos en el balcón de cierta habitación de una residencia para ancianos, Thor, el dios del trueno, acude para encontrarse con la Sra. Reynolds, la madre de Robert. Mientras la saca a bailar, tal como hiciera en la boda de Bob con Lindy –no os molestéis en buscar las imágenes. No las encontraréis–, afirma que la trae noticias de su hijo.

Ya sabéis eso de la abuela se ha subido a un árbol, ¿no? Pues tres cuartos de lo mismo.

Mientras, en el cementerio, le toca el turno de hablar al Doc. Extraño. Recuerda un fugaz momento. El día que, en compañía de Reed, Extraño tuvo la certeza que habían perdido a Bob para siempre. Ese día en el que, siendo consciente de que el Vigía y el Vacío eran en realidad un mismo ente, le vio combatir con toda la fuerza de su voluntad contra la oscuridad que crecía en su interior.

El último acto de una vida de heroísmo es ser un héroe sin reconocimiento.

En ese momento aparece un invitado inesperado: Cloc, el robot que solía guardar la Torre de Vigilancia.

Richards le interroga. ¿Sabe el robot lo que ha sucedido? ¿Es realmente consciente de la situación? De ser así, ¿comprenderá la necesidad que motivó tan funesta determinación? ¿Qué será ahora de él? ¿Pueden los héroes ayudarle?

No hay respuesta.

Vigía le pidió que hiciera entrega a Reed Richards de su diario personal caso de no lograr sus objetivos. Le conmina a leer la última frase de la página diecinueve. Reed pone cara de circunstancia, pero no suelta prenda el puñetero. Quizá tenga relación con la siguiente frase del robot: “Reconstruiré la Torre de Vigilancia anticipándome al regreso de mi maestro”.

El caso es que Mr. Fantástico intenta explicarle a Cloc que el Vigía no va a volver, pero el robot insiste en que regresará, incluso lo hace examinando la inscripción de la lápida. Después, desanima a los héroes de intentar encontrar la localización de la nueva torre. Los intrusos serán ejecutados en cuanto se detecte su presencia. Tras esta amenaza, se marcha como llegó.

Scout asegura que siempre pensó que había algo raro en Cloc. También le extraña que Robert dejara instrucciones sobre el destino del diario, ya que nunca permitía que nadie lo leyera. Se interesa por su contenido, pero Richards, lamentándolo, dice no poder desvelarlo.

Después de este momento repleto de misterio, incertidumbre y posibilidades de retorno para el Superman de Marvel, toca proseguir con la ceremonia.

Cada uno de los héroes presentes rinde homenaje a Bob contando algo de su vida, alguna experiencia transcurrida a su lado. Susan nos narra una anécdota de bolera. Scott Summers, en nombre de la Patrulla-X, quiere transmitir su pésame a las familias de Robert y Lindy –incluso cuando no hay ningún representante que pueda transmitir el mensaje. Desde que se nos unió a Apocalipsis se ha quedado un tanto lelo–. Steve Rogers, acostumbrado a la pérdida de amigos –todo lo puede llegar uno a acostumbrarse a esto, claro está–, reconoce que de no ser por la oportuna aparición del Vigía la primera vez que se encontraron, todos vivirían una situación muy diferente hoy en día. Ben Grimm no tiene palabras y opta por callar. Daredevil afirma que conseguía sacar lo mejor de las personas. Jamás olvidará cómo le apoyó en sus momentos más complicados. Pícara intenta comenzar su intervención, pero termina por romper a llorar. Durante mucho tiempo no fue capaz de tocar a nadie. A nadie salvo Bob. La única persona que podía abrazar y ahora se ha marchado. No puede proseguir. Echa a correr.

Por lo que comentan la Antorcha Humana y Cíclope, sumado al comportamiento de Pícara, deducimos que ella y Vigía mantuvieron una relación sentimental que sólo se ha animado a desvelar a los mutantes de camino al cementerio. Aquí hay retro-continuidad-tomatera.

Johnny opta por una anécdota jocosa que involucra a los moloides.

Ante el silencio de la Cosa, la Mujer Invisible pregunta si hay algo que desee decir. Ben reconoce de viva voz que le odió. No es un secreto para ninguno de los congregados. Reed intenta detenerle. No es el momento. Pero sí lo es. La adorable Cosa de ojos azules siempre odió al Vigía, pero hay una razón para ello y es hora de revelarlo. En una de las primeras apariciones de Los 4 Fantásticos, se enfrentaron a la Cuadrilla de Demolición –Banda Destructora, Grupo Destructor o cualquier otra de las infinitas traducciones que han prodigado a los cuatro villanos: Destructor, Buldózer, Martinete y Bola de Trueno–. Con multitud de personas atrapadas en sus coches y un autobús escolar a punto de irse al garete, Ben agarró al Destructor y le habría matado de no ser por la intervención de Vigía.

Johnny le pregunta si durante todo este tiempo ha odiado al héroe dorado por romper una de sus presas de lucha libre, pero la razón es bien distinta. Unas semanas después, el Destructor escapó de una prisión de S.H.I.E.L.D. y asesinó a todos los niños que viajaban a bordo de un autobús camino de la guardería como represalia. Pero Ben no está furioso por eso. Le odió entonces porque tenía razón. Los héroes no pueden matar a los villanos, sólo entregarlos a la justicia y esperar que ellos hagan su trabajo. Vigía tenía razón y la Cosa jamás llegó a aceptarlo. Nunca le perdonó por ser mejor persona que él. Ahora lo reconoce, a tiempo de iniciar el brindis de los superhéroes.

Es la hora de Mr. Fantástico. Lamenta tener que encontrarse en el cementerio, despidiendo a uno de los mejores amigos que ha tenido, a uno de los mejores hombres que ha conocido. Recuerda demasiados momentos especiales pasados juntos. Su boda con Lindy. Incluso cuando Robert borró su recuerdo de toda la población de la Tierra para protegerlos.

Robert Reynolds fue el mejor. Sacrificó su propio heroísmo por el bien de la Humanidad. Era capaz de soportar el peso del mundo sobre sus hombros. Quizá el único que podía. Pero su recuerdo no habitará en un yermo cementerio, porque siempre estará con ellos. Cada vez que miren al sol, tendrán la certeza de que Robert está a su lado, porque allí es donde descansan sus restos mortales.

“Algunas almas brillan con más intensidad que otras. En ocasiones, con el poder de un millón de soles en explosión. Pero al final, el sol se pone para todos. Siempre se pone. Para todos y cada uno de nosotros”.

“No obstante, también amanece. Y cada vez que lo haga, Vigía, pensaré en ti.”

FIN.

Cómic repleto de profundo sentimentalismo americano en el que el creador de Sentry, Paul Jenkins, puede despedir como está mandado a su criatura.

La verdad es que Vigía despierta en mí sendas reacciones. Por una parte me pareció tremendamente interesante en sus orígenes, pero siempre odié que se tratara de una especie de copia de Superman a lo marvelita.

No sé vosotros, pero para mí cada cosa debe permanecer en su lugar y cada héroe en su Universo. Aún así, siento la pérdida –quizá temporal, ¿quién sabe?– de un personaje que podría haber dado mucho de sí.

R.I.P. Robert and Lindy Reynolds.

Recapitulemos.

Janet Van Dyne se ha convertido para el Microverso en aquello que Eternidad supone para el Macroverso.

Ultrón ha tomado –una vez más– la mansión de Los Vengadores –en esta ocasión alojada en un bolsillo dimensional cercano a la diminuta extensión– y amenaza con cepillarse a todo quisqui sin remordimiento alguno. Para ello, entre otras cosas, controla un ejército de un billón de Jocastas.

La Jocasta original ha sido dotada de miembros humanos –para ser precisos, brazos y piernas–, aloja en su interior el corazón del universo de bolsillo tratando de protegerlo del robot malévolo que la creó, con la inestimable ayuda de Ace y Jackie, agentes de la organización G.R.A.M.P.A.

Los Poderosos Vengadores se han desbandado y sólo algunos de ellos participan directamente en los acontecimientos de Siege enfrentándose al equipo de operaciones secretas de Norman Osborn, los Thunderbolts, mientras Pym permanece ajeno a todo tratando de recuperar a su ex-esposa aislado en la Mansión Infinita.

Arf, arf, arf… y ahora vamos con el resumen del último número de Poderosos Vengadores. Esto se acaba tal que así:

Bajoespacio. La dimensión ubicada por debajo del Microverso.

Pym explica a Ace y Jackie las razones por las que Janet Van Dyne se ha convertido en una entidad cuasi-cósmica y lo que sucede con y en ella: Durante la Invasión Secreta la forma física de Jan se convirtió en una partícula Pym en explosión. Pero allí, en el vacío infinito del Bajoespacio, su forma puede continuar expandiéndose, más incluso de cómo se expanden otros universos. La Mansión Infinita actuaba como un arnés, ayudando a Janet a mantener su forma cohesionada e impidiendo que se disipara.

Mientras Henry cuenta todo esto a los agentes de G.R.A.M.P.A., Jocasta desespera. Todo cuánto ha hecho Pym ha sido únicamente por amor a su ex-mujer. La androide estaba secretamente –bueno, vale, todos lo sabíamos– enamorada de su abuelo –por así decir. Ya sabéis, Pym es el “padre” de Ultrón, el robot demente es el “padre” de Jocasta, ergo lío familiar de no te menees–.

De repente Hank le pregunta a Jocasta si comprende su parte de implicación en todo el proyecto a lo que ella responde de esta contundente manera:

¿Esperaba menos? Sí, la ha utilizado, así que mamporrazo de aúpa. Menos mal que el científico ha dotado a la androide de miembros de carne y hueso, si no, semejante cachiporrazo le habría dejado sin su linda cabecita rubia.

Pym se excusa. No es lo que ella piensa. Sí, claro, ahora cuéntale una de indios…

Pero, en ese momento Ultrón y su legión de novias metálicas psicópatas echan abajo la puerta del laboratorio.

“Quizá debería haber ido a Asgard…”

Ya te digo.

Mientras, en Broxton, Oklahoma. Asgard cae. Los Poderosos Vengadores se encuentran dentro cuando sucede, enfrentándose a la última formación de los Thunderbolts –si os perdisteis el último resumen del número, hallaréis el enlace un poco más abajo–.

Observamos a Estatura, enzarzada en combate con el nuevo Hombre Hormiga –su padre fue el anterior H.H. y Cassie no está contenta con el hecho de que un desconocido se haya calzado el casco–. USAgente cae víctima de la lanza de Odín, padre de todos, precisamente el objeto que ha traído a los Thunderbolts hasta Asgard en estos trágicos momentos. Ha sido brutalmente mutilado por el hombre que se ocultaba bajo la máscara del nuevo Azote: Nuke.

En tanto, Fantasma interroga a Amadeus Cho. ¿Dónde está Hércules? ¿Dónde se encuentra Mercurio? La Visión reinicia su sistema tras haber sido abatida.

Una pequeña descarga de energía del villano etéreo y Cho se encuentra en disposición de lanzar la señal de emergencia a Mercurio. Hércules, por razones obvias que todos conoceréis a estas alturas, no acudirá en auxilio de los héroes.

Transia. Mercurio observa un campamento gitano similar al que lo acogió siendo un infante cuando recibe la señal de Amadeus. Vengador una vez, vengador siempre… es hora de regresar.

Como nosotros, que regresamos al Bajoespacio.

Ace, Jackie, Jocasta y La Avispa huyen por la azotea de la Mansión Infinita esperando no ser alcanzados por Ultrón y su ejército de novias. Objetivo: la sala de monitores, donde Hank guarda un generador de ondas Pym capaz de atravesar el espacio y el tiempo con el que espera poder lanzar una llamada omniversal de ayuda.

Pero ¿quién acudirá?, señala Jocasta. Las puertas dimensionales que conducen a la Mansión Infinita están apagadas. La androide olvida que en su interior se aloja el inductor trans-dimensional.

Ultrón y sus locas metálicas irrumpen atravesando el suelo –¿o sería el techo?–. Se terminó. El robot asegura que Pym ha perdido la partida de todas las maneras posibles. Por fin ha comprendido el propósito de todo el montaje y lo ha pervertido en su provecho.

Janet Van Dyne grita: “Ultrón vive”, para horror de Pym y compañía. Ultrón ha reformado las pautas cerebrales de Jan. Todo está perdido. La base, Janet, todo cuanto Pym ha creado ha sido asimilado por Ultrón y ahora se encuentra en su poder. ¿Todo? No, todo no. El inductor dimensional no está aún bajo su influencia. Lo que Henry ha de hacer es destruirlo y Ultrón y sus novias quedarán irremisiblemente atrapadas en el Bajoespacio. Como es natural, Jocasta protesta. ¡Joroba, yayo, que lo llevo dentro!

Ultrón aduce que encontrar una salida será sólo cuestión de tiempo. Y tiene de sobra. Pero Pym, que lo conoce bastante bien, sabe que hay algo más. Esta nueva encarnación es capaz de sentir miedo. Miedo de perder a sus novias. Miedo de enfrentarse a su padre. Por primera vez sabe lo que es el temor y Hank está dispuesto a aprovecharse de ello.

Crece a tamaño monumental –escoged el que más coraje os dé– y se lía a tortas con su “hijo”. Las Jocastas atacan a La Avispa por orden de su líder ignorando así a la Jocasta benigna, Ace y Jackie.

El jefe de los Poderosos Vengadores aprovecha la circunstancia. Jocasta debe ir a la sala de control y hacer lo que sabe que tiene que hacer, porque es lo que Janet haría. Y como tú tienes sus pautas cerebrales, te chinchas y cumples.

Tiene que activar el interruptor mortal de la mansión. ¿Se trata de un dispositivo de autodestrucción? ¿Es el Papa judío? No, claro que no. Se trata de un sistema de apagado manual. La parte mala, pues que la Tierra perderá a su autoproclamado científico supremo. Jackie y Ace parecen dispuestos a asumir el sacrificio. No así Jocasta. En estas que el agente de G.R.A.M.P.A. encuentra el viejo casco del Hombre Hormiga original. Quizá pueda encontrarle un buen uso.

Fuera, La Avispa se enfrenta solo a un billón de Jocastas malévolas y al propio Ultrón. Su tamaño, lejos de resultar intimidante, supone un objetivo enorme al que disparar. O una gigantesca distracción, corrige Pym que, acto seguido, se reduce de tamaño. Sus bio-aguijones han afectado las frecuencias de transmisión de Ultrón a lo largo del combate lo que permite a Jocasta –sí, la chica buena– modificar por completo los enlaces del robot.

Y Jocasta lo hace. Corta el nexo de unión de Ultrón con Jan, el resto de Jocastas, la Mansión Infinita y todo lo demás. Ultrón vuelve a encontrarse solo y frustrado, porque dos humanos con pistolas y dos vengadores se las han ingeniado para desbaratar sus planes cuando él ha hecho frente a todo el grupo en el pasado.

De repente, la entidad Van Dyne vuelve a hablar. Jocasta ha solapado las pautas mentales de Ultrón con las suyas propias.

Le conmina a bajar hasta la Mansión. Tiene una oferta que hacerle.

¿Qué pueden ofrecer que Ultrón no sea capaz de tomar por sí mismo?

Bueno, parece que Jocasta está dispuesta a ser su esposa si cesa todas las hostilidades de inmediato. ¿Cómorrr? Pym no parece dispuesto, pero a veces hay que hacer sacrificios. Sorprendentemente, Ultrón acepta.

La ceremonia de unión entre los androides da comienzo. Hank ejerce de clérigo mientras ambas inteligencias artificiales intercambian sus programaciones –sinceramente, desde mi punto de vista, asistimos a una de las escenas más patéticas de los últimos tiempos en un cómic Marvel–. Juzgad por vosotros mismos.

Ultrón se percata de que el inductor dimensional –quizá la razón por la que aceptó el trato– ya no se encuentra en el interior de Jocasta. Ha regresado al seno de la Mansión Infinita y está plenamente operativo. ¿Por qué cumplir entonces el acuerdo con La Avispa, si ahora Ultrón lo posee todo? La maniobra de Hank ha resultado ingeniosa. Mientras Ultrón y Jocasta se convertían en cyber-maridos, Ace y Jackie han activado la onda-Pym avisando de las adversidades producidas por Ultrón en el Bajoespacio.

Y así, en respuesta a la convocatoria de Pym: ¡Vengadores Reuníos!

De cada puerta cercana emerge un vengador: Vigía, Námor, Justicia, Thor, Ms. Marvel, Iron Man, Starfox, Ave de Fuego, Rick Jones, la Viuda Negra, Hulk, Manta Raya, Estrella de Fuego, Dragón Lunar, Wiccan, la Antorcha Humana –suponemos que la original–, Rayo Viviente, el Halcón, Garra Plateada, el Capitán América, Hulka, Mónica Rambeau, el Caballero Luna, etc.

Como podéis comprobar, algo no está bien. Muchos de los personajes no corresponden a sus versiones de la actualidad marvelita. Además, hay unas sospechosas botas blancas con mayas negras que nos hacen intuir que Mónica está por duplicado, con su traje actual y el original de Capitana Marvel II.

De este modo, Ultrón es forzado a cruzar una puerta que le llevará hasta un páramo desolado del espacio en el que no encontrará formas de vida a las que maltratar. La Jocasta de miembros humanos le acompaña y cuando la puerta se cierra, descubrimos que Los Vengadores no eran sino proyecciones, simulaciones procedentes de hormigas voladoras que portaban inductores de imágenes. Una chapuza torticera que, además, ya utilizaron en el número anterior.

¿Alguien me explica cómo han sido capaces de engañar incluso los sistemas de detección de Ultrón?

Mientras Pym nos aclara su inconcebible plan de emergencia gracias a un socorrido diálogo con Ace y Jackie, una puerta se abre suponiendo el regreso del querido Jarvis.

Casi de inmediato, uno de los cuerpos robóticos de Jocasta se alza –con una imagen más parecida a la versión clásica del personaje, algo que sus fans agradecemos–. No es una de las novias psicóticas de Ultrón. Se trata de la misma Jocasta que ha viajado con el robot al espacio, sólo que es capaz de dividir su consciencia. Ahora es multitarea. De este modo, puede controlar a Ultrón y, al mismo tiempo, ser vengadora.

Llegados a este punto uno comienza a leer los diálogos con la misma atención que si estuvieran compuestos del famoso bla-bla-bla-bla. Lo que hay que hacer por ZN y sus lectores, ay, Odín, Odín…

La Avispa ordena a Jocasta abrir una última puerta. Hay un lugar al que debe acudir.

Broxton, Oklahoma.

Loki es asesinado por el poderoso Vacío.

Mercurio, Estatura, Amadeus Cho y la Visión observan la caída del dios de los engaños, ése que se hizo pasar por la Bruja Escarlata y fue el precursor de la reunión de los Poderosos Vengadores.

Todos se sorprenden. No es para menos. ¿Loki luchando del lado de Los Vengadores? Los segundos en que intervino bien podrían haber supuesto el cambio de rumbo de la batalla. Tal como Hank decía, él era el catalizador.

Llega Pym con un “os lo dije” prendido en los labios. Pietro confirma que Walker está siendo atendido por los médicos pero no tienen certeza de que consiga superar su estado.

Amadeus Cho reconoce que necesitan a Pym, por mucho que les fastidie. La Avispa objeta: “No. Somos vengadores. Nos necesitamos los unos a los otros. ¡Y cuando estamos juntos, ninguna fuerza en la Tierra es capaz de detenernos! Así que ahí vamos…”

¿Lo suponéis, verdad? Pues claro…

“¡VENGADORES REUNÍOS!” y…

…FIN.

Y no seré yo quien lo lamente. Dan Slott ha resultado ejercer, como el consabido mosquito insidioso del que no te puedes librar, una labor bastante pobre en Poderosos Vengadores –a título personal– no me ha gustado nada. Pero nada de nada. Ha tratado de encumbrar la figura de Henry Pym. Vale, esto supuso un acierto, pero para ello ha empleado herramientas manidas intentando elevarlas a la enésima potencia y forzando tanto las situaciones que no resultan naturales. Ha hecho regresar a Jocasta del olvido, otro acierto, pero la ha limitado demasiado con las relaciones endogámicas de la familia Pym–Van Dyne, convirtiéndola en una especie de ayudante de laboratorio con intereses románticos que, al final, se sacrifica casándose con Ultrón en una ceremonia peripatética, plagio de los clásicos de ciencia ficción de los años treinta y cuarenta, permitiendo, eso sí, que al mismo tiempo quede exiliada, pero puede continuar trabajando con Los Vengadores.

Estatura y la Visión jamás debieron abandonar los Jóvenes Vengadores –y eso que el sintozoide ha perdido carisma desde que se volvió a generar a partir de la armadura de Iron Lad– y Mercurio y USAgente se han visto relegados a los tópicos de toda la vida sin aportar nada excesivamente interesante. Yo soy Mercurio, estoy enfadado con el mundo y, por extensión os odio a todos. Y yo no soy una copia del Capitán América, soy un líder de campo ejemplar y tengo músculos chachis que quedan bien en las fotos. Muy mal, Slott.

Amadeus Cho es quizá quién mejor parado ha salido de la, en términos generales, olvidable etapa del guionista al frente de Los Poderosos Vengadores. A Hércules se lo arrebataron a tiempo. Demos gracias a Zeus.

A su favor, no sé si porque así lo tenía establecido o porque no le ha quedado tiempo para tratarlo, hay que reconocerle el hecho de que no trajera de regreso a Janet Van Dyne –aunque sabiendo que está viva, en forma de pseudo entidad cósmica pero viva al fin y al cabo, antes o después la tendremos dando guerra por las páginas de alguna colección–. Y no es que no me guste La Avispa original, al contrario, pero un retorno prematuro de la muerte quitaría sentido al sacrificio que hizo durante la Invasión Secreta.

La Mansión Infinita, el Bajoespacio y alguna otra cosa más, son conceptos que podrán recuperarse en algún momento del futuro cercano. Si no, tiempo al tiempo.

El dibujante, Khoi Pham, ha mejorado en los últimos números, se lo concedo, pero tampoco lo añoraré al frente de una colección vengativa.

Repito, Poderosos Vengadores ha resultado una serie con demasiados altibajos en su calidad como para poder llorarla, insulsa y aburrida. Incluso encerrando en sus filas algunos de mis vengadores favoritos –a los que no tengo esperanza de recuperar pronto, dicho sea de paso– no la echaré de menos. Por mí, puede descansar en paz.